Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.


Grabado de la Suite 347 de Pablo Picasso. 1968
Grabado de la Suite 347 de Pablo Picasso. 1968

311
Me acuerdo de que a los trece años María Luisa me dijo que no quería salir conmigo pero que le gustaría mucho ser mi amiga. Yo estaba aún con la escayola de la última operación: una triple artrodesis.

312
Me acuerdo del primer libro de ensayos que me compré, El cristianismo y la lucha de clases de Nikolái Berdiáyev. 

313
Me acuerdo de un viejo loco que me quiso asesinar en un pueblo francés del Midi.

314
Me acuerdo del sonido de las campanas de una iglesia de Paris poco antes de entrar en el Mémorial de la Shoa, 17 rue Geoffroy-l'Asnier en le quatrième arrondissement.

315
Me acuerdo de Osamu secando lenguados en la cuerda de tender la ropa en su casa de Florencia.

316
Me acuerdo de Fernanda tras pasar la frontera de Ventimiglia. Nos hemos conocido esa misma tarde en el tren que nos lleva desde Florencia hasta Madrid. En la madrugada apagamos la luz del compartimento. Estamos sentados el uno al lado del otro. Ella apoya su cabeza en mi hombro y me tapa con su rebeca. Yo tomo su mano por debajo de la rebeca. Ella hace un gesto de acurrucarse.

317
Me acuerdo de una tarde en la Masía de Lidia. Fernando y yo jugamos a las palas desnudos. En un lance del juego me da con la pelota en un huevo. Me retuerzo de dolor mientras Fernando, Lidia y Gabi se mueren de risa.

318
Me acuerdo de Gabi en la misma Masía. Está tumbada sobre una mesa tomando el sol. Desnuda. Con las piernas flexionadas y abiertas. Tiene un coño precioso, húmedo, palpitante.

319
Me acuerdo de empujar a Alfonso para sacarlo de una corriente marina que lo está alejando de la playa. Alfonso no nada bien. Todos los demás se han alejado. Consigo sacarlo.

320
Me acuerdo de mirar la luna desde mi cueva en cala Fustán. Llevo más de una semana absolutamente solo. Es septiembre. Hablo con la luna y con las olas del mar.

321
Me acuerdo del sonido de la cadencia de mi nado a espalda en la piscina del Canoe. 

322
Me acuerdo de la ausencia de pecho de María la murciana. Sus pezones en cambio son dos puntas de lanza deliciosas para chupar.

323
Me acuerdo de Caroline que me dice al oído, Tienes mil cuerpos. Estamos en su casa de Caen.

324
Me acuerdo de Elias riéndose con mi acento francés.

325
Me acuerdo de ir en el tren camino de Caen desde París donde Caroline y yo hemos estado un fin de semana. Durante el trayecto corregimos exámenes de español de sus alumnos. 

326
Me acuerdo de estar sentado en Le Jardin de Luxembourg mientras espero a que Caroline llegue desde Caen.

327
Me acuerdo de una funcionaria de la Casa de la Moneda que llamaba a un programa radiofónico que co-presentaba junto a Tato. Se emitía desde Radio 3. La funcionaria me quería conocer. Me contaba, fuera de antena, que no podía llamar desde el trabajo pero que no podía evitarlo. Trabajaba en el segundo sótano de la Fábrica de Moneda y Timbre. Desde allí llamaba. Aún no existían los teléfonos móviles.

328
Me acuerdo de Carmen que fue la primera mujer que hizo que me corriera con una mamada.

329
Me acuerdo de Lidia un mediodía. Yo vuelvo a España. Ella se queda trabajando unos días más. Tengo cinco minutos para despedirme de ella. Lidia se da la vuelta, se levanta la falda, se baja las bragas y me dice, Empecemos ahora y terminemos en Madrid. Así lo hicimos.

330
Me acuerdo de no querer partirle el brazo a un loco arriesgándome con ello a que la cosa acabara peor.

331
Me acuerdo de un atraco con escopetas recortadas en un bar de la plaza del Carmen en Madrid. Estoy con Carlos. Los atracadores nos meten a todos en los servicios y hemos de salir uno por uno y darles todo lo que tengamos. Carlos, mientras esperamos nuestro turno, me quita un aro de oro que llevo en la oreja para que los atracadores no me lo arranquen.

332
Me acuerdo de Osamu al que he acompañado al Mercado de San Lorenzo. El pescadero lo saluda efusivamente. Osamu es un buen cliente. Quiere mejillones. Osamu coge mejillón a mejillón y lo golpea, levemente, contra la piedra; luego se lo acerca a la oreja y lo escucha. Así sabe Osamu si el mejillón sigue vivo o ya está muerto. Osamu es hijo repudiado de un shogun. Cuando lo conozco sobrepasa los sesenta años.
 

Memorias

Tags : Recuerdos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/04/2021 a las 13:59 | Comentarios {0}


El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.


Fresco de Pompeya ca. siglo II a.C.
Fresco de Pompeya ca. siglo II a.C.

293
Me acuerdo de Belén, hermana pequeña de Daniel. Tiene diecisiete años. Yo tengo dieciocho. Belén es preciosa, con la belleza lánguida de las yonkies. Es novia de un traficante de heroína por el barrio de la Estrella. El novio tiene fotofobia. Siempre usa gafas oscuras. Es de noche. Me he quedado a dormir en casa de Daniel y Belén. A medianoche Belén entra en mi habitación. Se me pone encima. Coge mi miembro y se lo mete. Empieza a cabalgar sobre mí mientras murmura y termina gritando, ¡Caballito, caballito de juguete! ¡Galopa, caballito, caballito de juguete, así, así, al galope, caballito, al galope, caballito de juguete!

294
Me acuerdo de una tarde de junio. Voy a casa de Daniel. Daniel es el novio de Chus. Yo soy el amante de Chus. Daniel me dice que el novio de su hermana se ha enterado de que se ha acostado conmigo. Según dice, me comenta Daniel, como me vea ha jurado meterme una jeringuilla de ácido lisérgico por la yugular.

295
Me acuerdo de una playa al sur de las Palmas. Estamos Álvaro, María y yo. Nos hemos comido un tripi, un micropunto marrón. Cuando caminamos hacia la playa en plena subida del ácido, vemos pasar ante nosotros un cortejo fúnebre.

296
Me acuerdo de avanzar bocarriba por los guijarros de la playa al sur de Las Palmas, apoyando las manos y los pies, totalmente desnudo. Avanzo así porque me parece que la altura que hay entre un guijarro y otro va a hacer que me rompa la crisma y no me atrevo a mirar. Mientras avanzo veo a Álvaro agarrado a una roca como si fuera una lapa. Está a la orilla del mar. Sé que el mar está calmado, lo siento furioso.

297
Me acuerdo de Étel cayendo desmayada en el pasillo de un tren correo.

298
Me acuerdo de que Cati militaba en la Liga Comunista Revolucionaria.

299
Me acuerdo del tema Formentera Lady del disco Islands de los King Crimson.

300
Me acuerdo que la calle en la que vivía en las Palmas de Gran Canaria se llamaba Secretario Padilla y estaba en Las Canteras. Viví allí a principios de los ochenta.

301
Me acuerdo que un día se me ocurrió mi epitafio: Fui y no pienso volver.

302
Me acuerdo de un fin de año en la casa de los padres de Tao y Chus. Nos hemos comido un ácido. En plena alucinación veo a Luisa -a la que deseo tanto- y al verla me pega tal sacudida el cuerpo, un latigazo tal por toda la columna vertebral, pura descarga eléctrica que me quedo paralizado porque no sé si me he roto y escucho a César a mi lado que me dice, ¡Colega, he oído el chasquido que te acaba de pegar la columna vertebral!

303
Me acuerdo  de César, Inma y yo. Estamos sentados en un banco del Parque del Retiro. Es 1 de enero y acabamos de salir de la fiesta de Tao y Chus. Para bajar la histeria que nos produce el tripi nos metemos unas rayas de heroína y de repente el frío sol del invierno nos arropa. Se acabó el nervio. Ya nada importa.

304
Me acuerdo de Lidia. Lleva un suéter negro muy ajustado. Sus ojos azules. Su pelo rojo. Es por la mañana. Hemos pasado la noche juntos. Ella se está mirando en el espejo del baño. Termina de acicalarse. Yo me pongo tras ella. Me pego a ella. Con mi mano derecha abarco su pecho izquierdo mientras la miro a los ojos a través del espejo. Ella me mira también. Estallamos en una carcajada. De alguna manera sabía que aquélla era la última vez que la tocaría.

305
Me acuerdo de Las suites para violonchelo solo de Johan Sebastian Bach.

306
Me acuerdo del temblor que sentí al ver el David de Miguel Ángel y cómo pocos días más tarde lo volví a sentir al contemplar el de Donatello.

307
Me acuerdo de Andrea, Andrés y yo traduciendo mi poema Mañana al italiano. Estamos en una trattoria de Florencia. Lo hacemos porque con ese poema Andrés se va a presentar a las pruebas de ingreso en el Piccolo Teatro de Milán. Y así lo hizo. Era el año de 1980.

308
Me acuerdo de una larga noche de grabación en Onda Madrid. En los estudios de García de Paredes. Grabamos Sinalámbrico. Se nos hace el amanecer. Naya, Pilar, Miguel Ángel y yo nos vamos a desayunar y pedimos, por consejo de Pilar, bacalao al pil pil y para beber unas cañas.

309
Me acuerdo de la cafetería que había enfrente de la radio, en García de Paredes. Allí ensayamos mientras tomamos algo antes de entrar.

310
Me acuerdo de la melena negra, abundantísima, de Ana, la jefa de programas de la radio. Corre el año de 1985. 
 

Memorias

Tags : Recuerdos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/04/2021 a las 15:07 | Comentarios {0}


El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.


15 Me acuerdo

275
Me acuerdo del personaje de la duquesa de Krisharna que inventé para poder hablar de Vicki.

276
Me acuerdo de los bañadores Meyba.

277
Me acuerdo de los Juegos Olímpicos de München.

278
Me acuerdo de Mark Spitz, su bigote y sus siete medallas de oro. Su Meyba era azul.

279
Me acuerdo de ver pasar el bólido de Nicki Lauda en el circuito del Jarama.

280
Me acuerdo de ir con mi madre y con Pistolita y Pocholita, dos pekinesas negras, a la casa de la madre del torero Antonio Bienvenida. La buena señora tiene un macho de pekinés negro y lo quiere cruzar. Es por la tarde. La casa tiene una galería muy luminosa y acristalada que rodea un patio. El pekinés de la madre de Antonio Bienvenida no monta a ninguna de las dos perras. La casa está en la actual Príncipe de Vergara que entonces se llama Calle del General Mola.

281
Me acuerdo de estar Luis y yo en la plaza de Barceló sin tener un sitio donde dormir. Es finales de agosto. Esa noche compartimos vino y dormimos con los vagabundos de la Plaza.

282
Me acuerdo de la playa de Bolonia una primavera. La playa está vacía. Es el mediodía. Es una playa inmensa. Bajo el sol Chus y yo empezamos a follar. Yo estoy encima de ella. Levanto la vista y veo frente a mí, a unos diez metros, una vaca que no sé de dónde ha salido.

283
Me acuerdo de la guineu que aparece todos los días, al caer la tarde, en lo alto del camino que lleva hasta la masía que Lidia tiene en Lérida.

284
Me acuerdo de estar con Fernando y Alfredo en Barcelona. Al día siguiente de haber llegado. Es por la tarde. Acompañamos a Lidia a visitar a su abuela que vive en una residencia de ancianos.

285
Me acuerdo de ver la ardora -un efecto que se produce a finales de agosto, en ciertas zonas del mundo, con cierto tipo de marea y con luna nueva que consiste en que la orilla del mar se vuelve fosforescente y la arena se llena de millones de puntos de luz verde- en una playa cercana a Torrao do Lameiro un pueblo al norte de Portugal.

286
Me acuerdo de estar el resort Bahía Príncipe en la República Dominicana. Formo parte del equipo de grabación de una serie de televisión. Esperanza, una de las actrices, tiene un tirón en la parte alta del muslo. Le comento que si quiere le doy un masaje, que no los doy mal. Ella acepta. Vamos a su habitación. Se quita los pantalones. Empiezo a darle el masaje y entonces entran, como niños traviesos, por la puerta de la terraza, Luis Fernando y Fernando. Con sus travesuras no puedo seguir con el masaje.

287
Me acuerdo de la ventana de la cocina de la calle Hermosilla. Está orientada al este. En un octavo piso. Frente a ella no hay nada edificado. Tan sólo se ve el cielo. Desde esa ventana veo los amaneceres más hermosos que he visto jamás.

288
Me acuerdo de Violeta vistiéndose muy despacio encima de su cama. Tiene cinco años. Está muerta de sueño. En la casa de Hermosilla.

289
Me acuerdo de una noche de agosto de hace veintitrés años. Estoy en casa de César. Intenta darme un masaje y acabamos muertos de risa.

290
Me acuerdo de Nadia Comaneci y el primer 10 que consiguió en Gimnasia. Nunca antes una gimnasta había hecho, a juicio de los jueces, un ejercicio perfecto. Lo consiguió en barras asimétricas.

291
Me acuerdo de la madrugada en la que vemos a Neil Armstrong y a Edwin Aldrin poner los primeros pies humanos en la Luna. Es un 20 de julio de 1969. Mientras los veo y escucho la narración de Jesús Hermida desde Cabo Cañaveral, pienso en la rabia que le tiene que haber dado al tercero de los astronautas, Michel Collins, haberse quedado en el Columbia mientras el Eagle aluniza.

292
Me acuerdo de una noche de sardinada en el verano de 1988. La hacemos en el prado que hay tras la casa que la familia de Iñaki tiene en Ortiguera, en lo alto del acantilado. Como la madre de Iñaki se llama Gaba, los lugareños llaman a la casa Cá Gaba y así se ríen de los de Madrid.  Vienen todos los amigos de Navia a comer sardinas. Viene Gemma. Pero no está. Se ha metido un pico. 
 

Memorias

Tags : Recuerdos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/04/2021 a las 19:19 | Comentarios {0}


El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.


14 Me acuerdo

262
Me acuerdo de salir de mí y verme llegar hasta el techo. Sé que si lo atravieso me perderé de mí mismo para siempre. No me atrevo. Vuelvo a mí.

263
Me acuerdo de una tarde en el metro. Línea 6. Voy a trabajar a la televisión. Trabajo de guionista de plató en un programa de empleo. En el vagón, sentada en un asiento frente al mío, una muchacha. Nos miramos en el recorrido. Varias estaciones. Aumentamos la frecuencia en la que nuestras miradas se encuentran. Al llegar a la estación de Príncipe Pío, ella se levanta. Yo me quedo sentado. Se abren las puertas. Ella sale. Se dirige hacia las escaleras. No se cierran las puertas. Ella vuelve, me hace una seña en la que me pregunta si me bajo y la acompaño. Le respondo con otra en la que le intento decir que me es imposible. Se cierran las puertas. El convoy se pone en marcha. Me sonríe ella. Le sonrío yo.

264
Me acuerdo de lo vívidas que eran las emociones que sentía al seguir la peripecia de Rodian Romanovich Raskolnikov, el protagonista de Crimen y Castigo.

265
Me acuerdo de una noche de verano del año 1976. Tengo quince años. Estamos toda la pandilla en El Oasis, un local en el Paseo Marítimo de Cullera, mitad bar, mitad terraza, mitad pista de baile. En el escenario una orquesta toca las canciones del verano. Recuerdo a Nacho, Montse, Hortensia, Lourdes, Fernando, Pablo, quizá Pascale o Muriel o Bárbara, quizá María José o ¿María Jesús?. Fuera, en la terraza, los padres de algunos de nosotros toman algo. La orquesta termina un tema y anuncia el primer descanso. Entonces el DJ. del Oasis pone como música ambiente el disco de la ópera rock Jesucristo Superstar en la versión española en la cual el papel de Jesucristo lo interpretaba Camilo Sesto. El primer tema que pone es El Juicio ante Pilatos. La pista se ha vaciado. Todo el mundo está fuera o en la barra pidiendo algo. Yo me sé el disco de Jesucristo Superstar de memoria. Cuando escucho los primeros versos de la letra: Aquí está el rey en mi casa otra vez/ Y ¿qué pasó?/ Herodes no es su juez... sin pensarlo entro en la pista de baile vacía y bajo su luz discotequera empiezo a hacer play back y a interpretar al personaje de Pilatos. No pierde tiempo mi primo Nacho que tirándose al suelo empieza a su vez a interpretar el papel de Jesucristo. Ambos nos metemos en nuestro papel. Ambos sentimos lo que hacemos. Llegamos a los cuarenta latigazos y lo azoto, uno por uno, y Jesucristo soporta estoico el castigo y cuando termino y gimo Pero de esta acción lavo mis manos/ de sangre inocente, el DJ. de El Oasis corta la música y lo que se escucha de repente es una ovación impresionante y es que mientras nosotros interpretábamos, las gentes que estaban sentadas en la terraza, nuestros padres entre ellos, los que habían salido  o habían ido a la barra, incluso la orquesta desde el escenario, todos habían vuelto a la pista de baile para ver nuestra representación y nos lo agradecían con esa ovación larga que a Nacho y a mí nos hizo sonreír.

266
Me acuerdo del pedaló que es una embarcación a pedales que se alquila en la playa.

267
Me acuerdo de lo mucho que me gusta ducharme para quitarme la sal y la arena. Del apetito que tengo a la hora de comer. De lo agradable que me resulta echarme siesta.

268
Me acuerdo del cansancio de la piel tras estar muchas horas expuesta al sol y al mar.

269
Me acuerdo del partido de rugby en la playa. Es un día muy, muy nublado. Apenas hay gente. Es finales de agosto. Época de tormentas en el litoral levantino. Jugamos chicos y chicas de entre trece y diecisiete años. La mar brava al fondo. El rugido de las olas se mezcla con nuestros gritos. Cuando el partido termina corremos hacia el mar. Vamos todos rebozados en arena. Hay bandera roja. Nos sentimos libres al ir al encuentro de las olas.

270
Me acuerdo del tío Enrique, marido de la tía María Cristina, capitán de caballería, que fornicó cuando menos cuatro veces con aquella mujer, una noche de verano en Cullera. Desde el quinto piso de su apartamento en el Edificio Cibeles, borracho perdido, nos lanza cerillas encendidas por el hueco de la escalera mientras nosotros bajamos a toda velocidad muertos de risa.

271
Me acuerdo de que mi prima Mari Cris -mucho mayor que nosotros, un poco más joven que mi madre- tiene otro apartamento en el séptimo piso del mismo edificio. Mari Cris es hija de la tía María Cristina y Enrique. Está casada con Guillermo con el que tendrá muchas hijas y un hijo. Una de sus hijas, Teresa, es bella. Tendrá dos o tres años menos que nosotros. (Cuando escribo nosotros me refiero a los hijos de mi madre y de mi padre).

272
Me acuerdo de Miguelito, el loco de Cullera cantando a voz en grito por las calles, ¡Cullera, cuchara!/  ¡naranjas y limones!.

273
Me acuerdo de una noche de tormenta. El verano termina. Acabamos de entrar en la adolescencia. La tormenta descarga con toda su furia. Toda la pandilla nos hemos guarecido en el soportal del Edificio Cibeles. Frente a nosotros una explanada de guijarros que hace las veces de parking y tras ella la carretera que une Cullera con el Faro. Cortinas de agua caen a oleadas. En las calles riadas que van a dar a la playa. Rayos. Truenos. Centellas. Y de repente, en mitad de la noche, un rayo cae a treinta metros de nosotros, en la carretera del Faro. Tiembla la explanada. Temblamos nosotros.

274
Me acuerdo del día en el que un globo terráqueo salió flotando por mi ventana.
 

Memorias

Tags : Recuerdos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/03/2021 a las 17:27 | Comentarios {0}


El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.


Cristo crucificado de Diego Velázquez ca. 1632
Cristo crucificado de Diego Velázquez ca. 1632

244
Me acuerdo del olor del Madrid de mi infancia al llegar la primavera.

245
Me acuerdo del olor de la caída de la tarde en el Madrid de mi juventud al llegar el verano.

246
Me acuerdo de Margarita actriz y yo. En algunos descansos, sin haber salido ninguno de los dos de la vida del ensayo, nos acariciamos, nos besamos, murmuramos algo parecido a éste es un amor imposible.

247
Me acuerdo de Lidia, la primera Lidia, actriz y yo. Otra obra.  Ensayábamos en Guadalajara.

248
Me acuerdo de follar con Lidia en la terraza de su casa. En Alcalá de Henares, mientras por la calle paseaban los viandantes. Ella se da la vuelta. Lleva mi camisa, abierta, puesta. Se agarra a la barandilla de la terraza. Se da la vuelta. Me mira. Me dice, Fóllame. Son los primeros días de agosto. Ya estamos terminando los ensayos. Ella interpreta a una santa... Santa Teresa de Lisieux

249
Me acuerdo de Las Estaciones que hacemos la noche del Viernes Santo. Son siete en conmemoración del Vía Crucis de Cristo hacia la cruz. Siempre vamos mis padres y mis hermanos, la tía Isabel y el tío Carlos. Salimos a la noche de un viernes de abril. Vamos al Madrid de los Austrias y en siete iglesias cuyos nombres no recuerdo, rezamos, en cada una, un Padre nuestro, un Avemaría, un Credo, una Salve y un Gloria. Entre Iglesia e Iglesia hacemos viático en una taberna. Mi padre y mi tío beben vino o cerveza, mi madre Coca-Cola, la tía Isabel whisky con Coca-Cola y nosotros refrescos. Tras orar en la última de las estaciones/iglesias nos vamos a una taberna y allí cenamos pescaíto, calamares y esas cosas (que aún no se puede comer carne).

250
Me acuerdo de aquellas noches de los viernes santos como noches mágicas y alegres. Las esperaba más que la noches de navidad.

251
Me acuerdo de la fuerza de los muslos de la primera Lidia.

252
Me acuerdo de un jersey de lana que se ha tejido Margarita. Margarita tiene una cualidad maternal.

253
Me acuerdo de pasear al borde de una piscina vacía, con el fondo cubierto de hojas de los árboles que la rodean. Estoy en un chalé algo abandonado. Estoy con mi madre y con otra mujer (creo que es tía Mari). No sé por qué estamos allí.

254
Me acuerdo de despertarme y sentir el filo de las hojas de unas tijeras alrededor de mi sexo. Miro a María Luisa que tiene entre sus dedos pulgar e índice los anillos de las tijeras. Ella me mira y me dice, En mis manos está que tu vida cambie


255
Me acuerdo del Canoe. En Madrid. Allí voy a nadar desde 1997 hasta 2005. Tengo treinta y siete años en 1997. El primer día que decido ir para quitarme los dolores de espalda y el anquilosamiento que me está invadiendo todas las articulaciones, el ascensor se queda colgado entre el quinto y el cuarto pisos. Abro las puertas (eran los viejos ascensores de puertas de madera y cristal) y sin mirar demasiado el vacío que hay bajo mis pies, me impulso para caer en el rellano del cuarto. Bajo por las escaleras. Empiezo la natación.

256
Me acuerdo del crucero J.J. Sister en el que volví desde Las Palmas hasta Cádiz. Fueron tres días y dos noches navegando... o dos días y tres noches. Fue un viaje extraño que derivó en un cuento cuya protagonista es Margarita Perla; Margarita, la enfermera de noche...

257
Me acuerdo de la máquina de coser Singer con estructura de madera, cuatro cajones y un gran pedal de hierro para darle velocidad a la máquina y que la frecuencia de cosido fuera alta. Julia maneja bien la máquina. Sabe coser. Pedalea con ritmo como si fuera una costurera del jazz.

258
Me acuerdo de la piscina cubierta del Canoe, de su olor a piscina de los sesenta, del mismo sonido -un eco muy abierto de las brazadas y las voces- y del color del agua, un esmeralda pálido. Me lo recuerda a principios del siglo XXI. Aún me lo recuerda cuarenta años después.

259
Me acuerdo de estar con mi padre en el Canoe. No he cumplido los diez años. Él me enseña a nadar.

260
Me acuerdo de estar en la piscina descubierta del Real Madrid. Está junto al Estadio. Tiene trampolín y plataforma. Un agua muy azul. 

261
Me acuerdo de estar con mi tío Carlos en lo alto de un trampolín. No creo que tenga tres años. Mi tío me dice que me va a lanzar y que abajo está mi padre esperando, pero que debo intentar flotar yo. Tengo la sensación de que me tira desde muy arriba. Me hundo en el agua. Bajo. Comienzo a subir. Saco la cabeza. Respiro. Mi padre me toma en sus brazos. Me felicita. La piscina vuelve a ser la del Canoe. 
 

Memorias

Tags : Recuerdos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/03/2021 a las 16:49 | Comentarios {0}


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