Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

A dieciocho de junio de 2007 para Julia de Fernando



¿Dónde están los hipopótamos?
¿Dónde se advierte un vuelo?
Un violín alienta la ira
y el aire se tornasola,
cansado del pizzicato,
en una nota llana.

¿Hay alguien? Una voz.
La calma, la tarde, el roce
y la luna llena
sobre una mar plácida.

¿Dónde está esa carrera?
¿Dónde el despiste y la sonrisa?
Surcan las naves los mares.
Hozan los jabalíes.
Salta el gato.
Silba un pájaro cantor.

¿Dónde se esconde la mano?
¿Dónde ha huido la seguridad de antaño?
Una suerte de abrigo,
un resplandor último,
la confianza del fin.

Quisiera elevarte de esa derrota.
Quisiera enseñarte una broma.
Mi amiga, mi madre, mi salvadora,
la que me empujó a vivir
estos días de más.

¿Dónde vendrá?
¿Por dónde aparecerá?
El hipopótamo, el liquen,
la dendrita del ciempiés,
el edificio, el olor de tus cosas,
tu oscuridad cuando duermes,
el zumbido de lo lejano,
la luz, la de siempre, la tuya.


Todos están.
Estamos todos.
Llega el tiempo. El nuevo.
Quisiera decirle al hipopótamo,
al liquen, a la dendrita del ciempiés,
al edificio y al olor de tus cosas
tu nombre.

Hoy es la noche.
Es junio. Sin calor.
Duerme querida amiga.
Llegue el sosiego a ti,
te quedes calmada,
entres en el sueño
como una princesita pálida,
vagues por el prado,
la vida es aún muy larga,
tu cabello negro se deja llevar ensortijado,
unas nubes, tempestuosas,
descargan lejos...

Ríe, viejecilla, ríe.
¿Dónde el vuelo?
¿Dónde la mano con paño?

Poesía

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 16/02/2009 a las 11:59 | Comentarios {0}


Lecturas del Domingo
En el número de febrero de este año, la revista Investigación y Ciencia publica dos artículos muy curiosos (imagino que los científicos y los técnicos disfrutarán mucho con esta revista. Yo la vengo comprando desde hace unos seis años. Desde siempre he tenido un interés no sé si por la ciencia o científico. Me llama la atención la medicina, la física, la química, las matemáticas, la cosmología. Y siempre he tenido una gran dificultad para entenderlas. De hecho cuando empecé a leer esta revista me resultaba como si estuviera leyendo sanscrito la mayoría de las veces. Yendo a lecturas más sencillas fui entendiendo los entresijos de alguna de las materias. Y aún hoy siempre que termino un artículo me pregunto si realmente habré entendido lo leído. Por ejemplo en uno de los artículos de los que quiero hablar, El largo brazo de la segunda ley, que trata sobre el desarrollo de una teoría termodinámica del no equilibrio ya que toda la teoría termodinámica actual está basada en modelos en equilibrio, el texto termina de la siguiente forma: En resumen, mis colegas y yo hemos mostrado que la transición del orden al caos, lejos de contradecir la segunda ley, se ajusta a una concepción más amplia de la termodinámica. Pues bien yo creo que hay un error de transcripción y que en realidad debería estar escrito lo siguiente: En resumen mis colegas y yo hemos mostrado que la transición del caos al orden, lejos de contradecir la segunda ley etc...) uno de ellos se llama Sigue la busca de una vacuna, está escrito por David I. Watkins y trata sobre la dificultad para encontrar una vacuna para el VIH. El doctor Watkins investiga los mecanismos biológicos de la inmunidad. En su artículo describe la forma de ataque del VIH y la forma de defensa del cuerpo. Toda esta lucha que se da dentro del cuerpo se dirime entre unas sustancias alucinantes, pura química que lucha contra otra química, y esa lucha entre estas químicas, esa lucha donde los virus se replican a una velocidad pasmosa y mutan en cada replicación de tal forma que confunden a las células T asesinas, todo eso si alejáramos la cámara del lugar de la batalla -una zona del páncreas por ejemplo- y saliéramos de él y atravesáramos el tejido epitelial y nos alejáramos aún más hasta ver el cuerpo entero del huésped, se estaría desarrollando en, por ejemplo, ese hombre que camina por la calle y siente de repente un ligero escalofrío. Somos un universo ignorante de sí mismo. Este tipo de artículos al llegar al primerísimo plano de un ser humano que sería la contemplación de las sustancias químicas que navegan por el cuerpo, lo desnudan hasta tal punto de trascendencia que me llego a sentir el trailer que transporta la mercancía, donde lo realmente importante no es el trailer sino la mercancía.
El segundo artículo versa sobre la Segunda Ley de la Termodinámica. Su autor, J. Miguel Rubí, catedrático de la Universidad de Barcelona, especialista en la termodinámica del no equilibrio y en los procesos estocásticos, escribe: Los esfuerzos por desarrollar una tal teoría (la del no equilibrio) empezaron con el concepto de equilibrio local. Se comprendió que, aunque un sistema puede no estar en equilibrio globalmente, las pequeñas porciones en que podamos dividirlo sí pueden estarlo (...) Hemos demostrado que muchos de los problemas de teorías anteriores desaparecen con un cambio de perspectiva. La idea principal: la percepción de lo abrupto depende de la escala de tiempo con que se observen los procesos. Y en ese momento me da la impresión de que -en vez de estar leyendo un artículo sobre la física de los fluidos- estoy leyendo una meditación de Marco Aurelio.

Diario

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/02/2009 a las 19:13 | Comentarios {0}


Aunque no la he podido oler siento en el vuelo de los petirrojos la primavera. Ese trajín que se traen por debajo de las tejas, ese revoloteo por las ramas de la encina. También el sol y su luz de esta mañana sobre el muro del jardín como ha ocurrido también en el jardín de Raquel y Raúl.
El trayecto se va haciendo. Escucho palabras muy hermosas, aliento en mi ánimo. No todo es pesar. Ni mucho menos.
El amor, la concordia, la llama, la visión, el sueño, la lectura, la escucha, la mano, el pelo suave, el gruñido, el lamido, la carrera, el agua, el aire, el color, la sirena de un barco, el faro, la silueta de una cordillera, la atención de la niña, la pelota, el renuevo, el higo, la ensalada, el chopo, el olmo, el poema.
Es sábado de febrero.
Escucho un violín que se asienta al final de su frase en un violonchelo.
Trasiega el humo por la mesa.
La voz está siempre a la espera. El viento nos ha dado una tregua y hay un silencio de descanso como el que se produce a las cuatro de la tarde en los días de verano.
Enhorabuena.

Diario

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/02/2009 a las 13:55 | Comentarios {0}


Apócrifo atribuido a Mislava Gordúnov



La mañana transcurrió aburrida, hasta el movimiento de los pasantes despedía un tufo a vida perdida que insuflaba vida a Leo Mariner. A lo largo de la mañana despachó los asuntos más tediosos del mundo notarial: la disolución de una sociedad mercantil, un contrato por razón de matrimonio, una protesta de documentos de giro. Justo antes de comer el secretario del notario, Fermín Pérez, anunció a la señora Fátima van der Kloer. Ya el apellido molestó al notario porque se salía de lo normal y de alguna forma rompía la perfección de un día de trabajo absolutamente insustancial. Con desprecio en el gesto hizo pasar a la señora. Cuando entró, Leo Mariner ni siquiera levantó la vista de unos documentos que no estaba leyendo. Tan sólo dijo, Siéntese, por favor.
Fátima van der Kloer se sentó y en silencio esperó hasta que el notario se dignó cerrar la carpeta de los documentos.
- Perdone, ¿usted dirá?
- Quisiera que diera usted fe de mis últimas voluntades.
- Muy bien, ¿las tiene consigo?
- Claro. Tenga usted.
Y Fátima le entregó una dossier. Leo Mariner, aburrido de nuevo, abrió el dossier con la profesionalidad que le caracterizaba y empezó a leer las últimas voluntades de Fátima van der Kloer. Y por primera vez en 31 años el gesto de Leo Mariner se alteró y por su cuerpo corrió un atisbo de esperanza, una solución a su deseo de llegar al año 2222. Aunque lo intentó no pudo disimular su agitación y, olvidándose absolutamente de su condición de notario, alzó la vista del documento y miró a Fátima.
- ¿Esto es posible?
- ¿Cómo?
- Usted dice que en el momento de su muerte quiere ser crionizada y que su ADN mitocondrial sea vitrificado.
- En efecto.
- Me lo podría explicar, como podrá usted comprender no puedo dar fe de algo que no entiendo.
- Bueno tampoco yo soy una experta pero, ¿de verdad nunca ha oído usted hablar de la crionización?
Leo Mariner se la quedó mirando sin contestar.
- Bueno es una técnica de, cómo se lo diría, de congelación. En el momento en que muera antes de que mis células pierdan todo su potencial de vida se me congelará y esperaré a que la técnica de descrionización esté lo suficientemente desarrollada para volver a la vida.
- Y la vitrificación del ADN mitocondrial ¿qué es?.
- Mire, vamos a hacer una cosa, le voy a dar la dirección de los laboratorios donde se realizará mi crionización y allí se lo explicarán todo.
- Como comprenderá antes de dar fe debo estar enterado de todo el proceso.
- Le doy un par de días si no me iré a otro notario. No me queda mucho tiempo.
- Muy bien, señora van der Kloer, entonces nos vemos pasado mañana a las doce. Si no le importa comuníqueselo a mi secretario.
El corazón de Leo Mariner se salía de su pecho cuando se quedó solo en el despacho. Por primera vez en su vida vislumbraba la posibilidad real de estar vivo en el año 2222.

Cuento

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 13/02/2009 a las 10:27 | Comentarios {0}


Apócrifo atribuido a Mislava Gordúnov



La mañana del 21 de febrero de 2009 -213 años antes del año deseado- Leo Mariner salió a la calle camino de su notaría. Le agradaba aquel invierno por lo duro que estaba siendo, la cantidad de aburrimiento que se veía en las caras de la gente, lo tristes que se adivinaban las ciudades, lo sordos que eran los sonidos. Todo ese cúmulo de tedios alargaba su vida, estaba convencido de ello, sólo que no sabía cuánto y en todo caso no sería suficiente para llegar al 2222.
Iba conduciendo mientras fuera caía una lluvia densa y un viento racheado hacía que de improviso la lluvia golpease en los rostros de los transeúntes. Pero aquella imagen no alargaría su vida hasta el 2222.
Aparcaba y corría hasta el portal.
En el ascensor alguien le deseaba buen día.
En su despacho todos sus empleados se afanaban en su labor. Ninguno de ellos llegaría al año 2222.

Cuento

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/02/2009 a las 18:41 | Comentarios {0}


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