Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Brillaba y el hombre pensó que realmente era muy cinematográfico el suelo mojado. Como tenía que esperar más de media hora se puso nervioso. Ese hombre no sabía esperar. Nunca había domesticado la impaciencia. Era la tarde y las nubes volaban. El andén de la estación estaba entonces vacío. El vestíbulo también lo estaba. En la cantina unos hombres jugaban al dominó y una mujer sesteaba tras la barra. El hombre se palpó los bolsillos. Tan sólo tenía una moneda de cincuenta céntimos. Y aquellos hombres que jugaban al dominó y aquella mujer no tenían pinta de darle una moneda, una moneda para un café. Pensó el hombre cuando podía llegar a una estación y pedirse algo de beber y un bocadillo. Sólo lo pensó un momento. Luego miró las nubes y sintió la impaciencia en aquella estación de tren. Se fijó en algo que había entre las vías, un poco más allá del final del andén, justo cuando desaparece y el adoquín pasa a ser tierra húmeda, tierra recién llovida. Lentamente el hombre se puso en marcha, por hacer algo, para ver qué era eso. Las nubes volaban. Apareció un momento el sol. Ya no llovía. Había llovido tanto durante el día que había, no muy lejos, grandes bolsas de agua. Él sabía que bastarían tres días de sol para evaporar tal riqueza. Lo sabía mientras andaba y se palpaba la moneda de cincuenta céntimos (se la palpaba porque había pensado la palabra riqueza). Paso a paso se fue encaminando hacia el objeto; paso a paso se fue configurando en su vista de viejo la forma de lo que reposaba entre las vías del tren. Con más esfuerzo del debido bajó del andén a la tierra húmeda mientras pensaba que deberían poner una rampita entre andén y tierra para que aquéllos -que como él- querían pasar del uno a la otra no arriesgaran un tobillo en el intento. Bajó al final y con riesgo y comenzó a andar por la tierra que estaba muy blanda -como el vientre de una mujer- y se hundía bajo sus botas. Luego se dijo que el objeto estaba más lejos de lo que había pensado en un principio y se imaginó a sí mismo con unas gafas que calibraran con justeza las distancias. Ya no se iba a detener, se dijo, iba a llegar hasta el objeto. Quizá pudiera hacer un trueque con él si fuera algo valioso o no muy valioso, algo que pudiera valer un café con leche y un bocadillo de tortilla de patata y de nuevo, mientras se acercaba, volvió a palparse la moneda de cincuenta céntimos que tenía en su bolsillo. Por fin -bajo el cielo tormentoso, entre el viento que se iba levantando, extrañado por sonidos que no sabía qué eran; tras un súbito cambio de luz que parecía traído de las tinieblas- creyó entender la forma del objeto y se entristeció porque no brillaba (entonces pensó que era una urraca). Súbitamente llovió con una fuerza bárbara. El hombre llegó a la altura del objeto; miró en ambas direcciones de la vía y se dijo, ¡Imbécil, con esta lluvia y este ruido furioso serías incapaz de ver o de escuchar al mismísimo Leviatán! Así es que levantó un poco su pierna izquierda y salvó el primer raíl; se arrodilló ante el objeto y se emocionó como hacía años que no se emocionaba y entonces ya no le importó cuándo llegaba el tren ni tampoco se dejó impresionar por la furia de la lluvia y su sonido; tomó el objeto entre sus brazos, lo abrazó contra su pecho, se tumbó entre los raíles y cerró los ojos y así -por primera vez- esperó la llegada del tren sin impaciencia alguna.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/06/2015 a las 18:12 | Comentarios {2}


Palabras de Isaac Alexander a su amante difunta


Me pide Isaac que ponga voz a su lamento y un fondo de jungla a su dolor.
Me pide que interprete, que module, que lo intente.
Así lo hago.
Me pide que ponga la foto que me envía.

 
palabras_de_isaac_alexander_a_su_amante_difunta.mp3 Palabras de Isaac Alexander a su amante difunta.mp3  (9.67 Mb)

Sonidos

Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/06/2015 a las 17:12 | Comentarios {2}


Envío que me hace Isaac desde el velatorio de su amante más querida


Distorsión 2. Fotografía de Olmo Z. Mayo 2015
Distorsión 2. Fotografía de Olmo Z. Mayo 2015
Descree de las casualidades
[...] de las jerarquías
[...] del miedo a lo desconocido y de los que temen a lo que no es como ellos creen que son ellos mismos
[...] de un mundo que valora como único medio para la felicidad la cooperación
[...] de la solidaridad
[...] de quienes rezan
[...] de quienes enfatizan cualquier idea aunque sea en una cena, a los postres, con un licor de hierbas
[...] de quienes ante la afirmación de que la ablación es un valor en la sociedad en que se practica, ponen el grito en el cielo y te tachan de hijo de puta
[...] de los puritanos
[...] de los que siempre se muestran animosos en público porque piensa que cuando están a solas en el cuarto de baño lloran como niños y ensayan una sonrisa ante ese mismo espejo que les ha visto temblar y entonces respiran hondo y se ajustan lo que hayan de ajustarse y salen de nuevo al ruedo con la ilusión del aplauso
[...] de la esperanza
[...] de las sociedades del conocimiento porque parece un eufemismo que encubre una verdad mucho más aterradora
[...] de la verdad (porque puede que un día te descubran)
[...] de este corazón que te golpea
[...] cuando caminas y apenas los pájaros cantan
[...] que la víbora que te observa quiera realmente matarte
[...] de tu propia idea de amar
[...] de amar (como idea pura) en las relaciones sentimentales (que de nuevo suena a eufemismo para no llamarlas relaciones sexuales)
[...] de cualquier forma de adoctrinamiento
[...] de la información
[...] de la psicología como ciencia
[...] de los gurus, los sacerdotes, los entrenadores personales, los políticos, los jueces, los médicos, los abogados, los escritores y artistas, los filósofos y los propagandistas
[...] del método ogino
[...] de las telecomunicaciones
[...] de las interpretaciones
[...] de los libros de Historia
[...] –como lenguaje perfecto- de las matemáticas
[...] de esta tarde que empezó extraña (como si la ausencia de un temblor, de un abrazo la hubiera condenado a ser fútil, a ser el final)
[...] de la introspección
[...] de la materia
[...] del chocolate como medicina
[...] que el mucho viajar conlleve un mayor conocimiento de la condición humana
[...] del valor de la vida
[...] del valor –en sí- del universo
[...] del antropocentrismo
[...] de la belleza
[...] de la fealdad
[...] de los récords
[...] que un día no muy lejano, hayas llegado hasta el nadir de tus asuntos y puedas por fin tumbarte a mirar las estrellas como se miraría uno a sí mismo convertido en mil millones de pedazos luminosos
[...] que el universo se expanda
[...] que el universo no sea al final un inmenso pedazo de piedra rodeado por todas partes de fuego
[...] de quienes ante la afirmación de que abrirle el escroto a lo vivo a un muchacho adolescente, haciéndole una incisión en todo semejante a un coño, es un valor en la sociedad en que se practica, ponen el grito en el cielo y te tachan de hijo de puta
[...] de la silicona
[...] de la vista cansada
[...] de la palabra solsticio

Ensayo

Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/06/2015 a las 01:19 | Comentarios {0}


Ética (derivado de cueva, refugio)



[...]
fue la última silva que empezaba Ella bordará un mapa en tu piel
[...]
también un verso suelto brotarán en tus oídos
[...]
luego fue el silencio
y ella se aparecía
[...]
sin resistencia acudió
a la imagen y dócilmente se impuso en él
(como la llaga se extiende por el mundo desde hace miles de años)
[...]
muerde el polvo
ensueña la yegua
sabe que nunca más
[...]
Se dice yo estaré dormido
y alguien le susurra
(quizás en otro espacio o en un símbolo o en una derrota) Fuiste. No vuelvas.
[...]
Sabe que ése sería su epitafio.
La nube era hermosa.
[...]

 

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/06/2015 a las 17:26 | Comentarios {0}


Charco de hombre y reflejos de cielo y árbol. Fotografía de Olmo Z. Junio 2015
Charco de hombre y reflejos de cielo y árbol. Fotografía de Olmo Z. Junio 2015
Hay en la aurora un viento polar
(el fiel reflejo de un hombre casado por segunda vez)
La paz llagada de guerra
sangra tras la esquina de Velázquez con Padilla
(en el pavimento un binóculo reza dos avemarías y tres padrenuestros)
Mientras el cometa cuadricula el cielo
los hijos se cometen sin amor
y el coquí canta su canto cuando cae la tarde
Las mareas coquetean con la Vieja
la virtuosa cadenza de un solista
que se hubiera vuelto loco
(en una sobremesa sentado junto a un amigo en la mesa de un merendero y frente a un lago)
Es una cuchilla el acuerdo
entre el padre y la madre
(el bebé tras las barras de la cuna, agarrado a ellas, sufre del oído y babea sin parar)
La noche es el acueducto
La noche cuenta cuitas
El acuerdo está firmado
Pronto se cometerá el delito
Dirán que fue un albanés
por una cadera de cuadrúpedo
Nuestro será el pecado
el falso pecar de haber vivido
Nefanda esa idea del pecado
¡apestosos doctrinarios de una moral de meapilas!
(aunque esto último se pueda usar precediendo a un comentario, o a una explicación que con frecuencia se deja en suspenso por consabida)... como la vida iba a añadir
Brota la higa
Se desparrama el musgo
El lirón hiberna
El oso tiene zarpas
¿Y la bondad boncesa?
¿Y los gritos en inglés?
Sé que muchos se han mostrado dispuestos a enganchar los desnudos
al grito unísono de ¡Flebitis!
... porque era una tristeza que presagiaba
... porque era una tristeza en mitad del camino
... porque era una tristeza en curva
Sí, hay en la aurora un viento polar
(el hombre casado dos veces bebe una infusión de fárfara. Pronto dejará de toser)

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 13/06/2015 a las 23:05 | Comentarios {0}


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