Texto apócrifo atribuido a Isaac Alexander
El Diccionario de Autoridades en su primera edición de 1726 define Aburrir como: Apesadumbrar mucho, hacer despechar y desasosegar a uno, de suerte, que no sólo le entristezca sino que casi llegue a aborrecerse. Es tomado del latín Abhorrere.
El Aburrimiento no existe en este diccionario tanto en sentido literal como en sentido figurado. Quiero decir que no viene como entrada la palabra Aburrimiento. La entrada anterior a Aburrir es Aburelado.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua en su vigésimo sexta edición editada en 2001, en la sexta acepción sobre Aburrir, dice: Sufrir un estado de ánimo producido por falta de estímulos, diversiones o distracciones.
Estas definiciones marcan dos mundos, dos formas de pensar con respecto a aburrir: mientras la primera -del siglo XVIII- es activa, el sujeto aburrido participa activamente de su aburrimiento incluso alcanza la tristeza y el horror de sí; la segunda -del siglo XXI- es una definición pasiva, el sujeto sufre de forma misteriosa un estado de ánimo causado por circunstancias externas y así habla de estímulos, diversiones o distracciones. Da la sensación de que define estar aburrido y no define ser aburrido.
Yo me siento más cercano a la definición del siglo XVIII porque el aburrimiento tiene algo de despecho, algo de pesadumbre y esa mezcla, en mi aburrirme, produce tristeza y aborrecimiento.
El Aburrimiento no existe en este diccionario tanto en sentido literal como en sentido figurado. Quiero decir que no viene como entrada la palabra Aburrimiento. La entrada anterior a Aburrir es Aburelado.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua en su vigésimo sexta edición editada en 2001, en la sexta acepción sobre Aburrir, dice: Sufrir un estado de ánimo producido por falta de estímulos, diversiones o distracciones.
Estas definiciones marcan dos mundos, dos formas de pensar con respecto a aburrir: mientras la primera -del siglo XVIII- es activa, el sujeto aburrido participa activamente de su aburrimiento incluso alcanza la tristeza y el horror de sí; la segunda -del siglo XXI- es una definición pasiva, el sujeto sufre de forma misteriosa un estado de ánimo causado por circunstancias externas y así habla de estímulos, diversiones o distracciones. Da la sensación de que define estar aburrido y no define ser aburrido.
Yo me siento más cercano a la definición del siglo XVIII porque el aburrimiento tiene algo de despecho, algo de pesadumbre y esa mezcla, en mi aburrirme, produce tristeza y aborrecimiento.
Thaid Gaertel pudo nacer en un país escandinavo probablemente Noruega al principio de la década de los sesenta del pasado siglo. Hijo de unos farmacéuticos pasó los primeros años de su infancia en el laboratorio de los mismos y se enamoró profundamente del sulfato de amonio y del cloruro potásico.
Ya desde niño su imaginación excesiva, su tendencia a la suspensión le acarreó algunos problemas en la sociedad protestante en la que vivía. Prueba de ello son unos supuestos comentarios de su profesora de primaria Edelmira Ongeweiss cuando hacía referencia a la ocasión en que Thaid, a la edad de ocho años, se negó a ir a la escuela arguyendo que la susodicha maestra le castigaba a sentarse en el alfeizar de la ventana del aula -sita en el cuarto piso de la escuela- y a pasarse la mañana entre la helada y la altura mirando un pruno.
El paso de los años no alteró esta imaginación salediza y quizás ayudó la inhalación de ciertas sustancias del laboratorio de sus padres a que, a la edad de quince años, decidiera huir de Noruega -aunque nadie se lo impidiera sólo que a él le gustaba la sensación de huida- con tan sólo una mochila y una flauta dulce.
La primera noticia que se tiene de él tras su huida acontece en la ciudad de Amberes donde dos testimonios -el de un guarda municipal y el de un comerciante de quesos- corroboran la presencia de Thaid Gaertel tocando su dulce flauta en la Saint Paul strass a lo largo de la primavera del año 1975 y apuntalan la idea de que fue en esta ciudad y en esta calle donde conoció a Isinvayeva Vaskausas la célebre concertista de chelo la cual según todas las fuentes consultadas le introdujo en el mundo de las escalas cromáticas y en el mundo de su cuerpo eslavo y como corolario a su relación le regaló dos flautas traveseras (ambas aparecen en la portada del CD) y le puso de patitas en la calle por una cuestión de parásitos (nunca se supo si él era el parásito o un parásito que fue a parar a él recorrió el camino hasta el pubis de Isinvayeva con las consecuencias conocidas).
Parece ser que fue entonces cuando compuso su primer tema Sosinha -tema 8º del CD- con el que nunca llegó a las listas de éxitos.
Poco más sabemos de él. No sabemos si el rostro que aparece en la carátula del CD es el rostro de Thaid y tampoco nos atrevemos a elucubrar acerca del título del disco Pesadilla para flauta y Band in a Box. Juzguen ustedes todos estos datos sin confirmar.
En la próxima reseña intentaremos agregar un tema de Thaid Gaertel (siempre que no nos cobre derechos de autor)
Ya desde niño su imaginación excesiva, su tendencia a la suspensión le acarreó algunos problemas en la sociedad protestante en la que vivía. Prueba de ello son unos supuestos comentarios de su profesora de primaria Edelmira Ongeweiss cuando hacía referencia a la ocasión en que Thaid, a la edad de ocho años, se negó a ir a la escuela arguyendo que la susodicha maestra le castigaba a sentarse en el alfeizar de la ventana del aula -sita en el cuarto piso de la escuela- y a pasarse la mañana entre la helada y la altura mirando un pruno.
El paso de los años no alteró esta imaginación salediza y quizás ayudó la inhalación de ciertas sustancias del laboratorio de sus padres a que, a la edad de quince años, decidiera huir de Noruega -aunque nadie se lo impidiera sólo que a él le gustaba la sensación de huida- con tan sólo una mochila y una flauta dulce.
La primera noticia que se tiene de él tras su huida acontece en la ciudad de Amberes donde dos testimonios -el de un guarda municipal y el de un comerciante de quesos- corroboran la presencia de Thaid Gaertel tocando su dulce flauta en la Saint Paul strass a lo largo de la primavera del año 1975 y apuntalan la idea de que fue en esta ciudad y en esta calle donde conoció a Isinvayeva Vaskausas la célebre concertista de chelo la cual según todas las fuentes consultadas le introdujo en el mundo de las escalas cromáticas y en el mundo de su cuerpo eslavo y como corolario a su relación le regaló dos flautas traveseras (ambas aparecen en la portada del CD) y le puso de patitas en la calle por una cuestión de parásitos (nunca se supo si él era el parásito o un parásito que fue a parar a él recorrió el camino hasta el pubis de Isinvayeva con las consecuencias conocidas).
Parece ser que fue entonces cuando compuso su primer tema Sosinha -tema 8º del CD- con el que nunca llegó a las listas de éxitos.
Poco más sabemos de él. No sabemos si el rostro que aparece en la carátula del CD es el rostro de Thaid y tampoco nos atrevemos a elucubrar acerca del título del disco Pesadilla para flauta y Band in a Box. Juzguen ustedes todos estos datos sin confirmar.
En la próxima reseña intentaremos agregar un tema de Thaid Gaertel (siempre que no nos cobre derechos de autor)
Cuento
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/11/2008 a las 14:04 | {0}
La venta de flores ha caído este año en un silo de abono y sus aromas se han mezclado.
La mierda y su resultado, la flor, han ido a parar al polvo de los cementerios. Allí se han visto vivos lustrando con pañitos las losas y los nichos. Parecía un cementerio de gran capital el paseo de los domingos por la calle central de una ciudad de provincias. Niña muy pequeña con abrigo de visón blanco ante la tumba de un abuelo. Gitana arrodillada y llorando. Curas administrando su negocio. Un perro sorprendido ante la afluencia de público. El día de puertas abiertas.
Existen hermosos mitos acerca de los días señalados en muchos calendarios. Léase el ensayo de Robert Graves La Diosa Blanca ¡Ay, cuántas invenciones! ¡Cuántos cuentos! ¡Cuántas esperanzas! Y sobre los muertos. Sobre los enterrados. Sobre los que se pudren. Sobre los que aparecen. Este maldito dos de noviembre tan hermoso con un relato de Edgard Allan Poe leído ante la chimenea, ante ese fuego que chisporrotea alegremente ignorante de que cuanto más chisporrotee antes se apagará.
¡Crisantemos, acudid! ¡Maravillas a vuestros puestos! ¡Cipreses, firmes! ¡Marchad, marchad y cantemos todos a una la canción de los enterrados! Y a cada nota su silencio en forma de lágrima y cada estrofa un planto ideado por María Balteira, la más famosa juglar de un tiempo enterrado.
Asolar es dejar sin suelo.
Empeñarse es hacerse roca.
Abrumarse es dejarse invadir por la niebla.
No, no os dejéis llevar por tan espantosos razonamientos.
La muerte es un tránsito. Enterrados no falta el aire.
Todo es puta luz y puto color.
¿Dónde cojones os creéis que estáis? ¡Hostias, a la tumba, joder, a la tumba! Ya vendremos el 2 de noviembre a echaros un vistazo.
La mierda y su resultado, la flor, han ido a parar al polvo de los cementerios. Allí se han visto vivos lustrando con pañitos las losas y los nichos. Parecía un cementerio de gran capital el paseo de los domingos por la calle central de una ciudad de provincias. Niña muy pequeña con abrigo de visón blanco ante la tumba de un abuelo. Gitana arrodillada y llorando. Curas administrando su negocio. Un perro sorprendido ante la afluencia de público. El día de puertas abiertas.
Existen hermosos mitos acerca de los días señalados en muchos calendarios. Léase el ensayo de Robert Graves La Diosa Blanca ¡Ay, cuántas invenciones! ¡Cuántos cuentos! ¡Cuántas esperanzas! Y sobre los muertos. Sobre los enterrados. Sobre los que se pudren. Sobre los que aparecen. Este maldito dos de noviembre tan hermoso con un relato de Edgard Allan Poe leído ante la chimenea, ante ese fuego que chisporrotea alegremente ignorante de que cuanto más chisporrotee antes se apagará.
¡Crisantemos, acudid! ¡Maravillas a vuestros puestos! ¡Cipreses, firmes! ¡Marchad, marchad y cantemos todos a una la canción de los enterrados! Y a cada nota su silencio en forma de lágrima y cada estrofa un planto ideado por María Balteira, la más famosa juglar de un tiempo enterrado.
Asolar es dejar sin suelo.
Empeñarse es hacerse roca.
Abrumarse es dejarse invadir por la niebla.
No, no os dejéis llevar por tan espantosos razonamientos.
La muerte es un tránsito. Enterrados no falta el aire.
Todo es puta luz y puto color.
¿Dónde cojones os creéis que estáis? ¡Hostias, a la tumba, joder, a la tumba! Ya vendremos el 2 de noviembre a echaros un vistazo.
Diario
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/11/2008 a las 13:15 | {0}¿Crisis? ¿Qué crisis?
Una vez llegó a un pueblo un señor bien vestido, se instaló en el único hotel que había, y puso un aviso en la única página del periódico local: Que estaba dispuesto a comprar cada mono que le trajeran por $10.
Los campesinos, que sabían que el bosque estaba lleno de monos, salieron corriendo a cazarlos.
El hombre compró, como había prometido en el aviso, los cientos de monos que le trajeron a $10 cada uno sin chistar.
Pero, como ya quedaban muy pocos monos en el bosque, y era difícil cazarlos, los campesinos perdieron interés, entonces
el hombre ofreció $20 por cada mono, y los campesinos corrieron otra vez al bosque.
Nuevamente, fueron mermando los monos, y el hombre elevó la oferta a $25, y los campesinos volvieron al bosque, cazando los pocos monos que quedaban, hasta que ya era casi imposible encontrar uno.
Llegado a este punto, el hombre ofreció $50 por cada mono, pero, como tenia negocios que atender en la ciudad, dejaría a
cargo de su ayudante el negocio de la compra de monos.
Una vez que viajó el hombre a la ciudad, su ayudante se dirigió a los campesinos diciéndoles: Fíjense en esta jaula llena de miles de monos que mi jefe compró para su colección. Yo les ofrezco venderles a ustedes los monos por $35, y cuando el jefe regrese de la ciudad, se los venden por $50 cada uno.
Los campesinos juntaron todos sus ahorros y compraron los miles de monos que había en la gran jaula, y esperaron el regreso del 'jefe'.
Desde ese día, no volvieron a ver ni al ayudante ni al jefe. Lo único que vieron fue la jaula llena de monos que compraron
con sus ahorros de toda la vida.
Ahora sí tienen ustedes una noción bien clara de cómo funciona el Mercado de Valores y la Bolsa.
Los campesinos, que sabían que el bosque estaba lleno de monos, salieron corriendo a cazarlos.
El hombre compró, como había prometido en el aviso, los cientos de monos que le trajeron a $10 cada uno sin chistar.
Pero, como ya quedaban muy pocos monos en el bosque, y era difícil cazarlos, los campesinos perdieron interés, entonces
el hombre ofreció $20 por cada mono, y los campesinos corrieron otra vez al bosque.
Nuevamente, fueron mermando los monos, y el hombre elevó la oferta a $25, y los campesinos volvieron al bosque, cazando los pocos monos que quedaban, hasta que ya era casi imposible encontrar uno.
Llegado a este punto, el hombre ofreció $50 por cada mono, pero, como tenia negocios que atender en la ciudad, dejaría a
cargo de su ayudante el negocio de la compra de monos.
Una vez que viajó el hombre a la ciudad, su ayudante se dirigió a los campesinos diciéndoles: Fíjense en esta jaula llena de miles de monos que mi jefe compró para su colección. Yo les ofrezco venderles a ustedes los monos por $35, y cuando el jefe regrese de la ciudad, se los venden por $50 cada uno.
Los campesinos juntaron todos sus ahorros y compraron los miles de monos que había en la gran jaula, y esperaron el regreso del 'jefe'.
Desde ese día, no volvieron a ver ni al ayudante ni al jefe. Lo único que vieron fue la jaula llena de monos que compraron
con sus ahorros de toda la vida.
Ahora sí tienen ustedes una noción bien clara de cómo funciona el Mercado de Valores y la Bolsa.
Invitados
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/10/2008 a las 10:42 | {0}
Podría ser un cansancio que llegó ayer tras muchas horas. El cansancio del cerebro vaciado. El cansancio de la nada. No hay nada que canse más que la nada. Podría ser la sensación de nudo en algunos conductos de mi cuerpo o la biología de las pasiones que fluyen por el medio interno apenas influidas por limones o guisos de carne.
Este día ventoso y falsamente azul podría ser.
Estas nubes.
O las hojas del árbol a puntito de caer podridas en el césped del jardincillo.
También las obligaciones diarias: hacer la compra, recoger la sala, poner el lavaplatos, barrer las pisadas, ir a la ciudad, que la noche llegue, que el alba nazca, esas obligaciones que también deben de cansar.
Podría no ser cansancio (aunque sí la sensación). Podría ser otra sensación más vieja, más gastada. La espera siempre incómoda. La ausencia o el estrépito de una batalla campal muy al sur, tras la caída de una valla. O la intranquilidad.
A solas con el miércoles.
Este día ventoso y falsamente azul podría ser.
Estas nubes.
O las hojas del árbol a puntito de caer podridas en el césped del jardincillo.
También las obligaciones diarias: hacer la compra, recoger la sala, poner el lavaplatos, barrer las pisadas, ir a la ciudad, que la noche llegue, que el alba nazca, esas obligaciones que también deben de cansar.
Podría no ser cansancio (aunque sí la sensación). Podría ser otra sensación más vieja, más gastada. La espera siempre incómoda. La ausencia o el estrépito de una batalla campal muy al sur, tras la caída de una valla. O la intranquilidad.
A solas con el miércoles.
Diario
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/10/2008 a las 11:56 | {0}
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Ensayo
Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/11/2008 a las 20:28 | {0}