Desde la persecución
En la estación
Salto
Tenía los ojos
Leyó unas palabras
Saboreó la erótica de la(s) braga(s)
Quiso
Había subido la temperatura
La erección
Un viejo zigurat se figuró como imagen en la última división
Viaje
Soliloquio del farero (espera)
Desnudar su cuerpo
La tarde callada
Dejarlo vestido
A sus espaldas
La intención de rodar rostros
¿Por qué?
Los camisones de raso guardados en delicadas
Por la espalda
Vértebras, pensó
Luego
Descubre tarde que aquella cueva era la cueva
Besa el pezón de la mujer que está lejos
Desueña la calima
Alza los brazos
El cuello
La regla
Sonó la campana y el viento
Idioma (siente idioma como se siente palma)
La lluvia
La montaña
Vishnu dormita
Anillo anillo anillo
Robó la calma el astro y su secuela
I love you, baby, I love you
Un pie una zarza una espiral y un trébol.
En la estación
Salto
Tenía los ojos
Leyó unas palabras
Saboreó la erótica de la(s) braga(s)
Quiso
Había subido la temperatura
La erección
Un viejo zigurat se figuró como imagen en la última división
Viaje
Soliloquio del farero (espera)
Desnudar su cuerpo
La tarde callada
Dejarlo vestido
A sus espaldas
La intención de rodar rostros
¿Por qué?
Los camisones de raso guardados en delicadas
Por la espalda
Vértebras, pensó
Luego
Descubre tarde que aquella cueva era la cueva
Besa el pezón de la mujer que está lejos
Desueña la calima
Alza los brazos
El cuello
La regla
Sonó la campana y el viento
Idioma (siente idioma como se siente palma)
La lluvia
La montaña
Vishnu dormita
Anillo anillo anillo
Robó la calma el astro y su secuela
I love you, baby, I love you
Un pie una zarza una espiral y un trébol.
Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. J. Corominas y J. A. Pascual. Editado por Gredos. 1991. Vol. IV
QUERER: del lat. Quaerere 'buscar', 'inquirir', 'pedir'; en el sentido de 'amar' parece ser forma abreviada de querer bien. 1ª doc: orígenes (Glosas Silenses, 2ª mitad s.X).
Donde "penitentiam negat" está explicado por "non quisieret dare" (nº 105), y "retineri voluerit" por "kisieret tenere" (nº 287). Es ya frecuente en docs. medio romances del siglo XI (ejs. desde 1022 en Oelschl.), en el Cid, y figura en una harga transmitida por un poeta de la 2ª mitad del siglo XI (Al-And. XVII, 74), desde luego en la literatura cast. de todas las épocas. La innovación semántica en cuya virtud el lat. Quaerere 'buscar', 'pedir', tomó sentido volitivo es propia del cast., el port. y parte del sardo; en port. es también general desde los textos más arcaicos [doc. de 999, etc., en Cortesao], en Cerdeña es propia del dialecto logudorés, donde ya es normal en los docs. más antiguos, s. XIII (M-L., Altlogud), no de las hablas del Sur ni del Extremo Norte, que conservan VELLE, como los demás romances: campid. y sasarés, bòlliri, cat., oc. voler, etc.; en estas otras lenguas romances QUAERERE conserva su significado latino. La separación entre las dos áreas no siempre fue absoluta, pues en el Cid y algún otro texto arcaico se hallan ejemplos donde querer está todavía cerca del valor etimológico de 'procurar, buscar' (tuerto non querades vos, Cid, 3600, querer el derecho 3549); y viceversa en los romances fieles a VELLE se encuentran huellas sueltas de una tendencia fracasada en el mismo sentido que el castellano.
Como es natural es en cat. ant. donde ello es más preceptible, en textos de los ss. XIII y XIV, p. ej. en los Set Savis: "be veem tot dia/ lo fiyll la mort del payra desige,/ car li fa goig la heretat/ de sso que·l para ha guassanyat; / e si·l para res no ha/ muyra si ·s vol com se querrá,/ que·l fiyil no estarà ab eyll"; pero también se encuentran casos análogos en fr. ant., por lo menos en oraciones negativas y en combinación con un infinitivo: celer ne le vous quier, ja mes ne quier dire mon nom (ss. XII-XIV, en ciertas regiones). No vacilemos en hacer remontar este notable cambio semántico hasta el latín vulgar. Ya en la Antigüedad puede quaerere tomar el sentido de 'desear, esforzarse por' cuando acompaña a un infinitivo en frases como la de Horacio "speciosa quaerere pascere tigres" (Od. III, xxvii, 56); en el periodo clásico está esto limitado a ciertos poetas, pero luego aparece en algún prosista de la Edad de Plata y sobre todo se hace normal en los Padres de la Iglesia y otros autores cristianos, en particular Lucífero de Cáller, que en tantos rasgos de vocabulario anuncia ya el romance hispánico y el de su isla nativa (narrare 'decir' = sardo nàrere; perfidia 'herejía' = cast. porfía). De todos modos no parece que llegara a emplearse por entonces como mero sinónimo de velle.
Sea como quiera, desde 'desear' a 'querer' no había más que un paso, y éste lo daría pronto el latín vulgar clásico. Buena comprobación de esta fecha muy antigua es la desaparición total de VELLE en castellano, desaparición sin huellas, con la única excepción de las voces pronominales, exclusivas de Berceo, sivuelqual 'cualquiera' ( o sivuelque por cruce con qualque) y sivuelquando 'cualquier día, algún día', continuación inmediata de QUIVIS + SE reflex. (cat. qualsevol; en orden opuesto en cast. y con metafonía sevuel > sivuel). Aun en sus empleos gramaticalizados fue sustituido VELLE en España por el neológico QUAERERE, y así nacieron las conjunción quier 'o, ora', calco de la disyuntiva latina vel (Gral. Est. en RFE XV, 44; J. Ruiz, 518b; Sem Tob 448; y todavía en el Quijote, Cl. C. V, 13), el adverbio siquiera y los pronominales qualquier(a), doquiera, cuandoquiera, comoquiera, calcados de quivis, quandolibet, etc.
Por otra parte no pararon aquí las innovaciones semánticas del español. Querer aparece ya como sinónimo de 'amar' en el Poema del Cid: "a las sus fijas en braços las prendía:/ lególas al coraçon ca mucho las quería;/ lora de los ojos, tan fuertemientre sospira:/ -ya donna Ximena, la mi muger tan conplida,/ commo la mi alma yo tanto vos quería" (vv. 276, 279); desde entonces es corriente en todas las épocas (J. Ruiz, etc.), y desde hace mucho se ha convertido en la única expresión popular de esta idea. V. la explicación, harto metafísica, que da Spitzer de la ac. 'amar' (Fs. Gamilscheg, 1957, 575-8, ampliado en MLN LXXIV, 147.8). Dudo que se trate de estas regiones nebulosas. Que donde existen los dos níveles estilísticos, solemne y familiar, para la expresión de la idea de 'amar', la distinción no desaparece, es algo contradicho también por el catalán, donde estimar es ya el único vocablo vivo. En lo de que querer 'amar' venga de la idea de voluntad, Spitzer parece tener razón en gran parte.
Un cambio semántico análogo se registra en otros romances, con el descendiente de VELLE: calabr. y pullés, illu a vòdi assai 'la ama mucho', Gardena s'ulai 'estar enamorado?; Rohfls (Bayerische Sitzungsber., 1944-6, v, 39) piensa en un calco del gr. mod. (Θέλω τό χοριτσι) pero el testimonio alpino y el hispánico prueban que esto no es necesario; más bien habría que tomar en cuenta la posibilidad de que en el Sur de Italia se calcara del castellano, que es indudablemente como hay que juzgar el val. voler 'amar', puesto que tal ac. es reciente en este idioma y ajena a las demás hablas catalanas. Sin embargo, lo más probable, en vista del paralelismo griego, es que en España, en Italia, en los Alpes se trate de evoluciones independientes aunque concordes. Acerca de la explicación semántica puede también discreparse; cabe pensar en una relación directa con el sentido lat. 'desear', a base del deseo amoroso, pero esto es poco probable en vista de que quaerere sólo tiene ese valor en compañía de un infinitivo; más convincente es que se partiera de la idea de posesión amorosa: uno quiere para sí el ser amado; o de la aceptación que es necesaria para el amor, como sugieren los versos de Ventadorn y de Arnaut Daniel "de cui que·m volha serai drutz", "que s'autra·n voil ni·n denh, donc si'eu cecs".
Pero sobre todo hay que tener muy en cuenta la existencia de la perífrasis voler be(ne) que además de `querer el bien (de alguno)' se hace sinónimo de 'amar' y con este sentido tiene grande extensión en it., oc., cat, etc. También se ha dicho querer bien por 'amar' en castellano, y ya en fecha tan temprana como la de Berceo (Mil., 76c: "querié de coraçon bien a Santa María"; "bien querer: bene volo en Nebr.), y de ahí es sin duda abreviación el querer del Cid. Lo que más me parece apoyar esta opinión es el estado de cosas portugués. En este idioma tal sentido de querer es usual en la actualidad y ya lo era en el s. XIV (ejs. de Falcao y de Moraes Cabral en Vieira), pero es notable que, conforme a los dicc., se emplee en este caso sólo como recíproco (querer-se, según los brasileños Lima-Barroso) o de preferencia como intransitivo (Fig.): queria.lhe muito, elipsis manifiesta de queria-le muito bem. De hecho, los únicos testimonios medievales que me son conocidos contienen querer ben con el sentido de 'amar': así constantemente en el Cancioneiro da Ajuda (como recalca C. Michaëlis en su completo glosario RL. XXIII, 75), en Don Denís (comprobado en todos los casos que menciona Lang en su ed., p. 165), en García de Guillaude (ed. Nobiling, vv. 3 y 9), etc.; y nótese que tal grupo fraseológico se construye a veces como intransitivo (queiro-lhis bem en Guillaude), pero aún es más común que funcione como un verdadero verbo transitivo: " quix bem, amigos, e quer e querrei/ ua molher..." "a mim fez gram bem querer/ Amor ua molher tal", "ca meu coraçon nom é,/ nem será, per boa fe,/ se nom do que quero bem" (Don Dennis, vv. 654, 1347, 1445): está claro, pues, que esta perífrasis estaba ya convirtiéndose en el verbo simple catellano, y que en ella sólo obraba bem como un adminículo superfluo y aun perturbador. [...]
Donde "penitentiam negat" está explicado por "non quisieret dare" (nº 105), y "retineri voluerit" por "kisieret tenere" (nº 287). Es ya frecuente en docs. medio romances del siglo XI (ejs. desde 1022 en Oelschl.), en el Cid, y figura en una harga transmitida por un poeta de la 2ª mitad del siglo XI (Al-And. XVII, 74), desde luego en la literatura cast. de todas las épocas. La innovación semántica en cuya virtud el lat. Quaerere 'buscar', 'pedir', tomó sentido volitivo es propia del cast., el port. y parte del sardo; en port. es también general desde los textos más arcaicos [doc. de 999, etc., en Cortesao], en Cerdeña es propia del dialecto logudorés, donde ya es normal en los docs. más antiguos, s. XIII (M-L., Altlogud), no de las hablas del Sur ni del Extremo Norte, que conservan VELLE, como los demás romances: campid. y sasarés, bòlliri, cat., oc. voler, etc.; en estas otras lenguas romances QUAERERE conserva su significado latino. La separación entre las dos áreas no siempre fue absoluta, pues en el Cid y algún otro texto arcaico se hallan ejemplos donde querer está todavía cerca del valor etimológico de 'procurar, buscar' (tuerto non querades vos, Cid, 3600, querer el derecho 3549); y viceversa en los romances fieles a VELLE se encuentran huellas sueltas de una tendencia fracasada en el mismo sentido que el castellano.
Como es natural es en cat. ant. donde ello es más preceptible, en textos de los ss. XIII y XIV, p. ej. en los Set Savis: "be veem tot dia/ lo fiyll la mort del payra desige,/ car li fa goig la heretat/ de sso que·l para ha guassanyat; / e si·l para res no ha/ muyra si ·s vol com se querrá,/ que·l fiyil no estarà ab eyll"; pero también se encuentran casos análogos en fr. ant., por lo menos en oraciones negativas y en combinación con un infinitivo: celer ne le vous quier, ja mes ne quier dire mon nom (ss. XII-XIV, en ciertas regiones). No vacilemos en hacer remontar este notable cambio semántico hasta el latín vulgar. Ya en la Antigüedad puede quaerere tomar el sentido de 'desear, esforzarse por' cuando acompaña a un infinitivo en frases como la de Horacio "speciosa quaerere pascere tigres" (Od. III, xxvii, 56); en el periodo clásico está esto limitado a ciertos poetas, pero luego aparece en algún prosista de la Edad de Plata y sobre todo se hace normal en los Padres de la Iglesia y otros autores cristianos, en particular Lucífero de Cáller, que en tantos rasgos de vocabulario anuncia ya el romance hispánico y el de su isla nativa (narrare 'decir' = sardo nàrere; perfidia 'herejía' = cast. porfía). De todos modos no parece que llegara a emplearse por entonces como mero sinónimo de velle.
Sea como quiera, desde 'desear' a 'querer' no había más que un paso, y éste lo daría pronto el latín vulgar clásico. Buena comprobación de esta fecha muy antigua es la desaparición total de VELLE en castellano, desaparición sin huellas, con la única excepción de las voces pronominales, exclusivas de Berceo, sivuelqual 'cualquiera' ( o sivuelque por cruce con qualque) y sivuelquando 'cualquier día, algún día', continuación inmediata de QUIVIS + SE reflex. (cat. qualsevol; en orden opuesto en cast. y con metafonía sevuel > sivuel). Aun en sus empleos gramaticalizados fue sustituido VELLE en España por el neológico QUAERERE, y así nacieron las conjunción quier 'o, ora', calco de la disyuntiva latina vel (Gral. Est. en RFE XV, 44; J. Ruiz, 518b; Sem Tob 448; y todavía en el Quijote, Cl. C. V, 13), el adverbio siquiera y los pronominales qualquier(a), doquiera, cuandoquiera, comoquiera, calcados de quivis, quandolibet, etc.
Por otra parte no pararon aquí las innovaciones semánticas del español. Querer aparece ya como sinónimo de 'amar' en el Poema del Cid: "a las sus fijas en braços las prendía:/ lególas al coraçon ca mucho las quería;/ lora de los ojos, tan fuertemientre sospira:/ -ya donna Ximena, la mi muger tan conplida,/ commo la mi alma yo tanto vos quería" (vv. 276, 279); desde entonces es corriente en todas las épocas (J. Ruiz, etc.), y desde hace mucho se ha convertido en la única expresión popular de esta idea. V. la explicación, harto metafísica, que da Spitzer de la ac. 'amar' (Fs. Gamilscheg, 1957, 575-8, ampliado en MLN LXXIV, 147.8). Dudo que se trate de estas regiones nebulosas. Que donde existen los dos níveles estilísticos, solemne y familiar, para la expresión de la idea de 'amar', la distinción no desaparece, es algo contradicho también por el catalán, donde estimar es ya el único vocablo vivo. En lo de que querer 'amar' venga de la idea de voluntad, Spitzer parece tener razón en gran parte.
Un cambio semántico análogo se registra en otros romances, con el descendiente de VELLE: calabr. y pullés, illu a vòdi assai 'la ama mucho', Gardena s'ulai 'estar enamorado?; Rohfls (Bayerische Sitzungsber., 1944-6, v, 39) piensa en un calco del gr. mod. (Θέλω τό χοριτσι) pero el testimonio alpino y el hispánico prueban que esto no es necesario; más bien habría que tomar en cuenta la posibilidad de que en el Sur de Italia se calcara del castellano, que es indudablemente como hay que juzgar el val. voler 'amar', puesto que tal ac. es reciente en este idioma y ajena a las demás hablas catalanas. Sin embargo, lo más probable, en vista del paralelismo griego, es que en España, en Italia, en los Alpes se trate de evoluciones independientes aunque concordes. Acerca de la explicación semántica puede también discreparse; cabe pensar en una relación directa con el sentido lat. 'desear', a base del deseo amoroso, pero esto es poco probable en vista de que quaerere sólo tiene ese valor en compañía de un infinitivo; más convincente es que se partiera de la idea de posesión amorosa: uno quiere para sí el ser amado; o de la aceptación que es necesaria para el amor, como sugieren los versos de Ventadorn y de Arnaut Daniel "de cui que·m volha serai drutz", "que s'autra·n voil ni·n denh, donc si'eu cecs".
Pero sobre todo hay que tener muy en cuenta la existencia de la perífrasis voler be(ne) que además de `querer el bien (de alguno)' se hace sinónimo de 'amar' y con este sentido tiene grande extensión en it., oc., cat, etc. También se ha dicho querer bien por 'amar' en castellano, y ya en fecha tan temprana como la de Berceo (Mil., 76c: "querié de coraçon bien a Santa María"; "bien querer: bene volo en Nebr.), y de ahí es sin duda abreviación el querer del Cid. Lo que más me parece apoyar esta opinión es el estado de cosas portugués. En este idioma tal sentido de querer es usual en la actualidad y ya lo era en el s. XIV (ejs. de Falcao y de Moraes Cabral en Vieira), pero es notable que, conforme a los dicc., se emplee en este caso sólo como recíproco (querer-se, según los brasileños Lima-Barroso) o de preferencia como intransitivo (Fig.): queria.lhe muito, elipsis manifiesta de queria-le muito bem. De hecho, los únicos testimonios medievales que me son conocidos contienen querer ben con el sentido de 'amar': así constantemente en el Cancioneiro da Ajuda (como recalca C. Michaëlis en su completo glosario RL. XXIII, 75), en Don Denís (comprobado en todos los casos que menciona Lang en su ed., p. 165), en García de Guillaude (ed. Nobiling, vv. 3 y 9), etc.; y nótese que tal grupo fraseológico se construye a veces como intransitivo (queiro-lhis bem en Guillaude), pero aún es más común que funcione como un verdadero verbo transitivo: " quix bem, amigos, e quer e querrei/ ua molher..." "a mim fez gram bem querer/ Amor ua molher tal", "ca meu coraçon nom é,/ nem será, per boa fe,/ se nom do que quero bem" (Don Dennis, vv. 654, 1347, 1445): está claro, pues, que esta perífrasis estaba ya convirtiéndose en el verbo simple catellano, y que en ella sólo obraba bem como un adminículo superfluo y aun perturbador. [...]
Miscelánea
Tags : Agosto 2013 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/08/2013 a las 10:49 | {1}
Nunca pasará. Estará siempre con él. Su representación del mundo le acompaña. Puede ser la visión del fondo de radiación o un lunar; puede ser la contestación en un encuentro paseando a su perro cuando la luz empieza a no ser fresca y se anuncia la tempestad de agosto, entonces aparece lo que también es, lo que será siempre. Tan sólo ahora sabe que no debe (porque no puede) luchar. O por decirlo de manera más clara y más confusa: ahora no sabe el transcurrir del día. Cada minuto es una infinidad de posibilidades, variaciones de una voluntad que está por encima de él y de la que él forma parte. Ahora le puede poner nombre a la esencia. Sabe que la libertad de ser no es una cuestión de proceso sino un instante y para siempre. Sin embargo no sabe si ese instante ya ha sido en él y ya es libre.
La noche ha sido trágica. Ha ensoñado varios velos. Ha recordado el engaño y la explotación. Ha vuelto una y otra vez la imagen de una mujer zarandeando a su hija de cinco meses por fuera de la barandilla de la terraza de un quinto piso y ha vuelto a pensar: Hija de puta, hija de puta, hija de puta. El Mundo sigue siendo cuna de desdichas por mucho que julio le haya mostrado la cara más amable y haya sentido en su cuerpo y en su mente las emociones del abrazo y la intimidad; aunque julio haya estado repleto de contemplaciones y risas y calma, ahora, se dice, es agosto, y el perro de abajo le muerde las entrañas mientras él bracea e inspira un aire que se conjugó en aire por una suma de condensaciones casi imposibles.
No hay orgullo posible, se dice. Y también, Aguanta. Distráete. Abandona toda disposición. Haz. Y así lo hace y así dispone sus mesas de trabajo y mantiene la calma cuando su perro persigue un rastro con la lentitud del que no tiene constancia alguna de que exista el tiempo y se sirve el segundo café del día y se prepara el polén fresco y mantiene el ambiente en silencio aunque le haya llamado la atención un concierto para chelo y mira su teléfono sin mensajes y piensa en L. y no sabe, de nuevo, si llamarla o no llamarla y decide dejar a los minutos que resuelvan la duda y se pone a teclear la mañana y siente un deje y por una cuestión insondable sonríe.
La noche ha sido trágica. Ha ensoñado varios velos. Ha recordado el engaño y la explotación. Ha vuelto una y otra vez la imagen de una mujer zarandeando a su hija de cinco meses por fuera de la barandilla de la terraza de un quinto piso y ha vuelto a pensar: Hija de puta, hija de puta, hija de puta. El Mundo sigue siendo cuna de desdichas por mucho que julio le haya mostrado la cara más amable y haya sentido en su cuerpo y en su mente las emociones del abrazo y la intimidad; aunque julio haya estado repleto de contemplaciones y risas y calma, ahora, se dice, es agosto, y el perro de abajo le muerde las entrañas mientras él bracea e inspira un aire que se conjugó en aire por una suma de condensaciones casi imposibles.
No hay orgullo posible, se dice. Y también, Aguanta. Distráete. Abandona toda disposición. Haz. Y así lo hace y así dispone sus mesas de trabajo y mantiene la calma cuando su perro persigue un rastro con la lentitud del que no tiene constancia alguna de que exista el tiempo y se sirve el segundo café del día y se prepara el polén fresco y mantiene el ambiente en silencio aunque le haya llamado la atención un concierto para chelo y mira su teléfono sin mensajes y piensa en L. y no sabe, de nuevo, si llamarla o no llamarla y decide dejar a los minutos que resuelvan la duda y se pone a teclear la mañana y siente un deje y por una cuestión insondable sonríe.
Miscelánea
Tags : Agosto 2013 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/08/2013 a las 10:58 | {0}
Reflejado en el tiempo ha diseñado a lo largo del día una vida. Ha sido domingo. Ha hecho calor. Se ha levantado temprano y ha mirado en el correo una respuesta. Ésta ha llegado por la tarde. Teléfono y teléfono. En la distancia. Se ha dicho. Se ha dejado ir. Ha ido pasando el día mientras iba diseñando. Entonces la noche le ha sugerido un atisbo de alegría, algo así como rocío, amanecer y un río. Luego ha leído la representación del mundo y algo de Cartesio y se ha dicho, No podría ser de otra manera. Su voz, ha sentido.
La noche está tan sola. No cantan los grillos. Las luces de la casa de enfrente están apagadas y el perro dormita bajo la cama. Una brisa quizá llegue y en la madrugada ella venga y se acueste a su lado y se pegue a su espalda. Vigilia y sueño comparten una misma realidad.
A lo largo del día ha ocurrido tres paseos; en la calle Bonita se despedían; una muchacha pasaba corriendo con su perro; se ha detenido en la verja del colegio; ha recordado la conversación de la tarde y la primera vez; ha cruzado la calle; ha pasado junto a una pareja de motoristas de la Guardia Civil (habían detenido un coche con exceso de pasajeros); ha mirado el sol velado por los restos de un incendio; ha hecho una tortilla de patatas y una ensalada de tomate; ha esperado la brisa; ha pensado la ducha y la hora de levantarse mañana; ha jugado con su perro mientras diseñaba una vida lenta como la vida cuando pasa, rápida como la vida cuando se recuerda.
La noche está tan sola. No cantan los grillos. Las luces de la casa de enfrente están apagadas y el perro dormita bajo la cama. Una brisa quizá llegue y en la madrugada ella venga y se acueste a su lado y se pegue a su espalda. Vigilia y sueño comparten una misma realidad.
A lo largo del día ha ocurrido tres paseos; en la calle Bonita se despedían; una muchacha pasaba corriendo con su perro; se ha detenido en la verja del colegio; ha recordado la conversación de la tarde y la primera vez; ha cruzado la calle; ha pasado junto a una pareja de motoristas de la Guardia Civil (habían detenido un coche con exceso de pasajeros); ha mirado el sol velado por los restos de un incendio; ha hecho una tortilla de patatas y una ensalada de tomate; ha esperado la brisa; ha pensado la ducha y la hora de levantarse mañana; ha jugado con su perro mientras diseñaba una vida lenta como la vida cuando pasa, rápida como la vida cuando se recuerda.
Miscelánea
Tags : Agosto 2013 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/08/2013 a las 17:44 | {0}
En la madrugada iba por la carretera. La peligrosa. Con mojones de granito. Curvas imposibles. Hondonadas. Había abierto las ventanillas. Entraba un aire frío. No había nadie. Estaba solo en el mundo bajo un cielo cada vez más solo. Ascendía y descendía. E imaginaba, se sentía, parte de ese universo inmenso y vacío. Recordaba que cuando Einstein empieza a inventar unas matemáticas que formulen el nuevo estado del Mundo, se creía que sólo existía una galaxia. La nuestra. Se creía que el Universo era un lugar estático. Nada se movía si no fuera por la mano mágica de un dios. Noventa años después ese Mundo donde habitamos, se expande, se acelera, se alejan las galaxias unas de otras, hasta que en unos x años ya será imposible seguirles la pista y a nuestro alrededor sólo habrá un vacío sin fondo de radiación ninguno. Ni rojo. Ni azul. Él sigue conduciendo con cuidado. Lentamente. Sin la prisa de otras veces. Se cruza un zorrillo y piensa, El zorrillo (el guineu) no es consciente del lugar en que se encuentra. El zorrillo, atraído por la fuerza de las luces, ha cruzado la carretera. Buscará un roedor. Lo comerá. Volverá a su madriguera y no analizará la noche oscura y vacía, ni las consecuencias que sobre el ecosistema haya tenido su paseo nocturno, ni su posición bajo ese cielo que en otro tiempo fue cerrado, fue bóveda que impedía que el fuego que ardía en todo su orbe devorara el aire, los mares, las tierras de nuestra Tierra.
Parece que nunca se terminará la carretera. Parece que nunca llegará el pueblo que es el hoyo de un río. Parece que nunca escuchará una voz amiga (o tan sólo una voz). Parece que la noche se ha aliado con la soledad para producir la espera. Y aunque no ha maldecido ni tan siquiera se ha alterado, ha sentido una punzadilla cuando ha visto en su teléfono una llamada perdida de L. y al devolverla, ella ya no estaba con lo cual en su teléfono habrá quedado una llamada perdida suya. ¿Dónde se pierden las llamadas? ¿A qué limbo van las llamadas perdidas?
El pueblo. La carretera más moderna. Luces de población al fondo. Esperaba tras el viaje oceánico por la montaña, griterío de fiesta, jóvenes que beben y se abrazan sus primeros abrazos, bares abiertos, cautela en la conducción y encuentra soledad de las calles, silencio y semáforos, resaltes y la entrada a la autopista. Ya es la velocidad. Los lugares conocidos. La llegada a casa. Cansado saluda a su perro. Dan un paseo corto bajo un cielo que se aleja más y más en el espacio/tiempo. Piensa en la llamada perdida. Abraza la noche. Suben el perro y él a la casa. Apaga las luces. Así se duerme el segundo día.
Parece que nunca se terminará la carretera. Parece que nunca llegará el pueblo que es el hoyo de un río. Parece que nunca escuchará una voz amiga (o tan sólo una voz). Parece que la noche se ha aliado con la soledad para producir la espera. Y aunque no ha maldecido ni tan siquiera se ha alterado, ha sentido una punzadilla cuando ha visto en su teléfono una llamada perdida de L. y al devolverla, ella ya no estaba con lo cual en su teléfono habrá quedado una llamada perdida suya. ¿Dónde se pierden las llamadas? ¿A qué limbo van las llamadas perdidas?
El pueblo. La carretera más moderna. Luces de población al fondo. Esperaba tras el viaje oceánico por la montaña, griterío de fiesta, jóvenes que beben y se abrazan sus primeros abrazos, bares abiertos, cautela en la conducción y encuentra soledad de las calles, silencio y semáforos, resaltes y la entrada a la autopista. Ya es la velocidad. Los lugares conocidos. La llegada a casa. Cansado saluda a su perro. Dan un paseo corto bajo un cielo que se aleja más y más en el espacio/tiempo. Piensa en la llamada perdida. Abraza la noche. Suben el perro y él a la casa. Apaga las luces. Así se duerme el segundo día.
Miscelánea
Tags : Agosto 2013 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/08/2013 a las 11:53 | {0}
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Miscelánea
Tags : Agosto 2013 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 09/08/2013 a las 11:35 | {0}