Primer poema del libro Tratado de Física escrito entre 1991-1992
Desde donde se mire
(podría ser allá entre los escombros)
el mundo es un grito.
El principio fue un grito enorme,
estalló la nada y se convirtió en todo:
negro basura, gris de invierno, ocre.
Desde donde se acoja:
en la niñez
(adusta la niñez atraviesa
la espina dorsal de cada ser),
en un árbol junto al perro,
en la casa,
si hubo fuego; desde cualquier
punto, la memoria
previene, como mínimo, un quark de grito.
En la alegría,
en las chabolas con tejado de uralita
sobre las que el sol cae durante el verano
achicharrando la atmósfera, los cuerpos
y las horas de la tarde;
también ahí, a ochenta grados,
cuando ninguna garganta se ahogaría
por ensayar la tibieza de un grito,
se escuchan desgarradores, tiernos, de agua.
Big-bang la vida,
agujero negro, ciego de luz;
big-bang los cielos, las criaturas
encargadas de comerse lo pútrido;
alaridos las cuerdas del laúd
en la noche; clamor las nubes,
aquellas que dicen haber sido río;
bramido el amor por la muchacha; reclamo
el silencio prometido...
Algo iré haciendo. Quisiera no quedarme en ese número. No sé por qué. No soy en exceso supersticioso. O sí.
A veces también es necesario añadir esto.
Hace tiempo también que no agrego un archivo. Algo de hace años. Quizás hoy lo haga.
Finales de julio ya.
¡Cuánto tiempo hace y qué poco!
He releído parte de una novela sentimental que escribí hace seis años y no me ha gustado.
Así me pasa.
No me ha gustado.
Ahora tengo silencio y viento.
A veces también es necesario añadir esto.
Hace tiempo también que no agrego un archivo. Algo de hace años. Quizás hoy lo haga.
Finales de julio ya.
¡Cuánto tiempo hace y qué poco!
He releído parte de una novela sentimental que escribí hace seis años y no me ha gustado.
Así me pasa.
No me ha gustado.
Ahora tengo silencio y viento.
Ayer leí un artículo de Jesús Bonilla sobre Vicente Ferrer. Hay vidas valientes. Ya llego tarde a esas vidas (esto es falso. Quede anotado. Hoy empieza todo).
Yo sé -o creo saber- que Vicente Ferrer era un hombre y que por lo tanto albergaría en sí eso que llamamos -maniqueamente- defectos. Quizá fuera sucio o quizá fuera seco o quizá fuera terco, ¡yo qué sé! Era un hombre, me digo, y luego, luego que es toda una vida, intuyo su obra (un artículo no da más que para una intuición ), su ingente obra de amor por los demás, de entrega a los demás, de riesgo por los demás, de fuerza de voluntad, de concordia, de esfuerzo, de trabajo constante, infatigable, con la consigna del Deus providebit (Dios proveerá) en la mente, cada día, más el brazo firme y físico y material para conseguir una heredad para los desheredados.
Me crea una emoción muy intensa (que me nace en las tripas y me transmite esa terrible certeza de que hay personas valientes, seguras y fuertes, que luchan por un sentimiento muy extraño y muy bello el cual a veces me alcanza y tantas veces me huye) la evidencia de que la mejor manera de vivir es hacia los demás, es abandonarse, dejarse de una vez, olvidarse de uno mismo, mirar lo que ocurre y actuar, actuar, sin descanso. Siempre por los demás (los valientes son los que dejan de ser para sí mismos).
La fraternidad debe crear hábito. Si se ejerce la fraternidad ya no te puede dejar, ya no te huirá.
Cuando conozco retazos de estos valientes deseo que la reencarnación exista por si en alguna de mis futuras vidas pudiera vivir sin mí.
Yo sé -o creo saber- que Vicente Ferrer era un hombre y que por lo tanto albergaría en sí eso que llamamos -maniqueamente- defectos. Quizá fuera sucio o quizá fuera seco o quizá fuera terco, ¡yo qué sé! Era un hombre, me digo, y luego, luego que es toda una vida, intuyo su obra (un artículo no da más que para una intuición ), su ingente obra de amor por los demás, de entrega a los demás, de riesgo por los demás, de fuerza de voluntad, de concordia, de esfuerzo, de trabajo constante, infatigable, con la consigna del Deus providebit (Dios proveerá) en la mente, cada día, más el brazo firme y físico y material para conseguir una heredad para los desheredados.
Me crea una emoción muy intensa (que me nace en las tripas y me transmite esa terrible certeza de que hay personas valientes, seguras y fuertes, que luchan por un sentimiento muy extraño y muy bello el cual a veces me alcanza y tantas veces me huye) la evidencia de que la mejor manera de vivir es hacia los demás, es abandonarse, dejarse de una vez, olvidarse de uno mismo, mirar lo que ocurre y actuar, actuar, sin descanso. Siempre por los demás (los valientes son los que dejan de ser para sí mismos).
La fraternidad debe crear hábito. Si se ejerce la fraternidad ya no te puede dejar, ya no te huirá.
Cuando conozco retazos de estos valientes deseo que la reencarnación exista por si en alguna de mis futuras vidas pudiera vivir sin mí.
Hoy he tenido una de esas conversaciones que me parecen casi imposibles. Iñaqui crea un mundo y me habla de ese mundo y describe ese mundo y hace un diccionario de las palabras de ese mundo y unas leyes increíbles y llenas de sabor.
Hablamos mientras fuera el día es bochornoso y a él le duele el hombro izquierdo y a mí la cadera derecha y hay problemas del diario vivir que se inmiscuyen en ese otro mundo y quizá porque ocurre lo que ocurre ese mundo ha logrado salir al mundo, es decir, en realidad ese nuevo mundo ha salido de este viejo mundo ¿qué es el mundo?
No es difícil de entender.
Y adoro la inseguridad de los creadores de mundos.
Apenas acabamos de terminar uno cuando ya estamos dudando de él y basta el leve soplo de la duda de un amigo para que ese mundo se tambalee un poquito y en ocasiones se venga abajo con estrépito.
Hoy he disfrutado de uno de esos extraños momentos de amor con la imaginación y el humor. Todo lo que escuchaba era un torrente de ideas como si hubieran estado enterradas muchos años y un simple agujerito en el suelo provocado quizá por el palo de una sombrilla hubiera abierto la espita y hubiera surgido -como un gas lleno de perfume- la esencia de unos seres que estaban vivos.
Hablamos mientras fuera el día es bochornoso y a él le duele el hombro izquierdo y a mí la cadera derecha y hay problemas del diario vivir que se inmiscuyen en ese otro mundo y quizá porque ocurre lo que ocurre ese mundo ha logrado salir al mundo, es decir, en realidad ese nuevo mundo ha salido de este viejo mundo ¿qué es el mundo?
No es difícil de entender.
Y adoro la inseguridad de los creadores de mundos.
Apenas acabamos de terminar uno cuando ya estamos dudando de él y basta el leve soplo de la duda de un amigo para que ese mundo se tambalee un poquito y en ocasiones se venga abajo con estrépito.
Hoy he disfrutado de uno de esos extraños momentos de amor con la imaginación y el humor. Todo lo que escuchaba era un torrente de ideas como si hubieran estado enterradas muchos años y un simple agujerito en el suelo provocado quizá por el palo de una sombrilla hubiera abierto la espita y hubiera surgido -como un gas lleno de perfume- la esencia de unos seres que estaban vivos.
Mientras escucho el concierto en la Sala Olimpia de Paco Ibañez del año 1969, un clásico de la lucha contra el franquismo, contra las dictaduras, contra todo tirano, he recordado una conversación que mantuvimos un grupo de amigos la noche del viernes.
Este disco de Paco Ibañez me emociona siempre, por su guitarra es, por su voz rota también, pero sobre todo por las letras de las canciones, por los poemas que musica, por la entrega del público, un público que venía del mayo del 68.
La conversación del viernes acabó derivando en el pueblo judío. Escuché, de nuevo, el vetusto antijudaísmo universal. Lo judío como categoría. Y el argumento infalible: Si todos los pueblos han perseguido a los judíos, por algo será.
Tengo un amigo que cuando en una conversación se dice algo que no merece la pena ni rebatir, alza la mano, se queda callado y deja de hablar. Quizá yo debiera haber hecho lo mismo. Por supuesto que quienes defendían esta idea a renglón seguido afirmaban que ellos se oponían a toda violencia indiscriminada. Esa afirmación, sin embargo, está en oposición con la idea primera y, si es cierta, la niega.
La persecución engendra castigo. El castigo a los hijos también. Cuando se persigue a un pueblo, todo el pueblo es castigado. El castigo a un pueblo es el asesinato de ese pueblo.
No me importa qué hicieron los judíos. Qué hacen los judíos. Qué harán los judíos. Porque los judíos no existen. Porque no existen los cristianos. Porque no existen los budistas. O tan sólo existen cuando el hombre se hace masa. La masa todo lo difumina.
Un judío encarnado en una muchacha tumbada en la arena es más una muchacha tumbada en la arena que un judío.
Un cristiano encarnado en muchacho que camina por un sendero es más un muchacho que camina por un sendero que un cristiano.
El odio todo lo confunde.
Debiera haber callado.
Este disco de Paco Ibañez me emociona siempre, por su guitarra es, por su voz rota también, pero sobre todo por las letras de las canciones, por los poemas que musica, por la entrega del público, un público que venía del mayo del 68.
La conversación del viernes acabó derivando en el pueblo judío. Escuché, de nuevo, el vetusto antijudaísmo universal. Lo judío como categoría. Y el argumento infalible: Si todos los pueblos han perseguido a los judíos, por algo será.
Tengo un amigo que cuando en una conversación se dice algo que no merece la pena ni rebatir, alza la mano, se queda callado y deja de hablar. Quizá yo debiera haber hecho lo mismo. Por supuesto que quienes defendían esta idea a renglón seguido afirmaban que ellos se oponían a toda violencia indiscriminada. Esa afirmación, sin embargo, está en oposición con la idea primera y, si es cierta, la niega.
La persecución engendra castigo. El castigo a los hijos también. Cuando se persigue a un pueblo, todo el pueblo es castigado. El castigo a un pueblo es el asesinato de ese pueblo.
No me importa qué hicieron los judíos. Qué hacen los judíos. Qué harán los judíos. Porque los judíos no existen. Porque no existen los cristianos. Porque no existen los budistas. O tan sólo existen cuando el hombre se hace masa. La masa todo lo difumina.
Un judío encarnado en una muchacha tumbada en la arena es más una muchacha tumbada en la arena que un judío.
Un cristiano encarnado en muchacho que camina por un sendero es más un muchacho que camina por un sendero que un cristiano.
El odio todo lo confunde.
Debiera haber callado.
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Poesía
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/07/2009 a las 13:44 | {0}