Porque vengo de las grandes ciudades
vuelvo al principio sin perder la voz
La marea se hizo dueña una mañana de mi destino
sea lo que sea esa idea peregrina de griegos y egipcios
Yo sé –porque provengo de las grandes ciudades- que la piel es una costura y mis ojos son tegumentos y tejidos coordinados por medio de redes neuronales
Yo sé que el espacio no es como lo veo
Yo sé que la distancia es muy larga en ocasiones
y que cuando se va acortando las formas se adueñan de los conceptos y todo así se hace más fácil
Yo sé cuánto supiste lo bien que agarraba tus caderas
Yo sé que la última montaña podría ser la primera
Yo sé que mi tristeza, mi osadía, mi esperma, mi saliva, mis ideas
se diluyen cada día en un ocaso gris
Sé que ya no podré ser nunca Walt Whitman ni rasguearé una guitarra al amanecer del séptimo día en el punto más meridional del planeta
Yo sé mis dedos y no comprendo por qué se están quedando sin sus huellas
y menos aún porque me produce abandono su desaparición
Yo siempre sabré tus ojos
porque vengo de las grandes ciudades donde los hombres no se conocen, donde los perros mean donde pueden, donde los niños ya no juegan sin sus padres ni las murallas prometen aventuras hasta el fin; yo sé de las grandes ciudades y de las alfombras tupidas porque estuve allí; yo sé de la nevera vacía y de la luz sin pantalla y de la estela de humo y del confín de la tarde y de la calma en la mar y de la vaga insolencia de una adolescente
Yo sé porque estuve desnudo en la cueva y lancé pellas de barro contra un barco de alemanes
y quizá porque una noche atravesé el miedo al borde de un acantilado
Y así –porque vengo de las grandes ciudades- dime que ya no me quieres que yo sabré qué hacer con tu desdén y construiré una borrachera, un epílogo y un navío que desaparecerá tras el horizonte último, el que llaman Horizonte del Olvido...
Yo sé olvido de ti sí/ mas no ignorancia tuya
Y así porque sé las migajas
me compraré unas botas de montaña para atravesar la primera (o la última) y luego la siguiente y más allá aún encenderé la hoguera y en el primer vivaq seré consciente de que olvidé todas las montañas, sus nombres, su orografía, mi nombre, mi orografía
vuelvo al principio sin perder la voz
La marea se hizo dueña una mañana de mi destino
sea lo que sea esa idea peregrina de griegos y egipcios
Yo sé –porque provengo de las grandes ciudades- que la piel es una costura y mis ojos son tegumentos y tejidos coordinados por medio de redes neuronales
Yo sé que el espacio no es como lo veo
Yo sé que la distancia es muy larga en ocasiones
y que cuando se va acortando las formas se adueñan de los conceptos y todo así se hace más fácil
Yo sé cuánto supiste lo bien que agarraba tus caderas
Yo sé que la última montaña podría ser la primera
Yo sé que mi tristeza, mi osadía, mi esperma, mi saliva, mis ideas
se diluyen cada día en un ocaso gris
Sé que ya no podré ser nunca Walt Whitman ni rasguearé una guitarra al amanecer del séptimo día en el punto más meridional del planeta
Yo sé mis dedos y no comprendo por qué se están quedando sin sus huellas
y menos aún porque me produce abandono su desaparición
Yo siempre sabré tus ojos
porque vengo de las grandes ciudades donde los hombres no se conocen, donde los perros mean donde pueden, donde los niños ya no juegan sin sus padres ni las murallas prometen aventuras hasta el fin; yo sé de las grandes ciudades y de las alfombras tupidas porque estuve allí; yo sé de la nevera vacía y de la luz sin pantalla y de la estela de humo y del confín de la tarde y de la calma en la mar y de la vaga insolencia de una adolescente
Yo sé porque estuve desnudo en la cueva y lancé pellas de barro contra un barco de alemanes
y quizá porque una noche atravesé el miedo al borde de un acantilado
Y así –porque vengo de las grandes ciudades- dime que ya no me quieres que yo sabré qué hacer con tu desdén y construiré una borrachera, un epílogo y un navío que desaparecerá tras el horizonte último, el que llaman Horizonte del Olvido...
Yo sé olvido de ti sí/ mas no ignorancia tuya
Y así porque sé las migajas
me compraré unas botas de montaña para atravesar la primera (o la última) y luego la siguiente y más allá aún encenderé la hoguera y en el primer vivaq seré consciente de que olvidé todas las montañas, sus nombres, su orografía, mi nombre, mi orografía
Esta a modo de canción escrita en una noche cálida por Olmo Z. está dedicada a Isaac Alexander
Por si acaso la lluvia ha cesado,
brilla el asfalto; un hombre y una mujer pasean
una farola se funde a su paso
el eco de los tacones de ella se pierde
Por si acaso un hombre se suicidará mañana
Por si acaso una mujer correrá calle abajo
El hombre no estaba borracho
La mujer lo había intuido
Por si acaso un hombre y una mujer
escuchan una canción y se besan
en una habitación pequeña
donde sólo hay una mesa, una silla, una cama
Por si acaso los fuegos artificiales
al final del verano
mientras se escucha un tango
que un hombre y una mujer agarran
Por si acaso el ocaso
será rojo mientras el hombre rodea con su brazo
la mujer apoya su mejilla en el hombro
y los vencejos enloquecen otra vez
Por si acaso,
tan sólo por si acaso
por si fueran necesarios
un hombre y una mujer
brilla el asfalto; un hombre y una mujer pasean
una farola se funde a su paso
el eco de los tacones de ella se pierde
Por si acaso un hombre se suicidará mañana
Por si acaso una mujer correrá calle abajo
El hombre no estaba borracho
La mujer lo había intuido
Por si acaso un hombre y una mujer
escuchan una canción y se besan
en una habitación pequeña
donde sólo hay una mesa, una silla, una cama
Por si acaso los fuegos artificiales
al final del verano
mientras se escucha un tango
que un hombre y una mujer agarran
Por si acaso el ocaso
será rojo mientras el hombre rodea con su brazo
la mujer apoya su mejilla en el hombro
y los vencejos enloquecen otra vez
Por si acaso,
tan sólo por si acaso
por si fueran necesarios
un hombre y una mujer
Narrativa
Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/08/2015 a las 00:18 | {2}Consideraciones que Isaac Alexander realiza con respecto a las reflexiones de Olmo Z. aparecidas en este blog a lo largo de la primera mitad del mes de agosto.
Estimado Olmo Z.:
Proemio
He leído las reflexiones que ha venido haciendo a lo largo de los últimos días en este cajón desastre de Fernando Loygorri. Y si lo llamo desastre -al cajón- es porque nos permita con su extraña generosidad que expongamos nuestras cuitas en sus páginas, como si éstas tuvieran interés para otras personas que no seamos usted o yo -y curiosamente el propio Loygorri-. En todo caso y suponiendo que el autor de este espacio para la reflexión, la literatura y el arte tenga razón y haya otros en el anchuroso mundo que nos presten atención, quisiera hacer unas consideraciones acerca de su estado de desamor.
Consideraciones
1.- Colijo de lo leído que la mujer que compartía con usted ese territorio tan ambiguo llamado amor, le ha dejado o -ya que hablamos de territorios- lo ha abandonado. Y a partir de ese momento usted se ha dedicado a lo largo de doce reflexiones a poner en el asador de sus palabras el fuego que parece que le abrasa por dentro con respecto a esa mujer.
2.- Si mi diagnóstico no es erróneo querría hacerle ver a usted una curiosa condición de los seres humanos. Por supuesto que esta generalización aún teniendo una base empírica necesita sus matizaciones pero déjeme hablarle en un primer momento grosso modo.
Los seres humanos se podrían dividir en dos categorías -por supuesto existen muchas otras formas de categorización, por ejemplo los que evacúan con regularidad y los que lo hacen con dificultad- : los que aman cuando se les ama y los que aman cuando no se les ama. Aunque parezca contradictorio, le afirmo solemnemente que la segunda categoría, es decir, los que aman cuando no se les ama, es mayoritaria en las llamadas sociedades avanzadas, es decir aquellas sociedades que viven apiñadas en grandes núcleos de población y que por lo tanto han de vivir en un medio impersonal -nadie conoce a nadie- cuando el ser humano tiene como premisa de supervivencia el conocimiento del vecino. Por ponerlo en palabras modernas: esta tendencia -amar cuando/porque no te aman- es un claro síntoma de neurosis en un medio urbano formado por una supertribu.
3.- Por lo tanto y sin querer ofenderle, es usted un neurótico.
4.- Si una mujer le dice a usted una tarde de julio (como nos cuenta en sus reflexiones que se produjo el deceso amatorio) que quiere estar sola (y vale que sea un eufemismo para decirle a usted: Ya no quiero amarte más. Ya no quiero compartir el territorio del amor contigo) ¿por qué no le agradece usted los servicios que se prestaron el uno al otro y da rienda suelta a su recién estrenada soltería y se lanza por los anchos campos de Castilla o la agreste serranía de Guadarrama en busca de una nueva hembra a la que amar y que le ame? ¿Por qué desenfunda el arsenal de las lamentaciones y con cierta melancolía -y es de agradecer- cierto cuidado y su poquito de erotismo -¡Alabado sea el orgasmo!-, nos castiga cada día con su desvalimiento y su añoranza? ¿Qué busca usted con estas reflexiones Olmo Z.? ¿Que ella vuelva al territorio compartido del amor? Pues ha de saber, desvalido amante, que ella volverá sólo si usted ama que le amen y si ella no pertenece también al grupo de los que aman que nos les amen.
5.- Porque amar, querido Olmo, es territorio de los que aman.
6.- Porque amar, querido Olmo, es una llama que se lleva dentro y que tiene como energía el entusiasmo. Si no hay entusiasmo, es imposible que haya amor.
Conclusión
Yo amaba a Gradiva y Gradiva me amaba a mí. Nuestro territorio fue el del amor. Sólo con ella lo compartí y porque por una vez viví en ese estado, me atrevo ahora a realizar estas consideraciones y a rogarle que deje a esa mujer que se vaya, que no la someta a la presión de sus lamentaciones y sus requiebros de desamor porque amar es ante todo dejar ser libre. Y si ella quiere volver a compartir con usted el territorio común del amarse, ¡ámense! ¡quieran ser amados! Ese pequeño paso será sin duda uno de los más grandes que haya dado en su vida.
Post Data
Tras Gradiva anduve un tiempo haciéndome pajas a su memoria, me parecía el mejor homenaje que podía ofrecerle. Hoy, hechas las novenas pajeras, me dedico al arte del galanteo y cuando alguna vez una muchacha se deja seducir por mis palabras y acabamos retozando como dos corderillos en la era de mi cama, hay un momento en el que respiro y pienso, ¡Que te amen aunque tan sólo sea la piel!
Proemio
He leído las reflexiones que ha venido haciendo a lo largo de los últimos días en este cajón desastre de Fernando Loygorri. Y si lo llamo desastre -al cajón- es porque nos permita con su extraña generosidad que expongamos nuestras cuitas en sus páginas, como si éstas tuvieran interés para otras personas que no seamos usted o yo -y curiosamente el propio Loygorri-. En todo caso y suponiendo que el autor de este espacio para la reflexión, la literatura y el arte tenga razón y haya otros en el anchuroso mundo que nos presten atención, quisiera hacer unas consideraciones acerca de su estado de desamor.
Consideraciones
1.- Colijo de lo leído que la mujer que compartía con usted ese territorio tan ambiguo llamado amor, le ha dejado o -ya que hablamos de territorios- lo ha abandonado. Y a partir de ese momento usted se ha dedicado a lo largo de doce reflexiones a poner en el asador de sus palabras el fuego que parece que le abrasa por dentro con respecto a esa mujer.
2.- Si mi diagnóstico no es erróneo querría hacerle ver a usted una curiosa condición de los seres humanos. Por supuesto que esta generalización aún teniendo una base empírica necesita sus matizaciones pero déjeme hablarle en un primer momento grosso modo.
Los seres humanos se podrían dividir en dos categorías -por supuesto existen muchas otras formas de categorización, por ejemplo los que evacúan con regularidad y los que lo hacen con dificultad- : los que aman cuando se les ama y los que aman cuando no se les ama. Aunque parezca contradictorio, le afirmo solemnemente que la segunda categoría, es decir, los que aman cuando no se les ama, es mayoritaria en las llamadas sociedades avanzadas, es decir aquellas sociedades que viven apiñadas en grandes núcleos de población y que por lo tanto han de vivir en un medio impersonal -nadie conoce a nadie- cuando el ser humano tiene como premisa de supervivencia el conocimiento del vecino. Por ponerlo en palabras modernas: esta tendencia -amar cuando/porque no te aman- es un claro síntoma de neurosis en un medio urbano formado por una supertribu.
3.- Por lo tanto y sin querer ofenderle, es usted un neurótico.
4.- Si una mujer le dice a usted una tarde de julio (como nos cuenta en sus reflexiones que se produjo el deceso amatorio) que quiere estar sola (y vale que sea un eufemismo para decirle a usted: Ya no quiero amarte más. Ya no quiero compartir el territorio del amor contigo) ¿por qué no le agradece usted los servicios que se prestaron el uno al otro y da rienda suelta a su recién estrenada soltería y se lanza por los anchos campos de Castilla o la agreste serranía de Guadarrama en busca de una nueva hembra a la que amar y que le ame? ¿Por qué desenfunda el arsenal de las lamentaciones y con cierta melancolía -y es de agradecer- cierto cuidado y su poquito de erotismo -¡Alabado sea el orgasmo!-, nos castiga cada día con su desvalimiento y su añoranza? ¿Qué busca usted con estas reflexiones Olmo Z.? ¿Que ella vuelva al territorio compartido del amor? Pues ha de saber, desvalido amante, que ella volverá sólo si usted ama que le amen y si ella no pertenece también al grupo de los que aman que nos les amen.
5.- Porque amar, querido Olmo, es territorio de los que aman.
6.- Porque amar, querido Olmo, es una llama que se lleva dentro y que tiene como energía el entusiasmo. Si no hay entusiasmo, es imposible que haya amor.
Conclusión
Yo amaba a Gradiva y Gradiva me amaba a mí. Nuestro territorio fue el del amor. Sólo con ella lo compartí y porque por una vez viví en ese estado, me atrevo ahora a realizar estas consideraciones y a rogarle que deje a esa mujer que se vaya, que no la someta a la presión de sus lamentaciones y sus requiebros de desamor porque amar es ante todo dejar ser libre. Y si ella quiere volver a compartir con usted el territorio común del amarse, ¡ámense! ¡quieran ser amados! Ese pequeño paso será sin duda uno de los más grandes que haya dado en su vida.
Post Data
Tras Gradiva anduve un tiempo haciéndome pajas a su memoria, me parecía el mejor homenaje que podía ofrecerle. Hoy, hechas las novenas pajeras, me dedico al arte del galanteo y cuando alguna vez una muchacha se deja seducir por mis palabras y acabamos retozando como dos corderillos en la era de mi cama, hay un momento en el que respiro y pienso, ¡Que te amen aunque tan sólo sea la piel!
Ensayo
Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/08/2015 a las 11:48 | {0}
Cuando vuelvo al recuerdo de una noche de luna nueva en una playa al norte de Portugal, me viene una sonrisa a los labios y una sensación de milagro.
Has de saber que Spinoza dice que si los milagros existieran negarían la existencia de Dios. También te hablé un día -¿te hablé a ti de esto?- de que una teoría viene a decir que quien reina sobre la vida de los hombres es el Diablo y Él es el Yahvé de la Biblia. Si así fuera entonces sí tendría cabida la idea del milagro. No quiero escandalizarte, no, son teorías de hombres profundamente religiosos, profundamente creyentes que ven incompatibles el estado del mundo y la idea de un dios eternamente bondadoso. Yo más bien, si fuera religioso, sería lo suficientemente humilde para no osar ni siquiera en discurrir sobre él.
Hubo una noche digo (aunque quiero aclarar que vuelvo a poner el punto y aparte. Desde hacía un tiempo me parecía inútil. Es decir si cambio de párrafo ¿para qué necesito el punto y aparte? Sin embargo hoy sí lo necesito. No sé si lo necesitaré mañana) en una playa al norte de Portugal en el que la luna nueva me permitió ver uno de los espectáculos más hermosos de la naturaleza. Se llama la ardora. Cuando llega la medianoche, a finales de agosto, de repente el mar se ilumina de fósforo y también la arena de la orilla, de tal forma que si te acercas y excavas un poco se hace la luz en la más absoluta oscuridad y si te cubres de esa arena, te conviertes en un ser iluminado y si te bañas en el mar formas parte de esa ardora. Yo pude vivirlo con la única mujer que ha sido mi esposa y también junto a los únicos humanos que fueron mi cuñada y mi concuñado. Fue una noche muy larga, realmente mágica. Recuerdo la hoguera que hicimos al inicio de la noche. Recuerdo el inicio de la ardora. Recuerdo mi cuerpo en el agua fosforescente. Recuerdo que bebimos orujo portugués. Recuerdo que la ardora se diluyó y el amanecer nos sorprendió bailando, desnudos, solos en el mundo.
Hubo una noche en un manglar de la República Dominicana, cerca de un pueblecito llamado Río San Juan, en el que asistí a un espectáculo de la naturaleza pleno de elegancia. Íbamos navegando por el manglar, rumbo a un chiringuito donde íbamos a celebrar una fiesta de cumpleaños y de repente, como si todas ellas se hubieran puesto de acuerdo al unísono, el manglar se iluminó con la luz de cientos y cientos de luciérnagas. Todos en la barca nos quedamos en silencio y asistimos a la danza de los insectos en el corazón de una selva con suelo de agua.
Hoy recuerdo la ardora y las luciérnagas, ambas si lo piensas son milagros de luz. Naturaleza de una belleza increíble.
Mis ojos lo vieron.
Te lo puedo contar.
Hoy atravieso la mitad del mes.
Hay mucho silencio.
Has de saber que Spinoza dice que si los milagros existieran negarían la existencia de Dios. También te hablé un día -¿te hablé a ti de esto?- de que una teoría viene a decir que quien reina sobre la vida de los hombres es el Diablo y Él es el Yahvé de la Biblia. Si así fuera entonces sí tendría cabida la idea del milagro. No quiero escandalizarte, no, son teorías de hombres profundamente religiosos, profundamente creyentes que ven incompatibles el estado del mundo y la idea de un dios eternamente bondadoso. Yo más bien, si fuera religioso, sería lo suficientemente humilde para no osar ni siquiera en discurrir sobre él.
Hubo una noche digo (aunque quiero aclarar que vuelvo a poner el punto y aparte. Desde hacía un tiempo me parecía inútil. Es decir si cambio de párrafo ¿para qué necesito el punto y aparte? Sin embargo hoy sí lo necesito. No sé si lo necesitaré mañana) en una playa al norte de Portugal en el que la luna nueva me permitió ver uno de los espectáculos más hermosos de la naturaleza. Se llama la ardora. Cuando llega la medianoche, a finales de agosto, de repente el mar se ilumina de fósforo y también la arena de la orilla, de tal forma que si te acercas y excavas un poco se hace la luz en la más absoluta oscuridad y si te cubres de esa arena, te conviertes en un ser iluminado y si te bañas en el mar formas parte de esa ardora. Yo pude vivirlo con la única mujer que ha sido mi esposa y también junto a los únicos humanos que fueron mi cuñada y mi concuñado. Fue una noche muy larga, realmente mágica. Recuerdo la hoguera que hicimos al inicio de la noche. Recuerdo el inicio de la ardora. Recuerdo mi cuerpo en el agua fosforescente. Recuerdo que bebimos orujo portugués. Recuerdo que la ardora se diluyó y el amanecer nos sorprendió bailando, desnudos, solos en el mundo.
Hubo una noche en un manglar de la República Dominicana, cerca de un pueblecito llamado Río San Juan, en el que asistí a un espectáculo de la naturaleza pleno de elegancia. Íbamos navegando por el manglar, rumbo a un chiringuito donde íbamos a celebrar una fiesta de cumpleaños y de repente, como si todas ellas se hubieran puesto de acuerdo al unísono, el manglar se iluminó con la luz de cientos y cientos de luciérnagas. Todos en la barca nos quedamos en silencio y asistimos a la danza de los insectos en el corazón de una selva con suelo de agua.
Hoy recuerdo la ardora y las luciérnagas, ambas si lo piensas son milagros de luz. Naturaleza de una belleza increíble.
Mis ojos lo vieron.
Te lo puedo contar.
Hoy atravieso la mitad del mes.
Hay mucho silencio.
Narrativa
Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/08/2015 a las 23:22 | {0}
Cuando vuelvo a la niñez, querida, he de marcharme rápido
Yo no sé cuánto hay que volver a ella (cárcel llama a esa época Gloria Fuertes y añade, La única de la que no puedes escapar)
Sí sé que no debe ser constructivo que un niño se sienta siempre extraño
Porque en su mente se creará esa correlación entre extraño/vivo. O más claramente, Si te mantienes extraño te dejarán vivir. Alimento veneno lo llamaba una psicóloga
Luego hay deconstruir ese ser extraño para ser normal o... hacerse artista
Cuando vuelvo a la niñez recuerdo una frase de un personaje de una película que le dice a su hermano, Siempre me he sentido un extraño en casa
Cuando leo Las Uvas de la Ira y veo a la Madre con esa fuerza en mantener unido al grupo y luego acepta como una endemoniada la marcha de Noah, río abajo, sin más queja, sin más quebranto, esas conductas humanas, esas fuerzas ancestrales, esa mezcla que somos entre primate y carnívoro
Cuando vuelvo a la niñez o cuando me agarro a ella para explicarme a mí mismo hoy (no tanto lo que soy sino lo que he venido a ser) y veo cuánto quebranto, cuánta ignorancia, cuánta sed, cuánto callado, cuánto estómago, cuántas noches; pienso que se fueron primero lo mejores
Saber, tan profundamente, amiga, que la verdad no existe y que por lo tanto cualquier intento de acercarse a ella es ya una paso en falso. Si se busca la verdad se dan pasos en falso
No quisiera más que una iluminación. Volverme terriblemente primario. Terriblemente mono. O maravillosamente mono. Yo sé, querida amiga a la que roce con mis labios los muslos, que todo esto es una debacle, es un juguete. Tú deberías saber que dicen que el erotismo nació para conjurar a la conciencia de la muerte
En esa niñez me enseñaron que si permanecía solo, si me dejaba apartar, seguiría vivo, también quisieron enseñarme que si aceptaba ser chivo expiatorio mi vida podría mejorar. Esto último lo acepté a medias. Me he rebelado algunas veces. No las suficientes. Soy un gran cobarde
Así son estos últimos días
He de vivirlos
Asoman despreocupadamente, se van haciendo conmigo, me invaden
Quizá sólo sea hipolitiosis o cualquier otro nombre que los nuevos gurús de las civilizaciones modernas tenga a bien poner
Voy a ir al reumatólogo
He estado en el médico
No me gusta llevar un teléfono pegado a mi culo todo el puto día
Hoy Tirana ha amanecido preciosa y he llevado flores a la urna de mi madre
Ante ella me he fumado un porro y he ensoñado una cabriola en el mar Caspio
A mí los porros no me producen risa más bien me llevan a lugares muy hondos (lo que no quiere decir que sean más serios, importante o trascendentes, son eso: lugares más hondos)
Me gustaba cuando me llamabas Olmo al oído
No me gusta volver a la niñez
Por algo como chocolate a escondidas y sueño eternamente lo recurrente
Siempre tuyo
Yo no sé cuánto hay que volver a ella (cárcel llama a esa época Gloria Fuertes y añade, La única de la que no puedes escapar)
Sí sé que no debe ser constructivo que un niño se sienta siempre extraño
Porque en su mente se creará esa correlación entre extraño/vivo. O más claramente, Si te mantienes extraño te dejarán vivir. Alimento veneno lo llamaba una psicóloga
Luego hay deconstruir ese ser extraño para ser normal o... hacerse artista
Cuando vuelvo a la niñez recuerdo una frase de un personaje de una película que le dice a su hermano, Siempre me he sentido un extraño en casa
Cuando leo Las Uvas de la Ira y veo a la Madre con esa fuerza en mantener unido al grupo y luego acepta como una endemoniada la marcha de Noah, río abajo, sin más queja, sin más quebranto, esas conductas humanas, esas fuerzas ancestrales, esa mezcla que somos entre primate y carnívoro
Cuando vuelvo a la niñez o cuando me agarro a ella para explicarme a mí mismo hoy (no tanto lo que soy sino lo que he venido a ser) y veo cuánto quebranto, cuánta ignorancia, cuánta sed, cuánto callado, cuánto estómago, cuántas noches; pienso que se fueron primero lo mejores
Saber, tan profundamente, amiga, que la verdad no existe y que por lo tanto cualquier intento de acercarse a ella es ya una paso en falso. Si se busca la verdad se dan pasos en falso
No quisiera más que una iluminación. Volverme terriblemente primario. Terriblemente mono. O maravillosamente mono. Yo sé, querida amiga a la que roce con mis labios los muslos, que todo esto es una debacle, es un juguete. Tú deberías saber que dicen que el erotismo nació para conjurar a la conciencia de la muerte
En esa niñez me enseñaron que si permanecía solo, si me dejaba apartar, seguiría vivo, también quisieron enseñarme que si aceptaba ser chivo expiatorio mi vida podría mejorar. Esto último lo acepté a medias. Me he rebelado algunas veces. No las suficientes. Soy un gran cobarde
Así son estos últimos días
He de vivirlos
Asoman despreocupadamente, se van haciendo conmigo, me invaden
Quizá sólo sea hipolitiosis o cualquier otro nombre que los nuevos gurús de las civilizaciones modernas tenga a bien poner
Voy a ir al reumatólogo
He estado en el médico
No me gusta llevar un teléfono pegado a mi culo todo el puto día
Hoy Tirana ha amanecido preciosa y he llevado flores a la urna de mi madre
Ante ella me he fumado un porro y he ensoñado una cabriola en el mar Caspio
A mí los porros no me producen risa más bien me llevan a lugares muy hondos (lo que no quiere decir que sean más serios, importante o trascendentes, son eso: lugares más hondos)
Me gustaba cuando me llamabas Olmo al oído
No me gusta volver a la niñez
Por algo como chocolate a escondidas y sueño eternamente lo recurrente
Siempre tuyo
Narrativa
Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/08/2015 a las 23:18 | {0}
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Narrativa
Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/08/2015 a las 23:00 | {0}