1
Porque nací en las grandes ciudades tan sólo puedo acongojarme
cuando tiemblo al llegar la noche
y sé que no voy a poder dormir
No es el aliento del miedo
ni la espuma de los días;
no es la decrepitud de septiembre
cuya luz tiene el intenso olor de la higuera
sólo sé que no voy a poder dormir
Porque nací en las grandes ciudades
con ríos pequeños
me cuesta imaginar grandes navegaciones fluviales
con márgenes -aunque alejadas- a un lado... y al otro
Intento a a veces sonreír en la oscuridad
Intento recrear una vez que estuve acompañado
y también contar por contar los pasos que daré mañana en la montaña
y aún así y con todo sé
que esta noche no podré dormir
La ira desapareció ayer
quizá por eso
sé que no voy a poder dormir
2
ya no sé qué decir cuando veo
a Petra László poniendo la zancadilla
a un hombre con su hijo en brazos
que lleva huyendo del horror miles de kilómetros;
sé que esa fascista, su crueldad, el horror que me provoca lo que veo
también ayuda a que esta noche sepa que no podré dormir
porque imagino la de noches que ese hombre
habrá permanecido despierto para vigilar de los suyos
Y también me quita el sueño pensar lo que estará haciendo ahora esa malparida, húngara de nacionalidad, sea lo que sea húngara y nacionalidad
3
Porque nací en la grandes ciudades
puedo imaginar lo cotidiano de Petra László
y puedo suponer sus ideas
y puedo preguntarme el por qué
y puedo insultarla
y puedo intuir que seguro alguna vez la besaron con pasión y ella lloró
Y porque nací en las grandes ciudades
no me queda la más mínima gana de compadecerla
ni tan siquiera, ni aunque pudiera, acercarme a ella y hacerle ver que su vida y la vida de esas personas que vienen de muy lejos son tan parejas que no entiendo cómo no se dolió ella del golpe que les dio (al padre y al hijo y a la conciencia del mundo)
Incluso escondería los libros de Mafalda para que nunca descubra -y ésa sería su condena- lo hermosa que es la vida cuando se mira con la dulcísima ironía del amor
puedo imaginar lo cotidiano de Petra László
y puedo suponer sus ideas
y puedo preguntarme el por qué
y puedo insultarla
y puedo intuir que seguro alguna vez la besaron con pasión y ella lloró
Y porque nací en las grandes ciudades
no me queda la más mínima gana de compadecerla
ni tan siquiera, ni aunque pudiera, acercarme a ella y hacerle ver que su vida y la vida de esas personas que vienen de muy lejos son tan parejas que no entiendo cómo no se dolió ella del golpe que les dio (al padre y al hijo y a la conciencia del mundo)
Incluso escondería los libros de Mafalda para que nunca descubra -y ésa sería su condena- lo hermosa que es la vida cuando se mira con la dulcísima ironía del amor
Tú también, ¡oh, desgraciado! libaste del coño de la santa puta vida
y al hacerlo, descreído, emprendiste un camino que te llevó al infierno
Sabes la ternura y ansiedad de la jara
No desconoces el poder destructor de una canción
y cuando cierras la puerta con orquesta de vientos y soflamas de cartón
se vierte en tu oído la lefa del arcangel Gabriel que fue quien fecundó a la Virgen desvirgada por el oído (San Agustín dixit)
¡Oh, sí, malévolo, Diablo de hombre, Gran Pecador!
¿Por qué -te preguntas- elegiste el camino de la izquierda,
el que lleva inevitablemente al culo?
¿Por qué abandonaste la tribu
y ese errar como judío o como holandés
dejó en tu piel la señal inequívoca del goce
la cicatriz sempiterna del dolor?
Peregrino sin barbas de chivo
Peregrino buscador
Romero que nunca irá a Roma
caminante que nunca hizo camino
giróvago desnudo ante cualquier altar con figura divina
Ya la llave se desalienta
y la cerradura, impaciente en la espera, se oxida
Has de volver a casa, Peregrino,
No hay Odiseo que soporte tu deriva
ni Penelope que no esté hasta el coño de tu ausencia
Abandona la cueva
Desiste de beber la nieve
Deja de hacer florituras con el musgo
Acepta que la filosofía no es más (ni menos) que un género literario
Y baila, baila el tango cuya letra te retrata
Baílalo agarrado a la hembra que soporte tu pericia y tu torpeza
y maneja sus caderas como el marinero rudo crea el nudo en la maroma
Baila, Peregrino, que tus cojones se bamboleen liberados de la presión del slip
Baila y enloquece una noche más, una más, hasta vomitar esa bilis que deja la fatiga y el pasado
Baila mientras caminas por el bosque sagrado sobre las puntas de tus pies
-viejos pies calzados con las aladas sandalias del dios de los ladrones-
y cuando llores apoyado en el inquebrantable tronco del roble
añora el momento en que fuiste consciente de que vivir es peregrinar eternamente
y al hacerlo, descreído, emprendiste un camino que te llevó al infierno
Sabes la ternura y ansiedad de la jara
No desconoces el poder destructor de una canción
y cuando cierras la puerta con orquesta de vientos y soflamas de cartón
se vierte en tu oído la lefa del arcangel Gabriel que fue quien fecundó a la Virgen desvirgada por el oído (San Agustín dixit)
¡Oh, sí, malévolo, Diablo de hombre, Gran Pecador!
¿Por qué -te preguntas- elegiste el camino de la izquierda,
el que lleva inevitablemente al culo?
¿Por qué abandonaste la tribu
y ese errar como judío o como holandés
dejó en tu piel la señal inequívoca del goce
la cicatriz sempiterna del dolor?
Peregrino sin barbas de chivo
Peregrino buscador
Romero que nunca irá a Roma
caminante que nunca hizo camino
giróvago desnudo ante cualquier altar con figura divina
Ya la llave se desalienta
y la cerradura, impaciente en la espera, se oxida
Has de volver a casa, Peregrino,
No hay Odiseo que soporte tu deriva
ni Penelope que no esté hasta el coño de tu ausencia
Abandona la cueva
Desiste de beber la nieve
Deja de hacer florituras con el musgo
Acepta que la filosofía no es más (ni menos) que un género literario
Y baila, baila el tango cuya letra te retrata
Baílalo agarrado a la hembra que soporte tu pericia y tu torpeza
y maneja sus caderas como el marinero rudo crea el nudo en la maroma
Baila, Peregrino, que tus cojones se bamboleen liberados de la presión del slip
Baila y enloquece una noche más, una más, hasta vomitar esa bilis que deja la fatiga y el pasado
Baila mientras caminas por el bosque sagrado sobre las puntas de tus pies
-viejos pies calzados con las aladas sandalias del dios de los ladrones-
y cuando llores apoyado en el inquebrantable tronco del roble
añora el momento en que fuiste consciente de que vivir es peregrinar eternamente
...y la luz se irá marchitando
... adiós, adiós, fue -como siempre es- una consagración más de la primavera
... sin abrir quedará un vino ahora que es el tiempo de la vendimia
... uvas, racimo, jugo, fermento, río Duero, barrica, bodega, sarmiento
... poquito a poco corazón, poquito a poco
... ¿has soñado ya octubre?
... y en el recuerdo la rueda de la fortuna y el infortunio, el sendero entre viejos robles y el ave rapaz capaz de planear entre dos aguas mientras concentrado en las piedras y la arena desgrana un rayo de luna, un brillo en el filo, una mano que se acerca
... ¡qué hermoso es el mundo!
... ¡qué hermoso estar vivo!
... ¡qué lento el pálpito de los sentidos!
... ¡cómo huele a lluvia!
... ¡cómo suena el trueno!
... reza al olvido para que llegue
... reza sin pausa a ningún dios porque no existen
... ya llega la curva
... la liebre atraviesa el camino
... ahora vuelve a ti
... ¿no lo ves? ¿no lo escuchas ya? ¿no estás a punto de rozarlo?
... adiós, adiós, fue -como siempre es- una consagración más de la primavera
... sin abrir quedará un vino ahora que es el tiempo de la vendimia
... uvas, racimo, jugo, fermento, río Duero, barrica, bodega, sarmiento
... poquito a poco corazón, poquito a poco
... ¿has soñado ya octubre?
... y en el recuerdo la rueda de la fortuna y el infortunio, el sendero entre viejos robles y el ave rapaz capaz de planear entre dos aguas mientras concentrado en las piedras y la arena desgrana un rayo de luna, un brillo en el filo, una mano que se acerca
... ¡qué hermoso es el mundo!
... ¡qué hermoso estar vivo!
... ¡qué lento el pálpito de los sentidos!
... ¡cómo huele a lluvia!
... ¡cómo suena el trueno!
... reza al olvido para que llegue
... reza sin pausa a ningún dios porque no existen
... ya llega la curva
... la liebre atraviesa el camino
... ahora vuelve a ti
... ¿no lo ves? ¿no lo escuchas ya? ¿no estás a punto de rozarlo?
No fue el vendaval ahora que estás perdida (ya alejándote. A veces me asusta lo consciente que eres de todos tus actos) ni las hojas que entraron a raudales por la puerta posterior de la casa; no fue el cielo que súbitamente perdió la luz ni la cadencia de unas gotas gruesas que empezaron a repiquetear sobre el empedrado; no fue bajar, quedarme desnudo, mirar en el espejo mi cuerpo de cuarenta y siete años y tomar la toalla, el bañador, el gorro de baño, las gafas y los tapones para los oídos mientras fuera la tormenta se había desatado y los rayos y los truenos hacían acto de presencia y lo llenaban todo con su clamor; no fue subir las escaleras con cierta ansiedad (sabes que desde hace meses esa ansiedad, ese pensamiento de no llegar, esa cadencia de la espada de Damocles en mi cuello, esa oscuridad en mi pecho, ese desdén me asolan hasta que tomo las riendas del agua y las surco) ni el ladrido del perro que esperaba fuera mi llegada; no fue tampoco imaginarte jadeando en casa de unos amigos ni la usura de un hombre que lo debe todo; así es que abrí la puerta trasera de la casa y el ruido y la furia de la tormenta me envolvieron en un abrazo tercio agua, tercio viento, tercio electricidad y dejándome llevar por fuerzas tan superiores a mí, llegué hasta el jardín, dejé la mochila en el porche, me desnudé y con las gafas y los tapones me encaminé a la piscina oscura como cueva, líquida como lava cuya superficie estaba cubierta de hojarasca y aún así no dudé y bajo la tormenta me sumergí en el agua y comencé a nadar; no fue porque era el último día ni porque al nacer en las grandes ciudades entiendo mejor los límites de un rectángulo que la línea de la orilla; no fue porque el cielo se hubiera vuelto receloso de la luz ni porque supiera que la luna llena se ocultaba tras los nubarrones; no fue porque supiera que tras el torrente de agua, ruido y electricidad escamparía y la luna llena se haría dueña -una vez más- de mi terror; no fue por la duda de si un rayo puede caer en el agua de una piscina y, paradoja, dejarme frito con su latigazo ni tampoco porque durante un instante pensara en ti junto al lago un día de invierno de hace dos años; no fue que comenzara a crawl y sintiera en mi espalda la lluvia ni porque al nadar mis brazos apartaran la hojarasca y tuviera más la sensación de nadar en un estanque con fondo de limo que en una piscina clorada cada tanto; ni tampoco fue -esto sólo lo intuyo- por el miedo que sentía en la niñez cuando las tormentas llegaban y el mar espumeante y amarillo se volvía loco y soez y aún así yo me metía en él y llegaba hasta donde ya no hacía pie y miraba las olas como se mira la mirada de un padre que no va a tener la más mínima duda en castigarte por una acción incorrecta; no fue porque alterara la rutina (es cierto, lo confieso, dejé de nadar las tandas de braza y las tandas de respiración agarrado al borde) y sin previo pensamiento, sin decisión tomada por algo, lo que fuera, un vértigo, una lanza, un recuerdo de la novela que estaba leyendo, comencé a nadar a espalda en mitad de una voragine que aun no se había calmado y así pude contemplar los rayos y cómo llegaban las gotas de lluvia a mi cara mientras nadaba largo a largo hacia ninguna parte.
Narrativa
Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/08/2015 a las 12:01 | {2}
Yo nací en las grandes ciudades de Europa
Sé mi estirpe
Sé muchos de sus momentos, desde siglos, desde muchos siglos, desde antes del castellano
Y porque nací en las grandes ciudades de Europa
soy incapaz de saber cómo se muere asfixiado en un camión frigorífico en una autopista austriaca habiendo sido un refugiado del Sur; soy incapaz de saber cómo mirarían mis ojos de refugiado del Sur a mi hija que ya ha muerto asfixiada en un camión frigorífico en una autopista austriaca
Porque soy de las grandes ciudades de Europa
no consigo alcanzar la germinación del mijo
nunca conseguiré entender el crecimiento del roble, la altura del cedro, la carrera de la liebre, el reptar de la víbora ni la esponjosidad del musgo
Porque soy del Norte –aunque sureño del Norte- jamás alcanzaré a sentir el dolor del padre del Sur que se mete con su hijo en un camión frigorífico para que unos miserables –tan miserables como él mismo- les transporten a Europa, a Europa, a Europa
¿Cómo se muere asfixiado en un camión frigorífico siendo un refugiado del Sur?
¿Cuánto dura la agonía en un camión frigorífico siendo un huido del Sur?
¿no pudieron setenta cuerpos volcar el camión? ¿no pudieron setenta personas llamar la atención de alguna manera? ¿No pueden setenta personas abrir las puertas de un camión frigorífico?
Porque yo nací en las grandes ciudades de Europa me hago estas preguntas y son ellas las que me muestran mi ignorancia de todo; el cálculo de la nieve; la previsión de las estrellas; la muerte de una galaxia; la espantosa vida que te lleva a subirte junto con otras setenta personas a un camión frigorífico e iniciar un trayecto fiando tu vida a un hombre al que tu vida no le importa lo más mínimo
Porque nací en las grandes ciudades
no sé mirar el mar
Porque nací en las grandes ciudades
no sé indignarme
Porque nací en las grandes ciudades del Norte
no me atrevo ni a entrever la vida diaria en Rasaféh
no sabré –a no ser que ocurra la debacle y entonces lo aprenderé muy rápido- lo que es el hambre que corroe el estómago; no sabré la noche en la que como hombre tomo la decisión de iniciar un viaje cuya papeleta para morir está servida; no sabré cómo se mira a los que están a tu cargo y a los que vas a embarcar en ese mismo viaje; no sé cómo se dan los primeros pasos; no sé cuánto miedo debe anidar en ese corazón
Porque nací en las grandes ciudades del Norte
el grifo me surte de agua potable cada día
cago en un retrete cuyo funcionamiento desconozco
tengo la energía que deseo y me conecto con el mundo como si fuera un dios
y cuando el hambre acucia me voy a unos lugares donde alimentos y bebidas fluyen como maná, iluminados con los más vivos colores, colocados para que mi vista se extasíe y yo sólo alargue el brazo y con mi mano prensil coja el producto
Porque nací en las grandes ciudades del Norte
me indigno cuando unos asesinos asesinan a unos artistas y me uno al coro de voces que claman por la libertad de pensar y porque nací en las ciudades del Norte no puedo dejar de sorprenderme porque no se produzca la misma indignación ante un camión frigorífico con setenta muertos dentro que luchaban por mucho menos que la libertad de pensar. Luchaban por la posibilidad de vivir.
Porque nací en las urbes
jamás entenderé la corteza del árbol
y seguiré sintiendo grima de los insectos y moriré sin haber tomado entre mis manos a una lagartija y teclearé un día y otro y hablaré de mis amores perdidos, de mis dolores de polla, de cierto spleen que me aburre
Porque nací en las grandes ciudades del Norte
no consigo aceptar que setenta refugiados del Sur muertos en un camión frigorífico que fue abandonado en un autopista del Norte es la prueba palpable de la selección natural
Sé mi estirpe
Sé muchos de sus momentos, desde siglos, desde muchos siglos, desde antes del castellano
Y porque nací en las grandes ciudades de Europa
soy incapaz de saber cómo se muere asfixiado en un camión frigorífico en una autopista austriaca habiendo sido un refugiado del Sur; soy incapaz de saber cómo mirarían mis ojos de refugiado del Sur a mi hija que ya ha muerto asfixiada en un camión frigorífico en una autopista austriaca
Porque soy de las grandes ciudades de Europa
no consigo alcanzar la germinación del mijo
nunca conseguiré entender el crecimiento del roble, la altura del cedro, la carrera de la liebre, el reptar de la víbora ni la esponjosidad del musgo
Porque soy del Norte –aunque sureño del Norte- jamás alcanzaré a sentir el dolor del padre del Sur que se mete con su hijo en un camión frigorífico para que unos miserables –tan miserables como él mismo- les transporten a Europa, a Europa, a Europa
¿Cómo se muere asfixiado en un camión frigorífico siendo un refugiado del Sur?
¿Cuánto dura la agonía en un camión frigorífico siendo un huido del Sur?
¿no pudieron setenta cuerpos volcar el camión? ¿no pudieron setenta personas llamar la atención de alguna manera? ¿No pueden setenta personas abrir las puertas de un camión frigorífico?
Porque yo nací en las grandes ciudades de Europa me hago estas preguntas y son ellas las que me muestran mi ignorancia de todo; el cálculo de la nieve; la previsión de las estrellas; la muerte de una galaxia; la espantosa vida que te lleva a subirte junto con otras setenta personas a un camión frigorífico e iniciar un trayecto fiando tu vida a un hombre al que tu vida no le importa lo más mínimo
Porque nací en las grandes ciudades
no sé mirar el mar
Porque nací en las grandes ciudades
no sé indignarme
Porque nací en las grandes ciudades del Norte
no me atrevo ni a entrever la vida diaria en Rasaféh
no sabré –a no ser que ocurra la debacle y entonces lo aprenderé muy rápido- lo que es el hambre que corroe el estómago; no sabré la noche en la que como hombre tomo la decisión de iniciar un viaje cuya papeleta para morir está servida; no sabré cómo se mira a los que están a tu cargo y a los que vas a embarcar en ese mismo viaje; no sé cómo se dan los primeros pasos; no sé cuánto miedo debe anidar en ese corazón
Porque nací en las grandes ciudades del Norte
el grifo me surte de agua potable cada día
cago en un retrete cuyo funcionamiento desconozco
tengo la energía que deseo y me conecto con el mundo como si fuera un dios
y cuando el hambre acucia me voy a unos lugares donde alimentos y bebidas fluyen como maná, iluminados con los más vivos colores, colocados para que mi vista se extasíe y yo sólo alargue el brazo y con mi mano prensil coja el producto
Porque nací en las grandes ciudades del Norte
me indigno cuando unos asesinos asesinan a unos artistas y me uno al coro de voces que claman por la libertad de pensar y porque nací en las ciudades del Norte no puedo dejar de sorprenderme porque no se produzca la misma indignación ante un camión frigorífico con setenta muertos dentro que luchaban por mucho menos que la libertad de pensar. Luchaban por la posibilidad de vivir.
Porque nací en las urbes
jamás entenderé la corteza del árbol
y seguiré sintiendo grima de los insectos y moriré sin haber tomado entre mis manos a una lagartija y teclearé un día y otro y hablaré de mis amores perdidos, de mis dolores de polla, de cierto spleen que me aburre
Porque nací en las grandes ciudades del Norte
no consigo aceptar que setenta refugiados del Sur muertos en un camión frigorífico que fue abandonado en un autopista del Norte es la prueba palpable de la selección natural
Ensayo
Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/08/2015 a las 01:48 | {2}
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Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
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Narrativa
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/09/2015 a las 21:06 | {4}