Los brazos ardían. Estaba tan lejos. No era la orilla. Era el límite. A veces, pensó. Luego pensó más alto, Una más. Los brazos se mueren. Lo intentó de nuevo. Sólo una más. Lo intentó de nuevo como el recién nacido que respira por vez primera tras su existencia de pez. No había más cadencia. El sol y una nube estaban fuera. Lo sabía. Una y otra vez lo sabía mientras le ardían los brazos en su vuelta al largo. Inspirar, pensó. Inspirar, volvió a pensar. ¿Qué es avanzar?, se preguntaba en mitad de la nada tras toda una vida vivida. Quizá fuera música. No se detuvo pero recordó algo, palabra tras palabra, exactamente cómo lo había escrito Athanasius Kircher [...] Así es como nace la admirable sinfonía del mundo; la sinfonía en la que la Tierra concuerda con la Luna, la Tierra celestial, el Agua con Mercurio y Venus, el Aire con Júpiter y Venus, el Fuego con el Sol y Marte, las piedras con Saturno, los metales con Júpiter, los zoófitos con Marte, los insectos con el Sol, las aves con Venus, los anfibios con Mercurio, y los cuadrúpedos con la Luna. Todo concuerda con todo en una maravillosa simpatía, ora entre ellos, ora con el alma racional, cuya enéada está compuesta de los cinco sentidos exteriores y los cuatro interiores: el común, el imaginativo, el apetitivo y el racional. Estos son completados por el Intelecto como décimo, de la misma manera que la otra, la enéada más pura, que comprende los nueve órdenes de ángeles, se convierte en la imagen completa de los ángeles y de Dios por la adición de la décima fuente, a saber, el Padre supremo de todo. Suya es la triple operación, de semejantes consonancia y armonía: la acción del mundo inferior con la naturaleza; de los cielos con los sentidos; y de los Ángeles con el intelecto. Aparece en la tétrada a través del simple poder del alma; en la enéada a través de los nueve sentidos, cinco corporales y cuatro incorpóreos; y en la icosihéptada (27) alcanza la idea de la consumación de todas las cosas, hasta que por medio de la intelección se convierte en Todo y así, braceando, ardiendo, sucumbido en las aguas, sin límite ni orilla, una respiración tras otra hasta el éxtasis, hasta la consunción, hasta el último adiós (ardidos los brazos, las lágrimas confundidas con el agua y la emoción, sin límite conocido).
Documento 7º de los Archivos de Isaac Alexander. Febrero 1946. Portbou.
No maldigo el suplicio de verme rodeado (suplicio: pena corporal, dolorosa, más o menos atroz. Jaucourt) de una suerte extraña de paisanos. Miro más bien incrédulo. A veces sin ganas. Como si la única forma de lucha fuera la inacción. Hay en este mundo que Calvino supo urdir tan bien un clamor de principios que me dan ganas -cuando alcanzo a verlos, a frotarme con ellos en un sueño informe- de liarme a hostias con el hombre de un coche, un domingo cercano. Porque quisiera mostrarte lo que he visto, me he detenido en seco y nunca más voy a gritar. Nunca más voy a maldecir y acogeré con humildad aquello de que cada uno cuenta la feria según le va.
Sólo esta noche déjame decirte que la vida no merece esfuerzo alguno. La vida no merece trabajos y penas. La vida no merece ser comprada. Porque la vida está mucho más allá del mercantilismo de almas y cuerpos que nos inculcó el francés de los cojones desde su Ginebra demente. Sólo esta noche déjame decirte que tu vena cava es infinitamente más hermosa que un billete de quinientos euros y que siento por tu boca más fascinación que por cualquier fashionortopedia. Sólo esta noche te diré que el líquen que cubre el quejigo destila tal trascendencia que Dios es un pedo maloliente a su lado y que una mujer desvirgada y gozosa es mucho más santa que cualquier Virgen follada por la oreja. Sólo esta noche déjame alertarte de la espera y el deseo. Déjame decirte: Derrocha, derrocha, derrocha. No te quedes nada. Dalo todo. Derrocha tu esperma. Derrocha tu bilis. Derrocha tu flujo. Derrocha tus ideas. Derrocha tu femineidad. Derrocha tus cojones. Derrocha, vida mía, derrocha por tus pezones y por tus narices. Derrocha hasta agotarte. Sin esfuerzo alguno. Todo dicha.
No creas que me será fácil callar. De hecho sé que en el futuro ya he traicionado este principio porque a mí los principios se me agotan nada más nacer. Se ríen de mí con la misma facilidad que yo me río con ellos y sabemos ambos que nada es lo suficientemente serio como para mantenerse firme. Todo no (ves: ya me desdigo del principio que acababa de abrazar). Sólo hay un principio que mantengo desde que tengo sueño e intento dormir cada noche: evitar el suplicio.
Y así te diré -pero sólo esta noche. Sólo esta noche- que tus manos son la tierra y la tierra es una forma más de movimiento; te diré que si te topas con un atardecer y eres consciente de él, te detengas y lo abraces; quiero esta noche -sólo esta noche- quitarme el sombrero y besar el número que me tatuaron en el brazo derecho y cuyas cifras sumadas y reducidas a un número natural son 8. Sólo esta noche te diré que beso ese número porque estoy vivo y cuando me despierto sudando a tu lado y he gritado y tu me acoges bajo tus brazos y me acaricias como si fuera un perrillo asustado, yo -querida mía- soy feliz, soy el más feliz de los hombres porque el suplicio quedó atrás y tan sólo quiero que me comas la polla para gozar y quiero sorberte el coño para que goces con la lengua de un hombre que estuvo a punto de quedar reducido a un número.
Ahora ya me callo. Me callo para siempre. Calvino mandó que la hoguera en la que iba a arder Miguel Servet fuera hecha con leños húmedos para que el suplicio del autor del De Trinitatis erroribus fuera muy lento, muriera más cocido que asado. Y así fue. El suplicio de Miguel Servet fue horrible, de los más horribles que se recuerdan. De su verdugo - Juan Calvino- parte la pata moral del capitalismo industrial.
¡Cuidado con el esfuerzo! ¡Cuidado con el trabajo! ¡Cuidado con la responsabilidad! A la vida le importan un carajo.
Sólo esta noche déjame decirte que la vida no merece esfuerzo alguno. La vida no merece trabajos y penas. La vida no merece ser comprada. Porque la vida está mucho más allá del mercantilismo de almas y cuerpos que nos inculcó el francés de los cojones desde su Ginebra demente. Sólo esta noche déjame decirte que tu vena cava es infinitamente más hermosa que un billete de quinientos euros y que siento por tu boca más fascinación que por cualquier fashionortopedia. Sólo esta noche te diré que el líquen que cubre el quejigo destila tal trascendencia que Dios es un pedo maloliente a su lado y que una mujer desvirgada y gozosa es mucho más santa que cualquier Virgen follada por la oreja. Sólo esta noche déjame alertarte de la espera y el deseo. Déjame decirte: Derrocha, derrocha, derrocha. No te quedes nada. Dalo todo. Derrocha tu esperma. Derrocha tu bilis. Derrocha tu flujo. Derrocha tus ideas. Derrocha tu femineidad. Derrocha tus cojones. Derrocha, vida mía, derrocha por tus pezones y por tus narices. Derrocha hasta agotarte. Sin esfuerzo alguno. Todo dicha.
No creas que me será fácil callar. De hecho sé que en el futuro ya he traicionado este principio porque a mí los principios se me agotan nada más nacer. Se ríen de mí con la misma facilidad que yo me río con ellos y sabemos ambos que nada es lo suficientemente serio como para mantenerse firme. Todo no (ves: ya me desdigo del principio que acababa de abrazar). Sólo hay un principio que mantengo desde que tengo sueño e intento dormir cada noche: evitar el suplicio.
Y así te diré -pero sólo esta noche. Sólo esta noche- que tus manos son la tierra y la tierra es una forma más de movimiento; te diré que si te topas con un atardecer y eres consciente de él, te detengas y lo abraces; quiero esta noche -sólo esta noche- quitarme el sombrero y besar el número que me tatuaron en el brazo derecho y cuyas cifras sumadas y reducidas a un número natural son 8. Sólo esta noche te diré que beso ese número porque estoy vivo y cuando me despierto sudando a tu lado y he gritado y tu me acoges bajo tus brazos y me acaricias como si fuera un perrillo asustado, yo -querida mía- soy feliz, soy el más feliz de los hombres porque el suplicio quedó atrás y tan sólo quiero que me comas la polla para gozar y quiero sorberte el coño para que goces con la lengua de un hombre que estuvo a punto de quedar reducido a un número.
Ahora ya me callo. Me callo para siempre. Calvino mandó que la hoguera en la que iba a arder Miguel Servet fuera hecha con leños húmedos para que el suplicio del autor del De Trinitatis erroribus fuera muy lento, muriera más cocido que asado. Y así fue. El suplicio de Miguel Servet fue horrible, de los más horribles que se recuerdan. De su verdugo - Juan Calvino- parte la pata moral del capitalismo industrial.
¡Cuidado con el esfuerzo! ¡Cuidado con el trabajo! ¡Cuidado con la responsabilidad! A la vida le importan un carajo.
Ensayo
Tags : Escritos de Isaac Alexander Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/06/2016 a las 00:43 | {0}Cassius Marcellus Clay -nombre de esclavo- nació el 17 de enero de 1942 y murió como Muhammad Alí -nombre de hombre libre- el 3 de junio de 2016
No dejes de bailar muchacho negro de Louisville
Mariposa negra
Alma negra
Te lo dice un diablo blanco en esta noche de despedidas
cuando te he visto -una vez más- osádamente, fanfarrónamente
desafiar al hombre blanco en su feudo más querido: los Estados Unidos de América
No dejes de bailar a partir del quinto round alrededor de Georges Foreman
No dejes de sacudir el mentón de Querry en tu regreso
baila muchacho negro de Louisville, Kentucky
baila como liba la mariposa en la flor
baila Muhammad Ali frente al Comité de Actividades Antiestadounidenses
baila con tus palabras
mantén tu negativa a ir a la guerra del Vietnam
Lucha, Muhammad
Lucha por todos nosotros
Por los que algún día fuimos valientes
Tú que lo fuiste un día y otro día y un mes y otro mes y un año y otro año y viste cómo asesinaban a Malcolm X y viste cómo asesinaban a Martin Luther King y tú caminabas sin escolta por la calles
Baila, negro muchacho de Louisville
Fanfarrón muchacho de Louisville
Con esa mirada de niño
Con ese puño de hierro
Con esa cintura de avispa
Baila Muhammad
Baílale a Alá y a sus cien mil hetairas
Y nunca nos abandones
a los que quizá fuimos valientes un día
sólo un día
y entonces nos acordamos de ti
un 30 de octubre de 1974
cuando bailaste en la ciudad de Kinshasa alrededor del hombre más fuerte del mundo
en el ring más ardiente del mundo
hasta que en el octavo asalto derribaste al hombre más fuerte del mundo
lo derribaste de tal forma que no fue capaz de volver a levantarse
Bromea de nuevo, querido muchacho negro de Louisville,
te lo pide un diablo blanco
que ha derramado lágrimas sin color por la muerte de un hombre bueno
Mariposa negra
Alma negra
Te lo dice un diablo blanco en esta noche de despedidas
cuando te he visto -una vez más- osádamente, fanfarrónamente
desafiar al hombre blanco en su feudo más querido: los Estados Unidos de América
No dejes de bailar a partir del quinto round alrededor de Georges Foreman
No dejes de sacudir el mentón de Querry en tu regreso
baila muchacho negro de Louisville, Kentucky
baila como liba la mariposa en la flor
baila Muhammad Ali frente al Comité de Actividades Antiestadounidenses
baila con tus palabras
mantén tu negativa a ir a la guerra del Vietnam
Lucha, Muhammad
Lucha por todos nosotros
Por los que algún día fuimos valientes
Tú que lo fuiste un día y otro día y un mes y otro mes y un año y otro año y viste cómo asesinaban a Malcolm X y viste cómo asesinaban a Martin Luther King y tú caminabas sin escolta por la calles
Baila, negro muchacho de Louisville
Fanfarrón muchacho de Louisville
Con esa mirada de niño
Con ese puño de hierro
Con esa cintura de avispa
Baila Muhammad
Baílale a Alá y a sus cien mil hetairas
Y nunca nos abandones
a los que quizá fuimos valientes un día
sólo un día
y entonces nos acordamos de ti
un 30 de octubre de 1974
cuando bailaste en la ciudad de Kinshasa alrededor del hombre más fuerte del mundo
en el ring más ardiente del mundo
hasta que en el octavo asalto derribaste al hombre más fuerte del mundo
lo derribaste de tal forma que no fue capaz de volver a levantarse
Bromea de nuevo, querido muchacho negro de Louisville,
te lo pide un diablo blanco
que ha derramado lágrimas sin color por la muerte de un hombre bueno
Ejemplos de mi anquilosamiento, zotería, anormalidad, mal gusto, acalambramiento, ñoñería, absurdidad y falta de espíritu contemporáneo además de vanagloria, posible fimosis del neocórtex, amaneramiento y algo de misantropía.
Novelas Ejemplares
Gargantúa
Historia de la piratería de Gosse
El Criticón
Tirano Banderas
Libro del desasosiego
Cuentos fantásticos del siglo XIX
Jacques el Fatalista
Tristram Shandy
La Celestina
La Odisea
Cartas a un joven poeta
Melmoth el Errabundo
Metamorfosis
Ensayos (de Montaigne)
Epístolas morales a Lucilo
Eneida
Meditaciones
Heike monogatari
Matrimonio entre el Cielo y el Infierno
Cuentos de Antaño
Cuentos populares rusos
La rama dorada
Iliada
Las mil y una noches
1.- Cuando descubrí -hace veinte segundos- que la literatura está kaput, me entró un escalofrío de tres pares de cojones.
2.- ¡Me cago en Dios! me dije.
3.- Pensé ¿qué mierda vengo haciendo yo los últimos cuarenta y dos años de mi vida?
4.- De inmediato me tomé una infusión y me senté en el sofá para cerrar los ojos y calmar la ansiedad que me había generado descubrir que el libro -en sí- ya no entretiene a casi nadie.
5.- Es más: había descubierto que el libro en cuanto tal sólo había sido útil -fundamentalmente- como entretenimiento y como manipulador de masas.
6.- Entonces supe que la única manera de relajarme era haciéndome una paja.
7.- Me he hecho una paja.
8.- Estoy en crisis porque no sé qué hostias hacer con mi vida.
9.- Creo que también necesito ducharme porque al mirar los libros me siento sucio y retrasado.
10.- Tendré que llegar a alguna conclusión lógica (ésas son las únicas soluciones aceptables).
11.- Ahí os quiero ver creadores de video-juegos y apps cuando os toque el momento de saber que vuestro oficio ya no vale una mierda.
12.- ¡Qué pedazo de flash!
13.- ¡Uff, me tengo que duchar!
14.- Luego pensaré qué hacer con toda la cantidad de basura libresca que tengo en casa.
15.- Se acerca San Juan.
2.- ¡Me cago en Dios! me dije.
3.- Pensé ¿qué mierda vengo haciendo yo los últimos cuarenta y dos años de mi vida?
4.- De inmediato me tomé una infusión y me senté en el sofá para cerrar los ojos y calmar la ansiedad que me había generado descubrir que el libro -en sí- ya no entretiene a casi nadie.
5.- Es más: había descubierto que el libro en cuanto tal sólo había sido útil -fundamentalmente- como entretenimiento y como manipulador de masas.
6.- Entonces supe que la única manera de relajarme era haciéndome una paja.
7.- Me he hecho una paja.
8.- Estoy en crisis porque no sé qué hostias hacer con mi vida.
9.- Creo que también necesito ducharme porque al mirar los libros me siento sucio y retrasado.
10.- Tendré que llegar a alguna conclusión lógica (ésas son las únicas soluciones aceptables).
11.- Ahí os quiero ver creadores de video-juegos y apps cuando os toque el momento de saber que vuestro oficio ya no vale una mierda.
12.- ¡Qué pedazo de flash!
13.- ¡Uff, me tengo que duchar!
14.- Luego pensaré qué hacer con toda la cantidad de basura libresca que tengo en casa.
15.- Se acerca San Juan.
Ventanas
Seriales
Archivo 2009
Escritos de Isaac Alexander
Fantasmagorías
¿De Isaac Alexander?
Meditación sobre las formas de interpretar
Libro de las soledades
Colección
Cuentecillos
Apuntes
Archivo 2008
La Solución
Aforismos
Haiku
Recuerdos
Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
Reflexiones para antes de morir
Sobre las creencias
Olmo Dos Mil Veintidós
El mes de noviembre
Listas
Jardines en el bolsillo
Olmo Z. ¿2024?
Agosto 2013
Saturnales
Citas del mes de mayo
Reflexiones
Marea
Mosquita muerta
Sincerada
Sinonimias
Sobre la verdad
El Brillante
El viaje
No fabularé
El espejo
Desenlace
Perdido en la mudanza (lost in translation?)
La mujer de las areolas doradas
La Clerc
Velocidad de escape
Derivas
Carta a una desconocida
Asturias
Sobre la música
Biopolítica
Las manos
Tasador de bibliotecas
Ensayo sobre La Conspiración
Ciclos
Tríptico de los fantasmas
Archives
Últimas Entradas
Enlaces
© 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023 y 2024 de Fernando García-Loygorri, salvo las citas, que son propiedad de sus autores
Miscelánea
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/06/2016 a las 11:44 | {0}