The atrocity exhibition
Es aquí en [...]
Después llegará
Llegará
La melena se hunde
canto a Ofelia
No sabía si [...]
Aunque quizá
También
Desde entonces
canto a Ofelia
Luego
Mucho más tarde
Dirás
Jamás
Nunca
Siempre
Arde tu [...]
canto a Ofelia
Lía
Urde
Teje
Duerme
Canta ¡oh, Cólera!
canto a Ofelia
canto a Ofelia
Canta tú también
Así
Despacio
La ubre
La siega
La miés
El labio
Los ojos [...]
de Ofelia
Ambos
Juntos
Cuando el ámbar
gris de las ballenas
entona
el canto a Ofelia
y se expande
hasta las costas indonesias
y vuelve
en ola
hasta la orilla
de este verso
Surge
Poderosa
Levita
lenta
hasta
la desembocadura
de mi boca
Ofelia, Ofelia, Ofelia
La almohada
sangra
¡Oh, Cólera, aventa
el trigo
Desencaja mandíbulas
Destroza tibias
Amputa penes
Diserta grata
la violencia
mientras
canto a Ofelia
su navegación [...]
Bajo ella el limo
la maduración del ala
Algas verdes
Verdes lanzas
¡Déjame!
¡Huye, loca!
canto a Ofelia
La Sin alma
La Sin voz
La estrangulada.
Después llegará
Llegará
La melena se hunde
canto a Ofelia
No sabía si [...]
Aunque quizá
También
Desde entonces
canto a Ofelia
Luego
Mucho más tarde
Dirás
Jamás
Nunca
Siempre
Arde tu [...]
canto a Ofelia
Lía
Urde
Teje
Duerme
Canta ¡oh, Cólera!
canto a Ofelia
canto a Ofelia
Canta tú también
Así
Despacio
La ubre
La siega
La miés
El labio
Los ojos [...]
de Ofelia
Ambos
Juntos
Cuando el ámbar
gris de las ballenas
entona
el canto a Ofelia
y se expande
hasta las costas indonesias
y vuelve
en ola
hasta la orilla
de este verso
Surge
Poderosa
Levita
lenta
hasta
la desembocadura
de mi boca
Ofelia, Ofelia, Ofelia
La almohada
sangra
¡Oh, Cólera, aventa
el trigo
Desencaja mandíbulas
Destroza tibias
Amputa penes
Diserta grata
la violencia
mientras
canto a Ofelia
su navegación [...]
Bajo ella el limo
la maduración del ala
Algas verdes
Verdes lanzas
¡Déjame!
¡Huye, loca!
canto a Ofelia
La Sin alma
La Sin voz
La estrangulada.
Déjame abrazarte. Lo he pensado por la carretera. Los kilómetros que se hacen largos. El tiempo que parece que se acaba. Las proporciones. ¿Qué está pasando? ¿Qué nos espera? ¿Por qué tanto miedo?
Casi todos hemos comido hoy en España. Las gentes, las que han decidido participar de este sistema, casi todas (si no todas) en esta parte del mundo, han comido hoy. ¿Qué no sabes tú para poder hablar de lo que está ocurriendo? ¿Qué oscuros arcanos no controlas? ¿Por qué no puedes decir con tan sólo tu sentido común que hay algunos a los que les está haciendo mucho bien esta generación constante de miedo?
Pensémoslo a largo plazo (o medio) porque ese debe de ser uno de los arcanos: la medida de los plazos. Desde el 11 de septiembre de 2011 el miedo es el gran generador de noticias del mundo occidental. El miedo genera insatisfacción. La insatisfacción es buena para controlar a las masas (esto que escribo se sabe, al menos, desde el año 1925). El miedo paraliza. Durante los ocho primeros años del siglo XXI el terror a unos locos sanguinarios árabes, distintos, que vivían en unas montañas en un país escabroso y que tenían entre sus manos las destrucción de nuestro descansado mundo, llenó las páginas y las portadas de todos los medios de comunicación; recuerdo que el miedo era constante; recuerdo una tarde en que iba con mi hija en el metro en el año 2004 tras los atentados de Madrid, en que me entraron sudores fríos ante un paquete que un moro había dejado a su lado; fue tanto mi terror que me bajé antes de la parada. El miedo. El miedo. Siempre el miedo. Siempre la inseguridad. Siempre un enemigo externo, sin rostro y con rostro. Curiosamente ese terror no ha doblegado al mundo occidental. De esto nos empezamos a dar cuenta cuando los atentados ocurrían siempre con armas convencionales (¿dónde está el ántrax? ¿dónde la bomba atómica casera?) y cuando ya el tema recurrente del terror islámico se convirtió en tedio y por lo tanto este Satanás ya no causaba el efecto deseado, llegaron los valientes muchachos de las Fuerzas Especiales americanas y se cargaron sin contemplaciones a ese Demonio horrible que tanto había costado encontrar -viviendo como vivía en un chalet en las afueras de una ciudad de Pakistán (vamos, imposible encontrarlo)- llamado Bin Laden en este año de 2011 (justo en el décimo aniversario de la matanza en New York).
Había por lo tanto que inventar un nuevo miedo. Un terror profundo. Una forma de mantener a las gentes en sus puestos de trabajo. De callar ante el jefe. De ahorrar lo suficiente y comprar también que así ayudamos a nuestro mundo. De detener de forma tajante los grandes movimientos migratorios. De volver a la quietud de los países quietos y ricos. Había que crear un miedo igual al terrorismo islámico pero distinto en sus contenidos (los Masa necesitamos estímulos nuevos). Si antes era que tu hijo saliera volando en pedazos en un centro comercial; ahora va a ser que tu hijo no pueda ir a ese centro comercial porque tú eres un puto miserable que se ha quedado sin trabajo. Había que meter en las mentes del hombre corriente el terror a la pérdida de su statu quo (que si lo analizamos bien era exactamente la misma amenaza latente en el terrorismo islámico). Había que crear una enorme burbuja de terror planetario. Una crisis que llegara a oleadas y que esas olas fueran cada vez más grandes, cada vez más altas, cada más seguidas. Inseguridad. Inseguridad. Inseguridad. Siempre latiendo. Siempre fortaleciéndose. Y lógico será que la catarsis de esta terrible y espantosa crisis no sea lo que han solido ser: una GUERRA. ¡Ah, sí, una buena guerra! Que como toda persona con dos dedos de frente y un poco de cultura sabe, es el gran negocio de los negociantes. Y de paso nos deja extenuados. Y de paso nos recuerda lo que nos va a pasar como nos portemos mal. Y así tras la limpieza catártica a base de bombas y soflamas, volverá un presidio transitorio de calma (perdón, quería escribir periodo transitorio de calma), donde se irán haciendo los negocios y se irán preparando los nuevos terrores con los que mantener controladas a las Masas, que somos fáciles de convencer pero algo tercas, hay que darnos palo para que entremos en el corral y engaño para que entremos por el corredor que nos lleva al matadero.
Acordémonos: la información actual sólo cuenta sucesos cuando lo verdaderamente importante son los procesos (Ryszard Kapuscinski).
He visto el mar (la mer, la mer, toujours recommencée). Me he sentado ante él. Lo he escuchado. En tierras mediterráneas. Con el sol de septiembre que tan bien supo plasmar Sorolla. El sábado por la tarde estaba inmenso y me fui a él y nadé largo, mucho, hacia el horizonte y cuando estaba en ese lugar donde la playa ya se ha hecho pequeña y los hombres son siluetas y el sol enrojecido se iba a descansar y yo flotaba, he pensado que el mar jamás tiene miedo.
Escuchaba el mar y sentía dentro de él que iba a morir; sentía que un día este cuerpo que aún teclea, no iba a ser nada; ni ese cielo iba a poder ser visto por mis ojos; pensaba el mar y pensaba el miedo que generan los hombres sobre los hombres y sabía que las sociedades no tienen como premisa (¡Ay, utópico artículo primero de la declaración de los derechos humanos, zanahoria para el burro) primera la libertad y fraternidad de sus miembros.
Casi todos hemos comido hoy en España. Las gentes, las que han decidido participar de este sistema, casi todas (si no todas) en esta parte del mundo, han comido hoy. ¿Qué no sabes tú para poder hablar de lo que está ocurriendo? ¿Qué oscuros arcanos no controlas? ¿Por qué no puedes decir con tan sólo tu sentido común que hay algunos a los que les está haciendo mucho bien esta generación constante de miedo?
Pensémoslo a largo plazo (o medio) porque ese debe de ser uno de los arcanos: la medida de los plazos. Desde el 11 de septiembre de 2011 el miedo es el gran generador de noticias del mundo occidental. El miedo genera insatisfacción. La insatisfacción es buena para controlar a las masas (esto que escribo se sabe, al menos, desde el año 1925). El miedo paraliza. Durante los ocho primeros años del siglo XXI el terror a unos locos sanguinarios árabes, distintos, que vivían en unas montañas en un país escabroso y que tenían entre sus manos las destrucción de nuestro descansado mundo, llenó las páginas y las portadas de todos los medios de comunicación; recuerdo que el miedo era constante; recuerdo una tarde en que iba con mi hija en el metro en el año 2004 tras los atentados de Madrid, en que me entraron sudores fríos ante un paquete que un moro había dejado a su lado; fue tanto mi terror que me bajé antes de la parada. El miedo. El miedo. Siempre el miedo. Siempre la inseguridad. Siempre un enemigo externo, sin rostro y con rostro. Curiosamente ese terror no ha doblegado al mundo occidental. De esto nos empezamos a dar cuenta cuando los atentados ocurrían siempre con armas convencionales (¿dónde está el ántrax? ¿dónde la bomba atómica casera?) y cuando ya el tema recurrente del terror islámico se convirtió en tedio y por lo tanto este Satanás ya no causaba el efecto deseado, llegaron los valientes muchachos de las Fuerzas Especiales americanas y se cargaron sin contemplaciones a ese Demonio horrible que tanto había costado encontrar -viviendo como vivía en un chalet en las afueras de una ciudad de Pakistán (vamos, imposible encontrarlo)- llamado Bin Laden en este año de 2011 (justo en el décimo aniversario de la matanza en New York).
Había por lo tanto que inventar un nuevo miedo. Un terror profundo. Una forma de mantener a las gentes en sus puestos de trabajo. De callar ante el jefe. De ahorrar lo suficiente y comprar también que así ayudamos a nuestro mundo. De detener de forma tajante los grandes movimientos migratorios. De volver a la quietud de los países quietos y ricos. Había que crear un miedo igual al terrorismo islámico pero distinto en sus contenidos (los Masa necesitamos estímulos nuevos). Si antes era que tu hijo saliera volando en pedazos en un centro comercial; ahora va a ser que tu hijo no pueda ir a ese centro comercial porque tú eres un puto miserable que se ha quedado sin trabajo. Había que meter en las mentes del hombre corriente el terror a la pérdida de su statu quo (que si lo analizamos bien era exactamente la misma amenaza latente en el terrorismo islámico). Había que crear una enorme burbuja de terror planetario. Una crisis que llegara a oleadas y que esas olas fueran cada vez más grandes, cada vez más altas, cada más seguidas. Inseguridad. Inseguridad. Inseguridad. Siempre latiendo. Siempre fortaleciéndose. Y lógico será que la catarsis de esta terrible y espantosa crisis no sea lo que han solido ser: una GUERRA. ¡Ah, sí, una buena guerra! Que como toda persona con dos dedos de frente y un poco de cultura sabe, es el gran negocio de los negociantes. Y de paso nos deja extenuados. Y de paso nos recuerda lo que nos va a pasar como nos portemos mal. Y así tras la limpieza catártica a base de bombas y soflamas, volverá un presidio transitorio de calma (perdón, quería escribir periodo transitorio de calma), donde se irán haciendo los negocios y se irán preparando los nuevos terrores con los que mantener controladas a las Masas, que somos fáciles de convencer pero algo tercas, hay que darnos palo para que entremos en el corral y engaño para que entremos por el corredor que nos lleva al matadero.
Acordémonos: la información actual sólo cuenta sucesos cuando lo verdaderamente importante son los procesos (Ryszard Kapuscinski).
He visto el mar (la mer, la mer, toujours recommencée). Me he sentado ante él. Lo he escuchado. En tierras mediterráneas. Con el sol de septiembre que tan bien supo plasmar Sorolla. El sábado por la tarde estaba inmenso y me fui a él y nadé largo, mucho, hacia el horizonte y cuando estaba en ese lugar donde la playa ya se ha hecho pequeña y los hombres son siluetas y el sol enrojecido se iba a descansar y yo flotaba, he pensado que el mar jamás tiene miedo.
Escuchaba el mar y sentía dentro de él que iba a morir; sentía que un día este cuerpo que aún teclea, no iba a ser nada; ni ese cielo iba a poder ser visto por mis ojos; pensaba el mar y pensaba el miedo que generan los hombres sobre los hombres y sabía que las sociedades no tienen como premisa (¡Ay, utópico artículo primero de la declaración de los derechos humanos, zanahoria para el burro) primera la libertad y fraternidad de sus miembros.
The atrocity exhibition
La física me ha cuchicheado un par de evidencias;
la materia las ha puesto en marcha con la lentitud de un motor del principio de los tiempos;
el átomo ha sobrevenido, dulzón, en mi auxilio como si le hubiera llamado a gritos;
la dureza se ha aposentado en mí y me ha regañado;
la elasticidad, al convertirse en curva, ha llegado a unir sus extremos;
la cohesión ha intentado adherirme al sosiego de las rocas
en un rasgo de inmaterialidad, con algo de blandura, a las puertas de la fragilidad, en la raridad de la luz azul de la noche y me ha cubierto con esponjosidad, cual velo:
lo sólido se ha mantenido;
el polvo se ha vuelto cobarde;
el líquido, fluido, se ha hecho evidente al caer la tarde cuando el gas, condensado en vapor, ha humedecido la turbia masa y a una pasta, con burbujas, la ha metido como espuma en una ampolla;
nada era entonces sequedad;
la fusión me llamaba;
la evoparación me esquivaba;
la explosión ardía en mis entrañas
solidificándose en hielo,
dejándome débil.
Hube de llamar a la fuerza
y la intensidad de mi llamada,
sabiamente graduada,
llenó de gravedad el peso de las horas
como si una tensión atirantada
pusiera en movimiento mis glándulas
-rompiendo así todo equilibrio- y husmeara en una estabilidad nueva
que tuviera como principio la firmeza
y una mecánica en todo parecida a la previsibilidad de la máquina;
fui cuña,
fui tarugo,
me sentí palanca,
recto como barra,
exacto como tornillo
despiadado como tuerca.
La rueda-terca- giró sobre su eje;
la polea aligeró el esfuerzo;
la cabria se llamó grúa y el cabrestante, colocado verticalmente, al girar, arrolló la maroma y me elevó hasta conseguir acoplarme a un escudo y unas armas;
¿Dónde queda la levedad?
¿Dónde el aflojamiento?
¿Y la inestabilidad?
¿Y el desacoplamiento?
Pregunté;
la hidraúlica se encargo de empujarme,
el agua ahogó mis preguntas y la inmersión produjo la absorción, a la fuerza, de quimeras y náyades y la filtración en mis venas de un desesperado deseo de amar y el derramamiento de largos insomnios; el chorro de un calamar me rocío con la negrura propia de las gotas. Floté entonces y me volví impermeable a las bombas y a las norias; el estanque me auguró un tiempo nuevo y colocó en mis ideas la idea de cisterna;
presa de un embalse me sentí dique o más bellamente fui malecón y luego canal o menos aún, acequia, hasta llegar a sentirme conducto o tubo que desemboca en un grifo unido, sin remedio a un desagüe, a un sumidero;
y así me veo, sin aire
cual soplo de un invierno frigio que se hubiera actualizado y ayudado por un fuelle hubiera aumentado la presión sobre las calles y hubiera dejado sin función a los barómetros, vacíos de mercurio, sin calor ni frío ni tibieza;
¡ruego un encendimiento, una combustión! ¡ruego al fuego el origen de la llama, la manifestación de la hoguera! Aunque luego no quede más que humo y el hollín afee las aceras; ¡ruego una chispa! o tan sólo pavesa, o ceniza que recuerde el tacto de mi mano, el fragor de mi estupidez; ¡Dadme carbón! ¡A mí la turba! ¡Arrimad la leña! Que encienda el horno de las apetencias y cree, así, un hogar con chimenea; un hogar con cocina donde la calefacción asienta la espera, incombustible;
porque temo el apagamiento, ruego luz y si no el reflejo del lustre que fue brillo; ruego la transparecia del color y su blancura ¡fuera la oscuridad! ¡abajo la sombra! La matidez me sume en una soledad sin nombre, opaca o pálida.
Negrura, ¡no! Que los alumbrados de todas las ciudades se unan en batalla y que los grandes faros y las velas como cirios y las mechas y los pábilos y los candelabros y la óptica y la lente sean anteojos que nos muestren en el espejo la luz sin biombos ni pantallas.
Sonido ven porque el silencio, eléctrico, telegrafía la tristeza en un radio demasiado ancho y el magnetismo de ese sentimiento es un imán que anula la brújula, nos deja ciegos, sin rumbo a mí.
la materia las ha puesto en marcha con la lentitud de un motor del principio de los tiempos;
el átomo ha sobrevenido, dulzón, en mi auxilio como si le hubiera llamado a gritos;
la dureza se ha aposentado en mí y me ha regañado;
la elasticidad, al convertirse en curva, ha llegado a unir sus extremos;
la cohesión ha intentado adherirme al sosiego de las rocas
en un rasgo de inmaterialidad, con algo de blandura, a las puertas de la fragilidad, en la raridad de la luz azul de la noche y me ha cubierto con esponjosidad, cual velo:
lo sólido se ha mantenido;
el polvo se ha vuelto cobarde;
el líquido, fluido, se ha hecho evidente al caer la tarde cuando el gas, condensado en vapor, ha humedecido la turbia masa y a una pasta, con burbujas, la ha metido como espuma en una ampolla;
nada era entonces sequedad;
la fusión me llamaba;
la evoparación me esquivaba;
la explosión ardía en mis entrañas
solidificándose en hielo,
dejándome débil.
Hube de llamar a la fuerza
y la intensidad de mi llamada,
sabiamente graduada,
llenó de gravedad el peso de las horas
como si una tensión atirantada
pusiera en movimiento mis glándulas
-rompiendo así todo equilibrio- y husmeara en una estabilidad nueva
que tuviera como principio la firmeza
y una mecánica en todo parecida a la previsibilidad de la máquina;
fui cuña,
fui tarugo,
me sentí palanca,
recto como barra,
exacto como tornillo
despiadado como tuerca.
La rueda-terca- giró sobre su eje;
la polea aligeró el esfuerzo;
la cabria se llamó grúa y el cabrestante, colocado verticalmente, al girar, arrolló la maroma y me elevó hasta conseguir acoplarme a un escudo y unas armas;
¿Dónde queda la levedad?
¿Dónde el aflojamiento?
¿Y la inestabilidad?
¿Y el desacoplamiento?
Pregunté;
la hidraúlica se encargo de empujarme,
el agua ahogó mis preguntas y la inmersión produjo la absorción, a la fuerza, de quimeras y náyades y la filtración en mis venas de un desesperado deseo de amar y el derramamiento de largos insomnios; el chorro de un calamar me rocío con la negrura propia de las gotas. Floté entonces y me volví impermeable a las bombas y a las norias; el estanque me auguró un tiempo nuevo y colocó en mis ideas la idea de cisterna;
presa de un embalse me sentí dique o más bellamente fui malecón y luego canal o menos aún, acequia, hasta llegar a sentirme conducto o tubo que desemboca en un grifo unido, sin remedio a un desagüe, a un sumidero;
y así me veo, sin aire
cual soplo de un invierno frigio que se hubiera actualizado y ayudado por un fuelle hubiera aumentado la presión sobre las calles y hubiera dejado sin función a los barómetros, vacíos de mercurio, sin calor ni frío ni tibieza;
¡ruego un encendimiento, una combustión! ¡ruego al fuego el origen de la llama, la manifestación de la hoguera! Aunque luego no quede más que humo y el hollín afee las aceras; ¡ruego una chispa! o tan sólo pavesa, o ceniza que recuerde el tacto de mi mano, el fragor de mi estupidez; ¡Dadme carbón! ¡A mí la turba! ¡Arrimad la leña! Que encienda el horno de las apetencias y cree, así, un hogar con chimenea; un hogar con cocina donde la calefacción asienta la espera, incombustible;
porque temo el apagamiento, ruego luz y si no el reflejo del lustre que fue brillo; ruego la transparecia del color y su blancura ¡fuera la oscuridad! ¡abajo la sombra! La matidez me sume en una soledad sin nombre, opaca o pálida.
Negrura, ¡no! Que los alumbrados de todas las ciudades se unan en batalla y que los grandes faros y las velas como cirios y las mechas y los pábilos y los candelabros y la óptica y la lente sean anteojos que nos muestren en el espejo la luz sin biombos ni pantallas.
Sonido ven porque el silencio, eléctrico, telegrafía la tristeza en un radio demasiado ancho y el magnetismo de ese sentimiento es un imán que anula la brújula, nos deja ciegos, sin rumbo a mí.
Miscelánea
Tags : No fabularé Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/09/2011 a las 13:18 | {0}
The atrocity exhibition
¡Ábrete en canal!
AHORA misMO. DEsea las caricias y deja que las hoJAS del otoño venidero te visiten a destiempo.
Ahora miras por la ventana (que estÁ abiertA y es GRAaaaaande y da a un pequeño jarDÍN -no, no un jardín- un pequeño PARque privado para niños. EStán las madres y POCOS padres y se escuchan voces INFANtilES mezcladas con las voces de MuJeR) y la luz del día apenas tiene FUERza. Sabes que más lejos se encuentra el PARQUE públiCO que cierra por las noches; sabes que el arCE sigue creciendo y debe ser más JAPOnés que nunca; no debes preocuparte por sus hojas (amarILLearán cuando sea preciso).
¡Cómo desearías abandoNAR esos pensamientos!
¡Cómo el CIelo se ha adueñado de una parte de tu tiempo!
La ausencia discurre una forma de aCOMPAñarte y la voz de esa mujer te produce una soledad doliente.
¡Drena!
¡DrenA!
Te han dicho que en el EStuaRIO se ha organizado un festín; que tan SÓLO hay que llevar una toalla y que las MUjeRES y los HoMBReS, desinhibidos, se lanzan a una danza cuerpo a cuerpo; te han dicho que han descubierto la NOVENa ESfERa y al escucharlo te has vuelto LISO como una mar dormida.
Una PERsoNA (da igual el sexo en este caso aunque sea una mujer que lleva el pelo recogido en una coleta. Tiene el pelo sucio y el tinte ya se ha desteñido y bebe con una especie de enfado, con un sentimiento de odio -o quizÁ menos- mientras mira a la casa de enfrente y su mirada, en realidad, está en los calzoncillos de su marido que habrá de meter en la lavadora más PRONTO que TARDE y que luego habrá de pLANchar) bebe una jarra de cerVEZA; un gato se ha encaramado en lo alto de la tapia; el vencejo ha sobrevolADO un poco el eDIFICIO (y jurarías que te HA MIRADO y eso te ha hecho sonreír); la hormiga se resiste a INVAdirte; la mosCA- como SIEmpre- aparecerá de improviso; el llanto del niño se convierte en GRito; la PATAda en la PEloTA produce el sonido de recreo de siempre; la voz del ADulTO no calma los ánimos; ELLA se VA; ella SE HA ido.
Sabes que es la hora de emprENDER el vuELO. Te aSUSta no tener alas y miras hacia abajo; el TEJADIllo del campanario queda muy lejos; es tanta la altura a la que te ENCUENTRAS que EN el HORIZonte se alzAn los tres RASCaCIELOS como si estuvieran vivos y caminaran a grandes TRAncos a la conquisTA del CAmpo.
Has de emprendeR el VuelO. No, no tengas MIedo.
AHORA misMO. DEsea las caricias y deja que las hoJAS del otoño venidero te visiten a destiempo.
Ahora miras por la ventana (que estÁ abiertA y es GRAaaaaande y da a un pequeño jarDÍN -no, no un jardín- un pequeño PARque privado para niños. EStán las madres y POCOS padres y se escuchan voces INFANtilES mezcladas con las voces de MuJeR) y la luz del día apenas tiene FUERza. Sabes que más lejos se encuentra el PARQUE públiCO que cierra por las noches; sabes que el arCE sigue creciendo y debe ser más JAPOnés que nunca; no debes preocuparte por sus hojas (amarILLearán cuando sea preciso).
¡Cómo desearías abandoNAR esos pensamientos!
¡Cómo el CIelo se ha adueñado de una parte de tu tiempo!
La ausencia discurre una forma de aCOMPAñarte y la voz de esa mujer te produce una soledad doliente.
¡Drena!
¡DrenA!
Te han dicho que en el EStuaRIO se ha organizado un festín; que tan SÓLO hay que llevar una toalla y que las MUjeRES y los HoMBReS, desinhibidos, se lanzan a una danza cuerpo a cuerpo; te han dicho que han descubierto la NOVENa ESfERa y al escucharlo te has vuelto LISO como una mar dormida.
Una PERsoNA (da igual el sexo en este caso aunque sea una mujer que lleva el pelo recogido en una coleta. Tiene el pelo sucio y el tinte ya se ha desteñido y bebe con una especie de enfado, con un sentimiento de odio -o quizÁ menos- mientras mira a la casa de enfrente y su mirada, en realidad, está en los calzoncillos de su marido que habrá de meter en la lavadora más PRONTO que TARDE y que luego habrá de pLANchar) bebe una jarra de cerVEZA; un gato se ha encaramado en lo alto de la tapia; el vencejo ha sobrevolADO un poco el eDIFICIO (y jurarías que te HA MIRADO y eso te ha hecho sonreír); la hormiga se resiste a INVAdirte; la mosCA- como SIEmpre- aparecerá de improviso; el llanto del niño se convierte en GRito; la PATAda en la PEloTA produce el sonido de recreo de siempre; la voz del ADulTO no calma los ánimos; ELLA se VA; ella SE HA ido.
Sabes que es la hora de emprENDER el vuELO. Te aSUSta no tener alas y miras hacia abajo; el TEJADIllo del campanario queda muy lejos; es tanta la altura a la que te ENCUENTRAS que EN el HORIZonte se alzAn los tres RASCaCIELOS como si estuvieran vivos y caminaran a grandes TRAncos a la conquisTA del CAmpo.
Has de emprendeR el VuelO. No, no tengas MIedo.
Miscelánea
Tags : No fabularé Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/08/2011 a las 22:48 | {0}
The atrocity exhibition
Desde lo más alto ha ido escuCHÁNdose el lamento de los tambores indios y un eco de clarinete quería hundirse entre las sÓlidas rocas del CAÑÓN. ¡Canta, querida niña! Ha susurrado un dáimoN de la noche, el ser invisible que se transparenta en el viento; llegado desde muy lejos, en cónclave con hadas y duendes, a la sombra del sombrero de una seta, decidierON satisfacer las querencias de tu voz; más lejos el mar se ha embravecido y queda en una OLA la secuela de una pierna flácida; no fue obra del tiburón ni del escurridizo virus; fue más bien un accidente del mundo que se empeña en calificar de desastre lo que no es más que una particularidad; sI puedes VIVIR, se dicen; sI PUedes ser autónomo se DICEn, qué defecto se puede dar; luego callan (los seres que conforman el Anima munDI) y brindan con ambrosía recién llegada del Monte OLIMpo; yérguete querido violonchelo, tú ases con tu mano el asa de un ÁNfora REcuBIERta de coral y brilla tu pupila con el fulgor de la estrella; tú pasas por los días sin darles mayor importancia aunque en tu cabeza no quepA el que morirás más tarde; has decidido ser vampira y beberte la sangre de las CIERvas y ocultar al comÚN de los mortales tu condición eterna; no te levantes tan temprano; no te despiertes deprisa; la canción ha de elevarse aún y no son tiempos éstos PARA meditar calamidades; así la noche, la CUAresma arde en un buen rincon del infierno; vomita el volcán; se calma la mandrágORA porque el semén del ahorCADO dejó de gotear y sus pies ni siquiera bailan ya con esta ligera brisa -fresca por fin- que se ha levantado; Bum, dicen los tambores; CRI contesta el grillo; SSSSShhhhhTTT alardea el reptil; UHUHUhuhuhu canta el bÚHo en esta noche repleta de silencios entre los rítmicos zambomBAZOS del tambor; tú elevas la cara hacia la negritud de la noche y un suspiro de aluvión nos dejá en el regazo pepitas de oro; tú elevas los brazos y las mariposas Uranias terminan su migración con éXITO; tú ladeas la cabeza y la montaña adopta tu posición y en el fondo del mar el pez abisal decide apagar para siempre su cuerpo espectral; dáiMON mío, pequeño extraterrestre, deja a la cierva que para otra cierva; permite a la nutria continuar su nado; promete que el lago se vaciará de monstruos; otorga a mi nIñA el don deL AIRE; y VOSotros: canción que llegas de tan lejos; sonidos de los instrumentos de viento; pulsaciones todas que crean los armónicos más sutiles que oído humano haya POdido escuchar jamás; cadencia; puntillo; silencio clAmad, clamad a las nubes para que descarguen el agua que nos merecemos; haced que los puentes se conserven un día más; promoved la comida entre todos los SERes; aglutinad por familias las esferas y el pan; concordar un asunto que no tenía fin; mirad que los ancianos del barrio obreRO se rían de nuevo Y que un bando municipal INVIte a que los niños vuelvan a tomar las calles; haced así, yo os lo pido aunque en mi nombre lo haga la voz de la NIÑA que canta, esas cuerdas vocales que más que cuerdas son hilos de holanda tejidos en forma de colcha que cubre cielos y ciudades y estepas y sabANAS y estadios y hospitales y cuEVAs Y andurriales y soportales y estuarios y cimas y valles y pozos y árboles y hierbas y mares; cómo reDOBLA el MUndo; cóMO se EScUcHa la risa; como alardea el CARdo de su condición sereNA y cómo el humo baja hasta donde el corazón se ELEva.
Miscelánea
Tags : No fabularé Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/08/2011 a las 01:11 | {0}
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Poesía
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/09/2011 a las 13:52 | {0}