Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri




calores de verano sin destino
sois la muerte del hombre
que amó el frío



 

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/06/2017 a las 00:04 | Comentarios {0}


1.- He buscado hoy algo en el viento. El viento, a veces, tiene aires de edad. Así, en la búsqueda, he sentido la vieja historia de siempre. Una historia sin sentido (siempre intentaré llevarle la contraria a Hegel) aunque de ese señor sólo entienda lo que entienden otros -Sánchez Ferlosio, por ejemplo-. Polibio también. Polibio el primero en darle a la historia, perdón a la Historia, un sentido.

2.- Las coaliciones acaban muriendo. Todas las coaliciones acabaron muriendo. (Me digo: hacer un rastreo de las coaliciones muertas). Veo los rostros de las mujeres y hombres que gobiernan el escaparate del mundo -es decir: la política- y veo en esos rostros la codicia. Quizá sea ésa cualidad humana la gran enemiga del gobierno de los pueblos. Recuerdo ahora un comentario clásico del ser humano a propósito de un fiscal anti-corrupción español que ha tenido que dimitir por ser amigo de corruptos y por tener una sociedad mercantil en un paraíso fiscal. El comentario en cuestión era: Tampoco es para tanto. Cualquiera haría lo mismo.

3.- En la lejanía de los hombres, se ve con cierta distancia y también se olvidan los lazos, los hermosos. Ser solitario. Pasear por lugares donde los pájaros son los señores de la música y se escuchan pisadas misteriosas por lugares umbríos. Ver cómo se seca el regato. Oler la ciénaga. Quitarse de en medio la mosca que revolotea ávida de un ácaro de mis pestañas. Inspirar fuerte por el temor a una lejanía que cada día se hace un poquito más grande.

4.- Intuyo, extrañamente, un giro. Y al mismo tiempo me produce una inmensa ternura el esfuerzo de los artistas del siglo XX por acabar con los valores fascistas de la sociedad en la que vivieron. El fascismo no es sólo una forma extrema de conducir la grey. El fascismo es una moral de orden, jerarquía y valores. Los primeros diecisiete años del siglo XXI marcan el triunfo del fascismo en las democracias occidentales alimentado por el nuevo enemigo que va a permitir la represión, el orden y la vigilancia de cada ciudadano: el terrorismo moro.

5.- Buscar una definición que matice a la perfección la diferencia entre terrorismo y guerra. (Evocaciones de Noam Chomsky)

6.- Quizá fuera interesante discutir con Pessoa el relato que escribió titulado El banquero anarquista. La noche ya va cayendo. Van mejor las manos. También mejora el ojo. Hoy he pensado en Borges y también en Juan Goytisolo que ha muerto en una ciudad llamada Marraquesh.

Ensayo

Tags : Ensayo sobre La Conspiración Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/06/2017 a las 01:11 | Comentarios {0}



Como tantas veces he dicho el término
ensayo lo utilizo en el sentido de 
intento.

1.- Ayer el rojo no era tan apasionado. La importancia del desapasionamiento del rojo tendrá que ver con una serie de mecanismos mentales a los que no tengo acceso. A los que no quiero tener acceso.

2.- ¿Narrador en primera persona? ¿Quién es ese yo? Se me cruzan entonces fotogramas de la película El mensajero del miedo. Un soldado descubre que su mente ha sido intervenida. Primera pregunta entonces: ¿Primera persona? ¿Narrador? También una primera afirmación: el narrador no es necesariamente el escritor. Yo también he de descubrir quién es.

3.- Más preguntas ¿El siglo del Yo? (a propósito de una serie de documentales emitidos por la BBC sobre el desarrollo de la idea de la yoidad como estrategia publicitaria). Escribir/investigar sobre E. B.

4.-
Macerar a fuego lento. Captar. Aspirar con intensidad el aire que trae consigo notas húmedas. (A veces veo en el detalle que acaba de ocurrir el inicio de un historiador para contar la anécdota a partir de la cual se produjo el nuevo e imprevisible giro en las sociedades humanas). 

5.- Que navegaré (imagen de olas en un escenario que es el mundo). Me urge por una cuestión de células muertas.

6.- Buenas intenciones. Es ahora el interés por las mareas y por escuchar alguna canción cuya letra no entienda. De espaldas sé que la realidad también está frente a mí. En ocasiones la voluntad dispone de una oportunidad.

7.- Existió aquella colina y la zorra asomó en su cima. Marítimas las ideas. Mecida es esta tarde del último día de mayo. Proyecciones.
 

Ensayo

Tags : Ensayo sobre La Conspiración Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/05/2017 a las 15:02 | Comentarios {0}


Vete a Copenhagen. Arranca la cabeza a La Sirenita (1966). Húndete en el mar con traje de neopreno. ¿Mar Báltico? Hay en el pétalo de la flor sin nombre un juego perverso con el fuego. No te quites los calcetines. Semeja dormir. Después el viento de mayo descubrirá las algas que anidaban en tus axilas y un cocinero japonés hará con ellas un plato con eco de profundidad. Deja la familia a un lado (se perdieron, lo sabes, en el dédalo infantil de un deseo en verso. Por ejemplo: Cuando solté las manos de las cuerdas del columpio/ y salí volando por los aires/ escuché por fin el grito de mi padre/ pidiendo a Dios que mi madre le follara). Vete a Mälmo donde las tardes se hacen eternas y vuelan por las llanuras unos pájaros que se alumbran a sí mismos mientras flotan bajo ellos las arañas. Ya en la noche, en la pensión para pobres, caminarás desnudo por los pasillos buscando con ansia el agujero donde terminar de una puta vez con el tedio de tu sexo. Siente el sabor de la ausencia. Mira por la ventana la mañana. Aguarda el momento en el que el sol, macho intermitente de los días, mujer amarilla para los teutones, estrella enana amarilla, surja del confín y ascienda minuto a minuto hasta el cenit de un espacio sin espacio, de un dominio sin dominio. Cae a plomo. Que bailen tus pies en el vacío del abismo. Ya te han dicho que Bartlebooth ha muerto y han añadido que aquellas bragas negras nunca las verás custodiando el pubis de la mujer menuda y han aplaudido cuando tú, ¡Oh, menesteroso! te has sacudido el hambre con un gran spaghetti rectilíneo. La nada se está haciendo sitio. El rojo ya no implica pasión. La tarde ha soltado un gen. La arena se ha reconstruido en templo. Mujik se alquila a un precio razonable. El sonido de la regadera suelta un bulo sobre la virginidad de La Virgen. El Papa Francisco se ha asomado en pelotas al balcón del Vaticano. Dicen que la Plaza de San Pedro se ha convertido en un gran surtidor de lefa de toro. Manejan las manecillas los idiotas. Las hostias se reparten atadas a un condón. ¡Los coptos!, ha gemido la monja. ¡Los coptos! ha gritado Rajoy mientras se peinaba los huevos con un cepillo. ¡Los coptos! ¡Los coptos! ¡Los coptos! se escucha por todos los rincones de Murcia. Nada ha quedado en La Bastilla. Ni siquiera el niño que se quejaba porque tenía un paisaje húmedo en el cerebro, ha sabido descifrar la última cópula de los ancianos del tercero C. Mana la salvia. Se regodea el cactus. Destila bourbon la teta de la nodriza (en Arkansas, claro). Los campanarios se inundan de flujo vaginal y sus campanas suenan a chocho. ¡Vademecum! ¡Vademecum! ¡Va de retro, José Luis!

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/05/2017 a las 11:26 | Comentarios {0}


El llanto de un recién nacido cuando despierta en la noche porque tiene un cólico o porque está descubriendo el miedo o porque tiene hambre o porque siente añoranza de aquel espacio ácueo en el que estuvo no hace tanto, no crispa necesariamente; puede crispar un día pero por cuestiones ajenas al llanto del niño (hablo, por supuesto, de un bebé que viva en un ambiente suficientemente grato; no entran en esa descripción los ambientes aberrantes, en éstos tan sólo es de esperar que el bebé crezca sin que la tara del horror le carcoma hasta la raíz la ambición por vivir). Lo que genera ese llanto suele ser cansancio que se convierte en sonrisa cuando al mirar al bebé te das cuenta de su desvalimiento y de que ése es -el llanto- su lenguaje para comunicarse -urgentemente- con nosotros.

La vida es extrañamente fría. Quisiera asegurar que existe una realidad objetiva, un mundo que se desvela en algún momento; quisiera creer en la iluminación y que ésta fuera la plena certeza de la verdad. Decía que la vida es fría porque la muerte nos alcanza sin esa plenitud (o acepto que quizá haya excepción a esa norma, lo cual -por mucho que los lógicos arguyan en contrario- se carga la norma. Ya lo demostró con su habitual gracejo el profesor de gimnasia Juan de Mairena).

La manipulación llega a nuestras emociones hasta el punto de que nos sacude más la muerte por bomba en un concierto en Manchester que la muerte por ahogamiento en el mar Mediterráneo. En ambos lugares han muertos niños. Murieron casi en el mismo día. Más murieron en el mar Mediterráneo. La única diferencia es que los niños ahogados eran moros y pobres. Y los niños de Manchester eran europeos y burgueses. Así se ceba la discordia. Así se manipula la opinión. En los últimos cinco meses han muertos miles de seres humanos en el mar Mediterráneo. El mar Mediterráneo es ya un inmenso cementerio líquido.

La vida es extrañamente distante con los vivos. Es como si hubiera una supervida, una superestructura de vida ajena en absoluto a los padecimientos de los entes en los que habita. La vida vive en seres a los que no ama. Quizás esa superestructura se llame ACGT.

Si nos comunicáramos como los bebés, de esa forma tan directa, sin resquicio posible de confusión quizá podríamos atacar la distancia de la vida que nos vive, su frialdad. Si nos encaráramos con la verdad. Si confrontáramos nuestras verdades quizá daríamos con la clave de la certeza de la verdad. ¡Qué lento es el hombre! ¡Qué frágil su emoción! ¡Qué lastre su pensamiento!

Me dice mi amigo  que soy un cascarrabias y que a veces hay en mi discurso una soberbia que me puede haber deparado ya más de un disgusto. Yo me disculpo si alguna vez quise humillar a mi interlocutor porque estoy seguro que más de una vez lo hice. No sé si entonces buscaba confrontar la verdad con otra verdad. No sé si decidí en ese momento desnudarme del ser civilizado que utiliza la artimaña para conseguir su fin y lancé como un vómito la idea que me roía las entrañas. O peor aún: por no atreverme utilicé el sarcasmo como arma.

Hay días que siento que la vida tiene el afán de la araña: no quiere que veas los hilos de su tela; de hecho busca que el sol se refleje en ellos y que ese destello te atraiga para que te acerques y te quedes pegado en ellos y cuanto más luches por despegarte más te enredes mientras empiezas a ver cómo se acerca, sin prisa, velluda, la causa de tu ilusión.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/05/2017 a las 22:25 | Comentarios {0}


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