Esa mirada está en su lugar. El tiempo que trascurre. La meditación. Las ausencias. Todo conforma ese orden que no es preciso, no está ahí, frente a ti para que lo disfrutes y te regocijes.
El orden es difuso. Hay que fijarse en él. Quintidimensional. Llámese orden. Quiero llamarlo orden. Hay que ser cauto y al mismo tiempo (o en una de las otras cuatro dimensiones) audaz.
La quinta dimensión es la percepción. La percepción está fuera del espacio/tiempo. Tiene sus propias reglas y sus propias geografías. Tiene algo de cuántica (en cuanto movilidad difícilmente observable sin alterar lo observado).
Ese orden -para ser visto- exige una gran concentración y una bondad fortísima y una verdad a prueba de espejismos deliciosos. El orden impera si se respetan sus ambigüedades, si el alma se vuelve movediza y pierde su firmeza.
La verdad (cualidad necesaria para entrever el orden) es ligera y flexible como el junco.
Un hombre de sólidos principios es un hombre inevitablemente hipócrita.
La orden es buscar el orden para que se diluya.
Lo que se aprehende se diluye. Su máxima existencia es que deja de existir como no existe lo volitivo en la circulación de la sangre.
El orden es difuso. Hay que fijarse en él. Quintidimensional. Llámese orden. Quiero llamarlo orden. Hay que ser cauto y al mismo tiempo (o en una de las otras cuatro dimensiones) audaz.
La quinta dimensión es la percepción. La percepción está fuera del espacio/tiempo. Tiene sus propias reglas y sus propias geografías. Tiene algo de cuántica (en cuanto movilidad difícilmente observable sin alterar lo observado).
Ese orden -para ser visto- exige una gran concentración y una bondad fortísima y una verdad a prueba de espejismos deliciosos. El orden impera si se respetan sus ambigüedades, si el alma se vuelve movediza y pierde su firmeza.
La verdad (cualidad necesaria para entrever el orden) es ligera y flexible como el junco.
Un hombre de sólidos principios es un hombre inevitablemente hipócrita.
La orden es buscar el orden para que se diluya.
Lo que se aprehende se diluye. Su máxima existencia es que deja de existir como no existe lo volitivo en la circulación de la sangre.
1.- En el haber de nuestra especie está la intención.
1.1- En el haber de nuestra especie está la interpretación de esa intención.
1.2- En el haber de nuestra especie la interpretación de la intención se convierte en la verdad.
1.3- En en el haber de nuestra especie la verdad es un término absoluto.
2.- La intención tiene niveles (nos dicen)
2.1- La primera intención es la evidente.
2.2- La segunda intención guarda secretos que sólo son descifrables en base a la interpretación.
2.3- La verdad (interpretación de la intención) aclara esa segunda intención.
3.- La verdad (interpretación de la intención) ¿qué intención tiene?
4.- Y así ad infinitum...
1.1- En el haber de nuestra especie está la interpretación de esa intención.
1.2- En el haber de nuestra especie la interpretación de la intención se convierte en la verdad.
1.3- En en el haber de nuestra especie la verdad es un término absoluto.
2.- La intención tiene niveles (nos dicen)
2.1- La primera intención es la evidente.
2.2- La segunda intención guarda secretos que sólo son descifrables en base a la interpretación.
2.3- La verdad (interpretación de la intención) aclara esa segunda intención.
3.- La verdad (interpretación de la intención) ¿qué intención tiene?
4.- Y así ad infinitum...
Noticia recogida de un artículo escrito por Pedro Olalla.
Parresia: en la antigua democracia ateniense, virtud para atreverse a usar la palabra en el ágora para decir la verdad.
El término está tomado del griego παρρησία (παν = todo + ρησις / ρημα = locución / discurso) que significa literalmente "decirlo todo" y, por extensión, "hablar libremente", "hablar atrevidamente" o "atrevimiento". Implica no sólo la libertad de expresión sino la obligación de hablar con la verdad para el bien común, incluso frente al peligro individual.
Hace unos días, el eurodiputado de los Verdes Daniel Cohn Bendit habló con inusual parresia ante el Parlamento Europeo: «Es evidente que durante cuatro meses hemos estado mareando la perdiz. Es evidente que nos hemos equivocado. Es evidente que, con esos titubeos, hemos estado dando pábulo a los mercados y a la especulación. Por lo menos, los miembros del Consejo responsables deberían decirlo, deberían decir “es culpa nuestra”. La Sra. Merkel, el Sr. Sarkozy, no sé en realidad qué papel juegan… Lo que le estamos pidiendo al gobierno de Papandreou es algo casi imposible de lograr. Yo le pido a Ecofin y a los presidentes de los gobiernos que piensen si ellos mismos son capaces de hacer en sus países reformas como las que le estamos pidiendo a Grecia. ¿Cuánto tiempo haría falta para reformar el sistema de pensiones en Francia? ¿Cuánto tiempo necesitaría Alemania para arreglar sus pensiones? ¡Y le estamos pidiendo a Papandreou que lo cambie todo en tres meses! Están siendo Uds. totalmente irracionales, y prueba de ello es lo que ahora está pasando en Grecia. No le estamos dando a Papandreou ni a Grecia el tiempo necesario para encontrar una solución consensuada. No existe en Grecia una identificación con el Estado. Existe tan sólo el “cada cual a lo suyo”. Y eso es lamentable. La culpa es de todos: décadas de corrupción de la clase política en Grecia. ¿No deberíamos tratar de convencerles con prácticas y no sólo con decretos? ¡El consenso hace falta crearlo! Y ya verán Uds. lo que va a pasar en España cuando empiecen los problemas. Ya verán en Portugal. Quiero decir con esto que debemos inspirar una actitud de responsabilidad, y no pedir lo imposible. Creo recordar que alguien dijo hace tiempo “¡Quiero que me devuelvan mi dinero!” Y ahora queremos ganar dinero a costa de los griegos. ¡Porque de eso se trata! A nosotros nos prestan al 1,5% o al 3% y nosotros le prestamos a Grecia al 3,5% o al 6%. ¡Estamos haciendo negocio a costa de los griegos y eso es inadmisible!»
»Por otro lado, Europa también puede tomar iniciativas. Guy Verhostaff tiene razón cuando habla de un Fondo Monetario Europeo, de un fondo de inversión y solidaridad. Para llevar a cabo un préstamo europeo habría que modificar los tratados. ¡Pues adelante, camaradas, a modificar los tratados! ¡En nuestra mano está tomar iniciativas! Si el Consejo es incapaz de hacerlo, hagámoslo nosotros, desde este Parlamento. Creemos de una vez un Fondo Monetario Europeo que pueda poner freno a la especulación. Además, le pido al Consejo que le diga al FMI que la Oficina Internacional del Empleo debe tomar cartas en el asunto de lo que está pasando en Grecia. ¡Se trata de personas, no debe decidir sólo el Dinero! ¡Son las instituciones europeas e internacionales del empleo las que deben poner freno al delirio de los financieros!»
»Y finalmente, existe también otra manera de prestar ayuda a los presupuestos de Grecia: tomar de una vez la iniciativa, como Unión Europea que somos, de fomentar el desarme en la región. Una iniciativa política para el desarme entre Grecia y Turquía. Una iniciativa política para que las fuerzas armadas turcas se retiren del norte de Chipre. ¡Si en el fondo somos unos hipócritas! En los últimos meses, Francia le ha vendido seis fragatas a Grecia por 2.500 millones de euros. Helicópteros por 400 millones. Rafale de combate por 100 millones cada uno. Mis “espías” no han sabido decirme si fueron 10, 20 ó 30… Y Alemania le ha vendido a Grecia otros 6 submarinos por otros 1.000 millones. ¡Más transparencia! ¡Si somos unos absolutos hipócritas! ¡Les prestamos dinero para que nos compren armas! Si somos de verdad responsables, garanticemos entre todos la integridad territorial de Grecia. Creo que aplicar estos recortes es más eficaz que recortar sueldos de menos de mil euros. Yo le pido a la Comisión un poco de justicia.»
»Por otro lado, Europa también puede tomar iniciativas. Guy Verhostaff tiene razón cuando habla de un Fondo Monetario Europeo, de un fondo de inversión y solidaridad. Para llevar a cabo un préstamo europeo habría que modificar los tratados. ¡Pues adelante, camaradas, a modificar los tratados! ¡En nuestra mano está tomar iniciativas! Si el Consejo es incapaz de hacerlo, hagámoslo nosotros, desde este Parlamento. Creemos de una vez un Fondo Monetario Europeo que pueda poner freno a la especulación. Además, le pido al Consejo que le diga al FMI que la Oficina Internacional del Empleo debe tomar cartas en el asunto de lo que está pasando en Grecia. ¡Se trata de personas, no debe decidir sólo el Dinero! ¡Son las instituciones europeas e internacionales del empleo las que deben poner freno al delirio de los financieros!»
»Y finalmente, existe también otra manera de prestar ayuda a los presupuestos de Grecia: tomar de una vez la iniciativa, como Unión Europea que somos, de fomentar el desarme en la región. Una iniciativa política para el desarme entre Grecia y Turquía. Una iniciativa política para que las fuerzas armadas turcas se retiren del norte de Chipre. ¡Si en el fondo somos unos hipócritas! En los últimos meses, Francia le ha vendido seis fragatas a Grecia por 2.500 millones de euros. Helicópteros por 400 millones. Rafale de combate por 100 millones cada uno. Mis “espías” no han sabido decirme si fueron 10, 20 ó 30… Y Alemania le ha vendido a Grecia otros 6 submarinos por otros 1.000 millones. ¡Más transparencia! ¡Si somos unos absolutos hipócritas! ¡Les prestamos dinero para que nos compren armas! Si somos de verdad responsables, garanticemos entre todos la integridad territorial de Grecia. Creo que aplicar estos recortes es más eficaz que recortar sueldos de menos de mil euros. Yo le pido a la Comisión un poco de justicia.»
Ágora (ruinas)
Tres son las prohibiciones que ahora me vienen a la cabeza de este gobierno social-demócrata que me alejan de él: la prohibición de fumar en lugares públicos, la prohibición (que quieren aprobar) de que los bollos y otras chucherías contengan regalos y una última que he leído hoy que consiste en prohibir los anuncios de contacto sexual en los periódicos.
Creen que prohibiendo lograrán impedir lo que para ellos son lacras sociales. La sensación que me producen estas prohibiciones es que están dirigidas no a quien promueve la inmoralidad (no digo yo que sea inmoral, lo dice este gobierno tan moralista) sino a quien por costumbre utiliza unas cosas u otras.
Sólo a beneficio de inventario pienso: una de las dos armas más poderosas de consumo consiste en crear una analogía entre el producto a vender (un coche, por ejemplo) y una mujer joven. Si te compras el coche, te viene a decir el anuncio, follas con ésa (no me atrevo a escribir "te la follas" aunque sea ése el verdadero mensaje: con ese pedazo de coche, machote, te follas a quien sea). El sexo sigue siendo un tabú tan intenso, tan extendido; el sexo contiene un deseo tan latente y evidente de tantas frustraciones humanas que me resulta difícil entender cómo a nadie se le puede ocurrir que por decreto una forma de encuentro sexual se erradique.
¿Por qué el comercio sexual es tan depravado? Aventuro una respuesta: porque no está plenamente regulado, legalizado y valorado como un trabajo bueno para la salud de una comunidad. Una comunidad que no folla o folla poco o folla mal es una comunidad con mala follá, que se dice. Una manera de evitar el abuso sería que la propia sociedad fuera superando sus prejuicios en vez de crear unos nuevos. Una sociedad donde mujeres y hombres entendieran la sexualidad como un lugar hermoso, peligroso, excitante, delicado, callado o estridente; una sociedad en la que el encuentro sexual fuera tan natural que pudiera realizarse a la vista de todos (si así se quiere), donde los ardores fueran celebrados con largos encuentros ecuménicos en amplias avenidas; una sociedad desinhibida tendría un efecto curioso: no necesitaría (tanto) los anuncios de contactos... ¡Prohíbalos usted, señora ministra, y asistirá a un aumento de la depravación!
Ocurre lo mismo con los regalos en las chucherías: ¿qué motiva la obesidad en los niños, su mala alimentación? Desde luego no la chuchería. La chuchería es un efecto. Es olvidarnos de que el ser humano es cómodo, indolente y codicioso. Pero sobre todo cómodo. Una sociedad mecanizada, que evita el esfuerzo físico. Una sociedad de horarios imposibles y normas de conducta robóticas ¿cómo no va a poder disfrutar de la levísima recompensa de un avioncito dentro de un huevo Kinder? ¿Y quién puede obligar a nadie a cansarse, a sentir hambre si no se educa su cuerpo ( sólo se educa una parte de él: la cabeza, que por cierto sólo es su octava parte y es la que menos movimiento muscular tiene)?
Y en cuanto al fumar: ¿cuánto de interés crematístico tiene este afán por defender a nuestros pulmones del humo del tabaco? Porque si realmente el interés fuera honesto entonces la extensión de la protección contra humos habría de ser inmensa. Unos ejemplos: ¿cuánto humo de tubos de escape inhala un niño en su cochecito durante el trayecto que le lleva desde su casa hasta el parque? ¿A cuántos cigarrillos corresponde esa inhalación? ¿Cuánto agrede la nube de smog que tantas veces se coloca sobre nuestros cuerpos en los largos y fríos días de los inviernos con sus calefacciones encendidas a todo meter? ¿Y el humo de las refinerías? ¿Y el humo de las papeleras? ¿Y el humo de los vertederos? ¿Y los gases de los aires acondicionados y su calor -que es una forma de humo sobre todo en verano- que expulsan a las calles?
Tengo la impresión de que siempre que se prohibió, se jodió y no desapareció lo prohibido.
Creen que prohibiendo lograrán impedir lo que para ellos son lacras sociales. La sensación que me producen estas prohibiciones es que están dirigidas no a quien promueve la inmoralidad (no digo yo que sea inmoral, lo dice este gobierno tan moralista) sino a quien por costumbre utiliza unas cosas u otras.
Sólo a beneficio de inventario pienso: una de las dos armas más poderosas de consumo consiste en crear una analogía entre el producto a vender (un coche, por ejemplo) y una mujer joven. Si te compras el coche, te viene a decir el anuncio, follas con ésa (no me atrevo a escribir "te la follas" aunque sea ése el verdadero mensaje: con ese pedazo de coche, machote, te follas a quien sea). El sexo sigue siendo un tabú tan intenso, tan extendido; el sexo contiene un deseo tan latente y evidente de tantas frustraciones humanas que me resulta difícil entender cómo a nadie se le puede ocurrir que por decreto una forma de encuentro sexual se erradique.
¿Por qué el comercio sexual es tan depravado? Aventuro una respuesta: porque no está plenamente regulado, legalizado y valorado como un trabajo bueno para la salud de una comunidad. Una comunidad que no folla o folla poco o folla mal es una comunidad con mala follá, que se dice. Una manera de evitar el abuso sería que la propia sociedad fuera superando sus prejuicios en vez de crear unos nuevos. Una sociedad donde mujeres y hombres entendieran la sexualidad como un lugar hermoso, peligroso, excitante, delicado, callado o estridente; una sociedad en la que el encuentro sexual fuera tan natural que pudiera realizarse a la vista de todos (si así se quiere), donde los ardores fueran celebrados con largos encuentros ecuménicos en amplias avenidas; una sociedad desinhibida tendría un efecto curioso: no necesitaría (tanto) los anuncios de contactos... ¡Prohíbalos usted, señora ministra, y asistirá a un aumento de la depravación!
Ocurre lo mismo con los regalos en las chucherías: ¿qué motiva la obesidad en los niños, su mala alimentación? Desde luego no la chuchería. La chuchería es un efecto. Es olvidarnos de que el ser humano es cómodo, indolente y codicioso. Pero sobre todo cómodo. Una sociedad mecanizada, que evita el esfuerzo físico. Una sociedad de horarios imposibles y normas de conducta robóticas ¿cómo no va a poder disfrutar de la levísima recompensa de un avioncito dentro de un huevo Kinder? ¿Y quién puede obligar a nadie a cansarse, a sentir hambre si no se educa su cuerpo ( sólo se educa una parte de él: la cabeza, que por cierto sólo es su octava parte y es la que menos movimiento muscular tiene)?
Y en cuanto al fumar: ¿cuánto de interés crematístico tiene este afán por defender a nuestros pulmones del humo del tabaco? Porque si realmente el interés fuera honesto entonces la extensión de la protección contra humos habría de ser inmensa. Unos ejemplos: ¿cuánto humo de tubos de escape inhala un niño en su cochecito durante el trayecto que le lleva desde su casa hasta el parque? ¿A cuántos cigarrillos corresponde esa inhalación? ¿Cuánto agrede la nube de smog que tantas veces se coloca sobre nuestros cuerpos en los largos y fríos días de los inviernos con sus calefacciones encendidas a todo meter? ¿Y el humo de las refinerías? ¿Y el humo de las papeleras? ¿Y el humo de los vertederos? ¿Y los gases de los aires acondicionados y su calor -que es una forma de humo sobre todo en verano- que expulsan a las calles?
Tengo la impresión de que siempre que se prohibió, se jodió y no desapareció lo prohibido.
Marcha bien. Visión fugaz de un tiempo pasado. Sin saber por qué (sin venir a cuento, hermosa expresión que también podría querer significar: sin merecerse un cuento, es decir: sin avenirse a convertirse en cuento). Nostalgia. Se dice. Nostalgia que es un cuchillo y corta la respiración a la altura del diafragma e inunda el espacio del cerebro que, en el día de hoy, debía de haber estado calmado y listo para trabajar.
Se mantiene este estado hasta la caída de la tarde y pienso que en mis mundos el ocaso vespertino tiene algo de relajante, algo de medicinal y me veo, por fin, sonriendo mientras hago con Violeta unos problemas de geometría que en mi infancia suponían un quebradero para mi cabeza y hoy han supuesto un verdadero goce al ver que, por fin, tras tantos años, los entendía y sabía aplicar la fórmula (bueno, vale, he fallado en uno pero porque he leído mal, ¿eh?).
Le digo a P. que quizá pronto me vaya de su casa. Le alegra por mí. Me alegra por él. Ya está llegando el tiempo.
Se mantiene este estado hasta la caída de la tarde y pienso que en mis mundos el ocaso vespertino tiene algo de relajante, algo de medicinal y me veo, por fin, sonriendo mientras hago con Violeta unos problemas de geometría que en mi infancia suponían un quebradero para mi cabeza y hoy han supuesto un verdadero goce al ver que, por fin, tras tantos años, los entendía y sabía aplicar la fórmula (bueno, vale, he fallado en uno pero porque he leído mal, ¿eh?).
Le digo a P. que quizá pronto me vaya de su casa. Le alegra por mí. Me alegra por él. Ya está llegando el tiempo.
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Ensayo
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/05/2010 a las 23:03 | {0}