Yo no existo es una novela (o no) que empecé a escribir en enero de 2012.
Este es el inicio de la novela en un montaje de audio.
Espero que te guste.
Yo no existo 1ª parte.mp3 (24.31 Mb)
La noche anterior, sobre las tres de la madrugada.
Un bulto se escurre.
Atraviesa el pasillo.
No hay luz.
Sobre la madera gotas de sangre que desaparecen de repente (como si fueran la últimas de un cuerpo).
Vence el sueño.
Lucha la polilla.
No es una pesadilla. Ni es la realidad.
Una duermevela cuya parte dormida tiene miedo y cuya parte velada siente el miedo.
Oscuras las patillas del gitano.
Largas las crines de la yegua.
Profunda la garganta.
Las estrellas asaltan el cielo negro.
Se asoma un gusano de luz.
La perra ladra y se desvanece.
La berrea hurga en las tripas de los machos.
Sueña el estanque que es mar.
Se ilusiona el mar con ser pequeño.
La ardora, febril, asalta la playa con su luminiscencia verde.
Era cerca de Portugal.
Ante el océano sin fin.
La noche anterior, sobre las tres madrugada.
Maúlla el gato negro que nunca es pardo.
Aúlla el carbón en lo más escondido de la mina, protegiendo el grisú.
Desnuda la espalda.
Acuesta la mano.
La barba aprieta el cuello.
El pecho se niega a hincharse.
Barritan en la selva y caen los árboles.
Se abrazan tiempo y pensamiento y conforman el miedo.
Se dicen algo a las tres y cinco.
Un bulto se escurre.
Atraviesa el pasillo.
No hay luz.
Sobre la madera gotas de sangre que desaparecen de repente (como si fueran la últimas de un cuerpo).
Vence el sueño.
Lucha la polilla.
No es una pesadilla. Ni es la realidad.
Una duermevela cuya parte dormida tiene miedo y cuya parte velada siente el miedo.
Oscuras las patillas del gitano.
Largas las crines de la yegua.
Profunda la garganta.
Las estrellas asaltan el cielo negro.
Se asoma un gusano de luz.
La perra ladra y se desvanece.
La berrea hurga en las tripas de los machos.
Sueña el estanque que es mar.
Se ilusiona el mar con ser pequeño.
La ardora, febril, asalta la playa con su luminiscencia verde.
Era cerca de Portugal.
Ante el océano sin fin.
La noche anterior, sobre las tres madrugada.
Maúlla el gato negro que nunca es pardo.
Aúlla el carbón en lo más escondido de la mina, protegiendo el grisú.
Desnuda la espalda.
Acuesta la mano.
La barba aprieta el cuello.
El pecho se niega a hincharse.
Barritan en la selva y caen los árboles.
Se abrazan tiempo y pensamiento y conforman el miedo.
Se dicen algo a las tres y cinco.
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Escena única
ELLA tumbada en una hamaca.
EL riega el césped.
LOS GATOS dormitan en lo alto del tapial.
LOS PERROS siestean.
ELLA: (Con los ojos cerrados)
Bésame.
EL deja la manguera abierta sobre el césped. Se acerca a ELLA. La besa en la boca.
ELLA: (Con los ojos cerrados)
Bésame otra vez.
EL la besa de nuevo.
Se levanta el AIRE del final del día.
Canta un MIRLO macho. Responde cerca la HEMBRA.
ELLA abre los ojos.
EL sonríe y le acaricia la mejilla derecha. Se separa de ella. Coge de nuevo la manguera. Se acerca a una encina.
ELLA:
Dime cuánto dura esta dicha. Dime cuánto dura esta brisa. Cuánto dura tu espalda, recta, mientras riegas. Dime cuánto dura el canto del mirlo. Si tardará mucho en llegar la noche. Si me mirarás mientras me desnudo y luego, cuando me meta en la cama, me abrazarás hasta dolerme. Dime si vas a apretarme hasta dolerme.
EL frente a la encina, de espaldas a ella, escucha sus palabras.
Un GATO se despereza.
Un PERRO, el menor, termina de siestear y busca un juego.
ELLA: (Cierra los ojos de nuevo. Se recuesta)
Estamos solos.
EL termina de regar la encina. Cierra el grifo de la manguera.
La tarde se serena.
EL riega el césped.
LOS GATOS dormitan en lo alto del tapial.
LOS PERROS siestean.
ELLA: (Con los ojos cerrados)
Bésame.
EL deja la manguera abierta sobre el césped. Se acerca a ELLA. La besa en la boca.
ELLA: (Con los ojos cerrados)
Bésame otra vez.
EL la besa de nuevo.
Se levanta el AIRE del final del día.
Canta un MIRLO macho. Responde cerca la HEMBRA.
ELLA abre los ojos.
EL sonríe y le acaricia la mejilla derecha. Se separa de ella. Coge de nuevo la manguera. Se acerca a una encina.
ELLA:
Dime cuánto dura esta dicha. Dime cuánto dura esta brisa. Cuánto dura tu espalda, recta, mientras riegas. Dime cuánto dura el canto del mirlo. Si tardará mucho en llegar la noche. Si me mirarás mientras me desnudo y luego, cuando me meta en la cama, me abrazarás hasta dolerme. Dime si vas a apretarme hasta dolerme.
EL frente a la encina, de espaldas a ella, escucha sus palabras.
Un GATO se despereza.
Un PERRO, el menor, termina de siestear y busca un juego.
ELLA: (Cierra los ojos de nuevo. Se recuesta)
Estamos solos.
EL termina de regar la encina. Cierra el grifo de la manguera.
La tarde se serena.
querer volver a sentir lo que ya no existe hacer una exaltación de la muerte como cuando vuelve a nosotros un recuerdo o su huella o cuando escuchamos un nombre que asociamos a una etapa una etapa muerta exaltación de la muerte de la putrefacción extrañamente no sé una calle y una mano o una playa con vaca donde ocurría algo donde ocurría algo muerto un avión una ensenada una marisma cualquier lugar al que añadamos una emoción asociada o el futuro de una espera la agonía porque llegue ese momento esa luz esa victoria todo eso conforma la perversión cuyo significado alcanza mucho que una simple cuestión sexual ahora juego al ajedrez en una sala que se llama café donde no te juegas nada no te juegas el elo ni te juegas la estima sencillamente juegas casi siempre pierdo casi siempre me divierto antes cuando jugaba con elo que es la puntuación en ajedrez sentía le perversión del orgullo cuando ganaba y la perversión de la humillación cuando perdía porque perder al fin y al cabo es morir algunas escuelas de filosofía moral abogan por vivir el presente quizá sea para evitar la continua perdida la continua muerte que todo lo pervierte porque la perversión turba el orden y la costumbre aferrarse al pasado o al futuro es aferrarse a la muerte yo sé que ahora mi hija está con su amiga y que mi amigo posiblemente esté en su estudio y mi otro amigo se encuentre dormido yo sé que el lago sigue allí y que están naciendo muchas bestias y que los plastas esperan el día para cumplir con sus funciones yo sé que el arce japonés se encuentra a gusto y que el cachorro que ahora dormita sufrió en el momento de su nacimiento lo que todos hemos sufrido yo sé que un hombre se está desnudando yo sé que un niño está muriendo y en el desierto en cualquier desierto hay una lucha soterrada por vivir un día más nada debería ser posiblemente más que eso hasta ahí deberíamos llegar como cuando la amiga se convierte en espejo de las mayores calamidades y todo parece a punto de desvanecerse para siempre y queda a lo lejos la necesidad abrumadora de entenderlo todo de olvidarlo todo y surge en la frialdad de una sala de montaje el más bello final que jamás hubiera imaginado porque la inspiración es verdad que suele pillarle a uno trabajando surge de improviso porque estaba latente porque no estaba pervertida con expectativas o con antecedentes porque no había efectos y causas había la magia de lo presente lo realmente imposible de ser analizado esta noche me he bebido una botella de vino y no estoy borracho lo he ido mojando con un poco de queso y un poco de embutido y unas pocas aceitunas de cuyo nombre no puedo acordarme estoy liando un cigarrillo y escribo frente a la televisión donde una señorita muy sonriente me enseña su culo ante el decorado de la barra de un bar el llanto de los deportistas ha estado antes y el viento tras el día caluroso refresca la casa recuerdo y pervierto este presente que no añade ni resta una gota de sabiduría al movimiento del universo se han pedido liberaciones nuevos rumbos se han hecho ritos se han derramado lágrimas todo transcurre a la velocidad de la luz estornudo escribo 4 pienso en el movimiento Dadá y coloco mi mano izquierda entre mis muslos el cabello negro se ondula al viento de un ventilador lentamente se baja las bragas las escaleras conducen al techo el final es un suspiro que lanza al mundo el prana que previamente fue inspirado
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/05/2012 a las 22:51 | {2}