Contravengo el mandato. Le doy la espalda. No quiero ver la tormenta que baja por la montaña. Me inquieta el viento que se levanta. Viento del suroeste que azota las contraventanas de metal y éstas chocan contra el muro de la casa y se produce el sonido que genera el encuentro entre metal y piedra. Entre metal y piedra. Contravengo el mandato y me acuso. Me digo cosas cuando salgo en la madrugada a dar el último paseo con el perro (un perro y un hombre mayores y jóvenes a un mismo tiempo; juntos desde que el perro tenía dos meses; han pasado trece años) y ante la oscuridad del Mundo me digo esas cosas y físicamente respondo con una contracción del píloro como si esas cosas que me acusan, de las que me acuso ante la oscuridad del Mundo, a cierta altura, con el frío propio de los inviernos, con poca luz eléctrica y un fondo de luces naranjas que titilan en mitad de unas negruras que en algún momento parecen alcanzar el negro puro, tuviera que digerirlas y que pasaran por los ácidos del estómago y sus consecuencias. Hay en los procesos -entendidos éstos como concatenación de sucesos- cadencias que parecen sugerir cierto aire fatal; hay en ellos -en los sucesos y sus procesos subsiguientes- unos análisis posibles que fueran frutos de infinitas interpretaciones pero con una melancólica tendencia común a la escala menor, a la destrucción, al desamor, al adiós. Tiene la tarde un aire modernista. Son tantos los grises que agota imaginarlos. Imagino una mesa camilla cubierta por tres capas. Imagino que todo hubiera sido de otra manera. Que la vida no hubiera sido esto. Me miro en el espejo (la mayor de las contravenciones) y observo los pliegues, en los alrededores de la mirada, que son huellas del pasado. Podría, si quisiera, ponerles -como si fueran batallas- nombres a los procesos que formaron cada uno de esos pliegues. ¡Claro que podría! No pienso llegar a tanto. No pienso nombrar. Ahora he de seguir. Por lo menos un minuto más. Si la fatalidad me lo permite -aunque sea contra-intuitivo pensar en la importancia de un minuto en el tiempo sin fondo en el que somos-; y sin embargo -¡adversativa, sí, adversativa!- ¡Mi reino por un minuto!
El "blason" es un extraño fenómeno literario inventado en el siglo XVI por un tal Clement Marot que está consagrado al elogio de una parte del cuerpo o a su crítica cuando se trata de su reverso: "le contreblason". (Contraportada del libro "Blasons et contreblasons..." Editions Marguerite Waknine.
Vino desde el fin del mundo. Iba montada en una yegua baya. Mientras fue verano cabalgó desnuda. Llegado el invierno cabalgó cubierta por pieles de animal mamífero (cuero de vaca, piel de gata, lana de oveja). En el otoño tuvo alma de cabra y luego se despojó de ella como la muda de las serpientes en los momentos de calma. Vino hermosa como la madurez. Vino con el entusiasmo propio de un amor bien consumado. No quiso pronunciar palabras con sentido y así exclamaba, ¡Polias agrisdunde cataoria mis! y reía y su risa nos contagiaba y reíamos nosotros como si entendiéramos algo. Se alejó y se perdió en una niebla que surgió de improviso como si el tiempo hubiera saltado de octubre a febrero en alguna meseta del hemisferio norte justo cuando el sol asoma y el rocío vibra. No la echamos de menos... fue tan poco el tiempo que estuvo entre nosotros pero sí dejó en nuestro ánimo durante poco más de media jornada la gratitud por una carcajada. Luego nos contaron que llegó muy lejos. Algunos se atrevieron a decir que hasta los desiertos llegó y que al llegar a ellos (los grandes desiertos de arena; los desiertos que marcan la frontera entre lo real y el espejismo; esos lugares en los que el aire reverbera como si tuviera miedo, rama de junco que se apresta ante el mistral; también el desierto de las almas gemelas, incluso de las almas asesinas, de las almas enemigas; desierto vacío de encuentros; desierto de animales solitarios) se adentró con el pecho erguido y la mirada fija en un punto que dijo el poeta, era el nadir de toda una vida. De ella recordamos lo hermosas que eran sus ojeras de mujer recién despertada y cómo a nuestro alrededor, al recordarla, se esparcía un aroma de pan recién hecho, un candeal y al sentir aquellas percepciones el mundo parecía un poco menos dividido y los cuerpos adelgazaban hasta casi quedarse sin membrana. ¡Dulce visión de una vida grata! ¡Personificación de la calma! ¡Alma de las almas!
Tan viejo como un sofisma; los cielos abiertos sobre las nieblas; allá lejos debe de andar la Verdad Revelada que por mor de cierto aliento sentimental deduce que debe de ser un tipo nada especial de apocalipsis; las noches se vuelven frías; aterra el pensamiento; los dedos crean amasijos; se deshilvanaba la madeja en un tiempo lejano cuando los escritores utilizaban plumas de ganso y el alma tenía un regusto cierto; ¿en qué se diferencian realmente el tiempo y el espacio?; atento al silencio; sin ganas de florecer; admite; borra mientras piensa en una música que le aliviara o en un poema que le aliviara o en una pintura que le aliviara o en un baile que le aliviara o en una película que le aliviara o en una máscara que le aliviara o en una joya que le aliviara o en una construcción que le aliviara; sólo piensa; nada alivia; y no sólo es lo propio sino la época que vive, las personas que la rigen, el terror que le producen; intenta borrar mientras piensa en las matanzas que ejecutan los que fueron en su tiempo masacrados y le asusta; piensa en los vagones de metro de todo el mundo atestados por seres que miran hipnotizados unas luces intensísimas que reproducen un mundo intangible –el aura de la obra contemplada in situ escribía Walter Benjamin- y le asusta; piensa en la decadencia de un imperio más y cómo éste, como ser orgánico, como ya hicieron sus antecesores, lucha por sobrevivir aunque sea en forma de cáncer el cual, ya lo sabe, busca la eternidad por medio de la destrucción y le asusta; piensa en la neurotecnología y siente una humorística llamada de la selva, la sensación de ser un mono que arranca, ausente, los pétalos del sexo de un rosal y le asusta; piensa en los que en este momento navegan en embarcaciones frágiles cuales niños desnutridos, por el Mar Tenebroso o por el Ponto inabarcable en esta noche de enero; vienen desde muy lejos; vienen para vivir; le asusta que no lleguen, le asusta que se ahoguen, le asusta que los maltraten, le asusta ser un cobarde; la tarde está tan bonita ha vuelto a escribir;
Ensayo poético
Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/01/2025 a las 19:14 | {0}Leonora y el húsar
I
Cuento
Tags : Leonora y el húsar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/01/2025 a las 17:57 | {0}¿Cuál será su canción? No queráis saber cómo son estos últimos días. El frío es tan intenso que el suelo no termina de deshelarse a lo largo de la luz del día. ¿Cuál será su canción? La canción que cuando la escuche sienta un cosquilleo en el estómago, algo que lanza su memoria hacia aquel día, en aquella hora, justo en ese momento. ¿Cuál es esa canción? ¿Es una canción indie?
Anoche también se acostó muy tarde. Estuvo viendo una película que no le llegó a gustar. Se quedó a verla por no irse a dormir (quizá también para no tener que levantarse temprano; tienen que ser tan bonitas las mañanas en este lugar del mundo; las ha visto alguna vez y suelen ser de un rosa desvaído que contrasta con un delicado azul claro y si no recuerda mal la aurora boreal está allí brillando intensa y fría como son las caricias de la amazona).
Pensó -mientras se preguntaba cuál era tu canción- en la máxima belleza en la contemplación y el máximo sufrimiento en el sentimiento a un mismo tiempo. Así lo sentía ayer cuando ascendía hacia el lago a primera hora de la tarde y el sol del invierno agonizaba tanto que casi se escuchan sus estertores; es una muerte fría; una muerte de sombras y luces frías sobre unas praderas de diciembre frescas como las tetas de unas muchachas veinteañeras. El invierno en las alturas produce contrastes atroces. Contraste como esas luces y esas sombras y ese aire del norte que es un viento helador y esa transparencia del aire y esa pureza de lo que entra hasta los pulmones y luego se exhala y se materializa en un vaho que le lleva a su infancia y a unas katiuscas blancas.
¿Cuál es tu canción? Se pregunta. Coge la cafetera. La abre. Vacía el depósito en la basura. Da un agua a los depósitos de agua y de café. Da un agua al interior de su parte superior. Coge el café tostado natural. Llena los depósitos de agua y café. Cierra la cafetera. La coloca al fuego. ¿Cuál será tu canción? Tú sabes -se dice- lo mucho que me gustaría saberlo; tú sabes lo mucho que me gustaría que vinieras con tu novia a cenar a casa; cenaríamos en el jardín; llevaría hasta la mesa una lámpara de pie y a la fresca de una noche de verano reiríamos los tres y yo pensaría -se sigue diciendo él- ¡qué bellas son! ¡qué buena pareja hacen!
Ha caído la noche; ha vuelto el frío.
Narrativa
Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/12/2024 a las 20:01 | {0}
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Ensayo
Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/01/2025 a las 17:12 | {0}