Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

La letra en redonda del texto corresponde a la entrada de Covarrubias
Las Glosas en cursiva corresponden a Loygorri


Loco


TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA
Sebastián de Covarrubias Orozco

El hombre que ha perdido su juicio; latine insanus, vaesanus, amens, demens, furiosus. La etimología deste vocablo tornará loco a cualquier hombre cuerdo, porque no hay cosa que hinche su vacío.

Glosa Primera
Volverse loco es quedarse vacío, perder la tierra, no hallar centro, no hallar suelo. Hasta la propia palabra huye de su rastro.
Fin glosa primera

Y sea su primera interpretación de la palabra locus, loci, por el lugar, atento que al loco solemos llamar vacío, sin seso; y así aquel lugar parece que queda sin llenarse. En lengua vizcaína loco vale tanto como no firme, y tal es el que no está en su juicio. Otros le dan origen a luco porque en la gentilidad algunos demonios quisieron ser reverenciados fuera de poblado en algunos bosques, cuyo territorio no debía ser violado de ninguno, atreviéndose a cortar dél carrasca, encina, ni otro árbol, so pena de quedar locos y agitados de las furias.

Glosa segunda
Agitado, sin bosque, como si la noche se hubiera ido adueñando del hombre que enloquece, del hombre que se queda sin lugar, sin lecho. Locura empeñarse en encontrar el lugar que es vacío. En el vacío no hay lugar. Ya no hay lugar. Habrás entonces de limpiarte el hígado, purificar la sangre, delimitar el vacío de tu locura. ¡Oh, siempre aprendiz aunque ya casi calavera! Apura tu locura. Apura tu no estar en ninguna parte. Ya no tienes sitio.
Fin glosa segunda

O puédese haber dicho de lucus, a luce, per contrarium sesum, por habérsele ofuscado y entenebrecido el entendimiento. O se dijo a loquendo porque los tales suelen, con la sequedad del celebro, hablar mucho y dar muchas voces; y si bien lo consideramos al hombre que está en su juicio, si es muy hablador, decimos comúnmente ser un loco. Entre loco, tonto y bobo hay mucha diferencia, por causarse estas enfermedades de distintos principios y calidades. La una de la cólera adusta, y la otra de la abundancia de flema.

Glosa tercera
Déjate llevar como el buey -que de ahí la palabra bobo proviene-; de la flema del tonto no te acobardes. Hay en la tontería algo de ligereza como la tristeza del sauce llorón induce al clown; de la cólera adusta del loco no hay más que resignarse. El lugar está vacío por más que tú, viejo bobo, quieras imaginarlo lleno. No hay nada. No puede haber nada. Sólo que aparte de loco tienes un carácter melancólico que te lleva de la exaltación al abatimiento como quien se deja vencer por la tempestad en el mar. A la deriva de ti mismo siendo tú un espacio ya vacío.
Fin glosa tercera

Vide verbo bobo, y en esto me remito a los médicos. Loco atreguado, el que tiene dilucidos intervalos, haciendo treguas con él la locura. Loco perenal, el que perpetuamente persevera en su locura. Proverbio: "El loco por la pena es cuerdo"; este proverbio se verifica algunas veces en los mismos locos de las gavias, a los cuales castigan los que curan dellos, y entonces no temen como hombres, sino como animales, de la manera y forma que el caballo y el perro y otro cualquier bruto se sujeta a la disciplina temiendo el castigo. "Más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena".

Glosa cuarta
A veces paseas y lo ves todo tan claro como cuando la niebla en el valle abjura del otoño. Inspiras fuertemene un aire que te daña y clavas la mirada en un lugar lejano. La noche te atormenta. La calmas con el vino y dejas que tus dedos manejen utensilios: un cuchillo, un estropajo, la cinta que un día anudó su cabello o el broche que prendió una tarde de diciembre en su jersey. A veces lo sabes todo y ese conocimiento te deja aún más vacío y quisieras ser caballo castigado por la amazona o perro condenado a la cadena. No gritas. No maldices. Sabes que el tiempo no es (quizá sí esté) y que el presente sólo es el punto que une un pasado que se fue y un futuro que no existe. Te enloquece el punto que no crea recta y que dura menos que el intervalo en que se piensa.
Fin glosa cuarta

2. aquí se toma loco por el hombre arrojado y inconsiderado en las cosas graves y públicas, pero en cuanto al gobierno particular de su casa están advertidos de lo que les conviene, evitando los inconvenientes que el defuera della no alcanza. Un loco hace ciento, ordinaria cosa es, especialmente entre mozos, si uno dellos da en alguna impertinencia, o sea en traje, o en otra cosa, luego tiene muchos que le sigan, y en las conversaciones si da uno en 3. loquear y travesear, todos los demás le siguen y se descomponen, pareciéndoles que esto es urbanidad y cordura. [Vse. Alocado].

Glosa quinta
Demúdate, no te sonrojes por ello. Ríndete y estrecha la mano y luego, a salvo, como un caballero, como reza tu escudo, sin deshonra, déjate en tu vacío. Hueco por dentro. Asolado. Desterrado. Quizá no llegue el día de estar cuerdo de nuevo. Quizá nunca más sepas que la locura no es gracia que es dada por un daimon griego, ni turbación brutal de las Erinias, ni falta de litio, ni ausencia de sueño. Quizá no quieras saber la etimología de tu condición. Loco. Tonto. Bobo. Dale ese trago al vino. Busca otro diccionario. Quizás en él encuentres las razones de tu corazón que la Razón no entiende.
Fin glosa quinta

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/12/2016 a las 23:30 | Comentarios {0}


Me puedo permitir el lujo de echarte de menos
y levantarme una mañana con cierto desdén hacia mí;
Me puedo atar con desgana los zapatos
y sentir la fatiga de volver a hacer el camino;
Me puedo reír de los que apoyan al Cerdo
y sentarme muy recto para escribir esto;
Me puedo acostar con tedio burgués
y ensoñar un lazo rojo en el pespunte de tus bragas;
Me puedo quedar meditando una posición de ajedrez
y sentir la satisfacción si resuelvo el problema;
Me puedo poner a escribir las frases más líricas
y verter dos lágrimas en la funda de la almohada;
Me puedo cagar en los muertos de los vivos
y salivar ante el olor de un solomillo;
Me puedo herir con mis propios apetitos
y sentir que la vida no tiene sentido;
Me puedo dedicar a masturbarme a las tres
y tras correrme echar un sueñecito;
Me puedo distraer mañana domingo
y acudir a un espectáculo como un feligrés;
Me puedo mecer en los brazos de un dios
y acudir a su perdón por mis torpezas;
Me puedo entregar al gnosticismo
y encontrar en el ocho la razón de los suicidios;
Me puedo permitir el lujo de añorarte
(no tengo un agujero en el estómago);
Me puedo permitir leer el diario
(mi hija no ha muerto inane a mis espaldas);
Me puedo permitir ver cuerpos hermosísimos
(cuerpos llenos de proteínas, glúcidos y lípidos);
Me puedo permitir pensar en el mañana
(mi cuerpo no se está comiendo a sí mismo);
Me puedo permitir quejarme de mi suerte
(mi tribu está saciada: tenemos carnes, pescados, verduras, cereales y lácteos);
Me voy a permitir ir a la cocina
para cortar un trozo de panetone;
Me voy a permitir mirar el teléfono móvil
para ver si me ha llegado algún mensaje;
Me voy a permitir matar el tiempo
porque no tengo hambre
porque no sufro hambre
porque el hambre

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/12/2016 a las 18:05 | Comentarios {0}


Te ha visto a vista de pájaro
Por mucho que el hombre quiera hay en su debe una desdicha que no atempera el paso de los siglos
Ibas cogida de su mano
el monte era bajo
el rumor, a lo lejos, de aquello ahora azul (en la noche negro)
no impedía que él escuchara una conversación de amantes
No era sueño (semper dolens)
La habitación guardaba en su interior el rastro (o resto) de tu olor a mujer dormida
Cada llave no encontraba su cerradura
Cada tecla producía una nota distinta a la esperada
No agobiaba el aire ni las alas extendidas
agobiaba -a vista de pájaro- tu mano enlazada con la suya
Piensa -mientras vuela- ¡Vuelve, Ifigenia, vuelve!
Anhela la infinitud que nos espera -breve lapso es éste al que nos aferramos como el sarmiento se retuerce o la parra se monta sobre sí misma; breve lapso de este ir hacia la nada, siglo a siglo, traza a traza; breve lapso las alas desplegadas; breve, brevísimo el tiempo en que os besasteis una madrugada-; planea sobre una gran llanura con los colores propios del invierno y llega a llorar por una rama que acaba de caer del único rosal.
Tú sigues caminando a su lado, de su mano cogida, observando los avances de una obra de ingeniería en un pueblo con nombre de moñiga; él pájaro, alas abiertas, la mañana avanza, no hay huella -porque en el aire el aleteo no imprime nada-, su ojos se han distraído de tu mano al advertir la carrera de un ratón de campo hacia su madriguera y el hambre entonces, el hambre de pájaro, el hambre llama a la carne...
No mires hacia arriba, mujer a otra mano cogida, que le verás volar en círculos
y descubrirás que no es más que un buitre a la espera
largo cuello como de cisne
marisma como estanque
olor a limo como perfume
la mañana huye, tu mano enlazada se mantiene
él -pájaro en lo alto- volando en círculos, probablemente buitre

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 09/12/2016 a las 12:43 | Comentarios {3}





Se dijo: en la penumbra de la pieza ellos dos lo iluminaban todo
Sabe su boca
También el alba, a veces, se pinta con rouge
Lejos: las olas
Grecia no fue como la imaginaba Goethe
Tampoco este amor es como lo imaginaba él
La llanura hace un quiebro al fondo
Hay un escultor que pide a Afrodita el milagro de la carne en el mármol
dicen que la diosa se lo concedió
La carne en el mar de Alborán
como un paisaje de Oz se atribuye el milagro y el dos
Sabe el sostén
Sabe la baya (una miniatura roja al fondo)
Los días pasan
Diciembre es frío

 

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/12/2016 a las 13:23 | Comentarios {0}


En la huella del jabalí no hay nada (es cierto que la tierra está removida y hay un destrozo evidente de matorrales; es cierto que el corazón se trastoca recordando las batallas a muerte entre ellos, las jaurías y los hombres griegos -lanzas, carros, perros-; es cierto que la oscura pesadumbre de las nubes en noviembre y el conocimiento del celo de sus hembras añaden incertidumbre y riesgo). Afirmo que en la huella del jabalí no hay nada que avise -son sólo ejemplos- de muerte o de mutilación de tendones o de sangría por vena cortada con sus poderosas y afiladas navajas; en la huella del jabalí sí se encuentra un resto de deseo y en ese resto se afirma la contingencia del vivir porque la huella del jabalí en la tierra húmeda de noviembre no es más que el rastro que la vida deja en nuestras vidas. ¿Qué es ese tiempo que acaba de pasar? ¿Dónde ha ido, Areta? ¿Qué es esa concepción del Tiempo que como la huella nos dice que algo estuvo y ya no está? Todo en el tiempo es pérdida. Si no estuviste ya no estarás nunca y ese no tiempo también es pérdida. La huella del jabalí no es el jabalí como el charco formado por la últimas lluvias no es la lluvia ni las caricias que se dieron sirven para recrear las caricias que nunca se dieron. La mujer de esta mañana ya nunca volverá a ser la mujer de esta mañana ni tampoco la risa que se produjo ante un cuadro de Olga Sakarov se volverá a producir nunca. El tiempo sólo deja ruinas tras de sí. La función del tiempo es la ruina como la función de la huella del jabalí es saber que el jabalí ya no está allí (ni sus fauces, ni sus pezuñas, ni su pelo lleno de parásitos, ni sus gruñidos, ni su hocico, ni sus ojos negros y juntos, ni el aire que le rodeaba, ni las nubes que han convertido el monte en un extraño templo -tan oscuro todo como de continua pasión-; como tampoco los besos del hombre de cabellos rizados y oscuros existirán nunca jamás -¡aquellos, aquellos cabellos!- ni tampoco la sonrisa sobre la almohada de una mujer teñida de rubio que jugueteó con su tesoro hasta romperlo -así de peligroso es jugar en exceso con lo que se considere tesoro-; ni existe la decepción que acaba de pasar; la que está ahora, ésta, es nueva y ya ha dejado de ser -a veces me pregunto qué probabilidad existe de dejar una huella en exactamente la misma posición y en el mismo lugar justo en que se dejó otra-), ya nunca estará como estuvo. Así es que mañana volveré. Me dejaré llevar, paso a paso, bastón a bastón, latido a latido, hacia el final del camino donde dicen que se encuentra una banda de jabalíes dispuesta a morderme las entrañas mientras me nombran, a modo de sentencia, momentos memorables que ya nunca serán. Yo voy a ir porque quizá en la lucha que se entable surja del Hades  Eurídice  (como si fuera la primavera), tome partido por mí y luchemos espalda contra espalda contra el tormento de aquellas recitaciones de la banda de cerdos salvajes que escogerán, de seguro, una tarde (era frente al mar. ¿Cuánto hace que no ves el mar, Fernando? Tú que lo amas por encima de toda Naturaleza y que ensueñas tantas noches una escena de mar con las manos enlazadas. Era frente al mar -iniciará su canto la banda de jabalíes al final del camino- una tarde de agosto; la luna naranja, vanidosa de sí, vencía al azul de las aguas y su redondez tenía algo de la esencia de la felicidad pura) ¡Oh, Muerte, Creaturas del mundo subterráneo, acunadme en esta lucha contra sombras que me asombran el presente. Dejad que me muerdan las bestias, que desgarren mi carne, que corten con maestría cirujana mis venas y que pueda desangrarme al final del camino imaginando por última vez los colores del mar (...con las manos enlazadas...)
Jabalí

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/12/2016 a las 20:55 | Comentarios {0}


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