Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Interpretación de la interpretación que Darío Sztajnszrajber hace del primer libro de la Torá o del Pentateuco o de la Biblia*


Desde la empalizada veo el desfile de los muertos (tan sólo los muertos de hoy)
No quiero angustiarme con la probabilidad de la arena que se contiene en los cientos de libros que asumo cada día (porque somos por nuestra cultura judeocristiana fundamentalmente libros y como libros somos relatos y como relatos somos interpretaciones de los escritos. Nunca lo escrito. La Verdad no existe. O la Verdad está vedada a nuestro intelecto).
¿Qué es más importante -o más terrible- que Abraham no dudara en sacrificar a Isaac por la orden de una voz en su cerebro (y de ahí Temor y Temblor de Sören Kierkegaard) o que ante semejante orden Abraham callara y se convirtiera en un secreto (y de ahí Dar la muerte de Jacques Derrida) que ni siquiera dudó en contárselo a Sara?
Una parte de nuestro ser occidental se levanta sobre los cimientos judeocristianos y éstos a su vez se basan en una historia que nada más empezar se inicia con un desacato al Dios, un asesinato entre hermanos, la sodomización por parte de Noé de su hijo (no hablemos de las hijas de Lot etc...) y por supuesto el sacrificio del hijo si la Voz lo exige como prueba. Tampoco olvidemos la otra pata de esta mesa occidental: los griegos y su desprecio de la mujer y de los bárbaros (que no todos los griegos eran de izquierdas). Relatos somos. Secuelas de esos días. Emulación de las interpretaciones que se hicieron de aquellos textos, de aquellos libros... que como nosotros -libros también, lo repito- somos interpretados por los otros y por nosotros mismos. Porque uno a sí mismo también se lee pero no lee lo que está escrito sino lo que interpreta de lo escrito.
Quizás el día en el que dejemos de ser relato y la base de nuestro conocimiento sea por ejemplo la imagen en movimiento, quizás ese día, digo, sea el inicio del fin de la civilización occidental. Y si seguimos los hitos que se nos están presentando ese hecho ya está ocurriendo. Occidente está dejando de ser un relato, una escritura para convertirse en un icono lo que nos llevaría -ciclos de la Historia- a una nueva versión de la civilización Egipcia o quizá de la  civilización Maya o -parece lo más plausible- de la civilización China con sus ideogramas.
Y así el fin de la Historia que se anuncia desde hace unos cuarenta años, es realmente el fin de una historia (en inglés se diferencia mejor la idea. Ellos llaman History al estudio de los aconteceres humanos y Story al argumento de un relato de ficción).

Esta idea del hombre como relato me lleva, en mi experiencia vital, a una curiosa metáfora que es la siguiente: me apasionan los libros porque me apasionan las personas pero mi pasión por los libros es mayor que mi pasión por las personas o sencillamente es menos peligrosa.

*  Si os interesa la conferencia de Darío Sztajnszrajber podéis cllicar en este enlace https://www.youtube.com/watch?v=pRwAyZQIDKs

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/01/2018 a las 20:00 | Comentarios {0}


Vuelvo a ti tras el periplo. No quieras saber. Fue largo. Desanduve mis propias creencias y caí de hinojos un amanecer de invierno ante mis pares. Que libré batallas te lo contarán otros; de las heridas las cicatrices son huellas; los amores fueron de burdel y poco más con lo que no es necesario ni siquiera que me confiese ante ti ni ruegue tu perdón; fueron muchas las noches en vela; muchos fueron los vivacs entre vientos furibundos, lluvias tempestuosas o calores tórridos que ni las alimañas eran capaces de soportar, lo que me enseñó que la mayor de todas es el hombre; fuimos atacados por manadas de lobos; soporté la furia de una osa y sus zarpas me dolerán por siempre cuando el tiempo cambie; desperté con la serpiente alrededor de mi cuello a punto de tragarme; descubrí entre la arena de unas playas ignotas que los animales invisibles son los más odiosos y sus llagas se infectan y sus mordeduras son tan horrendas como llamaradas de volcán; del mundo de los mares tan sólo confirmar que ha de estar loco quien fía su alimento y su vida a esos continentes de agua. No embarques nunca si puedes evitarlo. Quédate en tierra aunque la peste ronde cerca porque los mares son territorios del diablo donde la muerte más terrible acecha tras cada ola y los días se revuelven en un mismo olor a vómito y ausencias; te lo digo yo que he recorrido desde los cálidos mares del sur del mundo hasta los gélidos mares del norte donde las orcas se comían a los hombres tras jugar un rato con ellos como si fueran balones.
He vuelto y ya no soy el mismo y aunque no pienso morirme antes de tiempo ni voy a ir en busca de la Parca tampoco deseo permanecer aquí ni un segundo más del necesario porque ya conozco los ciclos y sus tiempos y ni el fuego de San Telmo, ni las auroras boreales, ni las luciérnagas en las selvas del Trópico, ni las voces agudas de los delfines, ni el vuelo majestuoso del cóndor ni las cataratas que llaman de Iguazú, ni la piel azul de unas mujeres, ni las cabezas reducidas que te traigo como ofrenda, ni los millones de gusanos de seda que vi un día, ni los dátiles que comí en un oasis, ni la persecución de cien serpientes contra un lagarto en un desierto del que olvidé el nombre pero no olvidé que el lagarto venció a las cien serpientes, ni la frescura de un coco, ni la belleza de una ermita camino de Santiago, nada de todo ello, te digo, me atrae hacia la vida, ni subyuga mi voluntad de morir en su momento un rezo o una visión ni la palabra de una vieja sabia que me encontré en Méjico una noche en la que no había luna. Ya nada me irrita. Ya nada me calma. Tan sólo te pido que me dejes sentarme en la hamaca para contemplar cómo la luz del día se eleva y declina, una y otra vez, una y otra vez así el humo se eleva siempre y el agua ha de caer.
No estoy viejo. Me quedan fuerzas. Es ternura lo que siento de haber sido como todos el primer hombre y como todos haberme dado cuenta de ello demasiado tarde.
Déjame -aunque sea sacrílego- terminar diciendo Amén.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/01/2018 a las 00:35 | Comentarios {0}


Poema escrito por Raúl Morales García



Resiste el páncreas
Lo han apuntalado
Así se apuntala una mina
O una casa que parpadea
Sostenido no como un corazón
Sino apretando su tejido
Algo como un petirrojo entre las manos
Entonces el amigo vive
En el palo que muerde
Por el dolor la morfina
Bajo el ciclo de la misma luna
Ha vuelto a su calle
Al ladrido de su perro
La felicidad de la vena
Los trabajos y los días
El amigo
En este azul a lo lejos
En el hilo claro de hoy


Si queréis leer más de Raúl Morales García (y por lo tanto saber más de él cosa que os recomiendo vivamente) podéis hacerlo en 
https://lucesenlaventana.wordpress.com


 

Invitados

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/01/2018 a las 00:58 | Comentarios {0}


A M.


Te he visto temblar bajo la luz del miedo
Cuando se abren los brazos la aurora se despista hacia la noche
No llores, querida mía, porque si fuiste una bestia ahora eres cándida como una anciana
También tú tienes derecho a no haber sabido nada
Lo hermoso es que al fin, un día, puedas definirte con la risa
Porque te he visto bajo la luz del miedo
porque creo que ahora siento más cercana tu mirada y tu voz tiene el eco de esas voces jóvenes, llenas de pujanza
No pasa nada
Yo creo que tú ya sabes que nunca pasará nada
por más que sesudos seres humanos busquen, rebusquen, hurguen, atiendan, vislumbren, se apoyen en, luchen contra, así es la luz y así es la sombra
Ahora en cambio cuando quieres llorar lloras y cuando quieres reír ríes y te gusta ser algo malvada como a las niñas malas algunas mañanas de verano
Yo te ofrezco mi mano y también mis oídos. No mis orejas. mis oídos y te lo digo desde cierta compresión del sentir de los lamas (¡Oh, vanidad! ¡Cuánta vanidad aún en mí!) pero déjame también definirme. Te digo entonces que yo te regalo mis oídos porque el tiempo de las palabras está a punto de terminar. ¡Qué inútil todo esto! ¡Cuántos abrazos pudieran habernos faltado! Por falta de costumbre. Por el terror en las manos... y en el amor.
Y quiero decirte que sí. No sientas que has de tener la confirmación de nadie. Fuiste catedral. Barroca catedral castellana por más que yo, por ejemplo, te hubiera preferido ermita románica, lugar de recogimiento y rezo. Sólo que las tardes se hicieron pesadas y el terror llamó a nuestra puerta e inundó la casa y la llenó de suciedad cientos de años, miles de siglos, casi toda la eternidad. Porque el miedo, ya tú lo sabes, tan sólo es sucio
Ahora por las mañanas
Hace nada era diciembre y caminabas en ropa interior por tu alcoba
Hace nada apenas pude rendirme a la evidencia de que tardaría años, casi toda una vida, en sentir sincera tu risa
Más aún casi no me llegó la vida para oirla. Y es bella. Es bellísima
No así la verdad que buscan sesudos seres humanos (yo entre ellos porque tengo algo de la Maga de Rayuela, de su ingenuidad y de su deseo terrible de saber) a los cuales admiro por sus verdades algunas de las cuales me emocionan hasta el delirio y los busco y los vuelvo a escuchar o a leer o a mirar una y otra vez aunque suelen ser verdades tristísimas porque la vida no se hizo para alegrías y por eso la comedia tiene tanto de mecanismo de relojería, es decir, de falsedad de las medidas
Ríe entonces
Yo ya me callo que mañana tengo que madrugar y por los zócalos de la casa pasea una polilla que no sabe que es invierno
Por  mi visión pasean manchas
Fármacos
Los últimos días
El veneno de la vida

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/01/2018 a las 00:13 | Comentarios {0}


Primero fue Dumbo. Los 101 primeros números. Luego debió de llegar Flash Gordon aunque seguramente no fue así. Demasiado pronto, pienso. Seguro que sí fueron seguidos primero Los cinco y después Los tres investigadores y aparecieron Tintín y Asterix. Yo creo que primero me gustó más Asterix luego el gusto cambió y hoy, a mis casi sesenta años, sigo leyendo Tintín. Debía de tener unos doce años cuando me rompió la cabeza la primera novela y aún recuerdo -y evoco- la sensación de no poder dejar de leer, de sentir un nudo terrible en el estómago, de sufrir con los personajes hasta el extremo de llorar como si fuera uno más de entre ellos. La novela era La vida sale al encuentro. Aunque antes y también muy vívidos estuvieron todos los libros de Sandokan. Nunca estuvieron en mi infancia las novelas de Julio Verne. Luego empecé a leer las novelas que mi madre tenía en su biblioteca y recuerdo Papillon y Chacal, best-sellers de entonces. En esa época estaban muy de moda las novelas de espionaje tras el telón de acero. Fue a los dieciséis años cuando se produjo la transformación. El cristianismo y la lucha de clases en la edición de bolsillo de Austral de tapas amarillas y ahí ya empezaron los grandes libros, las grandes pasiones. A los diecisiete Rayuela y Cronopios y Famas El Libro de Lucas y Los RelatosLa señorita Cora y 62 modelo para armar y antes o durante, porque empezó entonces la costumbre de leer varios libros a la vez, LigeiaLa caída de la casa UsherBereniceEl Pozo y el péndulo. Grandes orgías, constantes orgías entonces de libros y más libros. La fiebre latinoamericana Cien años de soledadLa CatedralLa consagración de la primaveraParadiso y una caída en textos fundamentales La Bibliael Bahavad Gita, El Corán y torrentes novelescos Manhattan Transfer y el encuentro fatal con el teatro Macbeth que me llevó de la mano a la poesía y de la poesía, como si fuera una sucesión natural, me di de bruces con el ensayo y de ahí derivé durante un tiempo en la filosofía a la que, por fin, pude tratar como lo que es: un género literario más. Hasta que vinieron, como si nunca se hubieran ido, los clásicos Poema de GilgameshIlliada, Odisea, La Eneida que me pareció una de las lecturas más maravillosas que jamás he tenido gracias a la magnífica traducción de Javier de Echave-Sustaeta, Geografía o la más increíble enciclopedia que había leído hasta entonces La Historia natural y por supuesto la lectura de los diccionarios, dos resalto entre muchos, El Diccionario de Uso del Español El Diccionario Ideológico cuyas lecturas probablemente me ayudaron para seguir las largas enumeraciones de las sagas mitológicas hasta llegar a esos libros mayores de la imaginación del hombre como son La Diosa BlancaLas máscaras de Dios o Herreros y Alquimistas lecturas que me permitieron aventurarme en los mundos de la física y de la vida orgánica en cuyos textos descubrí el placer de no entender casi nada y también, gracias a la revista Investigación y Ciencia que la perseverancia tiene el premio del conocimiento. 
Ojalá en esta prórroga de mi vida la pasión por la lectura siga siendo la emperatriz de mis pasiones. Ahora Kant y el ornitorrincoTertulia de Boticas y escuela de curanderosHistoria de las drogas, Sobre el amorLolitaKafkaEichman en JerusalénNuestro PuebloHedda GablerTres sombreros de copaLenguaje y silencio...

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/12/2017 a las 22:56 | Comentarios {0}


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