Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

[...] seguía escribiendo su nombre todos los días [...] ahora que la luz se va tan pronto lo relaciona con el inicio de una batalla, la que se producía a campo abierto, según reglas muy antiguas [...] ¿cómo lo hará? ¿cuánto sentido tiene? Frente a ella se alza una negritud rotunda, la que sólo es posible lejos de la metrópoli [...] ese deseo que tiene algo de dolor y verso; hacerlo así, poéticamente, a la manera de A.R. Ammons [...] apenas estaba dispuesta a tomar las llaves de la casa, conducir hasta un pueblo más o menos cercano -entre veinte y treinta kilómetros con su carretera comarcal y su trozo de autopista- en el que hubiera un bar o un pub, algo nocturno y alcohólico [...] no, no lo haría; lo dejaría en dolor y verso como la mañana que amaneció sin nubes para más tarde, más, más tarde [...] no irá en busca; vuelve a sentir el pudor adolescente. Ahora lo sabe: el mito era cierto, el del eterno retorno [...] lo sabe como que la evolución es un término demasiado triste como para ser posible o quizá lo supo, en alguna madrugada, junto al mar, sola, envenenado su cuerpo con el tósigo del beleño; abierta y sola, con la conciencia clara de que lo que escucha no es el mar en una caracola sino el mar en el universo, sean lo que sean esos espacios interestelares, se muevan como se muevan las partículas, existan o no energías oscuras, sienta o no los asteroides; ella sabe que es el mar en el universo lo que escucha con los ojos cerrados, tumbada en la arena, del todo desnuda, abierta como las valvas de los moluscos cuando quieren permitir que las aguas atraviesen sus interioridades; ella sabe el mar, el universo, las valvas, las sales, el beleño, la arena, su pelo, el deseo con algo de dolor y algo de verso; lo sabe [...] la noche estrellada [...] tan a lo lejos [...]
 

Narrativa

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/12/2024 a las 19:02 | Comentarios {0}


Principio de un relato



Herido por la belleza del atardecer -el sol dorado de otoño, los lejanos bosques de arces con sus hojas que apenas podrían soportar unos pocos días más sus colores bermellones y naranjas antes de caer al suelo y alfombrar los senderos con su melancólica tendencia a convertirse en tierra; la silueta de la cordillera mordiendo el cielo que al este estaba verde como si no pudiera soportar la belleza áurea de lo que ocurría en su extremo opuesto; las primeras estrellas que titilaban frente a él y que le recordaban el brillo que había visto en la pupila de su amada Leonora justo antes de despedirse hasta la mañana siguiente...- ¡Oh, si fuera cierto! Si fuera cierto que existía ese mañana. No se había atrevido a decirle que esa misma noche, antes del amanecer, su Regimiento de Húsares levantaba el campamento para encaminarse hacia Krasnoi y proseguir así la retirada de la Grande Armée de suelo ruso; tan sólo la había mirado y había callado con su mano entre las suyas. Como no la soltaba, Leonora se sintió incómoda -iba acompañada por madame de O. y por su hermana Claudine, mucho más pequeña que ella y con un extraño parecido en la forma que ambas tenían de sonreír alterando levemente la comisura derecha de sus labios- e intentó con cierta delicadeza liberarse. Frederick -que así se llamaba el húsar enamorado- reparó en lo inconveniente de su actitud, soltó su mano y enrojeció. Tras tomar aliento le dijo, Lo siento, me había quedado prendado del brillo de sus ojos. Fue ella entonces la que enrojeció y parecieron sus mejillas nubes encendidas por los últimos rayos del sol. Fue entonces cuando ella le dijo, Hasta mañana, mi querido húsar. No deje de venir a visitarnos. Frederick se inclinó graciosamente y Leonora tomó de la mano a su hermana y precedidas por madame O. se dirigieron hacia la dacha. ¡Qué divino le pareció el contraluz que dibujó la silueta de las tres mujeres! ¡Qué leve le pareció el cuerpo de Leonora! y ¡qué hermoso su gesto cuando -justo antes de de confundirse con el horizonte- ella se giró y le sonrió esa sonrisa mínima producida por la apenas perceptible alteración en la comisura derecha de su boca! Frederick quería morir pero no en el camino hacia Krasnoi, no en el fragor de una batalla entre enemigos sino que quería morir entre los brazos de Leonora, quería morir en el fragor de la batalla amorosa. Desesperado, con los ojos arrasados en lágrimas, el húsar se encaminó a su regimiento con la seguridad de que no hacía falta batalla alguna para saber que ya era hombre muerto.
 

Cuento

Tags : Cuentecillos Leonora y el húsar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/11/2024 a las 19:03 | Comentarios {0}


Desnudo

Ya es la hora. Ha de encender la luz. No sabe si empezará a hacerlo poco a poco o si será súbito, de una vez y para siempre [...] no le dirá nada el sueño que tuvo en el que caminaba por la ciudad en la que nunca estuvo (jamás soñó Seúl) [...] es ponerse de pie, atreverse a bailar un calypso a la orilla del mar Caribe mientras sobre una mesa de cristal y forja descansa un ron bien tostado [...] caricias en los muslos, dentro de los muslos, caricias de humedales bajo un cielo más cercano a la Tierra, un cielo que diera la sensación de poder ser alcanzado con tan sólo estirar el brazo [...] cielo de piedra [...] fuego orbital [...] ya, ya es la hora, en este momento de las sociedades del espectáculo donde la hegemonía del cuerpo sigue ejerciendo su tiranía -el cuerpo de Hitler, el cuerpo de Mussolini, el cuerpo de Trump- y la belleza canónica se expande por la inteligencia artificial [...] será ahora y nunca más. Tendrá que mirarse y aceptar la comisura de sus labios, la poca carne que atesoran, lo poco vigorosa que luce su melena. Cae sobre el mundo el frío del invierno; apenas las manos consiguen moverse y el aire que respira le devuelve una historia de aguas [...] podría haber sido mañana [...] será ahora: su cuello, sus hombros (sí, un día, un muchacho, le acarició el hombro y alabó su forma), su pecho, su columna, sus brazos, su cintura, su cadera, sus nalgas, su sexo, sus muslos, sus rodillas, sus gemelos, sus tobillos, sus dedos; ahora ha de ser, tras encender la luz, sí, ahora, súbitamente, sí, a golpe de vista, el fin del mundo, la carne cae, la atardecida [...]
 

Narrativa

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/11/2024 a las 18:55 | Comentarios {0}


Underground. Bob Mazer
Underground. Bob Mazer

¡Imperfección, perra del Hades, cuya mordedura me infecta día a día! ¡Vete de mí! ¡No me sigas más! ¿Por qué me buscas tanto? ¿Cómo me dejé enredar entre tus dientes como si fueras, tú, la belle dame sans merci?
Bosques de agua caían en la mañana. La carretera se iba haciendo líquida y luego [...] el encuentro con unos seres vacíos que contemplaban la belleza como si no fuera con ellos.
¡Maldita! ¡Querida! Siento desfallecer y luego me yergo, me digo, Respira una vez más y suelta el aire como quien mira en la luna nueva la blancura que vendrá. ¡Abrázame! sí, a pesar de todo. ¡Abrázame! No me dejes nunca, nunca; hasta morir quiero ir de tu mano para llegado al Leteo no recordar de quien hasta su orilla había venido toda mi vida acompañado.
Son estos los años más abundantes, cuando soy capaz de contemplar la montaña en la que me he convertido. De ahora en adelante habré de ir arrancando mojones de tierra, desde la cima; los lanzaré más allá del valle de Lágrimas, hasta donde mi vista no alcance y así mojón a mojón convertiré mi ser montaña en fragmentos de tierra y la tierra, ¡Ya lo sabes tú, Amada! no es más que detritus.
Llegué vivo a la noche. Escuché unas canciones de juventud. Recordé a mi madre. Recordé a mi hija y cuando el sueño acariciaba mis mejillas, sentí que volvía a mirarme hermosa y fría como la escarcha petrificada -cuchillos de hielo frente a mí- en el viejo roble de aquella sierra al Norte de un país boreal.
 

Narrativa

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/11/2024 a las 18:50 | Comentarios {0}


Fotografía de Colita
Fotografía de Colita

[...] diría que era la debilidad, abandonarse, pensar, Ya llego. Nada tendré que hacer. Como siempre la vida saldrá antes al encuentro [...] hablé y apenas oía ¿por qué quedaban tan lejos los sonidos? [...] ¿por qué esperaba? ¿no es más hermoso saber que se abandona el barco porque está lleno de ratas? [...] por la noche, quedos, los sueños salieron de sus madrigueras y atravesando túneles de una largura extraordinaria llegaron hasta la conciencia y se mostraron en forma de imágenes; luego quedó de ellos la intensidad de una mirada, un amarillo clara de huevo, la estela de un cometa y el último tintineo de la campanilla del padre [...] por ahí anda el tiempo y el susurro y la dicha [...] por ahí quedaría el olor que renace en el abrazo [...] diría abandonarse por no buscar otro reflexivo que lo punzara más (crucificarse, sostenerse, amilanarse, entregarse, rendirse) [...] aturdimiento también; sí: aturdimiento e ira [...] por eso he subido el puerto en mitad de la ventisca con el pecho descubierto y una soga en la mano izquierda y cuando he llegado a las negras aguas del pantano, la he lanzado con todas mis fuerzas mientras maldecía al Cielo la idea del ahorcamiento [...] escara que brilla bajo la luz de la luna una tumefacción azul [...] sí, porque es hermoso el sonido de las aguas de la rivera; sí, porque la urraca habita el roble desnudo, a punto de invierno [...] así me abandonaría y empezaría la historia de una saga con la siguiente frase... [...]
 

Narrativa

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/11/2024 a las 18:37 | Comentarios {0}


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