Texto enviado por la amante de Isaac Alexander con la siguiente nota: Delirios.
Consiste sólo en extender la mano pero tiene que tener mérito, es decir:
1.- Abundante como la escatología
2.- Destacado como ocurre cuando el sol deja su último rayo en la montaña (la que se diría que está cerca pero ponte a caminar y ahí te quiero ver)
3.- Escaso es la base de la necesidad. Da poco y te necesitarán más. No te recomiendo lo exiguo porque entonces se llega a la inanición y ahí ya cruzas el umbral entre el juego y la crueldad (sí, sí, la crueldad como juego etc...)
4.- Extraordinario sería una de las claves pero no por elevación. Lo esencialmente extraordinario tiene la delicada exactitud del término sencillez.
5.- Indiscutible es el confín de lo que se puede decir. La última frontera. A partir de ahí no hay nada que articular tan sólo contemplación y ausencia, Buda bajo la higuera o un caldero hirviendo.
6.- Indudable la lágrima en el entierro por el hijo que estuvo enfermo y la gracia de la bailarina justo antes de envejecer y la mano que se va quedando atrás. Brisa también y ósculo obsceno.
7.- Innumerable la elegancia. Lo que no se puede decir (o lo que se debe callar). Ser, en ese sentido, inatacable y por lo tanto y por encima de todo, elegante. La elegancia tiene como flor la innumerabilidad porque no se puede contar, se tiene, se es. No hay número para ella, ni siquiera pitagórico.
8.- Insigne en el sentido de que no te deje señal. Es importante que no te deje señal por eso el tatuaje es un atentado contra el mérito; también el olor a lavanda y la clara fuerza del que no hiere con ganas (aquí se admite el que hiere a destiempo o el que disfraza la cara o el que se va abocado a la herida; también se acepta el sonambulismo a la hora de herir de forma insigne).
9.- Insuficiente sin que haya que buscar la relación con escaso. Queremos decir con esto que insuficiente tiene como aval el acaso, no es un término absoluto como sí lo es escaso. Insuficiente sería el manantial de azufre. Insuficiente la respiración sin aire. Insuficiente la enfermedad a medias. Insuficiente el alza que no llega. Entiéndenos, no hagamos una cisma de esto. La llaga se ve siempre. Y la escara duele.
10.- Notable siempre será lo prohibido, por ejemplo, en ese término tan vulgar como es amar. Por eso hacemos especial hincapié en esta palabra porque su cercanía con noble puede y suele llevar a engaño porque lo notable siempre será mediocre, es lo que queda entre lo sucinto y lo excelso y nada quiere, en el fondo, eso para sí. Sobresal o sal pero no te hagas simplemente de notar.
11.- Numeroso es lo que acaece al que espera (en este caso pocas palabras bastan).
12.- Probado y así la ira se apacigua. No temas a la ira. No la esquives. Sólo te diremos que no la dirijas. Mira, cuando los mongoles invadieron Wei al mando de Kublai Khan, el teatro se enseñoreó de los pueblos y quedó claro que la ira se fue yendo entre pinturas y sonrojos (también, es posible, tras un forillo o en un estercolero donde la ira suele abandonar sus besos).
13.- Reconocido el terror has de espantarlo con la risa. No hay otro camino y además has de saber que al final del mismo nadie te espera. Reconocer es vivir porque vivir es volver a ver.
14.- Relevante. No haré (es que en este item he de hablar yo solo) un trabajo etimológico. Hazlo tú. Descubrirás el por qué del ardor en el vientre y la sensación que al final se confirma no tiene más importancia que la de saber estar con los ojos abiertos. Recuerda en todo caso que estar con los ojos abiertos no quiere decir (no deviene en) ser astuto o estar preparado. Estar con los ojos abiertos es estar con los ojos abiertos. Relevante es cuando a ese hecho le añades la brazada, el surco, el año, la mies, la palabra, la decisión, la espalda, el agua, el abrazo, la despedida, la mordaza, la Ciudad-Fortaleza, el cabo, la playa, la escarcha, el hielo o la mudez.
15.- Sobrado de hastío. No te mortifiques. Está todo en ti. Recuérdalo. Nadie puede. Nadie.
16.- Sobresaliente si te bebieras el vino y dejaras para más tarde las últimas noticias. Sabes que al caer la noche, cuando atravesabas el último bosquecillo, el que da a la pequeña subida y la curva a la izquierda y tu perro había saltado una vez más el muro, te dijiste estas palabras: si no vuelve mañana estaré aquí.
17.- Suficiente
1.- Abundante como la escatología
2.- Destacado como ocurre cuando el sol deja su último rayo en la montaña (la que se diría que está cerca pero ponte a caminar y ahí te quiero ver)
3.- Escaso es la base de la necesidad. Da poco y te necesitarán más. No te recomiendo lo exiguo porque entonces se llega a la inanición y ahí ya cruzas el umbral entre el juego y la crueldad (sí, sí, la crueldad como juego etc...)
4.- Extraordinario sería una de las claves pero no por elevación. Lo esencialmente extraordinario tiene la delicada exactitud del término sencillez.
5.- Indiscutible es el confín de lo que se puede decir. La última frontera. A partir de ahí no hay nada que articular tan sólo contemplación y ausencia, Buda bajo la higuera o un caldero hirviendo.
6.- Indudable la lágrima en el entierro por el hijo que estuvo enfermo y la gracia de la bailarina justo antes de envejecer y la mano que se va quedando atrás. Brisa también y ósculo obsceno.
7.- Innumerable la elegancia. Lo que no se puede decir (o lo que se debe callar). Ser, en ese sentido, inatacable y por lo tanto y por encima de todo, elegante. La elegancia tiene como flor la innumerabilidad porque no se puede contar, se tiene, se es. No hay número para ella, ni siquiera pitagórico.
8.- Insigne en el sentido de que no te deje señal. Es importante que no te deje señal por eso el tatuaje es un atentado contra el mérito; también el olor a lavanda y la clara fuerza del que no hiere con ganas (aquí se admite el que hiere a destiempo o el que disfraza la cara o el que se va abocado a la herida; también se acepta el sonambulismo a la hora de herir de forma insigne).
9.- Insuficiente sin que haya que buscar la relación con escaso. Queremos decir con esto que insuficiente tiene como aval el acaso, no es un término absoluto como sí lo es escaso. Insuficiente sería el manantial de azufre. Insuficiente la respiración sin aire. Insuficiente la enfermedad a medias. Insuficiente el alza que no llega. Entiéndenos, no hagamos una cisma de esto. La llaga se ve siempre. Y la escara duele.
10.- Notable siempre será lo prohibido, por ejemplo, en ese término tan vulgar como es amar. Por eso hacemos especial hincapié en esta palabra porque su cercanía con noble puede y suele llevar a engaño porque lo notable siempre será mediocre, es lo que queda entre lo sucinto y lo excelso y nada quiere, en el fondo, eso para sí. Sobresal o sal pero no te hagas simplemente de notar.
11.- Numeroso es lo que acaece al que espera (en este caso pocas palabras bastan).
12.- Probado y así la ira se apacigua. No temas a la ira. No la esquives. Sólo te diremos que no la dirijas. Mira, cuando los mongoles invadieron Wei al mando de Kublai Khan, el teatro se enseñoreó de los pueblos y quedó claro que la ira se fue yendo entre pinturas y sonrojos (también, es posible, tras un forillo o en un estercolero donde la ira suele abandonar sus besos).
13.- Reconocido el terror has de espantarlo con la risa. No hay otro camino y además has de saber que al final del mismo nadie te espera. Reconocer es vivir porque vivir es volver a ver.
14.- Relevante. No haré (es que en este item he de hablar yo solo) un trabajo etimológico. Hazlo tú. Descubrirás el por qué del ardor en el vientre y la sensación que al final se confirma no tiene más importancia que la de saber estar con los ojos abiertos. Recuerda en todo caso que estar con los ojos abiertos no quiere decir (no deviene en) ser astuto o estar preparado. Estar con los ojos abiertos es estar con los ojos abiertos. Relevante es cuando a ese hecho le añades la brazada, el surco, el año, la mies, la palabra, la decisión, la espalda, el agua, el abrazo, la despedida, la mordaza, la Ciudad-Fortaleza, el cabo, la playa, la escarcha, el hielo o la mudez.
15.- Sobrado de hastío. No te mortifiques. Está todo en ti. Recuérdalo. Nadie puede. Nadie.
16.- Sobresaliente si te bebieras el vino y dejaras para más tarde las últimas noticias. Sabes que al caer la noche, cuando atravesabas el último bosquecillo, el que da a la pequeña subida y la curva a la izquierda y tu perro había saltado una vez más el muro, te dijiste estas palabras: si no vuelve mañana estaré aquí.
17.- Suficiente
En el día de tu centésimo primer cumpleaños has de saber que el sol te acompaña como si el veranillo de San Martín se hubiera adelantado para señorear de luz la luz que tú fuiste y la que sigues siendo por más que, lentamente, te vayas diluyendo en las aguas del tiempo y al final seas Flor de Bach, esencia pura -diluida en millones de segundos- de la bondad.
Has de saber que las cuitas de los humanos siguen pasando y que incluso alguien de cuyo nombre no quiero acordarme -por respeto a ti y a ella- quiso encizañar mi recuerdo de ti hace poco más de dos meses. Fíjate, querida Julia, han pasado ya ocho años de tu muerte -si no me equivoco pues ya no llevo la cuenta de los años sin ti y siempre cuento cuando estabas- y aún colea en mentes vivas tus filias y tus fobias y alguien quiere hacerme ver, en este año, que tú no eras perfecta. ¡Ay, vieja mía, uñas rojas, olor a limpia! ¡Qué cojones me importa lo que fueras! ¡Qué me importa si quisiste más a Fulanito o a Menganita si yo -poniendo por caso que me llamara Zutanito- aprendí lo poco que haya aprendido del amor en tus manos! Así es que hoy es día de gozo y recuerdo: tu nacimiento en Argamasilla de Calatrava, provincia de Ciudad Real, este día de noviembre de 1914 y honro a tu madre Felisa y a tu padre Ginés y te veo en la furgoneta de prensa cuando entraste en Madrid, ciudad sitiada, escondida entre periódicos y río de nuevo si te veo vendiendo pajaritos fritos en la España mísera de la posguerra con los fascistas mandando y los curas manoseándose los huevos y ensoñando pecados bajo la bota militar de Francisco Criminal Franco. Y tu llegada a mi casa. Y tu estar siempre al frente de nuestro dolor. Firme y sensible. Y tu primera vejez, tan delicada. Tampoco olvido tus últimos meses y lo bien que hiciste muriendo. Lo a gustito que debiste quedarte.
Ya sabes que no iré a visitarte al nicho y más sabiendo que en veinticinco años sacarán tus huesos y meterán los de otro al haber alquilado por ese tiempo el tiempo de tu reposo. Sabes que yo te visito en el quejigo o en el olor de Madrid o cuando veo alguna vez el corto que rodé en tu casa y yo sé que tú me visitas a mí, mi florecita de Bach, mi recuerdo siempre; tus ojillos enfermos; tu risa franca; el olor de tus guisos y el último a dormir.
Has de saber que las cuitas de los humanos siguen pasando y que incluso alguien de cuyo nombre no quiero acordarme -por respeto a ti y a ella- quiso encizañar mi recuerdo de ti hace poco más de dos meses. Fíjate, querida Julia, han pasado ya ocho años de tu muerte -si no me equivoco pues ya no llevo la cuenta de los años sin ti y siempre cuento cuando estabas- y aún colea en mentes vivas tus filias y tus fobias y alguien quiere hacerme ver, en este año, que tú no eras perfecta. ¡Ay, vieja mía, uñas rojas, olor a limpia! ¡Qué cojones me importa lo que fueras! ¡Qué me importa si quisiste más a Fulanito o a Menganita si yo -poniendo por caso que me llamara Zutanito- aprendí lo poco que haya aprendido del amor en tus manos! Así es que hoy es día de gozo y recuerdo: tu nacimiento en Argamasilla de Calatrava, provincia de Ciudad Real, este día de noviembre de 1914 y honro a tu madre Felisa y a tu padre Ginés y te veo en la furgoneta de prensa cuando entraste en Madrid, ciudad sitiada, escondida entre periódicos y río de nuevo si te veo vendiendo pajaritos fritos en la España mísera de la posguerra con los fascistas mandando y los curas manoseándose los huevos y ensoñando pecados bajo la bota militar de Francisco Criminal Franco. Y tu llegada a mi casa. Y tu estar siempre al frente de nuestro dolor. Firme y sensible. Y tu primera vejez, tan delicada. Tampoco olvido tus últimos meses y lo bien que hiciste muriendo. Lo a gustito que debiste quedarte.
Ya sabes que no iré a visitarte al nicho y más sabiendo que en veinticinco años sacarán tus huesos y meterán los de otro al haber alquilado por ese tiempo el tiempo de tu reposo. Sabes que yo te visito en el quejigo o en el olor de Madrid o cuando veo alguna vez el corto que rodé en tu casa y yo sé que tú me visitas a mí, mi florecita de Bach, mi recuerdo siempre; tus ojillos enfermos; tu risa franca; el olor de tus guisos y el último a dormir.
Querido Fernando:
Parece que por fin la continuidad de la vida me está llamando, me muero. No sé si tendré tiempo de enviarte alguno que otro de mis ensayos -siempre la palabra ensayo en el sentido de intento (como tú decidiste utilizarlo también en tus escritos)- porque hay días en que me falta el aire y siento un dolor muy intenso en el abdomen que me hace retorcerme en unos dolores deliciosos y terribles que me provocan vómitos y largas convalecencias; es cierto que en ocasiones tengo apego a los colores de este mundo y a la música que provoca el viento cuando entra desde el mar y se retuerce entre los pinos y que el tacto que tantos placeres me ha causado intuyo que no tendrá desarrollo en el próximo mundo hacia el que me dirijo y menos aún los olores y sabores que este planeta enfermo nos ofrece aún entre estertores de monóxidos, amoniacos, azufres y vertidos innobles. Sí, amigo mío, en ocasiones tengo miedo y sollozo en las madrugadas por no tener ya fuerzas, ni ganas, de amar otro cuerpo y sentir en mi espalda su calor y sin embargo entre este marasmo de tisanas, asfixias, vómitos y punzadas mezclado con las alucinaciones propias de los cerebros que se pudren y que debido a los fallos en sus redes neuronales confunden un higo con la idea del año nuevo o al ver a un niño creen estar viendo un tejado de varias aguas, hay algo que me alegra y es la curiosidad que tengo por morir, estar ya cerca, saber que muero, saber que podría ser en este mismo instante cuando le estoy dictando a mi última amante que además es una vieja amiga, estas palabras, el momento en el que el corazón se detenga y el cerebro deje de divagar por fin y se relaje y pueda estar en disposición de meditar eternamente. Si así ocurriera y no tuviera tiempo para transmitirte mis últimas palabras, sabe que siempre te he tenido en alta estima aunque no haya podido evitar pensar en ti -en muchas ocasiones- como en un ser en mucho estúpido.
Deja que te explique:
Vivir no tiene fundamento. Tú por mucho que lo escribas y por mucho que lo pienses jamás llegarás a conclusión válida alguna. Hay algo en tu escritura que peca aún de victimismo y sé que estás luchando contra ello cosa que de alguna forma te honraría si luchar sirviera para algo. De nada sirve luchar, amigo mío y yo sé que tú ya has vislumbrado que tu victimismo es constructo de una mente creada hace ya demasiado tiempo sólo que aún no lo has interiorizado, no lo has hecho tuyo y eso no se consigue luchando sino más bien al contrario, has de quedarte en paz contigo mismo.
Adoleces de soledad, te leo a veces. Deja de quejarte porque tu soledad es tu castillo y en tu castillo -como Montaigne en el suyo- eres dueño absoluto de tus actos y a nadie has de rendir cuentas. Acepta que eres un cobarde porque salir al mundo todos los días, enfrentarse a los otros hasta tarde y volver a la noche a la casa eso sólo lo hacen los valientes o los desesperados. Eres feliz alejado de los errores mundanos. Te aterra errar y eso también es constructo que tú no forjaste. Así es que, querido amigo, déjate ser, no es ni mejor ni peor ser aceptado por los otros, ni hay que llegar a ningún sitio porque como mucho podemos decir de nosotros mismos que somos entes que albergan a nuestros verdaderos dueños que son los genes y éstos son pura química, sustancias que no piensan, compuestos sin arrogancia y con una única misión: que tú desees juntarte a otro de tu especie para generar otro ente que los albergue a ellos.
Ama y sé paciente. Ama cuanto puedas y sé paciente siempre. La mujer a la que deseas se merecerá siempre tu paciencia y si algún día ella vuelve a ti -aunque sea una tarde, con prisas y en silencio- ámala como si fuera la vez primera, trátala con la dulzura y la fuerza del océano y luego deja que se vaya y vuelve a someterte a la paciencia. Amar es dejar ser lo que uno quiera y el ser está en el tiempo y el tiempo -tú lo sabes- siempre espera.
¡Cómo anhelo el recuerdo del vino! Ahora ya no puedo sentirlo. Y me fatigo.
Mi amante y vieja amiga me dice que lo deje, que mañana -si quiero- podré seguir un rato; me lo dice con la boca pequeña y la miel en los labios como escuchan los niños que tienen una madre buena sus últimas palabras de buenas noches antes del beso en la frente. Por si no llego a mañana quisiera agradecerte el espacio que has dejado para mí en tu vida y en tus notas y las muchas veces que nos hemos reído, que reír es la sal de la vida, lo más cercano al abrazo. Y para que no quede todo en crítica o en pequeña advocación, sentir de viejo, mantén vivo ese don que tu camino te ha dado y que es saber escuchar cuando hay que hacerlo.
Estoy llorando. Me duele el bazo. Ya estoy llegando.
Parece que por fin la continuidad de la vida me está llamando, me muero. No sé si tendré tiempo de enviarte alguno que otro de mis ensayos -siempre la palabra ensayo en el sentido de intento (como tú decidiste utilizarlo también en tus escritos)- porque hay días en que me falta el aire y siento un dolor muy intenso en el abdomen que me hace retorcerme en unos dolores deliciosos y terribles que me provocan vómitos y largas convalecencias; es cierto que en ocasiones tengo apego a los colores de este mundo y a la música que provoca el viento cuando entra desde el mar y se retuerce entre los pinos y que el tacto que tantos placeres me ha causado intuyo que no tendrá desarrollo en el próximo mundo hacia el que me dirijo y menos aún los olores y sabores que este planeta enfermo nos ofrece aún entre estertores de monóxidos, amoniacos, azufres y vertidos innobles. Sí, amigo mío, en ocasiones tengo miedo y sollozo en las madrugadas por no tener ya fuerzas, ni ganas, de amar otro cuerpo y sentir en mi espalda su calor y sin embargo entre este marasmo de tisanas, asfixias, vómitos y punzadas mezclado con las alucinaciones propias de los cerebros que se pudren y que debido a los fallos en sus redes neuronales confunden un higo con la idea del año nuevo o al ver a un niño creen estar viendo un tejado de varias aguas, hay algo que me alegra y es la curiosidad que tengo por morir, estar ya cerca, saber que muero, saber que podría ser en este mismo instante cuando le estoy dictando a mi última amante que además es una vieja amiga, estas palabras, el momento en el que el corazón se detenga y el cerebro deje de divagar por fin y se relaje y pueda estar en disposición de meditar eternamente. Si así ocurriera y no tuviera tiempo para transmitirte mis últimas palabras, sabe que siempre te he tenido en alta estima aunque no haya podido evitar pensar en ti -en muchas ocasiones- como en un ser en mucho estúpido.
Deja que te explique:
Vivir no tiene fundamento. Tú por mucho que lo escribas y por mucho que lo pienses jamás llegarás a conclusión válida alguna. Hay algo en tu escritura que peca aún de victimismo y sé que estás luchando contra ello cosa que de alguna forma te honraría si luchar sirviera para algo. De nada sirve luchar, amigo mío y yo sé que tú ya has vislumbrado que tu victimismo es constructo de una mente creada hace ya demasiado tiempo sólo que aún no lo has interiorizado, no lo has hecho tuyo y eso no se consigue luchando sino más bien al contrario, has de quedarte en paz contigo mismo.
Adoleces de soledad, te leo a veces. Deja de quejarte porque tu soledad es tu castillo y en tu castillo -como Montaigne en el suyo- eres dueño absoluto de tus actos y a nadie has de rendir cuentas. Acepta que eres un cobarde porque salir al mundo todos los días, enfrentarse a los otros hasta tarde y volver a la noche a la casa eso sólo lo hacen los valientes o los desesperados. Eres feliz alejado de los errores mundanos. Te aterra errar y eso también es constructo que tú no forjaste. Así es que, querido amigo, déjate ser, no es ni mejor ni peor ser aceptado por los otros, ni hay que llegar a ningún sitio porque como mucho podemos decir de nosotros mismos que somos entes que albergan a nuestros verdaderos dueños que son los genes y éstos son pura química, sustancias que no piensan, compuestos sin arrogancia y con una única misión: que tú desees juntarte a otro de tu especie para generar otro ente que los albergue a ellos.
Ama y sé paciente. Ama cuanto puedas y sé paciente siempre. La mujer a la que deseas se merecerá siempre tu paciencia y si algún día ella vuelve a ti -aunque sea una tarde, con prisas y en silencio- ámala como si fuera la vez primera, trátala con la dulzura y la fuerza del océano y luego deja que se vaya y vuelve a someterte a la paciencia. Amar es dejar ser lo que uno quiera y el ser está en el tiempo y el tiempo -tú lo sabes- siempre espera.
¡Cómo anhelo el recuerdo del vino! Ahora ya no puedo sentirlo. Y me fatigo.
Mi amante y vieja amiga me dice que lo deje, que mañana -si quiero- podré seguir un rato; me lo dice con la boca pequeña y la miel en los labios como escuchan los niños que tienen una madre buena sus últimas palabras de buenas noches antes del beso en la frente. Por si no llego a mañana quisiera agradecerte el espacio que has dejado para mí en tu vida y en tus notas y las muchas veces que nos hemos reído, que reír es la sal de la vida, lo más cercano al abrazo. Y para que no quede todo en crítica o en pequeña advocación, sentir de viejo, mantén vivo ese don que tu camino te ha dado y que es saber escuchar cuando hay que hacerlo.
Estoy llorando. Me duele el bazo. Ya estoy llegando.
Tuyo siempre
Isaac Alexander
Isaac Alexander
Ensayo
Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/11/2015 a las 01:28 | {0}
Si pudiera invocarte en esta tarde lluviosa
Si fueras el olor a tierra del tronco arrancado de ella
No voy a someterme a un largo proceso
apenas me mantengo en pie y eso ya es mucho
Quiero que escuches
un soneto que no voy a escribir
y la invocación a la Cerda, la Vaca, la Zorra, la Lechuza, la Manzana
sólo son formas solapadas de expresarte mi deseo
Porque quisiera follar contigo bajo esta lluvia fina
en el soto del bosque donde los árboles visten túnicas y se mecen ebrios
y el musgo se asemeja tanto a tu coño que suspiro en él y a él miro
Porque he sentido al mirar el fresno apenas ya amarillo más bien marrón desnudo
una añoranza de tu espalda, de la metáfora de tu cuerpo como un vasto mapa
que escondiera la realidad tuya, la que se me escapa, la que siempre se me ha escapado
Triple en toda
Triple desnuda
Triple abierta
Triple húmeda
Hay días, necesito que lo sepas, en que todo ha terminado
y ni siquiera al ritmo de mi mano izquierda apareces
y todo se ha diluido en un montón de asperezas como las que hay en el camino y que sólo se muestran cuando uno se fija en ellas
Y luego, de repente, tras los juncales, donde se divisa un agua estancada y aún así hermosa, una punzada en el pecho me dice que el tiempo del olvido aún no ha llegado y que debo respirar para no abandonarme a ti y que debo meditar para saber que todo es orden
Triple tus pezones
Triple tus lunares
Triple tus axilas
Triple tus nalgas
Y ese recuerdo de mis manos por tu cuerpo y de las tuyas por el mío cuando la tarde se había callado para escuchar nuestros gritos y la luz había huido lo justo para dejarnos en la penumbra y nuestras bocas y nuestros dientes entrechocando y nuestras ganas al unísono del otro y entonces, sí, entonces, sé que tú aún lo recuerdas, nos extasiábamos en un placer intenso que irradiaba desde tu vagina y mi polla a todo el cuerpo (porque en ese instante tu cuerpo y el mío eran sólo uno, fusión de mapas, encuentro de geografías)
Triple la risa
Triple la noche
Triple el abrazo
No me avergüenza decirlo
Tengo el pelo mojado
Las manos me saben a tierra
Sé que la noche está fuera
y también que dios te ha condenado a mi ausencia
Por eso reniego de dios y lo maldigo
en nombre de tus ojos cuando me miraban y de los míos cuando sonreían ante la rojez de un vino que reposó en barrica de roble y ruego a la Diosa que te ilumine y te haga ver la fuerza de mi abrazo y te haga recordar el sabor a almendra de mi semen y las veces que te reíste tras la fatiga de amar
Porque sé que todo tiene su fin
Porque nací en las grandes ciudades de occidente
Porque Eros es el mejor antídoto contra la muerte
Porque hoy he sentido que me moría más
Si fueras el olor a tierra del tronco arrancado de ella
No voy a someterme a un largo proceso
apenas me mantengo en pie y eso ya es mucho
Quiero que escuches
un soneto que no voy a escribir
y la invocación a la Cerda, la Vaca, la Zorra, la Lechuza, la Manzana
sólo son formas solapadas de expresarte mi deseo
Porque quisiera follar contigo bajo esta lluvia fina
en el soto del bosque donde los árboles visten túnicas y se mecen ebrios
y el musgo se asemeja tanto a tu coño que suspiro en él y a él miro
Porque he sentido al mirar el fresno apenas ya amarillo más bien marrón desnudo
una añoranza de tu espalda, de la metáfora de tu cuerpo como un vasto mapa
que escondiera la realidad tuya, la que se me escapa, la que siempre se me ha escapado
Triple en toda
Triple desnuda
Triple abierta
Triple húmeda
Hay días, necesito que lo sepas, en que todo ha terminado
y ni siquiera al ritmo de mi mano izquierda apareces
y todo se ha diluido en un montón de asperezas como las que hay en el camino y que sólo se muestran cuando uno se fija en ellas
Y luego, de repente, tras los juncales, donde se divisa un agua estancada y aún así hermosa, una punzada en el pecho me dice que el tiempo del olvido aún no ha llegado y que debo respirar para no abandonarme a ti y que debo meditar para saber que todo es orden
Triple tus pezones
Triple tus lunares
Triple tus axilas
Triple tus nalgas
Y ese recuerdo de mis manos por tu cuerpo y de las tuyas por el mío cuando la tarde se había callado para escuchar nuestros gritos y la luz había huido lo justo para dejarnos en la penumbra y nuestras bocas y nuestros dientes entrechocando y nuestras ganas al unísono del otro y entonces, sí, entonces, sé que tú aún lo recuerdas, nos extasiábamos en un placer intenso que irradiaba desde tu vagina y mi polla a todo el cuerpo (porque en ese instante tu cuerpo y el mío eran sólo uno, fusión de mapas, encuentro de geografías)
Triple la risa
Triple la noche
Triple el abrazo
No me avergüenza decirlo
Tengo el pelo mojado
Las manos me saben a tierra
Sé que la noche está fuera
y también que dios te ha condenado a mi ausencia
Por eso reniego de dios y lo maldigo
en nombre de tus ojos cuando me miraban y de los míos cuando sonreían ante la rojez de un vino que reposó en barrica de roble y ruego a la Diosa que te ilumine y te haga ver la fuerza de mi abrazo y te haga recordar el sabor a almendra de mi semen y las veces que te reíste tras la fatiga de amar
Porque sé que todo tiene su fin
Porque nací en las grandes ciudades de occidente
Porque Eros es el mejor antídoto contra la muerte
Porque hoy he sentido que me moría más
Narrativa
Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/11/2015 a las 19:12 | {0}
Ya sabemos que el fresno se vuelve amarillo en el otoño y que en su mano izquierda guarda el tesoro del ritmo
Sabemos que las suplicantes huían de aquellos salvajes que iban a por sus coños (como salvaje había sido Zeus)
Reconocimos pronto la caída en la calle que corría paralela al lugar donde la abatieron
y aún así queremos expresar una duda que corroe a veces la sonrisa: ¿Por qué no descansó?
Hemos oído decir que alguien le habló de aquella mujer que fue envejeciendo al ritmo de sus ahogos y que al comentarle una sensación de cansancio en el rostro de ella, atisbamos la lejanía como una dimensión temporal más que espacial
Sabemos que deseaba con cierta ansiedad el reencuentro y que poco a poco, fiel a sí mismo, fue domando sus ganas hasta dejarlas posadas en lo hondo del callejón donde se encuentra el garaje que oculta una plantación de marihuana y que hubo en la mudanza de la vecina una coincidencia que nos llevó a plantearnos muy seriamente la razón de nuestro existir, de nuestro hablar
Tomamos, a la vista de los acontecimientos, la decisión de sentarnos a ver pasar los días y aplaudimos cuando el hombre de mirada triste y azul le entregó al otro de mirada castaña y honda un taco de madera de enebro pulida con lija y piedra de mármol
Esperamos también, todo hay que decirlo, el que ella (sí la que vive en la ciudad con puerto y se atormenta -como tantas- por una nave que nunca acaba de llegar) tuviera las agallas de abandonar la espera y desgranara en el vagón de un tren de larga distancia el último quinquenio de sus ansias (en esta ocasión hemos de reconocer que no acertamos)
Al masticar nuestras deducciones se nos llenaron las bocas de tropiezos lingüísticos y así decidimos, tras sonora batalla asamblearia, callar para siempre, masticar en silencio sin incurrir en sonidos gratos a los oídos de las bestias que no llevan más que a confusión y boato
Poco más tenemos que decir. Sólo sugerimos al que ya sabe que siga por ese camino; sugerimos también a la que ya sabe que sonría y explote por fin tanto afán de anatomía; y a aquél que huela el guiso; y a aquélla que se suba la falda y muestre los muslos; y a ese otro que estire las sábanas hasta dejarlas lisas como mar en calma
Nosotros nos sometemos a los recuerdos y vamos a intentar, por todos los medios, que las terrazas cumplan su función de tenedores y que el alba sea un cometa y también que la flauta se comporte como un hombre... por el bien de la diversidad... o así... ¿no?
Sabemos que las suplicantes huían de aquellos salvajes que iban a por sus coños (como salvaje había sido Zeus)
Reconocimos pronto la caída en la calle que corría paralela al lugar donde la abatieron
y aún así queremos expresar una duda que corroe a veces la sonrisa: ¿Por qué no descansó?
Hemos oído decir que alguien le habló de aquella mujer que fue envejeciendo al ritmo de sus ahogos y que al comentarle una sensación de cansancio en el rostro de ella, atisbamos la lejanía como una dimensión temporal más que espacial
Sabemos que deseaba con cierta ansiedad el reencuentro y que poco a poco, fiel a sí mismo, fue domando sus ganas hasta dejarlas posadas en lo hondo del callejón donde se encuentra el garaje que oculta una plantación de marihuana y que hubo en la mudanza de la vecina una coincidencia que nos llevó a plantearnos muy seriamente la razón de nuestro existir, de nuestro hablar
Tomamos, a la vista de los acontecimientos, la decisión de sentarnos a ver pasar los días y aplaudimos cuando el hombre de mirada triste y azul le entregó al otro de mirada castaña y honda un taco de madera de enebro pulida con lija y piedra de mármol
Esperamos también, todo hay que decirlo, el que ella (sí la que vive en la ciudad con puerto y se atormenta -como tantas- por una nave que nunca acaba de llegar) tuviera las agallas de abandonar la espera y desgranara en el vagón de un tren de larga distancia el último quinquenio de sus ansias (en esta ocasión hemos de reconocer que no acertamos)
Al masticar nuestras deducciones se nos llenaron las bocas de tropiezos lingüísticos y así decidimos, tras sonora batalla asamblearia, callar para siempre, masticar en silencio sin incurrir en sonidos gratos a los oídos de las bestias que no llevan más que a confusión y boato
Poco más tenemos que decir. Sólo sugerimos al que ya sabe que siga por ese camino; sugerimos también a la que ya sabe que sonría y explote por fin tanto afán de anatomía; y a aquél que huela el guiso; y a aquélla que se suba la falda y muestre los muslos; y a ese otro que estire las sábanas hasta dejarlas lisas como mar en calma
Nosotros nos sometemos a los recuerdos y vamos a intentar, por todos los medios, que las terrazas cumplan su función de tenedores y que el alba sea un cometa y también que la flauta se comporte como un hombre... por el bien de la diversidad... o así... ¿no?
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Ensayo
Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/11/2015 a las 21:27 | {0}