Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Probable y muerto. Fotografía de Olmo Z. 2014
Probable y muerto. Fotografía de Olmo Z. 2014

El aire ha vuelto a golpear
La noche se ha debatido
Luego llegaron los primeros ruidos
El aroma del café subió en la cocina
Me dispuse a emprender el camino 
y ocurrió lo inesperado
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/02/2022 a las 12:46 | Comentarios {0}


Contraventanas

¿Dónde vengo a ser?
¿Dónde me distraigo?
Juro haber subido mucho,
más de doscientos metros
y allá tan arriba, junto a las nubes,
he sentido el latigazo
de un viento frío
que parecía anunciar la llegada
de una forma nueva de pensar.

¿Quién tiene la última palabra?
¿Por qué esa tonalidad gris de la nube?
O la palabra espera
O la palabra ruido
O la palabra albahaca..

No importa si al bajar tropiezo
(la última curva tiene un desnivel macabro)
porque estoy viendo
y ruedan los guijarros
mientras el viejo roble cruje
y sus crujidos me sugieren
estertores últimos.

Sé que no podré explicarte
porque lo inefable existe
(si no existiera no tendría palabra)
sólo te pediría que confiaras
en que estos no versos
versan sobre algo
que me sugiere: el viento frío, la altura, los crujidos del roble, el desnivel macabro, la congoja, el asombro, la descomposición, la lectura de biología, la medición del nitrógeno, la turbia sensación de un sueño que no consigo recordar, la vuelta a las enseñanzas, la caricatura de mí mismo,...

Por eso callo cuando escucho.
Agradar es una forma de sobrevivir
sólo que los mamíferos no sabemos disimular
el desagrado.
La vida es demasiado visible
si la hacemos misteriosa es para poder vivirla
sin parecer cretinos.

¡Una máxima más a la que poder disparar!
Si es propia, mejor.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/02/2022 a las 13:40 | Comentarios {0}


Escrito por Isaac Alexander

Edición y notas de Fernando Loygorri


Home fields de John Singer Sargent. 1885
Home fields de John Singer Sargent. 1885

*He descubierto este sitio, donde casi sólo se escucha el sonido de unos pájaros que cantan. Es un sendero nuevo. He encontrado en lo alto un banco. Hay muchos bancos por aquí. Hamlet y Donjuan  pasean, están contentos. Están muy contentos. Voy a descansar un poquito y luego ya sigo. Cuando estaba subiendo... ¿Qué pasa, Hamlet? ¡Vamos! ¡Busca! ¿Quieres la pelota? Espera. Aquí la tengo. ¿Tú no quieres, Donjuan?... decía que cuando estaba subiendo he sentido una especie de, sí, de revelación bonita en este silencio y tras haber leído la noche pasada a Lynn Margulis y su teoría de que somos generadores de desorden para cumplir con la 2ª ley de la termodinámica. Ese empequeñecimiento del sentido de la vida no sé por qué lo he relacionado con la decisión que tomé de venirme a vivir aquí... ahora se me ocurría... se me ha ocurrido una frase que podría dar idea de la revelación... no sé si es bonita o es demasiado... pero me gusta la idea. La frase es: los humanos vivimos en la esquina con el camino de las Eras viviendo en el callejón de los pobres... ese pensamiento me parece bonito porque de hecho es donde vivimos las gatas, los perros, yo y M. cuando viene. Todas las ventanas de la casa dan al callejón de los pobres. Veo estos árboles desnudos, están muy secos, están dormidos. Es impresionante... Tengo que detener la grabadora porque me voy para abajo y no me gusta hablar mientras camino.

______________________________________________________
*
Este texto es una transcripción de una grabación. Mientras Isaac habla o calla se escuchan los sonidos del mundo que le rodea. Los pájaros. Las hierbas. Las ramas de los árboles. Los árboles enteros. Los jadeos de los perros. Quizá los sonidos inaudibles de las esferas. Apenas he corregido un par de momentos dubitativos. Y aunque hoy no me he decidido a acotar las pausas -algunas largas- que hay entre algunos pensamientos, quizá lo haga la próxima vez.
Valga esta transcripción como primera aproximación. También podría -y eso habré de valorarlo- poner las grabaciones directamente. No sé por qué esta vez he preferido transcribir... serán tontadas de editor.

 

Narrativa

Tags : Escritos de Isaac Alexander Libro de las soledades Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/02/2022 a las 18:52 | Comentarios {0}


Medea de Eugène Delacroix. 1838
Medea de Eugène Delacroix. 1838

Según informan las autoridades nepalíes los hombres son como las montañas: apenas cambian.

El águila, ya por la tarde, ha girado en círculos alrededor de una oveja muerta.

La vecina de un pueblo dejado de la mano de dios, descubre a las siete y media de la tarde a una cantante que la emociona.

Se lamenta la última cifra de muertos (el lamento es por la cifra, no por los muertos). Tanto se lamenta, informan las autoridades locales, que se ha prohibido escribir la cifra y en resolución de la ONU se ha llegado hasta el extremo de hacerla desaparecer de la lista de las cifras. La prohibición entrará en vigor a las cero horas del día de mañana y su aplicación universal.

El águila se revuelve y parece imaginar como si fuera una mujer de mediana edad, profesora en una universidad alejada de cualquier centro de decisión. El águila mira con los ojos de una mujer universitaria. Eso es todo desde la península de Kamchatka.

El tiempo como construcción es cruel, ha informado una obispa anglicana al socaire de un amor imposible. En su declaración añadió: Yo siempre la amé y ella siempre me toreó -como dirían en Spain-. Ahora lloro lentamente y me ducho sin mirarme.

La distancia con respecto al telescopio James Webb es la misma desde Biarritz que desde Laos, asegura un físico de la NASA que prefiere mantenerse en el anonimato.

La guerra se acerca y el baile amaina en las playas de Honolulú.

Buenas noches.

Última hora: Antonio Gamoneda, poeta, duerme. 
 

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/01/2022 a las 19:42 | Comentarios {0}


Escrito por Isaac Alexander

Edición y notas de Fernando Loygorri


Newton de William Blake. 1805
Newton de William Blake. 1805

     La mañana en la que se le vio en el prado que había frente a la fachada occidental del edificio, amaneció con un vendaval que traía y se llevaba nubes cargadas de agua; a media mañana pareció despejarse y la señora L. decidió sacar a pasear a su perrita Nelly, una pekinesa negra cuya rasgo más distintivo es que le aterraban las vacas, el de la señora L. era sus lentes con montura nacarada de ojos de gato, unas gafas que no eran imitación de las de los años cincuenta sino que era la montura que su abuela, la siempre recordada señora Alp (así llamada por sus amistades, Pásame el azúcar, Alp, querida, decían por ejemplo), le dejó en herencia; también le legó la casa a la que se acababa de trasladar y un huerto de no más de media hectárea a las afueras del pueblo. Pero no nos desviemos del tema que nos ocupa, queridas y volvamos al principio: la mañana en la que se le vio en el prado [...] la señora L. -viuda en realidad desde hacía un par de años- se fijó en él y dicen, algunas, las que estaban sentadas en los merenderos a la vera del camino, que desde el primer momento se produjo entre ellos eso que antiguamente se llamaba un flechazo...* 
_______________________________________________________________

     * En otro lugar ya he comentado que Isaac Alexander se definía -literariamente- como  nuevo realista; en alguna de las conferencias, muy pocas, que dio en un club de lectura de alguna villa de no más de cincuenta mil habitantes y sólo en dos ocasiones en una metrópoli como Madrid, siempre muy escasas de público, Alexander  explicaba la preceptiva de este movimiento del cual  -por cierto- él era el único miembro. Una de las características que más definían el nuevorrealismo -así lo escribía él: uniendo en una sola palabra el adjetivo y su sujeto- es que las historias acababan muchas veces como ocurre en la vida: de golpe y porrazo, de una forma imprevista, con muchos frentes abiertos como ocurre tantas veces en eso que llamamos de forma tan pomposa realidad.
     El texto que he transcrito es buena muestra de ello; una de las más audaces diría yo por lo propiamente inmediato que se produce la interrupción de la vida y a partir de esa interrupción surge un intenso abanico de preguntas: ¿Qué o quién es lo que se vio en el prado? ¿Pudo ser, por ejemplo, un jacinto? ¿Pudo ser un gato que ronroneaba al amanecer como si en ello le fuera la fortuna del día? ¿Fue un hombre de edad parecida a la de ella y en parecidas circunstancias? Y si fue un hombre ¿lo era más joven? ¿era un buscavidas? ¿era un viajero que se había extraviado?  Si nos vamos a otras partes de la historia llama la atención el que dedique tanto espacio -dado lo breve del mismo- al nombre de la abuela. ¿Era una anticipación? ¿Un casualidad que se resolvería gracias a ese apodo en relación con el encuentro entre él -sea lo que sea eso él- y la señora L.? Y qué decir del temor de la pekinesa Nelly. Por cierto, ¿el nombre de la perra nos sitúa la acción en un  país anglosajón o es simple excentricidad de la dueña? 
El nuevorrealismo es lo que intenta trasmitir: la muerte, en nuestra realidad, no hace más que abrir el foso de las preguntas que ya nunca se podrán responder. Vivir, como expresa uno de los epígrafes del Manifiesto nuevorrealista es dejar preguntas sin responder. La literatura nuevorrealista tiene por lo tanto que desarrollar de forma clara ese principio.

 

Narrativa

Tags : Escritos de Isaac Alexander Libro de las soledades Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/01/2022 a las 17:29 | Comentarios {0}


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