También él, sí, también él que parecía tan orgulloso, siempre solo como si la soledad a él no le produjera mella nunca; sí, llegamos a pensarlo, alguna decía, ¡A ése la soledad no le hace nada! Y todos asentíamos y lo veíamos pasar siempre con su caminar ligero, casi rápido pero sin llegar a serlo, una velocidad muy particular en su paso, una característica que también comentábamos cuando nos reuníamos por la tarde en la taberna a donde él nunca iba. Siempre camino arriba, camino abajo, siempre solo.
Un día, pasados años, dejamos de verlo y pensamos que sería por el hielo que se había formado tras las últimas nevadas porque aunque ya era mayor, él había mantenido el mismo paso ligero, año tras año, estación tras estación, día tras día. No sabemos, cuando lo recordamos, cuántos días pasaron hasta que alguien en la taberna comentó su ausencia; todos sentimos como si un árbol que todos conocíamos, hubiera desaparecido de repente o como si las campanas que marcaban las horas en lo alto del viejo campanario de la iglesia, dejaran de sonar. Comentamos que si algo así hubiera ocurrido al principio no nos hubiéramos percatado pero al poco, al poco sí y entonces habríamos tomado cartas en el asunto y, por ejemplo, hubiéramos intentado saber a quién se le había ocurrido cortar el árbol o quién habría sido capaz de robar el badajo o la campana entera. No pasaron muchos días hasta que decidimos ponernos en contacto con la autoridad competente para denunciar la desaparición y hay que reconocer que fueron diligentes porque esa misma tarde -o a más tardar al día siguiente, han pasado ya años de esto- los guardias se presentaron en su casa y tuvieron que echar la puerta abajo y allí lo encontraron, muerto -seguramente suicidado, dijeron- y tras remover por aquí y por allá encontraron un papel que por circunstancias que ahora no vienen al caso, vino a caer en nuestras manos y fue entonces cuando descubrimos que a él también, sí, a él también la soledad le hacía mella y echaba de menos a otros; no era pues, como llegamos a pensar, un auténtico anacoreta, sino que tenía su corazón comunal como cualquier hijo de vecino y ese día, tenemos que reconocerlo, nos quitamos un peso de encima, sí, nos lo quitamos porque aquel hombre era uno más, igual a nosotros, con las mismas necesidades, con las mismas penas, sólo que él se las guardaba, avaro de sus sentimientos, dijo alguien, y de lo que no son sus sentimientos, apuntó otro, que seguro que tenía guardado más de lo que aparentaba, concluyó y una nos miró a todos los que estábamos en la taberna y propuso que fuéramos a la casa y miráramos a ver, total que la pariente ésa que le quedaba y que jamás había venido a verlo, así porque sí, se iba a quedar con todo lo que hubiera atesorado el viejo y que por qué no nosotros que habíamos tenido que soportar su soberbia todos esos años no íbamos a poder disfrutar de lo que hubiera dejado. Todos asentimos. El tabernero invitó a una ronda y a eso de las ocho, cuando la noche ya había caído, nos fuimos a la casa del anacoreta y la hicimos nuestra. Fuimos a paso ligero, al paso con el que caminaba, haciendo chanzas. Fue una noche memorable y todos los años, en la misma fecha, celebramos la toma de la casa del hombre que durante años y años nos hurtó su espera y murió con ella.
Aquel orden moral vivo y actuante es Dios mismo;
no necesitamos ningún otro Dios, ni podemos
concebir otro. No hay ninguna base en la razón para
escapar de ese orden moral y suponer,
mediante una inferencia infundada,
un ser especial como causa del mismo.
Johann Gottlieb Fichte
18.- ¿Dónde está Dios?
19.- La moral viva exigiría el bien común.
20.- Nunca otro ha sido el fin de la moral.
21.- Podrán cambiar las costumbres, podrán ser diferentes las leyes pero la moral es siempre la misma y tiene como principio básico: el respeto a los demás.
22.- Moral, por supuesto, entendida como uso de la ética.
23.- La ética, desde que se tiene conocimiento de ese concepto, ha sido siempre la misma. Por eso, porque es inmutable, comparte una de las esencias de lo que entendemos por Dios.
24.- La moral es lo divino humano.
25.- El arte de vivir consistiría en ser moralmente intachable.
26.- El único pecado es ser inmoral.
27.- Un inmoral se define como aquél que socava la dignidad del otro.
28.- Una de las estratagemas de la inmoralidad es el uso del engaño.
29.- Todo aquel que engañe debería tener vedado el acceso a la cosa pública al cometer el único pecado que existe contra Dios, es decir contra la moral actuante, ser un inmoral.
Ensayo
Tags : Biopolítica Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/07/2023 a las 12:06 | {0}1.- El fascismo es la injusticia popular.
2.- La crueldad es la característica propia del fascismo.
3.- Todo fascista es cruel.
4.- La injusticia es la crueldad que ejerce el poderoso.
5.- La buena persona persigue el bien común.
6.- El bien común es la distribución justa de las causas del bien entre la población.
7.- Lo bueno es causa de gozo.
8.- Lo punitivo no causa gozo sino temor.
9.- El fascismo es un sistema punitivo
10.- El fascismo es un sistema generador de temor.
11.- La justicia es la virtud del buen gobierno.
12.- La justicia es una virtud gozosa.
13.- Ningún gobierno que promueva el castigo es justo (porque el castigo genera temor y no gozo).
14.- El fascismo nunca podrá ser virtuoso de la justicia.
15.- Amar es antifascista.
16.- Gozar es antifascista.
17.- ¡Viva el amar! ¡Viva el gozar! ¡Viva la justicia!
Ensayo
Tags : Biopolítica Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 16/07/2023 a las 12:03 | {0}Que quería decírselo justo en el momento en el que pasaba de ser larva a ser mariposa; que quería avisarle de la transformación, crisálida, pues, justo antes de crisálida, durante esa fase; eso quería, decirle: te sentirás la primera mariposa pero has de saber que no estás sola, no te olvides de quienes te quisieron mientras fuiste gusano porque así cuando despliegues las alas, cuando descubras el salto que supone pasar de dos a tres dimensiones, sabrás que alguien hay para acompañarte y que te acompañará bien porque te quiso cuando eras gusano. No te olvides por mucho que las tres dimensiones den ganas de mandar al pairo todo lo que viviste cuando sólo podías manejarte en las dos porque llegará un día, crisálida mía, en la que volverás al estado larvario y entonces, ay, echarás de menos, te sentirás culpable, querrías no haber abandonado nunca las dos dimensiones y eso no es bueno nunca, porque volar, mariposa mía, es el sino de todo ser humano que antes que mariposa tuvo que ser gusano.
Cuento
Tags : Cuentecillos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/07/2023 a las 14:41 | {0}Al volver ha vuelto. Era la caída de la tarde por un camino llano y sombreado. Hacía calor pero la umbría lo hacía soportable. Estaba atento al ritmo de su azúcar. Estaba en el límite de una hipoglucemia. Ya empezaba a sentir ese nerviosismo interior como si las células se pusieran a dar saltos exigiendo un poco de glucosa. Apenas pudo saludar a una mujer y ésta se sintió ofendida. No quería -pensaba- andar dando explicaciones de sus carencias. Llegó hasta su casa. Comió y se repuso. Fue entonces cuando volvió: su hija tenía ocho años; rodaban -como juego de fin de semana- una escena en la que ella y su amiga hacían como que se acababan de conocer. A ambas les faltaban varios dientes. Su hija llevaba el pelo recogido en una coleta. La amiga lo llevaba suelto. Tenía un gran cariño a aquella amiga de su hija. Se lo sigue teniendo aunque haga tanto que ya nada sabe de ella. Hicieron varias tomas de la llegada de su hija -que interpretaba el papel de una niña que va a visitar por primera vez a la nueva vecina para proponerle que se hagan amigas- a la casa. Siempre se equivocaban. Siempre miraban a la cámara. Demasiada ternura, se dijo. Así es que puso la televisión y vio el resumen de un torneo de ajedrez.
Cuento
Tags : Cuentecillos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/07/2023 a las 13:08 | {0}
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Cuento
Tags : Cuentecillos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/07/2023 a las 18:22 | {0}