Que en la sexualidad hay un encuentro infinito.
Cada centímetro de tu piel es un lugar por descubrir.
Si pudiera besarte el bazo (es un órgano de tipo parenquimatoso, aplanado, oblongo y muy friable, situado en el cuadrante superior izquierdo de la cavidad abdominal, relacionado con el páncreas, el hemidiafragma y el riñón izquierdo. Aunque su tamaño varía de unas personas a otras suele tener una longitud de 12 cm, una anchura de 8 cm y un grosor de 4 cm así como un peso de 200 g aproximadamente. Su función principal es la destrucción de células sanguíneas rojas viejas, producir algunas nuevas y mantener una reserva de sangre. Forma parte del sistema linfático y es el centro de actividad del sistema inmune. ¡Qué hermosa descripción de vida!), lo haría en marzo, cuando llegue la primavera y los brotes surjan. La sexualidad del interior debe ser un descubrimiento maravilloso: amar tu hígado, comerte (metafóricamente como la boca se come) el intestino delgado, visitar la fábula de tu vesícula, la magia del corazón, el armazón de tu hipotálamo, la gracia de la amígdala, el tegumento, el sistema linfático entero y los ríos, afluentes, arroyos y regatos de tu sistema vascular; acceder a la raíz de tu cabello; adquirir conciencia de tus trompas de Falopio y ver la maravilla de tus cápsulas suprarrenales.
Que tu espalda es un desierto lleno de matices con la cordillera Vertebral dividiéndolo en dos partes apenas simétricas.
¡Amo la asimetría!
¡Hijo del siglo XX soy! Y cojo. No diverso funcional. Soy cojo y me gusta mi paso quebrado, las diversas alturas que genero a cada paso.
Estoy escuchando a Ólafur Arnalds y siento en cada nota el olor de tu cabello. La vez primera. Te montabas en un taxi y sentí la inquietud de no verte nunca más. Te volví a ver.
Te vi desnuda y recordé la tierra (Variación del primer verso de Casida de la mujer tendida).
Así, anárquicamente. De espaldas al lugar hacia el que avanzo. Abriendo con los remos heridas a la mar que se cierran de inmediato, tan pronto olvida la mar a sus pasajeros. Aspirando el aire que entra en mis pulmones. Aliento vital. Luz de abril. Violonchelo solo. Y tú conmigo. Y junto a ti yo.
Los renuevos.
Las millas (kilómetros desmesurados).
Ha dudado sobre cuándo era el momento ideal para limpiar los zapatos (ha pensado si quizá por la noche; ha pensado si se harán brillantes en la oscuridad).
Ha escuchado: la ciudad más bella del mundo en la voz joven de la hija.
Ha comido en un lugar íntimo y por la tarde, con la embriaguez del vino, ha ejercitado la más antigua de las pasiones.
Su cabello largo y rubio.
Los renuevos en el pequeño árbol de la calle (la que está oculta; la bonita).
Los ciclos.
Las presencias.
La esperanza camino de un taller de pintura de un más allá.
Cielo gris.
Demasiado gris.
Y aunque produzca un hondo pesar la certidumbre de vivir sólo para vivir.
¡Haber pensado!
¡Haber sido consciente del concepto amor!
O también los símbolos: la pintura en la caverna; el largo camino hasta el Norte; los primeros utensilios; la domesticación de la tierra; la oración; la espera; ¡qué aciago si después...!
Un día la visión del Cosmos será el vacío. Desde cualquier lugar en que el observador se encuentre.
¿Será un día? piensa.
¿Deseará un lama a su lado susurrándole al oído el camino hacia el siguiente bardo?
Apagó la luz de la mesilla y su padre se apagó.
La luz. La orilla. El renuevo. El ciclo. La milla.
Estuvo con él y acarició su falo con la dulzura de las antiguas bacantes y lo lamió con la paz en sus labios y dejó que su jugo jugará en sus dientes y lo limpió luego con una sonrisa.
Aún no había nevado.
Imagina el paisaje.
Cogiéndole por el talle.
Quizás a lo lejos (muy lejos, traídas por el viento) notas de piano en escala mixolidia.
Asia Menor.
Cuando Asia Menor tenía ciudades que generaban leyendas que generaban sagas de héroes y mortales que generaban historia... (ad infinitum)
Allí, entonces, por el talle.
Le mira los ojos.
La música llega.
También la barca con silueta de red.
Y siente en su corazón: Para morir, para morir...
Seguirá el arce su camino y también la tortuga a la que no alcanzaron los perros salvajes si antes éstos no fueron atacados por el tigre.
Seguirá el tigre.
O la secuoya Sherman.
No ha ido a despedirse. Ha ido a abrazarle. Quedarse quieta. Sentir sus sístoles y sus diástoles. Todo se genera en la sangre y su circuito cerrado de venas y arterias y pulmón que oxigena.
¡Benditos alveolos!
Lo que ya ha sido ¿permanece? ¿se puede recuperar la luz de ayer? ¿viajamos en este universo sin juicio? ¡Oh, dulce Vía Láctea, gracias por tu leche! ¡Oh, Andrómeda, fúndete despacio!
Encrema sus manos.
La niebla se ha apoderado...
Duermen hijos.
Cruje la madera a su paso.
Se tiende en la cama.
Acusa el cansancio.
El renuevo.
El orgasmo.
Las millas (kilómetros desmesurados).
Ha dudado sobre cuándo era el momento ideal para limpiar los zapatos (ha pensado si quizá por la noche; ha pensado si se harán brillantes en la oscuridad).
Ha escuchado: la ciudad más bella del mundo en la voz joven de la hija.
Ha comido en un lugar íntimo y por la tarde, con la embriaguez del vino, ha ejercitado la más antigua de las pasiones.
Su cabello largo y rubio.
Los renuevos en el pequeño árbol de la calle (la que está oculta; la bonita).
Los ciclos.
Las presencias.
La esperanza camino de un taller de pintura de un más allá.
Cielo gris.
Demasiado gris.
Y aunque produzca un hondo pesar la certidumbre de vivir sólo para vivir.
¡Haber pensado!
¡Haber sido consciente del concepto amor!
O también los símbolos: la pintura en la caverna; el largo camino hasta el Norte; los primeros utensilios; la domesticación de la tierra; la oración; la espera; ¡qué aciago si después...!
Un día la visión del Cosmos será el vacío. Desde cualquier lugar en que el observador se encuentre.
¿Será un día? piensa.
¿Deseará un lama a su lado susurrándole al oído el camino hacia el siguiente bardo?
Apagó la luz de la mesilla y su padre se apagó.
La luz. La orilla. El renuevo. El ciclo. La milla.
Estuvo con él y acarició su falo con la dulzura de las antiguas bacantes y lo lamió con la paz en sus labios y dejó que su jugo jugará en sus dientes y lo limpió luego con una sonrisa.
Aún no había nevado.
Imagina el paisaje.
Cogiéndole por el talle.
Quizás a lo lejos (muy lejos, traídas por el viento) notas de piano en escala mixolidia.
Asia Menor.
Cuando Asia Menor tenía ciudades que generaban leyendas que generaban sagas de héroes y mortales que generaban historia... (ad infinitum)
Allí, entonces, por el talle.
Le mira los ojos.
La música llega.
También la barca con silueta de red.
Y siente en su corazón: Para morir, para morir...
Seguirá el arce su camino y también la tortuga a la que no alcanzaron los perros salvajes si antes éstos no fueron atacados por el tigre.
Seguirá el tigre.
O la secuoya Sherman.
No ha ido a despedirse. Ha ido a abrazarle. Quedarse quieta. Sentir sus sístoles y sus diástoles. Todo se genera en la sangre y su circuito cerrado de venas y arterias y pulmón que oxigena.
¡Benditos alveolos!
Lo que ya ha sido ¿permanece? ¿se puede recuperar la luz de ayer? ¿viajamos en este universo sin juicio? ¡Oh, dulce Vía Láctea, gracias por tu leche! ¡Oh, Andrómeda, fúndete despacio!
Encrema sus manos.
La niebla se ha apoderado...
Duermen hijos.
Cruje la madera a su paso.
Se tiende en la cama.
Acusa el cansancio.
El renuevo.
El orgasmo.
El mundo como voluntad y representación. Arthur Schopenhauer. Traducción: Rafael-José Díaz Fernández y Mª Montserrat Armas Concepción. Editado por Akal.
Capítulo 28. Complementos al libro Segundo.
[...]
Toda mirada del mundo, cuya misión es la tarea del filósofo, confirma y atestigua que la voluntad de vivir, lejos de ser una hipóstasis arbitraria, o una palabra vacía, es la única expresión verdadera de su esencia más íntima. Todo se apresura y precipita hacia la existencia, y si es posible, hacia la orgánica, es decir, hacia la vida, y luego busca su mayor crecimiento posible. En la naturaleza animal se evidencia entonces que la voluntad de vivir es el tono fundamental de su esencia, su única propiedad inalterable e incondicionada. Considérese este impulso universal de la vida, la infinita prontitud, facilidad, abundancia con que la voluntad de vivir, bajo millones de formas, en todas partes y en todo momento, por medio de las fecundaciones y los gérmenes, y a falta de ellos, por medio de la generatio aequivoca, se precipita impetuosamente a la existencia, aprovechando cada oportunidad, apoderándose ansiosamente de todo material suceptible de vivir; y échese luego un vistazo a la terrible alarma y a la salvaje rebelión de esa misma voluntad de vivir cuando en algún fenómeno concreto se ve en peligro de separarse de la existencia, sobre todo allí donde esta separación va unida a la consciencia. Es exactamente como si en este único fenómeno el mundo entero fuera a ser aniquilado para siempre, y todo el ser de la criatura así amenazada se transforma enseguida en la más desesperada resistencia y defensa contra la muerte. Véase, por ejemplo, la angustia increíble de una persona en peligro mortal, la rápida y seria participación de todo testigo de esa situación, y el ilimitado júbilo tras la salvación. Considérese el horror petrificante con que se escucha una sentencia de muerte, el espanto profundo con que contemplamos los preparativos de su ejecución, y la desgarradora compasión que sentimos al asistir a esa ejecución. Se diría que se trata de algo totalmente distinto a abreviar en algunos años una existencia vacía, triste, amargada por penalidades de todo tipo y siempre incierta; y más bien habría que pensar que qué mejor que llegar algunos años antes a donde, tras una existencia efímera, se estará durante billones de años. Así pues, en estos fenómenos se hace visible cuánta razón tengo en haber puesto a la voluntad de vivir como aquello que no puede ser explicado, pues subyace como principio de toda explicación, y que esta voluntad de vivir, lejos de ser como lo Absoluto, lo Infinito, la Idea y otras expresiones parecidas, que son más un huero ruido de palabras, es lo más real que conocemos, el núcleo mismo de la realidad.
Invitados
Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/02/2014 a las 11:44 | {0}In memoriam
Releía hace unos días la larga tirada en versos octosílabos (el metro que usaba para narrar un suceso el viejo romance español) en la que el rey Basilio cuenta a su acompañamiento el por qué encerró a su hijo Segismundo y cerró al mundo la posibilidad de conocerlo.
Ocurre en la escena VI. Y empieza de esta hermosa forma:
Estrella: Sabio Tales,
Astolfo: docto Euclides,
Estrella: que entre signos,
Astolfo: que entre estrellas,
Estrella: hoy gobiernas,
Astolfo: hoy resides,
Estrella: y sus caminos,
Astolfo: sus huellas
Estrella: describes,
Astolfo: tasas y mides.
Narra el rey Basilio que:
Basilio:...
Publicóse que el infante
nació muerto y, prevenido,
hice labrar una torre
entre las peñas y riscos
de esos montes, donde apenas
la luz ha hallado camino,
por defenderle la entrada,
sus rústicos obeliscos.
[...]
Allí Segismundo vive,
mísero, pobre y cautivo
[...]
El destino de los hombres y sus mundos (quisiera decir)
No hay tampoco juicio moral, argucia retórica.
Un gesto fantástico.
El miedo del hombre a ser libre. (ser libre no está unido a ser feliz)
Hay un titular de un diario que me gusta por su mala redacción: Cuatro detenidos por vender a Hoffman la heroína que lo mató.
Me explico: ¿Cómo saben que es ésa la heroína que lo mató?
Lo lógico sería decir: Cuatro detenidos por vender heroína a Hoffman.
Pero no era de sintaxis de lo que quería hablar, y menos aún de aventurar hipótesis como veredictos. No, me gusta la idea: vender a Hoffman la heroína.
Me pregunto:
¿Quién es esa heroína?
Y me respondo:
La única heroína que mata es la vida. (la vida es una heroína que utiliza a los individuos para seguir viva. Si estuviera escribiendo un guión y esta frase fuera parte de un diálogo, escribiría: desarrollar más adelante). Y me pregunto: ¿El personaje ha llegado a esta conclusión sólo porque se droga y esa droga que él toma le abre caminos de interpretación? ¿O es la propia heroína quien le habla en uno de sus extravíos?
Interpretación de una interpretación. Moral. Vale.
Philip Seymour Hoffman en su particular torre de New York sacrificándose a la Vida que se regenera en sueño... eterno.
Variación sobre un tema racional.mp3 (6.1 Mb)
Tema: Pienso luego existo. (René Descartes o Cartesius)
Variación: Si hay pienso, existo (Isaac Alexander o Alexandius)
Sonidos
Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/02/2014 a las 09:15 | {2}
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 13/02/2014 a las 20:02 | {5}