En la primera mañana hubo concordia. Todos se miraron y comprendieron que no había cosa mejor que contemplar las aguas doradas del lago Hoo Shon. Al fin y al cabo sabían que el comandante Sse, más tarde o más temprano, vendría a buscarles en su aeroplano.
En la primera tarde una mujer se empeñó, es decir se hizo peña, al acercarse demasiado a las aguas doradas del lago. Dicen los que la vieron que ocurrió cuando con la uña del dedo meñique del pie izquierdo tocó el agua. Se convirtió en una peña preciosa, toda de cuarzo, con las cabellos pétreos al aire. Luego todos miraron al cielo para ver si escuchaban mejor las hélices del aeroplano del comandante Sse girando hacia donde ellos se encontraban.
En la primera noche el espectáculo de la negritud que en nada concernía a las aguas doradas, dejó boquiabiertos a todos los que esperaban y más cuando en el centro del lago surgió con la forma de una huella el rostro más amado.
En la primera tarde una mujer se empeñó, es decir se hizo peña, al acercarse demasiado a las aguas doradas del lago. Dicen los que la vieron que ocurrió cuando con la uña del dedo meñique del pie izquierdo tocó el agua. Se convirtió en una peña preciosa, toda de cuarzo, con las cabellos pétreos al aire. Luego todos miraron al cielo para ver si escuchaban mejor las hélices del aeroplano del comandante Sse girando hacia donde ellos se encontraban.
En la primera noche el espectáculo de la negritud que en nada concernía a las aguas doradas, dejó boquiabiertos a todos los que esperaban y más cuando en el centro del lago surgió con la forma de una huella el rostro más amado.
Los ojos del rey miran enamorados la figura que yace. Urna en el páramo. Atrás queda el humo de la batalla y resuenan como de cristal los tambores de piel de hipopótamo. El rey sangra del hombro. No se duele de la herida sino de la figura que yace aún caliente en la urna. Es su hijo muerto con valor en la batalla a la edad de once años. Nobles, siervos y clerecía guardan silencio, hasta el viento se ha calmado y ni un ave osa alterar el responso. Pronto caerá la tarde. Perdida la batalla y perdido el hijo el rey piensa ahora en el final de su dinastía y siente lo que hasta entonces nunca había sentido: el peso de los años en cada una de sus articulaciones.
Narrativa
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/06/2009 a las 12:28 | {0}
La Jarosa
A lo largo de la hilera de montañas
hay una cruz
donde no debería haberla
Sueña
Vence
Llora
el niño aletea
el perro
se alzalía
busca un cordón
la cuerda de una lira
que supere la armonía
de Pitágoras
Esferas
Redonda
la rueca
ruge
Curvas
de nuevo la hilera de las montañas
una calle ahora
un lugar antiguo
Veré
si me dejan las gafas
volver al lugar donde no nací
Calla
amor pequeño que duermes el sueño injusto
Arrecia
amor pequeño el instante del beso
Eleva si quieres
el grito
Nada vale
en esta hora fusca
alardear de serpientes
o mostrar
orgulloso
la ancas de una rana
no muy verde
hay una cruz
donde no debería haberla
Sueña
Vence
Llora
el niño aletea
el perro
se alzalía
busca un cordón
la cuerda de una lira
que supere la armonía
de Pitágoras
Esferas
Redonda
la rueca
ruge
Curvas
de nuevo la hilera de las montañas
una calle ahora
un lugar antiguo
Veré
si me dejan las gafas
volver al lugar donde no nací
Calla
amor pequeño que duermes el sueño injusto
Arrecia
amor pequeño el instante del beso
Eleva si quieres
el grito
Nada vale
en esta hora fusca
alardear de serpientes
o mostrar
orgulloso
la ancas de una rana
no muy verde
Poesía
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/06/2009 a las 17:49 | {0}
Como ante la inminente guerra de las galaxias. Un Hans Solo (ni siquiera sé si escribe así, espero que sí, como espero tantas cosas, tantas cosas de mí y de los demás y de las demás ya que me quiero poner estúpidamente correcto) que no quisiera y al mismo tiempo sí quisiera. Una vaga sensación de ala en el cogote, así espero yo las cosas y en ese aleteo entreveo algo de la picadura de un mosquito y también algo del polvo del ala de la mariposa y también la negritud del buitre en los albores de un mundo que quizá dejó de existir. Desde esa espera escribo de un mundo que quizá dejó de existir porque por un lado desearía que volviera y por otro sé que se ha ido (ésta sería para mí una definición buena de la espera desear que vuelva lo que se ha ido) porque desear que llegue lo que no ha sido yo lo llamaría ilusión. Espera en todo caso que desarraiga del presente siendo, el pobre, lo único que tenemos. Espera desangelada y espera con ángel. La espera provoca una sensación de muerte en mi tiempo. Siempre que espero siento que estoy muriendo. Por eso a ver si logro dejar de esperar el correo que no llega por parte de ella en el que me dice cosas hermosísimas y me pide que hablemos y me pide que lo volvamos a intentar y me dice que me echa de menos y todas esas esperas que de tanto esperar pudren el corazón; a ver si logro dejar de esperar la atenta respuesta de ese caballero todo conocimiento, toda puridad, todo acierto que por fin acierta conmigo; a ver si logro dejar de esperarme perfecto, sabiendo vivir, consciente, encantador (aunque sea encantador de serpientes) y marcando el paso de mi vida como si sonara a mi alrededor una marcha militar; a ver si no espero escuchar lo que no saben decir, es más no pueden decir; a ver si dejo de esperar las respuestas que no deberían venir sino de mí; a ver si dejo de esperar que haga fresco en el verano, en este verano de Madrid.
La espera son tiempos muertos.
La espera muerde mis zapatos y rompe sus suelas.
La espera es una muela sin juicio y sin hueso.
La espera alienta las canas y la hinchazón de los cojones (también llamado elefantiasis)
¡Quién espera menos que un elefante que cuando ve llegada la hora de morir se encamina él solito a su cementerio!
¡Oh, dichoso!
La espera es insomnio de vigilia
Te dices, No, no esperes más. No esperes nada.
Remedando a Spinoza podría escribir que la no espera es el goce del bien. No esperar nada es ser feliz.
La espera son tiempos muertos.
La espera muerde mis zapatos y rompe sus suelas.
La espera es una muela sin juicio y sin hueso.
La espera alienta las canas y la hinchazón de los cojones (también llamado elefantiasis)
¡Quién espera menos que un elefante que cuando ve llegada la hora de morir se encamina él solito a su cementerio!
¡Oh, dichoso!
La espera es insomnio de vigilia
Te dices, No, no esperes más. No esperes nada.
Remedando a Spinoza podría escribir que la no espera es el goce del bien. No esperar nada es ser feliz.
Ensayo
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/06/2009 a las 16:00 | {0}
Hoy hemos ido Raúl y yo a una lectura poética.
Cuando voy a una lectura poética y me encuentro con una misa rancia me llevan los demonios.
No tengo la más mínima idea de lo que la poesía quiera decir.
Siempre pienso que si alguien quisiera que le explicara mi poesía me empezaría a descojonar.
Es que estoy irritado.
La poesía no se explica, señores, la poesía se siente.
Diría algo así.
O no diría nada.
La poesía entonces.
¡Joder, con la poesía!
Pero ¿qué es eso?
Hacedlo.
No se puede decir más.
Por supuesto no tengo razón. No es una cuestión de razón.
Ritmo, tempo, narración, imágenes en palabras...
No sé.
Desde William Blake hasta un maestro de bardos galés que en el siglo IX les decía a sus alumnos: Cojan un tema conocido e invéntenlo bien.
Se va más allá y cuando se habla de vanguardias se acude a la tradición.
O Robert Graves y su Diosa Blanca una poética del mito poético.
Cuando tan sólo se acude al ejercicio mental (Raúl dice) la poesía es vacua, fea, seca.
También será poesía, claro. Todo cabe en todo.
Es que no tengo razón.
Cuando voy a una lectura poética y me encuentro con una misa rancia me llevan los demonios.
No tengo la más mínima idea de lo que la poesía quiera decir.
Siempre pienso que si alguien quisiera que le explicara mi poesía me empezaría a descojonar.
Es que estoy irritado.
La poesía no se explica, señores, la poesía se siente.
Diría algo así.
O no diría nada.
La poesía entonces.
¡Joder, con la poesía!
Pero ¿qué es eso?
Hacedlo.
No se puede decir más.
Por supuesto no tengo razón. No es una cuestión de razón.
Ritmo, tempo, narración, imágenes en palabras...
No sé.
Desde William Blake hasta un maestro de bardos galés que en el siglo IX les decía a sus alumnos: Cojan un tema conocido e invéntenlo bien.
Se va más allá y cuando se habla de vanguardias se acude a la tradición.
O Robert Graves y su Diosa Blanca una poética del mito poético.
Cuando tan sólo se acude al ejercicio mental (Raúl dice) la poesía es vacua, fea, seca.
También será poesía, claro. Todo cabe en todo.
Es que no tengo razón.
Ensayo
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/06/2009 a las 22:49 | {0}
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Narrativa
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/06/2009 a las 12:21 | {0}