Le dijeron que fumar era bueno
Le dijeron que huía del dolor y que no sabía esperar. Le dijeron que idealizaba y no debía hacerlo. Le hablaron de su madre y de su padre para hablarle de él hoy. Le dijeron que somos actores que representan un personaje pero que el personaje no es el actor. Le dijeron que la vida es tocar el violín pero, evidentemente, para que suene bien (?) hay que aprender a tocarlo. Le dijeron que con las mujeres tenía una relación de exigencia, de que le cuidaran, de que le ofrecieran. Le dijeron que el miedo anidaba bajo su aparente fortaleza. Le dijeron que su mente concreta era prodigiosa. Le dijeron que ahora debía aprender la Mente Superior. Le aconsejaron meditar y tomar un fármaco homeopático. Le aseguraron que valoraba en exceso la amistad. Le dijeron que la deconstrucción era el primer paso. Le dijeron que había de atravesar solo el desierto y que tan sólo en él se encuentran los oasis. Y mientras todo esto le decían un pensamiento ajeno le acuciaba sonriendo tras una de sus meninges: La vida es un cuento lleno de ruido y furia contado por un idiota que no significa absolutamente nada. Y así entre el sentido y el sin-sentido divagaba y quería llegar muy alto y quedarse dormido y abrazarse a la mujer que creía amar y contarle todo al amigo y refugiarse en el regazo de su madre y tener miedo por el cielo y sus habitantes y acoger en su experiencia a su hijo y acariciar con ternura a su perro y apiadarse de los que verdaderamente sufren (?) por mucho que el sufrir sea tan sólo una opinión sobre el dolor. Le dijeron que en una fecha no muy lejana todo se arreglaría y subió la cuesta que le llevaba al metro y llegó al lugar donde vivía y contó el dinero que le quedaba.
Va a escuchar el corazón de las mareas. Sobre el cielo sabe oscura la materia. A mediados de marzo la lepra se extenderá. No habrá intermediarios. Directos. Directos. Se aleja, cauto, de una puerta. Gira con cuidado el picaporte de otra. Caen las primeras gotas. Aún no se deslizan por el cristal. Descansan notas, papeles, unas gafas, un graduador de intensidades, un vaso, una tacita llena de lápices y rotuladores, una pluma, un atril, unos folios, un paquete de tabaco, un mechero, un cenicero con forma de rana, la lámpara. Tras una tabla dos tinteros hacen su función de antiguos. Ha escuchado un idioma extranjero. Vuela sobre su corazón la certeza. No va a luchar. No va a buscar. Quieto se quedará como la lagartija cuando siente sobre su abdomen la mirada de un niño. Pasará el tiempo. Sobrevendrá la calma. Se revolverá la pereza y un anuncio en forma de pañuelo aireará en su mundo la buena nueva. Cinco años grita alguien. Cinco años vuelven a gritar. La mañana es tan oscura como la ceniza. Sí, se dice y sonríe. Volverá. Muy pronto. Antes de marzo. Hubiera querido pensar la palabra rumor pero lo desechó y elevó el hombro izquierdo en señal de indiferencia.
Podrá marchar por una larga alameda. Seguirá el invierno. Las catástrofes se reproducirán un año más y voces de otro tiempo provocarán alardes teológicos (no critica que se haga. Más bien critica a quien descontextualiza una opinión). La alameda estará desnuda. Las ramas de sus árboles producirán arcadas góticas.
Obligado por una cuestión de testamentarías una pareja viajó hasta el otro lado del mar justo cuando la tierra sacudió su herencia. Ambos yacen sepultados.
La imantación de una lectura en una librería/café, un libro de George Steiner Tolstoi o Dostoiewsky editado por Siruela en el que el crítico muestra que ambos son la cumbre del arte de la novela. Imantación por si pudiera beber algo de esos dos titanes y aplicarlo a su propia tarea.
Espera paciente de la llegada de una carta.
Un piano resuena y una mano surca el espacio para marcar compás y aire.
El temor a las ostras y su constatación, en mitad de la madrugada, cuando se despierta y ha de ir al baño con diarrea y dolor de cabeza. Se dice, Nunca más. Luego piensa, Hubo en la ingesta de las ostras algo de educación.
¡Qué gris el día!
En marcha.
Obligado por una cuestión de testamentarías una pareja viajó hasta el otro lado del mar justo cuando la tierra sacudió su herencia. Ambos yacen sepultados.
La imantación de una lectura en una librería/café, un libro de George Steiner Tolstoi o Dostoiewsky editado por Siruela en el que el crítico muestra que ambos son la cumbre del arte de la novela. Imantación por si pudiera beber algo de esos dos titanes y aplicarlo a su propia tarea.
Espera paciente de la llegada de una carta.
Un piano resuena y una mano surca el espacio para marcar compás y aire.
El temor a las ostras y su constatación, en mitad de la madrugada, cuando se despierta y ha de ir al baño con diarrea y dolor de cabeza. Se dice, Nunca más. Luego piensa, Hubo en la ingesta de las ostras algo de educación.
¡Qué gris el día!
En marcha.
Mi ser en ti
así recuerdo
la autopista gris
camino del colegio
habías hecho sus trenzas
Mi ser en ti
fue tan gozoso
Hubo un día que sentí
al verme en ti
que todo beso cabía en mi boca
y que mi abrazo te envolvía
y tú sentías los brazos
del mundo protegiéndote
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Narrativa
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/01/2010 a las 12:13 | {0}