Texto escrito por Isaac Alexander en la ciudad de Caen en marzo de 1940
Documento 2º de los Archivos
No hay en la noche del mundo la más mínima sospecha del día. Unos más de los seres vivos y móviles se encuentran atrapados entre dos tormentas. Si ya tuvieran la palabra habrían dedicado, a esas lluvias que se cruzan y se pelean, una dedicatoria por ver si de esa manera amainan en su batalla, endulzan la noche con el silencio desde el cielo. Siempre oscuro el mundo es un prólogo del mundo y esos dos seres de una misma especie (ahora no son nada. Ahora no son ni especie. Tampoco cuando se decida un grupo vivo a la manía de clasificar serán realmente especie. Tan sólo lo serán por el afán de orden de este grupo no porque haya un orden en sí) andan a cientos de miles de años de que otros de entre ellos a los que se clasificará como poetas y juglares, pasen su tiempo creando historias de los tiempos oscuros cuando el mundo era siempre siervo de la luna; decimos entonces nosotros -los que clasificamos, los que nos denominamos poetas o juglares- que esta pareja que vive entre dos tormentas en el tiempo oscuro que duró milenios no entiende que llegue un día en que su especie –sus semejantes- hablen, no pueden vislumbrar siquiera el pensamiento y menos aún que alguien llegue a la conclusión de que el habla es anterior al pensamiento (ni habla, ni pensamiento, ni conclusión); esta pareja se ha juntado porque en su encuentro en la noche se han sentido semejantes excepto por los atributos que darán en que a uno se le llame él y al otro ella; esta pareja se ha juntado con el temor a una batalla entre árboles y con el recelo que se ha de tener a los animales de colmillos afilados como el perro y la salivación que produce el corzo –no diremos más que todas estas palabras que conforman la cosa árbol, perro o corzo no caben en la mente de estos dos elementos él/ella que se sienten diferentes por afinidad o temor de árbol, perro o corzo- o la extrañeza que surge cuando atraviesa el cielo un avefría. Estos seres pálidos, sin pelos ni plumas, sujetos a las inclemencias del tiempo quisieran –seguro- idear una protectora, quisieran explicarse la necesidad infecunda de la noche, llamar Diosa y Blanca –por ejemplo- a esa constancia de la oscuridad y a ese círculo blanco que pende sobre ellos sin llegar nunca a desaparecer; esos dos seres quisieran (aunque no lo sepan, ni lo sepan las siguientes dos mil generaciones) ponerse nombres, nombres que los diferencien, nombres que los hagan únicos y al mismo tiempo quisieran saberse también complementarios y construir. También construir. Mucho estamos adelantando porque ahora Él y Ella se resguardan en una gruta de la furia de las dos tormentas que luchan con vientos y ráfagas furiosas de granizo, con descargas eléctricas y tenebrosos y aterradores retumbos de los cielos y cuando el techo de una colosal montaña los protege y la oscuridad se hace aún mayor una mezcla de temblores –temblor de terror, temblor de frío, temblor de premonición, temblor de hambre, temblor de negritud hondísima en la profundidad de la gruta- los junta y sus miembros superiores rodean el torso del otro y tan sólo ese gesto provoca al unísono, en ambos especímenes -de una especie que como tal será denominada millones de años más tarde- una calma que atravesará los siglos, los océanos del tiempo y cuando surja el habla se contará como acertijo y será una de las llaves del descubrimiento o del número grandísimo del loto e incluso esa calma llena de ardor provocará herejías entre los que crearon el orden. Ellos nada saben del futuro. En su presente oscuro, bajo la presencia azulina del astro blanco, protegidos bajo la bóveda de una montaña, abrazados, la lucha de dos tormentas pierde parte de su brío y algo que se podría decir intimidad nace en ellos, los acoge, los acuna y les permite -por primera vez en muchas noches- dormir.
Se puede dormir de muchas maneras
He dormido en un sueño y en el sueño que dormía he despertado
Se puede dormir en una idea y derivar en ella hacia la esencia
Yo he estado dormido
Quizá siga dormido (la celebración de una victoria, la última vez que sentí algo parecido a morir)
Tengo en mi memoria a Vishnu dormido
Siempre tengo en mi memoria a Vishnu dormido (recuerdo a lo lejos la sonrisa en su boca, recuerdo también unas uñas muy largas pintadas en rojo)
La ausencia es dormir
Dejar es dormir
El rostro que veo pasar un segundo es un rostro que duerme para siempre en mí
Ese dormir
Ese no despertar nunca
No llegar a nuncar a los cinco sentidos
Esa gran dificultad en no llegar a creer al hombre que dice que la muerte de un hijo es una gran oportunidad para crecer y no poder evitar soñar que ese hombre no es más que un estafador, que quizá alivie la vigilia pero ¿y el sueño? ¿y el estar dormido?
Porque duermo no puedo creer en los hombres que siempre ven lo bueno donde lo terrible aturde
Porque duermo no llego a entender si mi mezquindad es verdaderamente obra mía
Porque duermo se achican las islas y se agrandan las fallas
Probablemente sea diciembre
y el verbo se haga carne
Probablemente la historia de occidente es la historia del olvido del ser
Estoy dormido y porque no sueño podría afirmar que estoy muerto
Estoy dormido en una cama que no reconozco
No quiero abrir los párpados
Han dejado de importarme mis ojos
La luz del exterior será llama que llama a mis sentidos para que despierten y se tumben en el nacimiento del día para disfrutar de la última conquista
Porque estoy dormido he dejado de esforzarme
Porque estoy dormido mis manos van quedándose secas (no acude a ellas la sangre; no acude a ellas la movilidad -o el aire-)
Húyeme
Gota a gota
En la última curva
Tras el último encuentro (los dos amigos, el fuego entre ellos y el paso del tiempo)
He dormido en un sueño y en el sueño que dormía he despertado
Se puede dormir en una idea y derivar en ella hacia la esencia
Yo he estado dormido
Quizá siga dormido (la celebración de una victoria, la última vez que sentí algo parecido a morir)
Tengo en mi memoria a Vishnu dormido
Siempre tengo en mi memoria a Vishnu dormido (recuerdo a lo lejos la sonrisa en su boca, recuerdo también unas uñas muy largas pintadas en rojo)
La ausencia es dormir
Dejar es dormir
El rostro que veo pasar un segundo es un rostro que duerme para siempre en mí
Ese dormir
Ese no despertar nunca
No llegar a nuncar a los cinco sentidos
Esa gran dificultad en no llegar a creer al hombre que dice que la muerte de un hijo es una gran oportunidad para crecer y no poder evitar soñar que ese hombre no es más que un estafador, que quizá alivie la vigilia pero ¿y el sueño? ¿y el estar dormido?
Porque duermo no puedo creer en los hombres que siempre ven lo bueno donde lo terrible aturde
Porque duermo no llego a entender si mi mezquindad es verdaderamente obra mía
Porque duermo se achican las islas y se agrandan las fallas
Probablemente sea diciembre
y el verbo se haga carne
Probablemente la historia de occidente es la historia del olvido del ser
Estoy dormido y porque no sueño podría afirmar que estoy muerto
Estoy dormido en una cama que no reconozco
No quiero abrir los párpados
Han dejado de importarme mis ojos
La luz del exterior será llama que llama a mis sentidos para que despierten y se tumben en el nacimiento del día para disfrutar de la última conquista
Porque estoy dormido he dejado de esforzarme
Porque estoy dormido mis manos van quedándose secas (no acude a ellas la sangre; no acude a ellas la movilidad -o el aire-)
Húyeme
Gota a gota
En la última curva
Tras el último encuentro (los dos amigos, el fuego entre ellos y el paso del tiempo)
Érase una vez. Fotografía de Olmo Z. Junio 2015 (Tratamiento fotográfico realizado con la aplicación del celular)
he de hacerlo la llaga ha quedado perversa y abierta pienso un barómetro como si ese pensamiento ayudara a algo no me sosiega sí me ha sosegado la respiración ha sido una hora y diez minutos de respiración casi todo respiración y el cuello hacia abajo aunque a veces lo he subido y he mirado el horizonte mientras la noche iba cayendo rendirse he pensado alguna vez rendirse y seguir amando la idea sólo la idea porque la certeza la evidencia me he corregido a mí mismo la evidencia me he vuelto a repetir y quizá me he dicho la posibilidad me he dicho pero que es imposible porque nunca se da hubo un instante la semana anterior sí hubo un instante cuando el vaho enturbiaba las ventanillas y el mundo se había vuelto opaco nada más sólo ese momento respirar he vuelto a hacer respirar y dejar que unos tambores o la llaga perversa o la luz de mi interior la que me dice mereces la dicha todos merecemos la dicha mientras estés en la cárcel no podrás ser dichoso sólo tienes que salir de ella sólo tienes que darte cuenta de que estás en ella desnudo ante el guardián mancebo probablemente con respecto a ti y respirar Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma vislumbrar entre el roce del pantalón y la delgadez pasmosa de la pierna derecha la esencia de la India el tren de los Mahjarahas Vishnu duerme y me soñó un tiempo entre los brazos de aquella idea de aquella posibilidad que se esfuma y hay que aceptarlo hay que santiguarse alabar la vida la respiración también 1 y 2 y 3 1111 yyyy 2222 yyyy 3333 seguir montículo bajada piedra a la izquierda hoy no he trabajado pero he limpiado a conciencia la casa verdor de bosque muro derruido una muchacha en su bicicleta siempre tímida siempre colorada la luz se va huye a una rapidez endiablada todo son sombras y unas gotas de la no lluvia que no cae desde hace meses aún sin abrir la capa pluvial azul oscuro para los días que iban a venir he resuelto el problema había que llevar a la reina a la otra parte del tablero voy a temblar de nuevo como acepto la evidencia será con una sonrisa será con el entendimiento de que en estos años los que resten quiero buscar plenitudes como esos pasos hoy constantes casi monótonos 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 subiendo el muro las llanuras el rincón del barranco respirando aguantando la congoja decir adiós con una verdadera sonrisa las manos enlazadas siempre a lo largo de los años enlacemos las manos soñemos una vez más ahora que ya se ha ido el día y la noche de otoño se carga del último presentimiento el paso del animal el rastro de los jabalíes el hombre con el que hablé de Krishnamurti la casualidad que ambos coincidimos en no considerar como tal las aguas frías del lago un lejano sonido de martillo neumático y la terrible angustia de The wire el mundo brutal de las ciudades llenas de dinero dollars crimen dolor de vivir separado y no saber vivir junto la morada de los hombres perdidos el olor de las mujeres muertas los contenedores en el puerto ahítos de productos el mundo como una gran factoría los seres humanos en sus tribulaciones y en su soledad alcohol dolor sueño borrachera ausencia mar sucio no son bellas las noches hay que rendirse me digo mientras subo y bajo y me importa tan poco las elecciones y no pienso en ellas sólo cuando siento la distancia entre mi hija y yo ella tan lejos tan ausente y tan presente en las palabras ella allí donde llueve tanto nunca le llovió tanto nunca estuvo tan alejada y sé que es fuerte sé que es mucho más fuerte que yo y eso me anima me hace confiar en ella en medio de este mundo sin esperanza abocado roto huero lleno de arañazos pero entonces llego al último trecho y hoy no me detengo hoy giro y vuelvo a andar en sentido contrario hacia el principio no pienso sólo respiro 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma de vuelta la noche se pierde el animal decido que es él quien tiene que encontrarme sigo no me detengo me rindo me rindo me digo por la evidencia me digo porque no hay confianza porque quizá sólo quizá aisladamente alguna ventanilla opaca algún vaho que sale de dios sabe dónde pero ¿dónde queda la plenitud? esa plenitud que no es todo para mí sino la parte alicuota de una estancia llevadera en la tierra esa plenitud me digo agarrados las manos los pies la ternura la mirada el beso la tarde la escoba el rincón el cuadro el paseo la contemplación la caricia el sosiego la comida la cama el trastero el cambio la confidencia la muela el termómetro el barómetro de nuevo el barómetro sin más ahora ya no le doy valor ni se lo quito ahí está el barómetro regio como unas campanas una tarde el cierzo ese viento de la meseta también el cierzo como el barómetro aparece y se va mientras sigo respirando y sé que me tengo que rendir tengo que ser yo quien se rinda es mi obligación rendirme para que pueda volar para que pueda buscar lo que tiene que buscar que no soy yo nunca fui yo nunca fui su plenitud y así cuando descubro la luna que crece y es un filo y tras ella la roja evidencia en una nube de la crueldad del crepúsculo tiemblo y canto una aria de Puccini para conjurar el dolor que siento en las manos para conjurar el grito que di ayer cuando la seguridad de un lugar cerrado me amenazó con no dejarme entrar ah cuánto me arrepiento ah qué dolor siento en mi costado y saber que nunca más que he de rendirme decir adiós con una sonrisa en los labios cuando diciembre se embala y se va a estrellar si nadie lo remedia contra enero ahí estoy me digo y entonces, entonces, de nuevo 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma hasta desfallecer hasta seguir como mecánica el ritmo respiración respiración pierna pierna ya estamos llegando ya estamos el bosque es tan oscuro que lo siento expresión de mi corazón oigo pasos tras de mí y sé que nadie hay tras de mí oigo oigo llego y me vuelvo a decir rendición rendición rendición plenitud plenitud plenitud el error es de quien no sabe hacerse amar
El truco es tan evidente que a veces me produce escalofrío.
El miedo es la clave del poder.
Es curioso que tras haber agotado el filón del terror que nos produce el colapso económico, a los pocos meses se produzca un rebrote del terrorismo en las civilizadísimas ciudades de occidente y es justo en una de esas ciudades donde se ha producido el penúltimo timo de esta panda de cabronas/cabrones de la reputa que los parió que es la Cumbre del clima en la militarizada ciudad de París.
Sé que nunca su codicia llegará a tener un clímax. Sé que quien quiera cambiar desde dentro este sistema acabará siendo cambiado por él porque su poder radica en el truco y nada hay que más fascine al ser humano que lo engañen.
El timo ha consistido en alardear de que esta vez todos se iban a poner serios y conscientes de que nos estamos cargando el único puto planeta en el que podemos vivir y que iban a llegar a acuerdos decisivos. Para ello durante tres semanas unos cuantos miles de delegados y delegadas se han estado dando la gran vida a costa de los impuestos y los robos -según el país- de sus respectivos países para que al final se vaya a firmar un acuerdo de mínimos que además no es vinculante y que va a mantener todo igual. ¡Sois unos putos hijos-hijas de puta! ¡Sois una panda de cabrones y cabronas! (lo escribo así para ser políticamente correcto) y porque no tengo la polla pa ruidos porque sino me pondría en plan gitano a lanzaros maldiciones hasta que me chorreara humor negro por la boca.
Asesinos y asesinas de mierda; delegados y delegadas hijos e hijas de puta. Me cago en todos vuestros putos muertos. Canallas. Cerdos. Cerdas. Ahí os pudráis. A ver cuándo os hacemos caer de vuestros pedestales... os llegará la hora... os llegará.
El miedo es la clave del poder.
Es curioso que tras haber agotado el filón del terror que nos produce el colapso económico, a los pocos meses se produzca un rebrote del terrorismo en las civilizadísimas ciudades de occidente y es justo en una de esas ciudades donde se ha producido el penúltimo timo de esta panda de cabronas/cabrones de la reputa que los parió que es la Cumbre del clima en la militarizada ciudad de París.
Sé que nunca su codicia llegará a tener un clímax. Sé que quien quiera cambiar desde dentro este sistema acabará siendo cambiado por él porque su poder radica en el truco y nada hay que más fascine al ser humano que lo engañen.
El timo ha consistido en alardear de que esta vez todos se iban a poner serios y conscientes de que nos estamos cargando el único puto planeta en el que podemos vivir y que iban a llegar a acuerdos decisivos. Para ello durante tres semanas unos cuantos miles de delegados y delegadas se han estado dando la gran vida a costa de los impuestos y los robos -según el país- de sus respectivos países para que al final se vaya a firmar un acuerdo de mínimos que además no es vinculante y que va a mantener todo igual. ¡Sois unos putos hijos-hijas de puta! ¡Sois una panda de cabrones y cabronas! (lo escribo así para ser políticamente correcto) y porque no tengo la polla pa ruidos porque sino me pondría en plan gitano a lanzaros maldiciones hasta que me chorreara humor negro por la boca.
Asesinos y asesinas de mierda; delegados y delegadas hijos e hijas de puta. Me cago en todos vuestros putos muertos. Canallas. Cerdos. Cerdas. Ahí os pudráis. A ver cuándo os hacemos caer de vuestros pedestales... os llegará la hora... os llegará.
Crónica escrita por la aparición (fantasma) de Isaac Alexander de la presentación del libro Gen escrito por Fernando Loygorri y que tuvo lugar en Función Lenguaje en la calle Doctor Fourquet 18 de la ciudad de Madrid el día 9 de diciembre del año 2015
Tiene la creación un ámbito al que el realismo no alcanza. El realismo carece de fantasía (en su sentido etimológico, es decir: ámbito de las apariciones). Así no resultaría realista decir que ayer estuve en la presentación del libro de poesía Gen de mi querido amigo Fernando Loygorri y sin embargo estuve. ¡Ah, qué bien le sienta a los humanos sentirse queridos! Porque fuera como fuere la presentación -y estuvo muy bien- se le veía a Fernando contento entre su gente y sobre todo contento porque a la presentación de su primer libro publicado de poesía acudieron personas de tres tiempos de su vida y eso le hizo reconciliarse consigo mismo, él que tan escaso anda en ocasiones de amarse.
Yo me coloqué justo detrás de Liana que es una mujer que me guarda un gran cariño y que sé que se ha reído en ocasiones con los textos que he publicado en este blog y también sé que cuando morí sintió ella una pena honda, la pena del amigo que ve irse al amigo para siempre. Ella además pertenece -dentro de los tres tiempos de Loygorri- al último de ellos y esa condición le confiere -claro- una mayor cercanía conmigo. A su lado estaban sentados Raúl y Amalia que también pertenecen a este último tiempo de su vida y que son para él -y así los acojo yo- esa continuidad de la amistad, ese regato por donde la vida fluye y se comunica y nace de nuevo y se hace, por su propia fluidez, inagotable.
Conocí entonces al grueso del segundo tiempo de Loygorri, aquel que corre desde la juventud hasta la madurez y allí estaban Mónica, Lola, Pilar, María, César, Luis, Álvaro, Fernando y Carlos. Me fijé entonces en Loygorri y vi en sus ojos un auténtico agradecimiento y el descubrimiento de que la amistad, a veces, no es una cuestión de tiempo sino un destino común que mantiene unido hasta la muerte y más allá de ella (véase mi caso). La amistad es un vínculo que cuando se ha forjado, cuando verdaderamente se ha forjado, cuando existió un tiempo en que ese sentimiento renacía cada día, algo descomunal, mucho más que una hecatombe ha de ocurrir para que se deshaga y no surja cuando tiene que surgir.
Y vi también el primer tiempo de Loygorri en la figura de una mujer menuda con una sonrisa de una sinceridad deslumbrante, Sina, una mujer /muchacha de cuando Loygorri acababa de dejar de ser niño y ella también. Tiempos de Instituto. Años 70 del pasado siglo. Manos cogidas en el parque. Primeros besos. Primeros anhelos. Para siempre.
Y junto a su pasado también se sintió feliz Loygorri porque le acompañaban compañeros de trabajos literarios y allí estaban Ignacio, Ángel, Juanjo, Pilar, Esperanza, Francisco, Verónica y Javier. Poetas y compañeros de la radio.
Tan sólo faltó en su presentación el tiempo de la infancia y debe estar bien que así sea.
Escuché antes de irme comentarios de los que habían acudido y en general todos alabaron lo ajustado de la presentación, lo poco recargado y yo me fui a mi última morada cuando, tras haber celebrado el encuentro en un bar de la vieja calle Argumosa, Liana y Fernando -tras despedirse de los amigos del segundo tiempo- se encaminaron por la calle Doctor Fourquet hacia el coche de él que como viejo caballero dejó a la dama a la puerta de la casa que habita.
Quisiera terminar esta leve crónica de lo ocurrido en la presentación de Gen (y no podía ser más que leve pues fantasma es quien la escribe) con unos versos contenidos en él: ¡Inflamada Nube, tu boca sobre la plaza atrae a la serpiente; tu eje, amarillo, navega sobre el agua; el amor, lo que pertenece a todos los hombres, se continúa en tu infinita debilidad!
Yo me coloqué justo detrás de Liana que es una mujer que me guarda un gran cariño y que sé que se ha reído en ocasiones con los textos que he publicado en este blog y también sé que cuando morí sintió ella una pena honda, la pena del amigo que ve irse al amigo para siempre. Ella además pertenece -dentro de los tres tiempos de Loygorri- al último de ellos y esa condición le confiere -claro- una mayor cercanía conmigo. A su lado estaban sentados Raúl y Amalia que también pertenecen a este último tiempo de su vida y que son para él -y así los acojo yo- esa continuidad de la amistad, ese regato por donde la vida fluye y se comunica y nace de nuevo y se hace, por su propia fluidez, inagotable.
Conocí entonces al grueso del segundo tiempo de Loygorri, aquel que corre desde la juventud hasta la madurez y allí estaban Mónica, Lola, Pilar, María, César, Luis, Álvaro, Fernando y Carlos. Me fijé entonces en Loygorri y vi en sus ojos un auténtico agradecimiento y el descubrimiento de que la amistad, a veces, no es una cuestión de tiempo sino un destino común que mantiene unido hasta la muerte y más allá de ella (véase mi caso). La amistad es un vínculo que cuando se ha forjado, cuando verdaderamente se ha forjado, cuando existió un tiempo en que ese sentimiento renacía cada día, algo descomunal, mucho más que una hecatombe ha de ocurrir para que se deshaga y no surja cuando tiene que surgir.
Y vi también el primer tiempo de Loygorri en la figura de una mujer menuda con una sonrisa de una sinceridad deslumbrante, Sina, una mujer /muchacha de cuando Loygorri acababa de dejar de ser niño y ella también. Tiempos de Instituto. Años 70 del pasado siglo. Manos cogidas en el parque. Primeros besos. Primeros anhelos. Para siempre.
Y junto a su pasado también se sintió feliz Loygorri porque le acompañaban compañeros de trabajos literarios y allí estaban Ignacio, Ángel, Juanjo, Pilar, Esperanza, Francisco, Verónica y Javier. Poetas y compañeros de la radio.
Tan sólo faltó en su presentación el tiempo de la infancia y debe estar bien que así sea.
Escuché antes de irme comentarios de los que habían acudido y en general todos alabaron lo ajustado de la presentación, lo poco recargado y yo me fui a mi última morada cuando, tras haber celebrado el encuentro en un bar de la vieja calle Argumosa, Liana y Fernando -tras despedirse de los amigos del segundo tiempo- se encaminaron por la calle Doctor Fourquet hacia el coche de él que como viejo caballero dejó a la dama a la puerta de la casa que habita.
Quisiera terminar esta leve crónica de lo ocurrido en la presentación de Gen (y no podía ser más que leve pues fantasma es quien la escribe) con unos versos contenidos en él: ¡Inflamada Nube, tu boca sobre la plaza atrae a la serpiente; tu eje, amarillo, navega sobre el agua; el amor, lo que pertenece a todos los hombres, se continúa en tu infinita debilidad!
Ensayo
Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/12/2015 a las 19:50 | {2}
Ventanas
Seriales
Archivo 2009
Escritos de Isaac Alexander
Fantasmagorías
¿De Isaac Alexander?
Meditación sobre las formas de interpretar
Libro de las soledades
Colección
Cuentecillos
Apuntes
Archivo 2008
La Solución
Aforismos
Haiku
Recuerdos
Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
Reflexiones para antes de morir
Sobre las creencias
Olmo Dos Mil Veintidós
El mes de noviembre
Listas
Jardines en el bolsillo
Olmo Z. ¿2024?
Agosto 2013
Saturnales
Citas del mes de mayo
Reflexiones
Marea
Mosquita muerta
Sincerada
Sinonimias
Sobre la verdad
El Brillante
El viaje
No fabularé
El espejo
Desenlace
Perdido en la mudanza (lost in translation?)
La mujer de las areolas doradas
La Clerc
Velocidad de escape
Derivas
Carta a una desconocida
Asturias
Sobre la música
Biopolítica
Las manos
Tasador de bibliotecas
Ensayo sobre La Conspiración
Ciclos
Tríptico de los fantasmas
Archives
Últimas Entradas
Enlaces
© 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023 y 2024 de Fernando García-Loygorri, salvo las citas, que son propiedad de sus autores
Narrativa
Tags : Escritos de Isaac Alexander Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/12/2015 a las 22:45 | {0}