Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

El temblor ante la sombra. La potencia del sol sobre sus cabezas. El canto de la chicharra. El movimiento debido a un motor de cuatro tiempos. La siega. La era.
Nostalgia por lo que termina (todo hay que escribirlo: una nostalgia sin motivo ninguno). Y la idea de una nota dejada sobre la mesa en la que escribió durante muchos años: Quiero seguir el viaje.
Duerme el mundo porque quienes manejan los objetos y los seres inanimados que luego se verán reflejados en la piedra del fondo de la cueva, duermen. Todo hay que escribirlo: quienes manejan a los alienadores alienados no pueden seguir manipulando a los prisioneros con las sombras si los que manejan los objetos y seres proyectados duermen.
En la mañana transcurre esta idea. Jamás ayer se le ocurrió esto que ahora escribe. Nunca lo supuso (porque todo hay que escribirlo admitamos que en el sueño o en esos lugares de la vigilia a los que la conciencia no llega, puede que ahí estuvieran ya latentes estas líneas).
Temblor de la barbilla. Temblor del mediodía. A lo lejos los motores de un avión varían su tonalidad por el efecto Doppler. Siguen batiendo sus élitros las chicharras. Justo ahora se abren los pétalos de una flor en algún lugar de Tierra. Nadie puede negar que si nadie observa la Montaña ésta pueda estar bailando.
No sé cuánto habrá de seguir. A esta pulsión parece referirse. A estos años que son nada. Ya es olvido y dentro de un suspiro será ignorancia.
 

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/05/2022 a las 12:40 | Comentarios {0}



Cuando Dios me dejó de creer, empecé a correr.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/05/2022 a las 18:50 | Comentarios {0}



Casi a la misma hora y como si estuviera rezando, el hombre se arrodilló ante el ídolo y se metió un cirio por el ano. Gemía lóbregamente. Parecía hijo de Noche Tenebrosa y Tiempo. Rumiaba culpas antiguas, de antes de estar él en el mundo. Decimos que era casi a esa misma hora pero no hemos dicho cuál era. Digamos algo: es la hora en la que parece que el cielo empieza a clarear y no clarea.
En la otra punta del mundo una niña se marea. En la otra de las cuatro puntas, un niño se duerme al fin. En la última de las puntas una mujer descubre que apenas le queda pie.
Suena el piano a tormenta.
Suena la estirpe a cosecha.
Suena el enano a gigante.
Suena la nana a la guerra.
Todo casi a la misma hora. No queremos precisar más. Ni tan siquiera nos nombraremos. Seremos Nosotros. Llamadnos así: ¡Nosotros, acudid!
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/05/2022 a las 17:35 | Comentarios {0}



Irá colina arriba ahora que la primavera la viste de flores humildes, flores que apenas vivirán un día.
Irá con la mirada muy limpia, recién lavada con agua fresca del manantial, el que se forma con el deshielo.
Irá sonriente por mucho que su vientre abierto a cuchilladas deje ver sus tripas y haya de empujarlas hacia dentro con sus manos para que no se desparramen por el suelo.
Irá con un cinta que recogerá su pelo.
Irá con la existencia a punto de partir hacia el mañana, el mañana sin tiempo, el mañana eterno. A ese mañana irá para verte. Para verte desde la eternidad. Para verte sin tiempo. Eternamente verte.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/05/2022 a las 17:06 | Comentarios {2}



¿Qué hace ahí? ¿Cómo llegó hasta allí? El destino no es sólo lo que ocurre sino adonde se llega. ¿Qué explicación encontraría? ¿Cómo no dedujo que el drama rural existe en tanto en cuanto lo rural guarda en sí un núcleo violento? ¿Porque está más cerca del Neolítico? ¿Porque la cultura procura además de conocimientos contenciones?
Escucha en la noche los gritos de una mujer. Por la mañana, cuando camina por senderos en los que la belleza de las montañas tiene algo de bizantino, siente en las miradas de algunas personas -mujeres y hombres- un deje de venganza, una sensación de que bajo la camisa guardan una hoz para usarla en cuello extranjero. Y siente temor de las personas. Y se siente perdido en aquellas alturas. Y pierde para él sentido la vida como si ésta tan sólo se justificara si en su transcurrir se diera cierta placidez, cierta ternura.
No se va a llamar sensiblero esta vez. No, esta vez es cuestión de sensibilidad y de sentido. Porque sólo desde la sensibilidad puede aceptar la crueldad del mundo. Porque sólo desde el sentido puede explicársela.
Destino. Sentido. Dirección. Ya no entiende esos conceptos en su absoluto. Tiene la sensación de estar cerca de sentir el terror que al final de su vida sentía Darwin por el mundo que con tanta pasión había investigado -y parte de él desvelado-; terror por lo mal hecho; terror por ser consciente de que la ética es un constructo de unos pocos; terror por sentirse algunas noches como el Cristo del que escribía Lope ¿Qué interés te sigue, Jesús mío/ que a mis puertas cubiertas de rocío/ pasas las noches del invierno a oscuras?
Algunas noches tiembla de terror y congoja. Porque hay noches en las que los hombres solos apenas pueden más con su soledad y desearían otro cuerpo humano a su lado al que poder despertar para decirle, Abrázame, tengo frío, abrázame, más, más fuerte, amor mío...
 

Ensayo

Tags : Perdido en la mudanza (lost in translation?) Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 23/05/2022 a las 18:23 | Comentarios {0}


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