El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.
Fotograma de Sueño de una noche de verano dirigida por Max Reinhardt y William Dieterle. 1935
348
Me acuerdo de estar sentado junto a Naya en las gradas de un teatro al aire libre en Leganés.
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Me acuerdo de Enrique en 5º de Bachillerato. Le he ganado en las elecciones a delegado de clase.
350
Me acuerdo del carácter, los rostros y los cuerpos de mis dos primeras amigas pero no me acuerdo de sus nombres.
351
Me acuerdo del curso de 5º de Bachillerato porque es la primera vez en la que estoy en una clase de chicas y chicos. Tengo trece años.
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Me acuerdo que al ser nacido en noviembre yo era de los pequeños en 5º de Bachillerato.
353
Me acuerdo que me parecían muy mayores mis compañer@s.
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Me acuerdo de estar en la habitación de Valentín, en la casa de sus padres en la calle Bruselas en el Parque de las Avenidas. Fumamos un porro. Valentín mete en el walkman la cinta del albúm de Yazoo Upstairs at Eric's. Me da uno de los auriculares. Nos tumbamos. La música asalta el oído como la kresala el olfato los días de galerna.
355
Me acuerdo del análisis de una partida aplazada de ajedrez que hacemos César y yo. La posición es de una partida mía contra Juan Manuel, organizador del torneo en el que jugamos: El Torneo Publivox. Un torneo amateur. Lo jugamos en el Estudio de Grabación que tiene Juan Manuel en la calle José Arcones Gil por el barrio de San Blas de la ciudad de Madrid.
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Me acuerdo del torneo de Navidad de ajedrez blitz (partidas rápidas de cinco minutos por jugador) que organiza Juan Manuel todos los años.
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Me acuerdo de Juan Manuel y de su historia.
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Me acuerdo del pantano de La Jarosa.
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Me acuerdo del nombre de una amiga de Lourdes de cuando pequeños. Se llama Fuencisla.
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Me acuerdo de Isa, la madre de Andrés, cuando una tarde al llegar a su casa me pregunta, ¿Tú que hacías esta mañana bajando por la escalera de servicio con un colchón?
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Me acuerdo de Andrés preparando unos huevos fritos con arroz en la cocina de la casa de su madre.
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Me acuerdo de Andrés haciendo teatro de calle en el Parque del Retiro con Blanca y Chema.
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Me acuerdo del momento en el que escribí la primera frase de mi primer cuento bueno, Reviso la verja por última vez antes de acostarme...
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Me acuerdo de recibir por correo postal el libro Capitale de la douleur de Paul Éluard y la dedicatoria con la que Caroline me sugería el motivo por el que me regalaba precisamente ese libro.
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Me acuerdo de la discoteca Suristan cuando era propiedad de Armando, Javier y Fofo. Cuando escribía Javier me he acordado de Fofo. No antes.
367
Me acuerdo del refresco Mirinda.
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Me acuerdo de los chicles de fresa Bazooka y de los caramelos de menta Saci. Los chicles valían una peseta y un Saci diez céntimos.
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Me acuerdo de Quilapayún y de su álbum Cantata de Santa María de Iquique.
370
Me acuerdo de Eliane en el Festival de Avignon. Los asistentes nos alojamos en Colegios Universitarios. Han dividido los largos corredores en compartimentos mediante biombos de tela y como puerta han colocado un visillo pendiendo de una barra. En cada compartimento hay dos camas. Es la hora de la siesta. La brisa mece los visillos. Yo me estoy masturbando aprovechando que apenas hay nadie. Eliane descorre el visillo, se acerca, se sienta en el borde de la cama y me pregunta -como si no se hubiera dado cuenta de nada, como si no se notara que estoy desnudo y empalmado bajo la sábana- si vamos juntos a ver esa noche el montaje de Jêrome Savary de El sueño de una noche de verano en le Carrière de Boulbon. A punto de correrme, disimulando yo también, le digo que sí, que en un rato nos vemos. Se va Eliane. Me corro yo.
El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.
333
Me acuerdo del anuncio de tormenta en el concierto de The Rolling Stones en el estadio del Vicente Calderón de la ciudad de Madrid un siete de julio de 1982.
334
Me acuerdo de la tempestad que cae y justo cuando más jarrea empiezan a escucharse los primeros acordes de Under my Thumb. ¡Oh, la tempestad y los Rolling! ¡Tempestad e ímpetu!
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Me acuerdo que mi padre, melómano impenitente, no quiere perderse a los Rolling así es que vuelvo a verlos al segundo concierto, dos días después, acompañándole. Los teloneros son The J. Gields Band. Cuando terminan de tocar, mi padre está en éxtasis y borracho. Jamás ha asistido a un concierto de rock y exclama, ¡Qué buenos son estos Rolling Stolling -así los llama-. Yo le digo que no son los Rolling sino los teloneros. Mi padre me mira y le grita a un punkie de encrespada cresta que tiene al lado, ¡Pues habrá que seguir emborrachándose!
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Me acuerdo de mi padre en pleno concierto. Está sentado en la grada borracho y feliz. Me llama. Me acerco a él. Me dice, ¡Gracias, hijo! Yo lo levanto y escuchamos Angie juntos mientras encendemos nuestros mecheros y sus llamas se unen a las miles de llamas de otros tantos miles de mecheros.
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Me acuerdo de mi padre vestido con traje y corbata que viene a visitarme al Mercado de Vallehermoso donde yo vendo lotería de minusválidos a la puerta del mercado. Muchos días el vendedor de los ciegos me denuncia y viene la Policía Nacional y me requisa los cupones y las mujeres que han ido a hacer la compra se dividen y así unas me apoyan y dicen que los cojos también tienen derecho a vender lotería y otras dicen lo contrario. El día que viene mi padre se sienta junto a mi y se toma un café. Ese día el ciego no me denuncia. Luego me da un beso, me compra unos cupones y se marcha, esbelto y elegante, como lo es si está sereno.
338
Me acuerdo del olor del cuerpo de Arantxa la primera vez que nos besamos en el templete del Parque del Retiro un día de lluvia del mes de junio.
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Me acuerdo de Jenny, una hippie punkie australiana que se negó a quitarse sus botas militares para follar. Era en Ortiguera. En el primero de los veranos con Iñaki.
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Me acuerdo de Gata Reina Renata correteando por los prados de Ortiguera como si no hubiera un mañana. Llena de electricidad. Pura excitación y agilidad felinas.
341
Me acuerdo de Teresa. Estamos en una fiesta. Quiere que vaya a su casa para enseñarme un revólver y luego acostarnos. Le contesto que a mí los revólveres me producen impotencia.
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Me acuerdo de beber un Giz Fizz en Chicote hacia la una del mediodía con mi padre. Venimos de la Casa del Ajedrez. Me ha regalado un tablero y unas piezas de madera Staunton 6. Es el año 1991.
343
Me acuerdo de Liana. Estamos cerca de su casa, en la calle Benito Gutiérrez. Es en esa calle donde he aparcado. Antes de irme, me empuja contra mi coche, se pega a mí y me muerde la boca y el cuello hasta dolerme. Luego se va.
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Me acuerdo del día de nochebuena de 1980. Estoy en la calle Preciados junto a Tao y Cati vendiendo las pulseras de hilo que hemos fabricado durante nuestro otoño en Menorca. Peso 40 kilos.
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Me acuerdo de Blanca, bailarina a la que le falta la falangeta del dedo índice de la mano derecha. Es hermana de Chus. Es ella quien me acompaña a recoger la casa de Cala Blanca un mes de enero.
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Me acuerdo de sentir la satisfacción del trabajo terminado tras haber escrito un guion para un capítulo de televisión de 50 minutos en un tiempo récord. Estoy dos días escribiendo sin parar. El guion vale y se rueda.
347
Me acuerdo de un cura en el funeral de Carlos. En su homilía, y en el colmo del proselitismo, llega a decir: ...y Judas que traiciona a Cristo por treinta denarios de plata... que al cambio vendrá a ser un euro. Y se queda tan pancho. (Un denario son 3,9 gramos de plata y al precio de la plata del año 2005, 30 denarios vendrían a ser unos 80 €).
El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.
311
Me acuerdo de que a los trece años María Luisa me dijo que no quería salir conmigo pero que le gustaría mucho ser mi amiga. Yo estaba aún con la escayola de la última operación: una triple artrodesis.
312
Me acuerdo del primer libro de ensayos que me compré, El cristianismo y la lucha de clases de Nikolái Berdiáyev.
313
Me acuerdo de un viejo loco que me quiso asesinar en un pueblo francés del Midi.
314
Me acuerdo del sonido de las campanas de una iglesia de Paris poco antes de entrar en el Mémorial de la Shoa, 17 rue Geoffroy-l'Asnier en le quatrième arrondissement.
315
Me acuerdo de Osamu secando lenguados en la cuerda de tender la ropa en su casa de Florencia.
316
Me acuerdo de Fernanda tras pasar la frontera de Ventimiglia. Nos hemos conocido esa misma tarde en el tren que nos lleva desde Florencia hasta Madrid. En la madrugada apagamos la luz del compartimento. Estamos sentados el uno al lado del otro. Ella apoya su cabeza en mi hombro y me tapa con su rebeca. Yo tomo su mano por debajo de la rebeca. Ella hace un gesto de acurrucarse.
317
Me acuerdo de una tarde en la Masía de Lidia. Fernando y yo jugamos a las palas desnudos. En un lance del juego me da con la pelota en un huevo. Me retuerzo de dolor mientras Fernando, Lidia y Gabi se mueren de risa.
318
Me acuerdo de Gabi en la misma Masía. Está tumbada sobre una mesa tomando el sol. Desnuda. Con las piernas flexionadas y abiertas. Tiene un coño precioso, húmedo, palpitante.
319
Me acuerdo de empujar a Alfonso para sacarlo de una corriente marina que lo está alejando de la playa. Alfonso no nada bien. Todos los demás se han alejado. Consigo sacarlo.
320
Me acuerdo de mirar la luna desde mi cueva en cala Fustán. Llevo más de una semana absolutamente solo. Es septiembre. Hablo con la luna y con las olas del mar.
321
Me acuerdo del sonido de la cadencia de mi nado a espalda en la piscina del Canoe.
322
Me acuerdo de la ausencia de pecho de María la murciana. Sus pezones en cambio son dos puntas de lanza deliciosas para chupar.
323
Me acuerdo de Caroline que me dice al oído, Tienes mil cuerpos. Estamos en su casa de Caen.
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Me acuerdo de Elias riéndose con mi acento francés.
325
Me acuerdo de ir en el tren camino de Caen desde París donde Caroline y yo hemos estado un fin de semana. Durante el trayecto corregimos exámenes de español de sus alumnos.
326
Me acuerdo de estar sentado en Le Jardin de Luxembourg mientras espero a que Caroline llegue desde Caen.
327
Me acuerdo de una funcionaria de la Casa de la Moneda que llamaba a un programa radiofónico que co-presentaba junto a Tato. Se emitía desde Radio 3. La funcionaria me quería conocer. Me contaba, fuera de antena, que no podía llamar desde el trabajo pero que no podía evitarlo. Trabajaba en el segundo sótano de la Fábrica de Moneda y Timbre. Desde allí llamaba. Aún no existían los teléfonos móviles.
328
Me acuerdo de Carmen que fue la primera mujer que hizo que me corriera con una mamada.
329
Me acuerdo de Lidia un mediodía. Yo vuelvo a España. Ella se queda trabajando unos días más. Tengo cinco minutos para despedirme de ella. Lidia se da la vuelta, se levanta la falda, se baja las bragas y me dice, Empecemos ahora y terminemos en Madrid. Así lo hicimos.
330
Me acuerdo de no querer partirle el brazo a un loco arriesgándome con ello a que la cosa acabara peor.
331
Me acuerdo de un atraco con escopetas recortadas en un bar de la plaza del Carmen en Madrid. Estoy con Carlos. Los atracadores nos meten a todos en los servicios y hemos de salir uno por uno y darles todo lo que tengamos. Carlos, mientras esperamos nuestro turno, me quita un aro de oro que llevo en la oreja para que los atracadores no me lo arranquen.
332
Me acuerdo de Osamu al que he acompañado al Mercado de San Lorenzo. El pescadero lo saluda efusivamente. Osamu es un buen cliente. Quiere mejillones. Osamu coge mejillón a mejillón y lo golpea, levemente, contra la piedra; luego se lo acerca a la oreja y lo escucha. Así sabe Osamu si el mejillón sigue vivo o ya está muerto. Osamu es hijo repudiado de un shogun. Cuando lo conozco sobrepasa los sesenta años.
El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.
293
Me acuerdo de Belén, hermana pequeña de Daniel. Tiene diecisiete años. Yo tengo dieciocho. Belén es preciosa, con la belleza lánguida de las yonkies. Es novia de un traficante de heroína por el barrio de la Estrella. El novio tiene fotofobia. Siempre usa gafas oscuras. Es de noche. Me he quedado a dormir en casa de Daniel y Belén. A medianoche Belén entra en mi habitación. Se me pone encima. Coge mi miembro y se lo mete. Empieza a cabalgar sobre mí mientras murmura y termina gritando, ¡Caballito, caballito de juguete! ¡Galopa, caballito, caballito de juguete, así, así, al galope, caballito, al galope, caballito de juguete!
294
Me acuerdo de una tarde de junio. Voy a casa de Daniel. Daniel es el novio de Chus. Yo soy el amante de Chus. Daniel me dice que el novio de su hermana se ha enterado de que se ha acostado conmigo. Según dice, me comenta Daniel, como me vea ha jurado meterme una jeringuilla de ácido lisérgico por la yugular.
295
Me acuerdo de una playa al sur de las Palmas. Estamos Álvaro, María y yo. Nos hemos comido un tripi, un micropunto marrón. Cuando caminamos hacia la playa en plena subida del ácido, vemos pasar ante nosotros un cortejo fúnebre.
296
Me acuerdo de avanzar bocarriba por los guijarros de la playa al sur de Las Palmas, apoyando las manos y los pies, totalmente desnudo. Avanzo así porque me parece que la altura que hay entre un guijarro y otro va a hacer que me rompa la crisma y no me atrevo a mirar. Mientras avanzo veo a Álvaro agarrado a una roca como si fuera una lapa. Está a la orilla del mar. Sé que el mar está calmado, lo siento furioso.
297
Me acuerdo de Étel cayendo desmayada en el pasillo de un tren correo.
298
Me acuerdo de que Cati militaba en la Liga Comunista Revolucionaria.
299
Me acuerdo del tema Formentera Lady del disco Islands de los King Crimson.
300
Me acuerdo que la calle en la que vivía en las Palmas de Gran Canaria se llamaba Secretario Padilla y estaba en Las Canteras. Viví allí a principios de los ochenta.
301
Me acuerdo que un día se me ocurrió mi epitafio: Fui y no pienso volver.
302
Me acuerdo de un fin de año en la casa de los padres de Tao y Chus. Nos hemos comido un ácido. En plena alucinación veo a Luisa -a la que deseo tanto- y al verla me pega tal sacudida el cuerpo, un latigazo tal por toda la columna vertebral, pura descarga eléctrica que me quedo paralizado porque no sé si me he roto y escucho a César a mi lado que me dice, ¡Colega, he oído el chasquido que te acaba de pegar la columna vertebral!
303
Me acuerdo de César, Inma y yo. Estamos sentados en un banco del Parque del Retiro. Es 1 de enero y acabamos de salir de la fiesta de Tao y Chus. Para bajar la histeria que nos produce el tripi nos metemos unas rayas de heroína y de repente el frío sol del invierno nos arropa. Se acabó el nervio. Ya nada importa.
304
Me acuerdo de Lidia. Lleva un suéter negro muy ajustado. Sus ojos azules. Su pelo rojo. Es por la mañana. Hemos pasado la noche juntos. Ella se está mirando en el espejo del baño. Termina de acicalarse. Yo me pongo tras ella. Me pego a ella. Con mi mano derecha abarco su pecho izquierdo mientras la miro a los ojos a través del espejo. Ella me mira también. Estallamos en una carcajada. De alguna manera sabía que aquélla era la última vez que la tocaría.
305
Me acuerdo de Las suites para violonchelo solo de Johan Sebastian Bach.
306
Me acuerdo del temblor que sentí al ver el David de Miguel Ángel y cómo pocos días más tarde lo volví a sentir al contemplar el de Donatello.
307
Me acuerdo de Andrea, Andrés y yo traduciendo mi poema Mañana al italiano. Estamos en una trattoria de Florencia. Lo hacemos porque con ese poema Andrés se va a presentar a las pruebas de ingreso en el Piccolo Teatro de Milán. Y así lo hizo. Era el año de 1980.
308
Me acuerdo de una larga noche de grabación en Onda Madrid. En los estudios de García de Paredes. Grabamos Sinalámbrico. Se nos hace el amanecer. Naya, Pilar, Miguel Ángel y yo nos vamos a desayunar y pedimos, por consejo de Pilar, bacalao al pil pil y para beber unas cañas.
309
Me acuerdo de la cafetería que había enfrente de la radio, en García de Paredes. Allí ensayamos mientras tomamos algo antes de entrar.
310
Me acuerdo de la melena negra, abundantísima, de Ana, la jefa de programas de la radio. Corre el año de 1985.
El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.
275
Me acuerdo del personaje de la duquesa de Krisharna que inventé para poder hablar de Vicki.
276
Me acuerdo de los bañadores Meyba.
277
Me acuerdo de los Juegos Olímpicos de München.
278
Me acuerdo de Mark Spitz, su bigote y sus siete medallas de oro. Su Meyba era azul.
279
Me acuerdo de ver pasar el bólido de Nicki Lauda en el circuito del Jarama.
280
Me acuerdo de ir con mi madre y con Pistolita y Pocholita, dos pekinesas negras, a la casa de la madre del torero Antonio Bienvenida. La buena señora tiene un macho de pekinés negro y lo quiere cruzar. Es por la tarde. La casa tiene una galería muy luminosa y acristalada que rodea un patio. El pekinés de la madre de Antonio Bienvenida no monta a ninguna de las dos perras. La casa está en la actual Príncipe de Vergara que entonces se llama Calle del General Mola.
281
Me acuerdo de estar Luis y yo en la plaza de Barceló sin tener un sitio donde dormir. Es finales de agosto. Esa noche compartimos vino y dormimos con los vagabundos de la Plaza.
282
Me acuerdo de la playa de Bolonia una primavera. La playa está vacía. Es el mediodía. Es una playa inmensa. Bajo el sol Chus y yo empezamos a follar. Yo estoy encima de ella. Levanto la vista y veo frente a mí, a unos diez metros, una vaca que no sé de dónde ha salido.
283
Me acuerdo de la guineu que aparece todos los días, al caer la tarde, en lo alto del camino que lleva hasta la masía que Lidia tiene en Lérida.
284
Me acuerdo de estar con Fernando y Alfredo en Barcelona. Al día siguiente de haber llegado. Es por la tarde. Acompañamos a Lidia a visitar a su abuela que vive en una residencia de ancianos.
285
Me acuerdo de ver la ardora -un efecto que se produce a finales de agosto, en ciertas zonas del mundo, con cierto tipo de marea y con luna nueva que consiste en que la orilla del mar se vuelve fosforescente y la arena se llena de millones de puntos de luz verde- en una playa cercana a Torrao do Lameiro un pueblo al norte de Portugal.
286
Me acuerdo de estar el resort Bahía Príncipe en la República Dominicana. Formo parte del equipo de grabación de una serie de televisión. Esperanza, una de las actrices, tiene un tirón en la parte alta del muslo. Le comento que si quiere le doy un masaje, que no los doy mal. Ella acepta. Vamos a su habitación. Se quita los pantalones. Empiezo a darle el masaje y entonces entran, como niños traviesos, por la puerta de la terraza, Luis Fernando y Fernando. Con sus travesuras no puedo seguir con el masaje.
287
Me acuerdo de la ventana de la cocina de la calle Hermosilla. Está orientada al este. En un octavo piso. Frente a ella no hay nada edificado. Tan sólo se ve el cielo. Desde esa ventana veo los amaneceres más hermosos que he visto jamás.
288
Me acuerdo de Violeta vistiéndose muy despacio encima de su cama. Tiene cinco años. Está muerta de sueño. En la casa de Hermosilla.
289
Me acuerdo de una noche de agosto de hace veintitrés años. Estoy en casa de César. Intenta darme un masaje y acabamos muertos de risa.
290
Me acuerdo de Nadia Comaneci y el primer 10 que consiguió en Gimnasia. Nunca antes una gimnasta había hecho, a juicio de los jueces, un ejercicio perfecto. Lo consiguió en barras asimétricas.
291
Me acuerdo de la madrugada en la que vemos a Neil Armstrong y a Edwin Aldrin poner los primeros pies humanos en la Luna. Es un 20 de julio de 1969. Mientras los veo y escucho la narración de Jesús Hermida desde Cabo Cañaveral, pienso en la rabia que le tiene que haber dado al tercero de los astronautas, Michel Collins, haberse quedado en el Columbia mientras el Eagle aluniza.
292
Me acuerdo de una noche de sardinada en el verano de 1988. La hacemos en el prado que hay tras la casa que la familia de Iñaki tiene en Ortiguera, en lo alto del acantilado. Como la madre de Iñaki se llama Gaba, los lugareños llaman a la casa Cá Gaba y así se ríen de los de Madrid. Vienen todos los amigos de Navia a comer sardinas. Viene Gemma. Pero no está. Se ha metido un pico.
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Memorias
Tags : Recuerdos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/04/2021 a las 17:43 | {0}