Sampler: creación literaria -ideada por mí- cuya composición se consigue mediante palabras o frases de diversos autores las cuales, engarzadas con algunas propias, producen un sentido nuevo.
En este caso el sampler surge a partir de palabras (las que están en negrita en el texto) tomadas al azar del diccionario del español actual de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos
Miss Miller. Postal de mi abuelo Ángel 1906
... la cerviz. Demasiadas. Como adopcionismo o abadengo. Decirte entonces... ab aeterno (si no fuera posible)... empeñado en hacerme sólido.... Decir adiós... ¡Eh, tú, adiós! que es lo mismo que decir, Con Dios. Me comenta mi hija que le parece increíble la creencia religiosa. La fe. ¿Qué le diría la abadesa? O Santo Tomás de Aquino. Abarcaría yo con las manos un trozo de polen y le haría ver lo que nunca he visto. Intentaría entender junto a ella lo incomprensible para mí desde aquí. No desde la fe. Abarloaría mi nave atea a la nave de los Creyentes. Una pila bautismal. Iluminaría con la menorá ideas antiguas, tan antiguas,,,
...Abajar para abarbetarse a la tierra, esta pobre tierra, temblorosa y meteroritos. Diluido en la francachela de hablar de Potencias, Seres Intermedios, Demiurgos y Constelaciones listas para ejercer su influjo sobre el corazón de un hombre. O temblaría por un abrazo que se va a dar cuando termine estas frases como si éste fuera el ázigo que permitiera que mi sangre no empozoñara más de lo necesario. No sé, descubriría la ación y la ausencia de periantio y aclamaría a unos cuantos que trasnochan en una oración equinoccial.
... un puentecillo con mínima acitara afrescado en un muro de las afueras.
... que me nombraran agá
... político debería ser el que manda obedeciendo (definición que escuche ayer de un profesor de Ciencias Políticas...)
... agáchate con agallas. Agalbánate. La noche ya ha caído. Y mañana todavía es febrero.
... ¿Te acuerdas de los afrikáners? Dicen que tenían los mejores afustes de toda el África meridional. No llores por eso. Alguien escribe un día tonterías y respondes con gratitud.
... ¡que viene la agachona! Ante tal hecho sentimiento de profunda inclinación o apego a una persona cuyo bien se desea como propio y cuya compañía y cuya benevolencia se sienten como motivos de dicha. Trato dulce o suave. Rasguea la guitarra. Empieza por el bordón que quiero que el asunto sea grave. Mírame a los ojos y bésame los labios con la delicadeza del copo al declinar en el musgo. Luego llévame al areópago y que juzguen mis pretensiones. Sólo ruego a los dioses que Platón no se encuentre entre las personas dignas de crédito. Quiera Hermes que de su sandalia alada se desprenda arenilla que caiga en los ojos del filósofo y haya de ponerse agua de manzanilla para calmar el escozor.
... ¿Morderás la piel? ¿Mantendrás el tipo hasta el final? ¿Creerás a pies juntillas que es askenazi? Toma asiento. Junta las manos. No permitas que la opresión en el pecho se convierta en el asidero de la otra orilla. La otra orilla.
A 16 de febrero de 2013
...Abajar para abarbetarse a la tierra, esta pobre tierra, temblorosa y meteroritos. Diluido en la francachela de hablar de Potencias, Seres Intermedios, Demiurgos y Constelaciones listas para ejercer su influjo sobre el corazón de un hombre. O temblaría por un abrazo que se va a dar cuando termine estas frases como si éste fuera el ázigo que permitiera que mi sangre no empozoñara más de lo necesario. No sé, descubriría la ación y la ausencia de periantio y aclamaría a unos cuantos que trasnochan en una oración equinoccial.
... un puentecillo con mínima acitara afrescado en un muro de las afueras.
... que me nombraran agá
... político debería ser el que manda obedeciendo (definición que escuche ayer de un profesor de Ciencias Políticas...)
... agáchate con agallas. Agalbánate. La noche ya ha caído. Y mañana todavía es febrero.
... ¿Te acuerdas de los afrikáners? Dicen que tenían los mejores afustes de toda el África meridional. No llores por eso. Alguien escribe un día tonterías y respondes con gratitud.
... ¡que viene la agachona! Ante tal hecho sentimiento de profunda inclinación o apego a una persona cuyo bien se desea como propio y cuya compañía y cuya benevolencia se sienten como motivos de dicha. Trato dulce o suave. Rasguea la guitarra. Empieza por el bordón que quiero que el asunto sea grave. Mírame a los ojos y bésame los labios con la delicadeza del copo al declinar en el musgo. Luego llévame al areópago y que juzguen mis pretensiones. Sólo ruego a los dioses que Platón no se encuentre entre las personas dignas de crédito. Quiera Hermes que de su sandalia alada se desprenda arenilla que caiga en los ojos del filósofo y haya de ponerse agua de manzanilla para calmar el escozor.
... ¿Morderás la piel? ¿Mantendrás el tipo hasta el final? ¿Creerás a pies juntillas que es askenazi? Toma asiento. Junta las manos. No permitas que la opresión en el pecho se convierta en el asidero de la otra orilla. La otra orilla.
A 16 de febrero de 2013
Sólo los rezos silentes
llenan ahora el espacio
Estoy preparando la edición de mi primera antología de cuentos 20 entre 4 que publicaré la semana que viene en Audiolibros y Mundo Sonoro Dom & Loy . Son cuatro cuentos que escribí durante la década de los 80 cuando yo viví mis veinte (de ahí el título: veinte años entre cuatro cuentos).
Siempre resulta curioso -o extraño- volver. El arte quizá tenga esa particularidad: que le permite al artista volver. Además, en mi caso, ocurre que yo -una vez que doy por terminada una obra- no la suelo releer, ni corregir (me parecería una forma de revisionismo). Así es que cuando hace unos días cogí las carpetas de los años 80 para hacer la selección, fue como zambullirme en alguien que fui yo y a quien apenas reconocía. Tuve sensaciones muy gratas. Me gustó el que yo era y también descubrí que, en efecto, el tiempo para quien busca le hace alejarse.
Una de los primeros impulsos fue ponerme a corregir (sobre todo adjetivos) y recordé aquel comentario de Jorge Luis Borges: Publicar sólo sirve para no seguir corrigiendo. Así, quitando algún error gramatical, todo se ha quedado como lo dejé cuando lo di por terminado.
El primer cuento se titula Mujer con Manzana y trata de los sentimientos amorosos del personaje de un cuadro por una modelo a la que siempre ve de espaldas. Es un cuento en el que la influencia de Julio Cortázar no puede ni quiere ser ocultada. Lo escribí a los diecinueve años.
El segundo cuento se llama Helena. Lo escribí con veinte años y es una historia púramente romántica en la que un hombre no puede dejar de amar a una mujer llamada Helena que ya está muerta. De ese cuento siempre me gustó la ambientación, el lugar donde ocurren los hechos. En la época en que lo escribí participaba junto con algunos amigos en una tertulia literaria y recuerdo que el día que lo leí me aplaudieron y me pidieron que lo volviera a leer. En este cuento hay una clara influencia de Edgar Allan Poe.
El tercer cuento se titula Claroscuro. Lo escribí a principios de 1987 con veintiseis años. Quizás este cuento sea el primero en el que las influencias son ya subterráneas y donde mi propio estilo se adueña de la narración tanto formal como conceptualmente. Es un cuento abrumador.
El cuarto se titula A cinco semanas del invierno y es, en realidad, una novela corta donde aparecen influencias de dos autores que siempre me han fascinado: Honoré de Balzac y John Dos Passos. La novelita es un fresco de la ciudad de Madrid en 1987 -está escrito a finales de ese mismo año- y se articula en base a una pareja en descomposición. Su estilo es seco y eso ayuda mucho -creo que además es un acierto- a realzar la grisura de las vidas que pululan sobre el asfalto de las ciudades.
Siempre resulta curioso -o extraño- volver. El arte quizá tenga esa particularidad: que le permite al artista volver. Además, en mi caso, ocurre que yo -una vez que doy por terminada una obra- no la suelo releer, ni corregir (me parecería una forma de revisionismo). Así es que cuando hace unos días cogí las carpetas de los años 80 para hacer la selección, fue como zambullirme en alguien que fui yo y a quien apenas reconocía. Tuve sensaciones muy gratas. Me gustó el que yo era y también descubrí que, en efecto, el tiempo para quien busca le hace alejarse.
Una de los primeros impulsos fue ponerme a corregir (sobre todo adjetivos) y recordé aquel comentario de Jorge Luis Borges: Publicar sólo sirve para no seguir corrigiendo. Así, quitando algún error gramatical, todo se ha quedado como lo dejé cuando lo di por terminado.
El primer cuento se titula Mujer con Manzana y trata de los sentimientos amorosos del personaje de un cuadro por una modelo a la que siempre ve de espaldas. Es un cuento en el que la influencia de Julio Cortázar no puede ni quiere ser ocultada. Lo escribí a los diecinueve años.
El segundo cuento se llama Helena. Lo escribí con veinte años y es una historia púramente romántica en la que un hombre no puede dejar de amar a una mujer llamada Helena que ya está muerta. De ese cuento siempre me gustó la ambientación, el lugar donde ocurren los hechos. En la época en que lo escribí participaba junto con algunos amigos en una tertulia literaria y recuerdo que el día que lo leí me aplaudieron y me pidieron que lo volviera a leer. En este cuento hay una clara influencia de Edgar Allan Poe.
El tercer cuento se titula Claroscuro. Lo escribí a principios de 1987 con veintiseis años. Quizás este cuento sea el primero en el que las influencias son ya subterráneas y donde mi propio estilo se adueña de la narración tanto formal como conceptualmente. Es un cuento abrumador.
El cuarto se titula A cinco semanas del invierno y es, en realidad, una novela corta donde aparecen influencias de dos autores que siempre me han fascinado: Honoré de Balzac y John Dos Passos. La novelita es un fresco de la ciudad de Madrid en 1987 -está escrito a finales de ese mismo año- y se articula en base a una pareja en descomposición. Su estilo es seco y eso ayuda mucho -creo que además es un acierto- a realzar la grisura de las vidas que pululan sobre el asfalto de las ciudades.
Alberto Giacometti Dibujo
Sugiero el mundo y una pata de palo
Sugiero el análisis y la voz de la palabra
Sugiero la broma en el funeral del martes
Sugiero la calma con chicharrones
Sugiero el verbo sin paloma y la estrechez del sendero en vez de la anchura de las carreteras
También sugiero la caricia a contrapelo y un alarde: ¡Idiotas, chitón!
Sugiero un cisma entre la tijera y la taza
Sugiero que las heridas se mantengan calladas no vaya a ser que supuren babas
Sugiero la contemplación en el camino de vuelta a casa y el amargor, tan dulce, del vino rojo en vaso pequeño sin acompañamiento sólido
Sugiero la lectura lenta de las ideas largas y dejar la mancha que cayó con descuido sobre la página -es una marca-
La anatomía sugiero (no la esperanza. Nunca la esperanza) y las faldas
Sugiero la comitiva por la arena, el callo en los dedos, la herramienta, el reconocimiento de la existencia de Isaac Alexander, el muérdago en su tronco, la jara en la ladera
Y ante todo te sugiero que hoy lo vuelvas a intentar
a Ellos.
Esa nube es un simulacro como el roce de tu voz en su herida
Su herida es profunda, nace del aire de los días
se mantiene en el éter y deja un reguero (como pasos dados al traspiés)
Lo nefasto es la Idea no la copia de la Idea
La Idea como sublimación
Porque la Idea no existe
y lo que pasa debería ser suficiente milagro o pasmo o alba
Es simulacro el espejo y tu mano acariciando sus costillas flotantes
o la lluvia y el rito que saja la base del pene para conformar la vagina
También la flor del loto
o las últimas palabras del lama al oído del moribundo
Te exhortaría a que le besaras sin decir una sola palabra (simulacros)
A él le diría:
¿recuerdas la luz de esta mañana en lo alto de la cuesta con el fondo de montañas
y el viento que agitaba tu barba y las niñas que se acercaban corriendo camino
de la escuela
y el anciano de gesto amable que tomaba de la mano a su nieto
y tenía tiempo para sonreírte
y luego un perro que parecía el negativo de otro
y por supuesto la calle hermosa?
A ella le diría:
Acaricia su herida
Permite su mano en tu pecho (descúbrelo)
Acógele en ti
Descúbrele el matiz que media entre oscilación y péndulo
Ciérrale los ojos
Murmura las palabras que harían feliz
Túmbate a su lado
Ha llegado la vorágine
y el cabello se ha esparcido por la almohada
la tarde se envuelve en seda
caen copos (simulacro de algodón)
Dejarán que el tiempo pase
La herida abierta será besada
cada beso como un punto de sutura
que hiciera olvidar la usura
que la herida se cobraba
En la madrugada, ya sí,
podrá aullar el perro a la luna
y la gata sobre el tejado de uralita
se inclinará con respeto
mientras vuestras manos tomadas
vuestros talles juntos
en perfecto movimiento
un simulacro de eternidad
Esa nube es un simulacro como el roce de tu voz en su herida
Su herida es profunda, nace del aire de los días
se mantiene en el éter y deja un reguero (como pasos dados al traspiés)
Lo nefasto es la Idea no la copia de la Idea
La Idea como sublimación
Porque la Idea no existe
y lo que pasa debería ser suficiente milagro o pasmo o alba
Es simulacro el espejo y tu mano acariciando sus costillas flotantes
o la lluvia y el rito que saja la base del pene para conformar la vagina
También la flor del loto
o las últimas palabras del lama al oído del moribundo
Te exhortaría a que le besaras sin decir una sola palabra (simulacros)
A él le diría:
¿recuerdas la luz de esta mañana en lo alto de la cuesta con el fondo de montañas
y el viento que agitaba tu barba y las niñas que se acercaban corriendo camino
de la escuela
y el anciano de gesto amable que tomaba de la mano a su nieto
y tenía tiempo para sonreírte
y luego un perro que parecía el negativo de otro
y por supuesto la calle hermosa?
A ella le diría:
Acaricia su herida
Permite su mano en tu pecho (descúbrelo)
Acógele en ti
Descúbrele el matiz que media entre oscilación y péndulo
Ciérrale los ojos
Murmura las palabras que harían feliz
Túmbate a su lado
Ha llegado la vorágine
y el cabello se ha esparcido por la almohada
la tarde se envuelve en seda
caen copos (simulacro de algodón)
Dejarán que el tiempo pase
La herida abierta será besada
cada beso como un punto de sutura
que hiciera olvidar la usura
que la herida se cobraba
En la madrugada, ya sí,
podrá aullar el perro a la luna
y la gata sobre el tejado de uralita
se inclinará con respeto
mientras vuestras manos tomadas
vuestros talles juntos
en perfecto movimiento
un simulacro de eternidad
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Fantasmagorías
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Aforismos
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Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
Reflexiones para antes de morir
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El mes de noviembre
Listas
Jardines en el bolsillo
Olmo Z. ¿2024?
Agosto 2013
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Mosquita muerta
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Perdido en la mudanza (lost in translation?)
La mujer de las areolas doradas
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Miscelánea
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 16/02/2013 a las 19:52 | {0}