El arte de ser feliz. Explicado en cincuenta reglas para la vida. Arthur Schopenhauer. Traducción: Angela Ackermann Pilari. Editado por Herder.
Nota 15 (pag. 27)
Quartant [1826], § 108: <Nada tiene un premio más seguro que la alegría: porque en ella el premio y el acto son lo mismo. [Nota: Aquel que está alegre, siempre tendrá un motivo para estarlo, a saber, justamente el estar alegre.] Nada puede substituir cualquier otro bien tan segura y abundantemente como la alegría. Cuando uno es rico, joven, apreciado y se quiere enjuiciar su felicidad, queda la pregunta de si además está alegre; pero, a la inversa, si está alegre, no importa si es joven, viejo, pobre o rico: es feliz. Por eso, siempre que llega la alegría, debemos abrirle todas las puertas. Porque nunca llega a deshora: en lugar de tener a menudo reservas de permitirle que entre, queriendo ponderar primero si realmente tenemos motivos de estar alegres o si no nos distrae de nuestras reflexiones serias y graves preocupaciones. Lo que mejoramos con éstas es muy incierto; la alegría, en cambio, es la ganancia más segura; y puesto que tiene su valor sólo para el presente, es el bien más elevado para seres cuya realidad tiene la forma de un presente indiviso entre dos tiempos infinitos. Si, por tanto, la alegría es el bien que sustituye a todos los demás pero al que no puede sustituir ningún otro, deberíamos preferir la adquisición de este bien a cualquier otra aspiración. Ahora bien, es cierto que nada contribuye menos a la alegría que las circunstancias exteriores de la felicidad y nada más que la salud. Por eso debemos preferir ésta a todo lo demás: todas las fuertes o desagradables emociones del ánimo; también todos los grandes y continuos esfuerzos intelectuales; y, en concreto, procurar mantener este alto grado de la salud perfecta, cuya flor es la alegría; finalmente a diario al menos dos horas de movimiento rápido al aire libre.>
[A. Schopenhauer, Der handschriftliche Nachlaß, vol. III, páginas 238-239]
Quartant [1826], § 108: <Nada tiene un premio más seguro que la alegría: porque en ella el premio y el acto son lo mismo. [Nota: Aquel que está alegre, siempre tendrá un motivo para estarlo, a saber, justamente el estar alegre.] Nada puede substituir cualquier otro bien tan segura y abundantemente como la alegría. Cuando uno es rico, joven, apreciado y se quiere enjuiciar su felicidad, queda la pregunta de si además está alegre; pero, a la inversa, si está alegre, no importa si es joven, viejo, pobre o rico: es feliz. Por eso, siempre que llega la alegría, debemos abrirle todas las puertas. Porque nunca llega a deshora: en lugar de tener a menudo reservas de permitirle que entre, queriendo ponderar primero si realmente tenemos motivos de estar alegres o si no nos distrae de nuestras reflexiones serias y graves preocupaciones. Lo que mejoramos con éstas es muy incierto; la alegría, en cambio, es la ganancia más segura; y puesto que tiene su valor sólo para el presente, es el bien más elevado para seres cuya realidad tiene la forma de un presente indiviso entre dos tiempos infinitos. Si, por tanto, la alegría es el bien que sustituye a todos los demás pero al que no puede sustituir ningún otro, deberíamos preferir la adquisición de este bien a cualquier otra aspiración. Ahora bien, es cierto que nada contribuye menos a la alegría que las circunstancias exteriores de la felicidad y nada más que la salud. Por eso debemos preferir ésta a todo lo demás: todas las fuertes o desagradables emociones del ánimo; también todos los grandes y continuos esfuerzos intelectuales; y, en concreto, procurar mantener este alto grado de la salud perfecta, cuya flor es la alegría; finalmente a diario al menos dos horas de movimiento rápido al aire libre.>
[A. Schopenhauer, Der handschriftliche Nachlaß, vol. III, páginas 238-239]
¿Cuál será? Las grandes corporaciones se oponen pero hay en el ganado humano (Toynbee) un sustrato de lobo o jabalí que de repente embiste y se come al pastor como si fuera hierba. ¿Aparecerán hordas de desesperados a una misma hora de un mismo día pactado secretamente mediante embases de una marca determinada asaltando todas las sacrosantas de mierda casas de la representación popular llamadas ampulosa y abyectamente parlamentos? ¿Surgirá un movimiento interestelar que invadirá la tierra y dará por fin el reinado a quien realmente lo detenta: los insectos? ¿O nacerán tres mil nuevos Mesías el mismo día a la misma hora en cuarenta y dos países; los definitivos que ya no necesitarán morir crucificados ni ausentarse bajo la sombra de una higuera ni dormir sobre el lomo de una serpiente para transmitir todo el sentido de esta colosal estafa que consiste en el velo de maya que oculta la esencia real de los hombres: la esclavitud? ¿Será la sorpresa arrancarnos ese velo y negando la paciencia y la virtud arrasar con esta cultura de la opresión y la mentira elevada a rango de verdad? ¿O quizá la negación de toda la especie a colaborar en el hundimiento y así tal día de tal año los millones de trabajadores de este mundo se negarán a poner el despertador, no se levantarán, no aguantarán atascos, apretones y ansiedades; no llevarán a sus hijos a las escuelas públicas que forman a nuevos esclavos -mientras las de pago forman a nuevos amos- y se quedarán mirando la mañana como si fuera la primera y la última y nadie comprará y nadie venderá y todo será un profundo estar y cuando llegue la noche no se encenderá farola alguna?
¡Cuál será esa gran sorpresa histórica que está a la vuelta de la esquina de la Avenida Capitalismo!
Gustave Moreau: Jason et Médée
Jasón, hijo de Esón y Polimede
Tifis, piloto de la nave, hijo de Hagnias.
Orfeo, hijo de Eagro.
Zetes y Calais, hijos de Bóreas.
Cástor y Pólux, hijos de Zeus.
Telamón y Peleo, hijos de Éaco.
Heracles, hijo de Zeus.
Teseo, hijo de Egeo.
Idas y Linceo, hijos de Afareo.
Anfiarao, hijo de Oícles.
Cefeo, hijo de Corono.
Palemón, hijo de Hefesto o de Etolo.
Cefeo, hijo de Áleo.
Laertes, hijo de Arcisio.
Autólico, hijo de Hermes.
Atalanta, hijo de Esqueneo.
Menecio, hijo de Áctor.
Áctor, hijo de Hípaso.
Admeto, hijo de Feres.
Acasto, hijo de Pelias.
Éurito, hijo de Hermes.
Meleagro, hijo de Eneo.
Anceo, hijo de Licurgo.
Eufemo, hijo de Posidón.
Peante, hijo de Taúmaco.
Butes, hijo de Teleonte.
Fano y Estáfilo, hijos de Dioniso.
Ergino, hijo de Posidón.
Periclímeno, hijo de Neleo.
Augías, hijo de Helios.
Íflico, hijo de Testio.
Argos, hijo de Frixo.
Euríalo, hijo de Mecisteo.
Penéleo, hijo de Hipalmo.
Leito, hijo de Aléctor.
Ífito, hijo de Náubolo.
Ascálafo y Yálmeno, hijos de Ares.
Asterio, hijo de Cometes.
Polifemo, hijo de Élato.
Tifis, piloto de la nave, hijo de Hagnias.
Orfeo, hijo de Eagro.
Zetes y Calais, hijos de Bóreas.
Cástor y Pólux, hijos de Zeus.
Telamón y Peleo, hijos de Éaco.
Heracles, hijo de Zeus.
Teseo, hijo de Egeo.
Idas y Linceo, hijos de Afareo.
Anfiarao, hijo de Oícles.
Cefeo, hijo de Corono.
Palemón, hijo de Hefesto o de Etolo.
Cefeo, hijo de Áleo.
Laertes, hijo de Arcisio.
Autólico, hijo de Hermes.
Atalanta, hijo de Esqueneo.
Menecio, hijo de Áctor.
Áctor, hijo de Hípaso.
Admeto, hijo de Feres.
Acasto, hijo de Pelias.
Éurito, hijo de Hermes.
Meleagro, hijo de Eneo.
Anceo, hijo de Licurgo.
Eufemo, hijo de Posidón.
Peante, hijo de Taúmaco.
Butes, hijo de Teleonte.
Fano y Estáfilo, hijos de Dioniso.
Ergino, hijo de Posidón.
Periclímeno, hijo de Neleo.
Augías, hijo de Helios.
Íflico, hijo de Testio.
Argos, hijo de Frixo.
Euríalo, hijo de Mecisteo.
Penéleo, hijo de Hipalmo.
Leito, hijo de Aléctor.
Ífito, hijo de Náubolo.
Ascálafo y Yálmeno, hijos de Ares.
Asterio, hijo de Cometes.
Polifemo, hijo de Élato.
Hace tanto sol. Ya llega a la pared. Unas señoras mayores se abren un poco para que pueda darse impulso con los pies. Un joven, minutos antes, le ha dicho que tiene una espalda que parece de nadador. Ahora nada a espalda bajo un sol de verano, en una piscina pública que ha acotado tres calles para nadadores y el resto de la piscina para juegos de niños.
Al colocarse encima de la plataforma de aire que permite flotar, él no flota. No puede volar. Entonces es una guitarra y una antigua canción de amor y se dice que por mucho que se quiera el llanto y la risa no son lo mismo, no tienen el mismo grado de intensidad ni de importancia. Aunque eso sea un puto juicio de valor pues que sea un puto de juicio de valor. Se lo repite: el llanto y la risa no son, en absoluto, lo mismo.
Cuando le sobreviene el recuerdo, la herida se abre y sangra y escuece. Quisiera olvidarlo. Lo sabe. Los recuerdos no se pueden olvidar cuando aparecen con ímpetu tal. Es aconsejable dejarlo ser y como en una meditación antigua permitir que llegue y pase sin detenerse. La mente, ha pensado, no es una estación de servicio.
También.
Luego el baile.
Y una montañita que, persitente (casi obstinada), mantiene en su cima una coronita de nieve.
Volar sobre la sábana.
Al colocarse encima de la plataforma de aire que permite flotar, él no flota. No puede volar. Entonces es una guitarra y una antigua canción de amor y se dice que por mucho que se quiera el llanto y la risa no son lo mismo, no tienen el mismo grado de intensidad ni de importancia. Aunque eso sea un puto juicio de valor pues que sea un puto de juicio de valor. Se lo repite: el llanto y la risa no son, en absoluto, lo mismo.
Cuando le sobreviene el recuerdo, la herida se abre y sangra y escuece. Quisiera olvidarlo. Lo sabe. Los recuerdos no se pueden olvidar cuando aparecen con ímpetu tal. Es aconsejable dejarlo ser y como en una meditación antigua permitir que llegue y pase sin detenerse. La mente, ha pensado, no es una estación de servicio.
También.
Luego el baile.
Y una montañita que, persitente (casi obstinada), mantiene en su cima una coronita de nieve.
Volar sobre la sábana.
En Audiolibros y Mundo Sonoro Dom & Loy publicamos Lazarillo de Tormes en su edición de Alcalá de Henares de 1554.
Ha sido un gozo reencontrarme con esta novela que inaugura el género picaresco. Y su lectura, en castellano del siglo XVI, además de un reto, ha significado también un encuentro con una sintaxis niña, casi, casi recién salida al mundo y unas palabras llenas del color y el calor de la juventud.
Espero que disfruteis con el anacronismo, si lo hiciérais, de ir conduciendo vuestro coche por una autopista mientras en vuestro CD suena, al viejo modo, la historia de este pícaro que mucho más que indignación produce ternura y compasión.
Adjunto en esta reseña, la portada que hemos compuesto y un breve extracto.
Ha sido un gozo reencontrarme con esta novela que inaugura el género picaresco. Y su lectura, en castellano del siglo XVI, además de un reto, ha significado también un encuentro con una sintaxis niña, casi, casi recién salida al mundo y unas palabras llenas del color y el calor de la juventud.
Espero que disfruteis con el anacronismo, si lo hiciérais, de ir conduciendo vuestro coche por una autopista mientras en vuestro CD suena, al viejo modo, la historia de este pícaro que mucho más que indignación produce ternura y compasión.
Adjunto en esta reseña, la portada que hemos compuesto y un breve extracto.
Demo Lazarillo de Tormes.mp3 (2.1 Mb)
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Tags : Citas del mes de mayo Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/05/2013 a las 10:39 | {1}