Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
No tendría sentido recurrir al discurso largo
El tiempo se pasea mansamente y deja que las cuitas de los hombres se enreden en sí mismas hasta agotar unas fuerzas extrañas a la condición de la Tierra
A veces me pregunto: ¿Puede el arte hacer arte de algo que no esté relacionado con los hombres? Ni siquiera lejanamente
A veces me pregunto: ¿Todo este orden que se nos repite con insistencia en todo ámbito, no tiene por fin tejer el velo que nos impida ver la verdad? Porque la verdad sería aterradora –nos dejaría sin tierra-
Entonces acudo a un concierto de música libre justo un día antes de nochebuena (esa noche extraña, ambigua como nuestra especie que aún no se ha definido en nada ni parece que tenga visos de hacerlo. Tengo la impresión de que, cuando llegue el fin de nuestro universo, entre las esencias abortadas nosotros seremos una de ellas [no así la rosa, no así la escolopendra, no así la mies]). Tengo esa impresión desolada mientras abogo por esta conciencia y no dejo de esforzarme día tras día –y hasta cierto punto- en aprender algo más, en sentir la libertad en estas cárceles cuyos carceleros son más inmensos que los Gigantes, más fuertes que Hércules, más astutos que Odiseo, más sutiles que la Gorgona. No pretendo una desolación de la quimera. No busco al intelectual “necesariamente” pesimista. No busco el aplauso. Busco ya ahora lugares de placer, nalgas enrojecidas, gemidos cuando ha caído la noche, el favor del amigo y el favor al amigo, el manjar a la hora justa, el beso de la mujer que amo en mi boca. Eso busco hasta que siento la necesidad de contar y buceo en autores tan elevados, tan cultos, tan extremos que al llegar a la sala de conciertos (que no es un sala de conciertos es una cave en la plaza Tirso de Molina de Madrid) todo ese peso sigue en mí y se irá perdiendo cuando empiece a escuchar la música de insectos y me deje llevar por la ligereza de los sonidos inocentes, entremezclados, como si fuera martes y ese concierto buscara como público a cucarachas, mosquitos, arañas, escorpiones, abejas, zánganos, hormigas, escarabajos, tijeretas, moscas, abejorros, moscardones, pulgas, chinches, termitas, jejenes, hermosos todos, sentados todos, escuchando todos, sin crítica todos, en una noche previa, en una ciudad previa, justo antes de morir el Mundo, enterrados bajo un montón de orden, ordenancista especie que busca de vez en cuando lugares donde se ilumine no la esencia –la cual desconozco- sino una presencia en nuestra genética, una especie de virus –los innumerables zombies de la existencia del Dasein- que en ocasiones se despereza y se replica con nuestro ARN ordenancista para poder mostrar ese desorden, esa “desinquietud” de las formas, un alejamiento de las supertribus, una entrañable broma a la gran Oración. Sin dogma. Sin enseñanza. Sin acólitos. Un mástil de guitarra. Una guitarra tocada como si fuera masa de pizza. Una percusión que se aleja del continente África y se mantiene cerca como si dijéramos en el archipiélago de Cabo Verde. Un teclado sin teclas. Mil sonidos sin instrumento. Quince. Veinte. En esta noche de luna llena, en estas soledades con jardín, en una cocina tan grande que no puedo evitar irme hasta el Peqod y descubrir de nuevo el ámbar gris, sin locura ninguna, sin tendencia ninguna, sabiendo que la matriz del mundo se quedará en su más desconocida dimensión (aunque sepa sin la más mínima duda que la vida acaba en el instante mismo de estar muerto y que la única muerte que no viviremos será la nuestra –como tan bien comenta Derrida-). Ayer fue hermoso. Los sonidos duran el mundo. Luego las aceras estaban húmedas y tuve que hacerme daño en un pie y atravesar una hondonada por una carretera peligrosa, llena de curvas lentas y grandes depresiones donde las almas parecen haberse escondido y puede resultar en cualquier instante la aparición de un ciervo o una rata o un oso o un tanque aunque en realidad nada aparezca y tan sólo haya que mantenerse muy atento a las grandes piedras, las conformaciones de los límites, el no dejarse llevar por la rutina y esperar con la paciencia de una sirena -alejada de cualquier ruta comercial- que termine el camino serpenteante y nazca la carretera recta, tan inocente como la anterior, sin más razón de ser que llevar a alguna parte.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/12/2015 a las 22:06 | Comentarios {0}


Texto escrito por Isaac Alexander en la ciudad de Caen en marzo de 1940


Documento 2º de los Archivos
No hay en la noche del mundo la más mínima sospecha del día. Unos más de los seres vivos y móviles se encuentran atrapados entre dos tormentas. Si ya tuvieran la palabra habrían dedicado, a esas lluvias que se cruzan y se pelean, una dedicatoria por ver si de esa manera amainan en su batalla, endulzan la noche con el silencio desde el cielo. Siempre oscuro el mundo es un prólogo del mundo y esos dos seres de una misma especie (ahora no son nada. Ahora no son ni especie. Tampoco cuando se decida un grupo vivo a la manía de clasificar serán realmente especie. Tan sólo lo serán por el afán de orden de este grupo no porque haya un orden en sí) andan a cientos de miles de años de que otros de entre ellos a los que se clasificará como poetas y juglares, pasen su tiempo creando historias de los tiempos oscuros cuando el mundo era siempre siervo de la luna; decimos entonces nosotros -los que clasificamos, los que nos denominamos poetas o juglares- que esta pareja que vive entre dos tormentas en el tiempo oscuro que duró milenios no entiende que llegue un día en que su especie –sus semejantes- hablen, no pueden vislumbrar siquiera el pensamiento y menos aún que alguien llegue a la conclusión de que el habla es anterior al pensamiento (ni habla, ni pensamiento, ni conclusión); esta pareja se ha juntado porque en su encuentro en la noche se han sentido semejantes excepto por los atributos que darán en que a uno se le llame él y al otro ella; esta pareja se ha juntado con el temor a una batalla entre árboles y con el recelo que se ha de tener a los animales de colmillos afilados como el perro y la salivación que produce el corzo –no diremos más que todas estas palabras que conforman la cosa árbol, perro o corzo no caben en la mente de estos dos elementos él/ella que se sienten diferentes por afinidad o temor de árbol, perro o corzo- o la extrañeza que surge cuando atraviesa el cielo un avefría. Estos seres pálidos, sin pelos ni plumas, sujetos a las inclemencias del tiempo quisieran –seguro- idear una protectora, quisieran explicarse la necesidad infecunda de la noche, llamar Diosa y Blanca –por ejemplo- a esa constancia de la oscuridad y a ese círculo blanco que pende sobre ellos sin llegar nunca a desaparecer; esos dos seres quisieran (aunque no lo sepan, ni lo sepan las siguientes dos mil generaciones) ponerse nombres, nombres que los diferencien, nombres que los hagan únicos y al mismo tiempo quisieran saberse también complementarios y construir. También construir. Mucho estamos adelantando porque ahora Él y Ella se resguardan en una gruta de la furia de las dos tormentas que luchan con vientos y ráfagas furiosas de granizo, con descargas eléctricas y tenebrosos y aterradores retumbos de los cielos y cuando el techo de una colosal montaña los protege y la oscuridad se hace aún mayor una mezcla de temblores –temblor de terror, temblor de frío, temblor de premonición, temblor de hambre, temblor de negritud hondísima en la profundidad de la gruta- los junta y sus miembros superiores rodean el torso del otro y tan sólo ese gesto provoca al unísono, en ambos especímenes -de una especie que como tal será denominada millones de años más tarde- una calma que atravesará los siglos, los océanos del tiempo y cuando surja el habla se contará como acertijo y será una de las llaves del descubrimiento o del número grandísimo del loto e incluso esa calma llena de ardor provocará herejías entre los que crearon el orden. Ellos nada saben del futuro. En su presente oscuro, bajo la presencia azulina del astro blanco, protegidos bajo la bóveda de una montaña, abrazados, la lucha de dos tormentas pierde parte de su brío y algo que se podría decir intimidad nace en ellos, los acoge, los acuna y les permite -por primera vez en muchas noches- dormir.

Narrativa

Tags : Escritos de Isaac Alexander Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/12/2015 a las 22:45 | Comentarios {0}


Se puede dormir de muchas maneras
He dormido en un sueño y en el sueño que dormía he despertado
Se puede dormir en una idea y derivar en ella hacia la esencia
Yo he estado dormido
Quizá siga dormido (la celebración de una victoria, la última vez que sentí algo parecido a morir)
Tengo en mi memoria a Vishnu dormido
Siempre tengo en mi memoria a Vishnu dormido (recuerdo a lo lejos la sonrisa en su boca, recuerdo también unas uñas muy largas pintadas en rojo)
La ausencia es dormir
Dejar es dormir
El rostro que veo pasar un segundo es un rostro que duerme para siempre en mí
Ese dormir
Ese no despertar nunca
No llegar a nuncar a los cinco sentidos
Esa gran dificultad en no llegar a creer al hombre que dice que la muerte de un hijo es una gran oportunidad para crecer y no poder evitar soñar que ese hombre no es más que un estafador, que quizá alivie la vigilia pero ¿y el sueño? ¿y el estar dormido?
Porque duermo no puedo creer en los hombres que siempre ven lo bueno donde lo terrible aturde
Porque duermo no llego a entender si mi mezquindad es verdaderamente obra mía
Porque duermo se achican las islas y se agrandan las fallas
Probablemente sea diciembre
y el verbo se haga carne
Probablemente la historia de occidente es la historia del olvido del ser
Estoy dormido y porque no sueño podría afirmar que estoy muerto
Estoy dormido en una cama que no reconozco
No quiero abrir los párpados
Han dejado de importarme mis ojos
La luz del exterior será llama que llama a mis sentidos para que despierten y se tumben en el nacimiento del día para disfrutar de la última conquista
Porque estoy dormido he dejado de esforzarme
Porque estoy dormido mis manos van quedándose secas (no acude a ellas la sangre; no acude a ellas la movilidad -o el aire-)
Húyeme
Gota a gota
En la última curva
Tras el último encuentro (los dos amigos, el fuego entre ellos y el paso del tiempo)

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/12/2015 a las 00:27 | Comentarios {0}


Érase una vez. Fotografía de Olmo Z. Junio 2015 (Tratamiento fotográfico realizado con la aplicación del celular)
Érase una vez. Fotografía de Olmo Z. Junio 2015 (Tratamiento fotográfico realizado con la aplicación del celular)
he de hacerlo la llaga ha quedado perversa y abierta pienso un barómetro como si ese pensamiento ayudara a algo no me sosiega sí me ha sosegado la respiración ha sido una hora y diez minutos de respiración casi todo respiración y el cuello hacia abajo aunque a veces lo he subido y he mirado el horizonte mientras la noche iba cayendo rendirse he pensado alguna vez rendirse y seguir amando la idea sólo la idea porque la certeza la evidencia me he corregido a mí mismo la evidencia me he vuelto a repetir y quizá me he dicho la posibilidad me he dicho pero que es imposible porque nunca se da hubo un instante la semana anterior sí hubo un instante cuando el vaho enturbiaba las ventanillas y el mundo se había vuelto opaco nada más sólo ese momento respirar he vuelto a hacer respirar y dejar que unos tambores o la llaga perversa o la luz de mi interior la que me dice mereces la dicha todos merecemos la dicha mientras estés en la cárcel no podrás ser dichoso sólo tienes que salir de ella sólo tienes que darte cuenta de que estás en ella desnudo ante el guardián mancebo probablemente con respecto a ti y respirar Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma vislumbrar entre el roce del pantalón y la delgadez pasmosa de la pierna derecha la esencia de la India el tren de los Mahjarahas Vishnu duerme y me soñó un tiempo entre los brazos de aquella idea de aquella posibilidad que se esfuma y hay que aceptarlo hay que santiguarse alabar la vida la respiración también 1 y 2 y 3 1111 yyyy 2222 yyyy 3333 seguir montículo bajada piedra a la izquierda hoy no he trabajado pero he limpiado a conciencia la casa verdor de bosque muro derruido una muchacha en su bicicleta siempre tímida siempre colorada la luz se va huye a una rapidez endiablada todo son sombras y unas gotas de la no lluvia que no cae desde hace meses aún sin abrir la capa pluvial azul oscuro para los días que iban a venir he resuelto el problema había que llevar a la reina a la otra parte del tablero voy a temblar de nuevo como acepto la evidencia será con una sonrisa será con el entendimiento de que en estos años los que resten quiero buscar plenitudes como esos pasos hoy constantes casi monótonos 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 1, 2, 3, 4 subiendo el muro las llanuras el rincón del barranco respirando aguantando la congoja decir adiós con una verdadera sonrisa las manos enlazadas siempre a lo largo de los años enlacemos las manos soñemos una vez más ahora que ya se ha ido el día y la noche de otoño se carga del último presentimiento el paso del animal el rastro de los jabalíes el hombre con el que hablé de Krishnamurti la casualidad que ambos coincidimos en no considerar como tal las aguas frías del lago un lejano sonido de martillo neumático y la terrible angustia de The wire el mundo brutal de las ciudades llenas de dinero dollars crimen dolor de vivir separado y no saber vivir junto la morada de los hombres perdidos el olor de las mujeres muertas los contenedores en el puerto ahítos de productos el mundo como una gran factoría los seres humanos en sus tribulaciones y en su soledad alcohol dolor sueño borrachera ausencia mar sucio no son bellas las noches hay que rendirse me digo mientras subo y bajo y me importa tan poco las elecciones y no pienso en ellas sólo cuando siento la distancia entre mi hija y yo ella tan lejos tan ausente y tan presente en las palabras ella allí donde llueve tanto nunca le llovió tanto nunca estuvo tan alejada y sé que es fuerte sé que es mucho más fuerte que yo y eso me anima me hace confiar en ella en medio de este mundo sin esperanza abocado roto huero lleno de arañazos pero entonces llego al último trecho y hoy no me detengo hoy giro y vuelvo a andar en sentido contrario hacia el principio no pienso sólo respiro 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma de vuelta la noche se pierde el animal decido que es él quien tiene que encontrarme sigo no me detengo me rindo me rindo me digo por la evidencia me digo porque no hay confianza porque quizá sólo quizá aisladamente alguna ventanilla opaca algún vaho que sale de dios sabe dónde pero ¿dónde queda la plenitud? esa plenitud que no es todo para mí sino la parte alicuota de una estancia llevadera en la tierra esa plenitud me digo agarrados las manos los pies la ternura la mirada el beso la tarde la escoba el rincón el cuadro el paseo la contemplación la caricia el sosiego la comida la cama el trastero el cambio la confidencia la muela el termómetro el barómetro de nuevo el barómetro sin más ahora ya no le doy valor ni se lo quito ahí está el barómetro regio como unas campanas una tarde el cierzo ese viento de la meseta también el cierzo como el barómetro aparece y se va mientras sigo respirando y sé que me tengo que rendir tengo que ser yo quien se rinda es mi obligación rendirme para que pueda volar para que pueda buscar lo que tiene que buscar que no soy yo nunca fui yo nunca fui su plenitud y así cuando descubro la luna que crece y es un filo y tras ella la roja evidencia en una nube de la crueldad del crepúsculo tiemblo y canto una aria de Puccini para conjurar el dolor que siento en las manos para conjurar el grito que di ayer cuando la seguridad de un lugar cerrado me amenazó con no dejarme entrar ah cuánto me arrepiento ah qué dolor siento en mi costado y saber que nunca más que he de rendirme decir adiós con una sonrisa en los labios cuando diciembre se embala y se va a estrellar si nadie lo remedia contra enero ahí estoy me digo y entonces, entonces, de nuevo 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 1234 Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma Aum Aum Nahma Nahma hasta desfallecer hasta seguir como mecánica el ritmo respiración respiración pierna pierna ya estamos llegando ya estamos  el bosque es tan oscuro que lo siento expresión de mi corazón oigo pasos tras de mí y sé que nadie hay tras de mí oigo oigo llego y me vuelvo a decir rendición rendición rendición plenitud plenitud plenitud el error es de quien no sabe hacerse amar

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/12/2015 a las 19:27 | Comentarios {0}


El truco es tan evidente que a veces me produce escalofrío.
El miedo es la clave del poder.
Es curioso que tras haber agotado el filón del terror que nos produce el colapso económico, a los pocos meses se produzca un rebrote del terrorismo en las civilizadísimas ciudades de occidente y es justo en una de esas ciudades donde se ha producido el penúltimo timo de esta panda de cabronas/cabrones de la reputa que los parió que es la Cumbre del clima en la militarizada ciudad de París.
Sé que nunca su codicia llegará a tener un clímax. Sé que quien quiera cambiar desde dentro este sistema acabará siendo cambiado por él porque su poder radica en el truco y nada hay que más fascine al ser humano que lo engañen.
El timo ha consistido en alardear de que esta vez todos se iban a poner serios y conscientes de que nos estamos cargando el único puto planeta en el que podemos vivir y que iban a llegar a acuerdos decisivos. Para ello durante tres semanas unos cuantos miles de delegados y delegadas se han estado dando la gran vida a costa de los impuestos y los robos -según el país- de sus respectivos países para que al final se vaya a firmar un acuerdo de mínimos que además no es vinculante y que va a mantener todo igual. ¡Sois unos putos hijos-hijas  de puta! ¡Sois una panda de cabrones y cabronas! (lo escribo así para ser políticamente correcto) y porque no tengo la polla pa ruidos porque sino me pondría en plan gitano a lanzaros maldiciones  hasta que me chorreara humor negro por la boca.
Asesinos y asesinas de  mierda; delegados y delegadas hijos e hijas de puta. Me cago en todos vuestros putos muertos. Canallas. Cerdos. Cerdas. Ahí os pudráis. A ver cuándo os hacemos caer de vuestros pedestales... os llegará la hora... os llegará.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/12/2015 a las 19:59 | Comentarios {0}


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