Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Primeras líneas de la novela Desierto.


¿Su nombre? Aquí debería gritarlo. Quizá lo oyera una tribu del desierto y acudiera a rescatarlo y se iniciara la aventura que vino a buscar. El Autor de esta historia lo va poner pero antes quiere explicar que no es realmente el autor sino, más bien, el transcriptor de la historia que usted comienza a leer. Las circunstancias en las que conoció está historia y las razones por las que la entregó a la editorial se explicarán en su lugar oportuno.
Su nombre es Andreas -no Andrés ni Andrew- y su apellido Droe. Andreas Droe. Tiene cuarenta y cinco años en el momento en el que está en mitad del desierto y no sabe si gritar su nombre. Gritar: ¡Sí, soy yo! ¡Soy Andreas Droe y ya estoy aquí! ¡Maldita sea, ya estoy aquí! Por qué está de rodillas. Por qué se rasca la ceja izquierda con desesperación. Por qué mira al cielo que en la noche sin luna muestra un aspecto sobrecogedor como si la bóveda celestial se hubiera resquebrajado por millones de sitios y dejara entrever el fuego que lucha por entrar en nuestro universo. Por qué las lágrimas forman un barro en sus mejillas al mezclarse con la arena del desierto. Todos estos por qués se intentarán explicar a lo largo de las siguientes páginas. Valga en todo caso como anticipo que hasta la noche Andreas ha estado buscando un anillo. Se lo quitó del dedo anular de la mano derecha cinco horas antes del inicio de este relato y lo lanzó lo más lejos que pudo de sí. Luego anduvo un buen trecho y de repente se dio cuenta de que necesitaba ese anillo; supo que el haberlo lanzado lejos no iba a provocar el milagro de que olvidara todo lo que había significado ese anillo para él; es más: supo que tan sólo teniéndolo en su dedo podría anular su poder. Volvió sobre sus pasos que la ausencia de viento no había borrado de las arenas del desierto y cuando calculó que desde un punto determinado -lo igual entre lo igual en todo caso. Una cuestión de tiempo de marcha. Un cálculo de tiempo hecho al alimón por no disponer de reloj. En el fondo una llamada a la suerte- había lanzado el anillo se puso a gatear en círculos, con un cuidado infinito para que no se diera el caso de que al hundir su rodilla en la arena, hundiera su anillo para siempre. La noche, que en aquella parte del mundo caía de golpe, sin transición de ocaso, le había cogido en aquella tarea hercúlea, agotada la vista -de ahí las lágrimas que habían formado con la arena el barrillo-, doblados los riñones y con tan sólo una cantimplora de agua, un saco de dormir, y una mochila con una lata de piña, una muda, un par de botas, dos paquetes de tabaco y una cachimba. Andreas se detiene al sentir la oscuridad y la llegada del frío el cual, al igual que la noche, llega de improviso. Palpa a ciegas la extensión de arena que mide su cuerpo para tener la seguridad de que ahí no se encuentra su anillo, extiende el saco y se mete en él. El calorcillo le reanima. Bebe un corto sorbo de agua y se hace una pipa. No termina de fumársela. El agotamiento lo acuna pronto y lo tumba en la arena y le hace entrar en el mundo de los sueños.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/08/2012 a las 00:36 | Comentarios {0}


Chiste que se me ocurrió hace muchos años en la playa de Benicarló en Castellón de la Plana cuando el calor me estaba fundiendo los sesos.


El mejor cocinero árabe de todos los tiempos.
- ¿Cómo se llama el mejor cocinero árabe de todos los tiempos?
- Asar al-Grill

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/08/2012 a las 21:09 | Comentarios {0}


Jesus' blood never failed me yet
1.- Encuentra en el hecho de limpiar la casa una especie de purificación Jesus' blood never failed me yet Con el cepillo que va arrastrando los restos del suelo restos de todo una miga un pelo arena de una playa de hace días hebras de tabaco un plastiquillo rojo que no sabe de dónde puede ser Jesus' blood never failed me yet Con el trapo del polvo que ahora no es un trapo sino un soporte articulado que tiene en uno de sus extremos una gamuza que atrae el polvo como que lo imanta y con él va dejando limpio de polvo los libros, las baldas de las estanterías, las mesas, los ordenadores, las pantallas, los equipos de música, las puertas, las mesas Jesus' blood never failed me yet Y siente cuando pasa la fregona que el suelo agradece el agua con detergente y deja que la fregona se empape y la escurre poco para que el suelo se llene de líquido y fragancia a aloe Jesus' blood never failed me yet El cambio de las sábanas el cambio de la posición del colchón el cambio de las fundas de las almohadas y llevarlo todo a la lavadora y ponerla con su detergenete y su suavizante Jesus' blood never failed me yet Sacarle brillo al lavabo dejar puro el retrete dejar pulcra la bañera y que los grifos parezcan recién puestos y que el bidé pueda ser usado sin resistencia Jesus' blood never failed me yet El fregadero vacío la encimera sin una miga la placa limpia los quemadores sin costra de grasa Jesus' blood never failed me yet Cuando termina enciende un cigarrillo Mira cómo el suelo se seca Sonríe como si fuera una vieja satisfecha Y queda con una mujer a la que no conoce y no se echa la siesta y come a trozos

2.- La maldad no existe Jesus' blood never failed me yet como no existe la bondad como el silencio a veces debe ser llamado a capítulo Jesus' blood never failed me yet Él se siente orgulloso de haberse levantado y haber puesto limpieza en su vida Le parece que ese acto de limpiar es un acto de limpiarse que esa constancia en el limpiar es una constancia en el limpiarse Jesus' blood never failed me yet Él cree que llegará un día en el que las personas a las que él eligió mirarán la vida con un punto de vista semejante al suyo Cree que hay amistades eternas Cree que nada podrá destruirlas porque él ama a las personas que ama no a las personas que él querría amar Jesus' blood never failed me yet Cuando recibe la llamada la tarde es limpia la temperatura se ha hecho soportable la herida en el dedo está desinfectada el aire de la casa rezuma claridad la densidad de su vida ha disminuido como a medida que ascendemos el aire se hace más ligero Jesus' blood never failed me yet Luego verá a la mujer que no conoce Han quedado cerca de su casa en una terraza Ella es médico Él no es nada Limpia su casa Cree en la verdad Quisiera transmitir a sus amigos la verdad Luego se preguntará ¿quién coño soy yo para querer transmitirle nada a nadie? Eso será más tarde tras la llamada cuando todo estaba terminado y respiraba la paz de la limpieza Jesus' blood never failed me yet

3.- Los hombres corremos dementes Jesus' blood never failed me yet Está convencido de que si unos extraterrestres vinieran al mundo se comunicarían con los delfines o con los insectos o con los seres unicelulares pero jamás con nosotros Nosotros estamos locos Jesus' blood never failed me yet Hemos construido un mundo del que tan sólo se libraría el arte creado sin sangre y sólo porque es absolutamente inútil es el arte lo que más nos acerca a la naturaleza porque la naturaleza es la quintaesencia de la inutilidad Jesus' blood never failed me yet Nos atacamos con una desvergüenza que no roza sino que cubre la ignominia Necios Soberbios Pagados de nuestra voluntad Ciegos a la simplicidad de Nacer Vivir y Morir Jesus' blood never failed me yet En esta loca carrera hacia la nada En esta deshidratante carrera En este páramo En estas justas donde la sangre corre y mana y se enturbia y languidece la vida y El Humor El Humor Tiene que oponer algo gracioso Un chiste Alivios Jesus' blood never failed me yet

4.- La terraza es agradable La mujer a la que no conoce llega Tiene una boca bonita Unos ojos grandes Es médico en la especialidad de oncología ginecológica y Él él no es nada Jesus' blood never failed me yet y tiene que ser algo hay que ser algo en esta carrera de dementes Hablan y transcurre una apacible velada sin atisbos de besos caricias encuentro de cuerpos todo muy correcto como ha de ser el primer encuentro Jesus' blood never failed me yet

5.- Jesus' blood never failed me yet

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/08/2012 a las 02:12 | Comentarios {1}


Ya no veo la noche
tan oscura se ha vuelto;
los sonidos, inclementes antes, cuando la tarde,
son ahora entrechocar de cuchillo
(o tenedor)
Un ribazo del lago
muere;
justo a su lado el juncal
se pudre y genera.
Al cuchillo (o tenedor)
se añade a mi espalda una voz
que temo
(como la falda cuando se ciñe).
Oscuro
y tan sordo;
Mediato
y tan colérico;
Febrero
y tan olvido.
Al cuchillo (o tenedor) y la voz
se suma el grillo y sus alas;
mi corazón, queratinado,
se distribuye entre una farola
y una servilleta con restos de sal gorda.
El libro -estéril como la tierra
que me ve morir- se ha dejado
influir por mi lectura
y ahora es otro.
El hombre
los escalones
el murciélago
la hiedra
emerge
lo que antes era verde
azul es.
La mano,
en esta hora fusca,
dibuja
el trecho que media
entre el velo y el duelo.

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/08/2012 a las 12:37 | Comentarios {0}


Lo sabía. Era el corazón, se decía. La mañana había roto y un sol abrasador caía sobre ella y las aguas echaban vapor y la cordillera parecía derretirse; en lo alto de la carretera se entreveía en la calima el brillo de un metal y quizás una mano que alertaba. Ella lo sabía. Su pelo corto y oscuro no se movía. El sudor resbalaba por su cuello y confluía hacia el valle que corría entre su pecho. No estaba asustada. Ni la previsión del día hacía que bajara los brazos y se entregara al azar. Tampoco buscaba un oasis. Ni la voz salvadora de otro ser humano. Pensaba en él como única esperanza. Sonreía cuando recordaba su caminar torpe, la asimetría de sus piernas, el diferente volumen de sus nalgas. Le gustaba la cojera de su hombre. Se enternecía al sentir su cadera, cuando se agarraban y la suya se elevaba y descendía como si fuera un minúsculo desnivel de un suelo llano; quería acariciar su pie inútil, tan bello y delicado cual figurilla de jade y luego morder su pie trabajador, el que soporta el peso de un cuerpo para siempre; allí estaba ella, en el calor, sin sombrero, sin sombrilla, deseando las piernas flacas de su hombre; morder la pantorrilla flacida de su pierna derecha, sin musculatura alguna, delgada como la línea que separa la inútil de lo útil; quería pasar su lengua por sus muslos cuya sensibilidad siempre le había parecido un regalo de Dios; quería estrecharle entre sus brazos y enredar sus piernas con las suyas y quedarse dormida. Lo sabía. No iba a morir allí sin volverle a ver. Aparecería entre los vapores y sus pasos cojos serían la señal de que todo había pasado. Y así, sin impulso, caminó al encuentro de su hombre.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 23/08/2012 a las 20:59 | Comentarios {0}


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