Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Me voy a permitir en este 1 de junio de 2014 un momento de introspección a partir de mi interés desmesurado por Margarita Porete y su obra Le mirouer de simples âmes anéanties, escrita a finales del siglo XIII. Esta obra de literatura mística, una de las cumbres de la literatura medieval francesa, tuvo como consecuencia para su autora el terminar sus días quemada viva en la hoguera por la Santa Inquisición Católica junto a su libro.
Descubrí a Margarita Porete hace tres días y desde entonces me persigue su figura y su fin. Quizá la busco y la estudio para recrear un personaje femenino en alguna historia que surja de esta cabeza loca a la que le dio por inventar historias y que tuvo la indecencia de pensar que de sus invenciones podría vivir y de esta indecencia y de este pensamiento es milagroso que haya ido viviendo; quizá me interesa por su condición de beguine clergesse es decir por pertenecer a la comunidad de las beguinas, un grupo de mujeres que se dedicaban al cuidado de enfermos, la beneficencia, la caridad y la enseñanza sin pertenecer a orden monacal ninguna, que solían vivir en casas comunales o en grupos de dos o tres mujeres, que no tenían una abadesa -aunque más tarde una de ellas fuera nombrada como Grande Demoiselle o directora de la comunidad- como parece ser que fue la más famosa de entre todas ellas Hadewichj d'Anvers la cual también escribió poemas místicos en neerlandés y que pudo ser faro y guía de Margarita como también lo pudo ser la también escritora y beguina Beatriz de Nazaret. Además de beguina, Margarita era clergesse, es decir, experta en clerecía, o sea una mujer culta, al modo en que lo fue un siglo antes Hildebrand von Bingen una de las personas más cultas, refinadas y sabias del siglo XII europeo; quizá me interesa Margarita Porete por lo poco que se sabe de su vida y lo mucho que se especula con ella y también y quizá porque me resulta curioso y me gustaría saber si Teresa de Ávila, la mística española, conoció a sus antecesoras y más cuando he descubierto que las propiedades de las beguinas, tras varios intentos de varios Papas a lo largo de los siglos XIV y XV de usufructuarlos a favor de su Iglesia, se las entregaron al fin a la orden carmelita y como se sabe carmelita era Teresa de Ávila.
No he leído entero El espejo de las simples almas anonadadas -ya os digo, hace tres días que conozco a Margarita-, más bien rastreo lo que se sabe de ella y una de las extrañezas que provoca esta mujer es que pudiera hacer varias copias de su manuscrito. En el siglo XIII la imprenta aún no existe y hacer un libro era muy, muy caro, se escribía sobre pergamino y el pergamino se fabricaba a partir de la piel de la oveja -¿Cuántas hojas de pergamino se podían sacar de la piel de una oveja?-, además había que fabricar la tinta, también muy costosa y por último había que encargar la escritura a un copista; aún así se sabe que en determinado momento había hasta cinco copias de su libro. La conjetura que mejor se abre paso es que la propia Margarita era copista; ella misma copiaba sus manuscritos y se los pagaba con lo que ganaba escribiendo para otros. Sólo es una conjetura.
Margarita Porete buscaba llegar a Dios por la llamada vía negativa o contemplativa y no tuvo ningún reparo sino que fue decisión suya, enviar su manuscrito al obispo de Cambrai, Gui de Colmieu, y éste lo tacha de hereje y condena a Margarita a que deje de escribir. Los procesos de la Santa Inquisición eran muy previsibles: primero se condenaba a una pena relativamente benigna pero si el condenado reincidía -se le llamaba relapso- la condena adquiría tintes infernales. Margarita no cejó en su tarea de beguina y mística y desoyó las amenazas de los, a la postre, sus verdugos: obispos, grandes teólogos de la Sorbona y demás ralea y de nuevo fue presa por la Inquisición, se le aplicó la tortura de la pera (un instrumento que consistía en introducirlo en las cavidades del cuerpo humano y por medio de una rueda, se abría dentro de la cavidad, hasta dilatarla de tal forma que provocaba espantosos dolores y secuelas incurables). Aún así Margarita no se desdijo de sus escritos y no habló para admitir sus errores; de hecho estuvo un año  en las celdas de la Santa Inquisición Católica en completo silencio hasta que el 1 de junio de 1310 (juro que no sabía que había sido un 1 de junio, como hoy, ¡benditas casualidades!) en la Plaçe de Gréve, en el corazón de París, las llamas consumieron el cuerpo vivo de esta poeta magnífica, esta mujer buena, de un cristianismo de Cristo, que defendía que la Iglesia no tenía por qué ser el único vehículo para llegar a Dios.



Extracto del Prólogo de Margarita Porete en su Espejo de las simples almas anonadadas.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/06/2014 a las 11:14 | Comentarios {1}


Texto inspirado por la fotografía de Joan Vilatobà del mismo título.


Con la sobriedad propia de los pobres intentará preguntar, ¿En qué lugar te encontraré? Por lo alto de la montaña en la que se mantiene el nevero y, si las temperaturas no se vuelven extrañas, así será durante todo el verano o si habrá de bajar al valle y recorrer la ribera junto al río que ahora corre caudaloso y que al avanzar hacia agosto se irá quedando seco con pozas como oasis.
¿En qué lugar? exclama con la mirada clavada en el cielo como siempre hacen los que dejaron de creer en los dioses totémicos y comenzaron a ver en lo etéreo y cambiante del aire la mano -o la llaga- de un dios; ¿en qué lugar? se repite mientras mira: la nube que pasa, el ave que cruza, el polen que viaja, la abeja que zumba, la luz; ¿en qué lugar, niña, en qué lugar podré tomar tu mano y mirarte, como hacíamos al caer la tarde, los ojos glaucos como los de la diosa MInerva, mientras contábamos las almendras en el almendro y el perro negro y blanco movía el rabo lleno de vida y amistad?
Con la sobriedad propia del triste intentará adivinar la dirección y dejará como inútil, encima del viejo escritorio, la Rosa de los Vientos o la brújula que sólo sirven para marcar direcciones del espacio y nada más; "y nada más. Tú que ya no estás, que por algún sedimento humano te has escurrido para ver, por primera vez, el Infierno y su pasaje, ese túnel de paredes húmedas que huele a lejanía y a olvido; tú y tu melena undosa; tú y el mar".
Preciso apoyará el cayado en la tierra hasta ayer seca; no se sacudirá los restos de cal que han quedado en sus pantalones ni evitará que una mariquita se traslade en su hombro hasta no se sabe dónde; mirará al frente y es muy posible que se otorgue -aunque él crea que es un dios quien lo concede- el vacío en su mente y así durante un largo trecho nada piense, sólo mire la flor de la jara y del dondiego, sólo huela lo que esas flores regalan, sólo escuche el canto del mirlo y el de la paloma torcaz y la bronca voz que el dios del que hablamos le puso a la urraca, sólo sienta en su piel el frío que sí hace, sólo guste en su boca el sabor de la última almendra y así -sólo sentidos- se irá alejando por el camino que le llevará hasta la bifurcación donde habrá de decidir si sube a la montaña o desciende al valle, sabiendo, eso sí, que la pregunta no tendrá respuesta en ninguno de los dos paisajes.
¿En qué lugar te encontraré? Fotografía de Joan Vilatobà 1903
¿En qué lugar te encontraré? Fotografía de Joan Vilatobà 1903

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/05/2014 a las 10:35 | Comentarios {0}


Desnudo de mujer Estudio de Gustav Klimt
Desnudo de mujer Estudio de Gustav Klimt
¿Has visto la mano en diez pinceladas? Samson Humes personaje de Las putas de Storyville (cuya historia de momento se ha quedado ahí en el primer capítulo) las observa y siente en sus ojos el peso del mármol; sabe la dificultad del cincel y la destreza que es necesaria para adecuar la pincelada al motivo y aún así quisiera emerger de las profundidades de su juventud. Por algún lado cree haber oído soflamas contra los museos en un grupo llamado dadaísta que dice cosas como la gente se suicida hoy con la cadena del retrete que es una frase que en absoluto tiene que ver con los museos o quizá sí.
Samson Humes jamás había ido a un museo, si lo ha hecho ahora ha sido para ver mujeres desnudas sin sentir vergüenza por el hecho de querer verlas y porque en los museos se puede entrar con amplio gabán que disimule su empalme descomunal que no deja de crecer y mantenerse. Al entrar ha sentido ese pensamiento que le ha parecido extraño a él que nunca había pensado en museos, arte o restos humanos y cuando al pasear por las amplias galerías tan limpias, tan mármol, tan guardas y caras serias, ha tenido la impresión de los cementerios, la congoja del deudo, incluso le ha llegado aunque leve el aroma del incienso y la muerte, se ha tenido que sentar ante un estudio de modelo desnuda (algo melancólica todo hay que señalarlo) y tocándose su miembro enhiesto por fuera del gabán, a la altura del capullo que llegaba, más o menos, a su ombligo -con lo cual ningún visitante podría imaginar que se estaba tocando el cipote- ha gemido de pena y de inquietud hasta que una mujer madura se ha sentado a su lado y en susurro le ha dicho, Me pierden los jóvenes con tu sensibilidad aunque no entienda qué te emociona tanto de esa mujer desnuda, ¿podrías explicármelo? Samson sin apartar la mano del capullo, no ha evitado mirar el escote exagerado para ir a un museo (de nuevo se ha extrañado el joven de ese pensamiento y se ha dicho, ¿existen realmente escotes exagerados para ir a los museos?) de la mujer madura y por hacerse el interesante ha soltado el primer pensamiento que se le había pasado por la cabeza minutos antes, Me emocionan los restos humanos. La mujer que había cazado la mirada del joven en sus tetas, se ha erguido algo y ha suspirado antes de preguntar de nuevo, ¿Eres artista? y el muchacho presa del hechizo de la voluptuosidad de la señora no ha podido mentir y ha contestado sécamente, Soy virgen y el rubor ha acudido a sus mejillas. La mujer ha reído. Samson ha estornudado. La mujer se ha levantado y le ha dicho, Sígueme con discreción y ha echado a andar. El chico ha sido incapaz de moverse, presa de la más febril de las imaginaciones, desconocedor de los extraños desvaríos que una mujer madura puede sufrir en un museo y la ha visto alejarse por la larga galería y cómo ha girado levemente su cabeza y al verle aun sentado se ha despedido con un discretísimo movimiento del meñique de su mano izquierda y ha girado a la derecha.

Cuento

Tags : Las putas de Storyville Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/05/2014 a las 10:58 | Comentarios {0}


Tulipanes para ti querida niña de Arie van't Riet
Tulipanes para ti querida niña de Arie van't Riet

Tengo en la espalda un ala rota (como deben de romperse las ilusiones una mañana de domingo aunque parezca que nada se ha roto y que el aire sigue cristalino y entra y sale y oxigena y calma) y me sangra; he intentado volar y ha sido imposible. Nunca gritaré. No, no voy a gritar. Hay un esquema en la garganta que me impide gritar (como debe de ocurrir un domingo por la mañana cuando grazna la cuerva con ínfulas de rana y exige croar cuando todos escuchan que grazna y grazna rabia y grazna quimera y grazna leve cadencia de mortaja y grazna por represiones viejas y grazna como las cuervas graznan aunque ella exija que se escuche que croa como croa la alegre rana en su charca con su piel verde moteada y sus patas ágiles y blandas) la tristeza que la noche no me calma porque el ala sangra y deja al aire sus tendones que no están hechos para ser vistos...

Tú sabes tantas cosas y yo sé tan pocas. Hay días, te confieso, que esta ignorancia apenas me señala, se suele ir por otros lugares, más al norte creo, más, más al norte; hay otros días como el de hoy en el que la ignorancia me fustiga las entrañas, me aprieta las tripas y la esencia del corazón, atosiga mis venas, cierra mis bronquios y produce espamos estomacales en mi abdomen, retiene líquidos y deja para más tarde cualquier atisbo de goce; no es que quisiera estar muerto, sólo quisiera ser listo y agarrar la justicia por las solapas y elevarla por encima de los tejados de mi pueblo y colgado de sus patas hacerla visible ante quien sintiera vergüenza de haber sido tan ciega...

Perdóname si no sé defender tu ilusión de quince años, si estoy lejos cuando debiera estar cerca perdóname, si en mí aletea la codicia bárbara del cobarde o si soy el estado intermedio entre la furia y el ruido; perdóname por no apretar los puños; perdóname por la nostalgia que siento y el hervor de mis sesos; perdóname por ir tan lento, siempre tan lento, no cauto, sólo lento y que sepas que no lo achaco al ala rota que cuelga en mi espalda como el primer verso suelto; cuando mi ala rota estaba entera también zanganeaba y le costaba emprender el vuelo hasta la octava esfera donde dicen la armonía es más sutil y más ligera...

A veces pienso si soy un personaje de novela, por ejemplo entre las páginas 236-423, y deseo que el lector me cierre o llegue al final de mi historia y me vaya alejando sobre un cielo abierto cerca de la frontera entre Madrid y Segovia; a veces pienso esas cosas (hasta que llega un domingo que avisa como filo de espada que rasgara la cara de certero estoque) tan del gusto de los petimetres (¡que palabra colosal! viene petimetre del francés petit maître, es decir, maestrillo) y me siento ante esta noche, con el sonido de un acordeón y quisiera abrazarte por si estás triste...

Instante...

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/05/2014 a las 22:32 | Comentarios {2}


Yo celebro la lluvia de estos días como si viniera lanzada de un platillo volante todo volantes de falda flamenca en los giros que con las manos en alto se dan en la ferias y quiero celebrarlo sin quitarme la careta o la sandalia del pescador que parece húmeda pero que milagrosamente si te la pones está seca como el desierto del Sahara donde personas sin tierra se afanan en la arena miden el tiempo grano a grano tras las murallas de los moros tras las cuchillas de las alambradas sin necesidad de ametralladoras ni de grandes cañones con los que arrasar corazones hígados riñones úteros gónadas y piernas yo celebro la sonrisa y celebro la caminata hasta el santuario de las Moiras donde dicen que hablarán sobre lo que ha de venir a quienes bailen quédamente vestidos con faldones de palmera y maquillados con colores subidos de tono que cubran por entero la faz y las pasiones celebro esas voces que nos impulsan hasta más allá del amanecer y el canto del cuclillo que tanto me recuerda al inicio con banjo de un tema country del medio oeste americano yo celebro la gasa y la antigua mercromina tanto como celebro la pasta de trigo y el silo callado en la meseta yo celebro la llamada del lobo como la audacia del hurón y también los dúos oh sí cómo celebro los dúos me elevan los dúos me hacen sentir celebrante constante sin nada que reprimir sin nada que denostar sin nada que imprimir en caracteres cirílicos yo celebro la consecución del fuego y el paso que la lluvia está dando al viento y la paciencia de los perros y celebro la angina de pecho y las fiebres cuartanas y celebro los pantanos con toda su flora y toda su fauna y celebro mi cuerpo frente al espejo cuando ha quedado extenuado tras esforzarse en ir de un sitio para otro sin más intención en principio que la de ir porque sí de ese sitio preciso para ese otro sitio preciso y vuelta a empezar y vuelta a seguir siempre por el camino casi casi en línea recta que necesita para cumplirse como línea y como recta un mínimo de dos puntos de referencia con permiso de Gödel yo celebro la poesía física sea lo que sea eso pero es que me parece una muy digna celebración que podría tener lemas tremendos lemas del tamaño del cielo o de una turba que se viera envuelta en pañales para poder cagarse de miedo sin temor a los malos olores yo celebro por igual las cadenas humanas como los trenes ligeros y no me duelen prendas si afirmo que celebro el pis en los huertos las marismas y los aguaceros
Flor de jara de Fernando Loygorri
Flor de jara de Fernando Loygorri

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 23/05/2014 a las 11:06 | Comentarios {2}


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