Me declaro libertino (en el sentido que a esta palabra se le daba en el siglo XVIII, es decir, en moderna terminología: librepensador). La reflexiones que voy a ir plasmando a lo largo de las próximas semanas tienen un carácter provisorio y se acogen a una de las características de uno de los métodos científicos: estas reflexiones son falsables. Incluso yo mismo, a lo largo de este periodo que hoy se inicia, podré mostrar la falsabilidad de algunas de ellas.
Estas reflexiones no pertenecen a ningún heterónimo. De cada una de las palabras que escriba en este libro el único responsable soy yo: Fernando García-Loygorri Gazapo. Por supuesto que cuando utilice citas facilitaré el nombre del autor y el título del libro o fuente de donde las haya sacado.
30.- Así define Marguerite Yourcenar su intención al escribir la novela epistolar Alexis o el tratado del inútil combate (precioso título para una novelita ejemplar): retrato de una voz.
31.- No sé cuando ni por qué escribí mis primeras letras (casi seguro que fue un poemita malo y sentimental). Debía de rondar los trece años. Sí recuerdo que en ese momento, desde ese momento, supe que nunca dejaría de escribir. Nunca dejaría de retratar una voz.
32.- Ha pasado medio siglo desde entonces y la premonición se hizo realidad. La escritura ha atravesado mi vida como un estilete que fuera abriéndome en canal cada segundo.
33.- Confieso que he escrito, ¡Oh, Jesucristo, no me dejes caer ahora! Álzame en tus brazos plenos de misericordia. Mírame con los ojos de hombre bueno. Tenme en tu regazo unos segundos. No te olvides de darme tu bendición.
34.- Porque tengo frío y miedo, no me abandones. Porque tengo el don de la mirada, no me abandones. Porque retrato mi voz cada día desde hace tantos años, ten piedad de mí. Porque siento no haber tenido fe, cree en mí. Porque a veces te llamé Buda, abrázame. O hazme higuera. O hazme sombra de un hombre bueno.
35.- Que mantengo erguida la espalda. Que estoy sereno. ¡Jesús! ¡Telescopio! ¡Expropiación de bienes eclesiásticos! ¡Hanna! ¡Hanna!
36.- He plantado el arce japonés en un jardín extraño. Es cierto que es el jardín del que ahora disfruto pero también lo es que si llevo más de cuarenta mudanzas en mi vida, ésta no tiene por qué ser la última. Ha arraigado. Se le ve lozano. Quizá crezca. ¡Hosanna!
37.- Si la perra de enfrente ataca a mi perro y mi perro tan sólo se defiende, ¿estoy obligado a atacarla para defenderle?
38.- Siento el peso y duermo bien.
39.- Retrato de una voz aunque mejor diría retratos de voces. El escritor desnuda las suyas y muestra que, en efecto, el ser humano es un conglomerado de máscaras. Las máscaras de dios. Las máscaras del hombre.
40.- Una cosa en sí aprendí: la alienación del mundo produce bilis negra.
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Ensayo poético
Tags : Reflexiones para antes de morir Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/05/2024 a las 18:59 | {0}