Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

El "blason" es un extraño fenómeno literario inventado en el siglo XVI por un tal Clement Marot que está consagrado al elogio de una parte del cuerpo o a su crítica cuando se trata de su reverso: "le contreblason". (Contraportada del libro "Blasons et contreblasons..." Editions Marguerite Waknine.


"Contreblason" de figura: Retrato 12 de la serie Investigaciones 2022. César Delgado
"Contreblason" de figura: Retrato 12 de la serie Investigaciones 2022. César Delgado

Vino desde el fin del mundo. Iba montada en una yegua baya. Mientras fue verano cabalgó desnuda. Llegado el invierno cabalgó cubierta por pieles de animal mamífero (cuero de vaca, piel de gata, lana de oveja). En el otoño tuvo alma de cabra y luego se despojó de ella como la muda de las serpientes en los momentos de calma. Vino hermosa como la madurez. Vino con el entusiasmo propio de un amor bien consumado. No quiso pronunciar palabras con sentido y así exclamaba, ¡Polias agrisdunde cataoria mis! y reía y su risa nos contagiaba y reíamos nosotros como si entendiéramos algo. Se alejó y se perdió en una niebla que surgió de improviso como si el tiempo hubiera saltado de octubre a febrero en alguna meseta del hemisferio norte justo cuando el sol asoma y el rocío vibra. No la echamos de menos... fue tan poco el tiempo que estuvo entre nosotros pero sí dejó en nuestro ánimo durante poco más de media jornada la gratitud por una carcajada. Luego nos contaron que llegó muy lejos. Algunos se atrevieron a decir que hasta los desiertos llegó y que al llegar a ellos (los grandes desiertos de arena; los desiertos que marcan la frontera entre lo real y el espejismo; esos lugares en los que el aire reverbera como si tuviera miedo, rama de junco que se apresta ante el mistral; también el desierto de las almas gemelas, incluso de las almas asesinas, de las almas enemigas; desierto vacío de encuentros; desierto de animales solitarios) se adentró con el pecho erguido y la mirada fija en un punto que dijo el poeta, era el nadir de toda una vida. De ella recordamos lo hermosas que eran sus ojeras de mujer recién despertada y cómo a nuestro alrededor, al recordarla, se esparcía un aroma de pan recién hecho, un candeal y al sentir aquellas percepciones el mundo parecía un poco menos dividido y los cuerpos adelgazaban hasta casi quedarse sin membrana. ¡Dulce visión de una vida grata! ¡Personificación de la calma! ¡Alma de las almas!
 

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/01/2025 a las 20:02 | Comentarios {0}


Agnus. Fotografía de Olmo Z. 2016
Agnus. Fotografía de Olmo Z. 2016
Tan viejo como un sofisma; los cielos abiertos sobre las nieblas; allá lejos debe de andar la Verdad Revelada que por mor de cierto aliento sentimental deduce que debe de ser un tipo nada especial de apocalipsis; las noches se vuelven frías; aterra el pensamiento; los dedos crean amasijos; se deshilvanaba la madeja en un tiempo lejano cuando los escritores utilizaban plumas de ganso y el alma tenía un regusto cierto; ¿en qué se diferencian realmente el tiempo y el espacio?; atento al silencio; sin ganas de florecer; admite; borra mientras piensa en una música que le aliviara o en un poema que le aliviara o en una pintura que le aliviara o en un baile que le aliviara o en una película que le aliviara o en una máscara que le aliviara o en una joya que le aliviara o en una construcción que le aliviara; sólo piensa; nada alivia; y no sólo es lo propio sino la época que vive, las personas que la rigen, el terror que le producen; intenta borrar mientras piensa en las matanzas que ejecutan los que fueron en su tiempo masacrados y le asusta; piensa en los vagones de metro de todo el mundo atestados por seres que miran hipnotizados unas luces intensísimas que reproducen un mundo intangible –el aura de la obra contemplada in situ escribía Walter Benjamin- y le asusta; piensa en la decadencia de un imperio más y cómo éste, como ser orgánico, como ya hicieron sus antecesores, lucha por sobrevivir aunque sea en forma de cáncer el cual, ya lo sabe, busca la eternidad por medio de la destrucción y le asusta; piensa en la neurotecnología y siente una humorística llamada de la selva, la sensación de ser un mono que arranca, ausente, los pétalos del sexo de un rosal y le asusta; piensa en los que en este momento navegan en embarcaciones frágiles cuales niños desnutridos, por el Mar Tenebroso o por el Ponto inabarcable en esta noche de enero; vienen desde muy lejos; vienen para vivir; le asusta que no lleguen, le asusta que se ahoguen, le asusta que los maltraten, le asusta ser un cobarde; la tarde está tan bonita ha vuelto a escribir;
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/01/2025 a las 19:14 | Comentarios {0}


Leonora y el húsar



I
La mañana del día 29 de octubre de 1812 llovía. El húsar Frederick Joseph Montague llevaba horas bajo la frazada escuchando el repiquetear de las gotas de lluvia golpeando en la lona de la tienda de campaña. De su mente -heroica; no había cumplido aún los veinte años- no podían borrarse las imágenes de Moscú incendiada por sus propios habitantes, de la desolación de sus calles y sobre todo la humillación que había sufrido, como si fuera un solo hombre, la Grande Armée cuando el zar Alejandro se negó a rendir la ciudad -y con ello el imperio- a su general en jefe y emperador Napoleón Bonaparte en el lugar indicado para ello: la colina Plokónnaya. A falta de refugio, el ejército francés había iniciado una retirada estratégica -se decía- para pasar lo más crudo del invierno lo más al oeste posible. Pero en realidad, muchos lo sabían, era una retirada con sabor a derrota de un ejército desmoralizado, hambriento, sin artillería y sin suministros. Frederick se sentía vejado y tenía dentro de sí tales ansias de revancha que más de una noche, en un insomnio febril, había imaginado que conocía el lugar donde estaba el zar y decidía sacrificar su vida por la de su patria y sus compañeros y así, en mitad de la noche, se hacía con uno de los mejores caballos del Regimiento, Dionisos se llamaba porque cuando entraba en el fragor de la batalla parecía poseído por el espíritu orgiástico de las bacantes, y se encaminaba en una noche fría como la muerte hacia las líneas enemigas, las atravesaba gracias a la niebla que lo iba inundando todo, llegaba hasta el centro del campamento del general Kutúzov y entre jirones y jirones veía elevarse el pabellón del zar de todas las Rusias; arrastrándose, sintiendo la humedad de la tierra como si fuera la baba del demonio lamiendo su vientre, llegaba hasta la tienda imperial, entraba en ella y de repente -extraño giro en la ensoñación quizá fruto de las fiebres- el ambiente cálido del interior, el aroma del sándalo y de una infusión que se mantenía caliente en el samovar, apaciguaban la ansias de venganza del húsar y casi le invitaban a que se tomara un respiro, descansara cinco minutos, durmiera cinco minutos, cinco minutos tan sólo y en ese ir quedándose dormido se introducía el sonido de una corneta que no era otra que la que avisaba a la soldadesca que amanecía y habían de seguir el camino de la derrota y la humillación, el camino que llevaba hacia el oeste, hacia la frontera rusa.
 

Cuento

Tags : Leonora y el húsar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/01/2025 a las 17:57 | Comentarios {0}


Su foto favorita. Fotografía de Colita.
Su foto favorita. Fotografía de Colita.

¿Cuál será su canción? No queráis saber cómo son estos últimos días. El frío es tan intenso que el suelo no termina de deshelarse a lo largo de la luz del día. ¿Cuál será su canción? La canción que cuando la escuche sienta un cosquilleo en el estómago, algo que lanza su memoria hacia aquel día, en aquella hora, justo en ese momento. ¿Cuál es esa canción? ¿Es una canción indie

Anoche también se acostó muy tarde. Estuvo viendo una película que no le llegó a gustar. Se quedó a verla por no irse a dormir (quizá también para no tener que levantarse temprano; tienen que ser tan bonitas las mañanas en este lugar del mundo; las ha visto alguna vez y suelen ser de un rosa desvaído que contrasta con un delicado azul claro y si no recuerda mal la aurora boreal está allí brillando intensa y fría como son las caricias de la amazona).

Pensó -mientras se preguntaba cuál era tu canción- en la máxima belleza en la contemplación y el máximo sufrimiento en el sentimiento a un mismo tiempo. Así lo sentía ayer cuando ascendía hacia el lago a primera hora de la tarde y el sol del invierno agonizaba tanto que casi se escuchan sus estertores; es una muerte fría; una muerte de sombras y luces frías sobre unas praderas de diciembre frescas como las tetas de unas muchachas veinteañeras. El invierno en las alturas produce contrastes atroces. Contraste como esas luces y esas sombras y ese aire del norte que es un viento helador y esa transparencia del aire y esa pureza de lo que entra hasta los pulmones y luego se exhala y se materializa en un vaho que le lleva a su infancia y a unas katiuscas blancas.

¿Cuál es tu canción? Se pregunta. Coge la cafetera. La abre. Vacía el depósito en la basura. Da un agua a los depósitos de agua y de café. Da un agua al interior de su parte superior. Coge el café tostado natural. Llena los depósitos de agua y café. Cierra la cafetera. La coloca al fuego. ¿Cuál será tu canción? Tú sabes -se dice- lo mucho que me gustaría saberlo; tú sabes lo mucho que me gustaría que vinieras con tu novia a cenar a casa; cenaríamos en el jardín; llevaría hasta la mesa una lámpara de pie y a la fresca de una noche de verano reiríamos los tres y yo pensaría -se sigue diciendo él- ¡qué bellas son! ¡qué buena pareja hacen!

Ha caído la noche; ha vuelto el frío.
 

Narrativa

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/12/2024 a las 20:01 | Comentarios {0}



Hablaba así: ¡Dejadme quieto, en esta esquina,/ a que la muerte venga cual asesina! Dejadme quieto, sin amarguras, sé que está ahí, escondido, mirándome, con descaro, sin temor. Dejadme cuando caiga la noche y venga el viento del invierno, el Bóreas lo llamaban, aquel que del norte llegaba y helaba con su soplo hasta un corazón enamorado. Dejadme frente al frío. Dejadme despacio, sin grandes aspavientos y llevaos la espada con la que luché tanto, dejadla a los pies de un altar, como ofrenda a un dios sanguinario. Dejadme dulcemente. Dejadme sin consuelo. Idos como los idus de marzo llegaron para acabar con la vida de uno que mató a tantos. Dejadme sin reproches. Nada hay mejor que hacer que dejar en sus esquinas parlantes a los que quisieron callarse y no lo consiguieron. Dejadme soñar que un día dejaré de hablar. Dejadme soñar con la emoción propia del que ha desertado hasta de sí mismo. Llevaos también mis ropas y si así fuera tan sólo os rogaría que me dejarais otras a cambio, no importa de a qué identidad sexual pertenezcan mientras cubran mis vergüenzas y me den una poquina de caló. Dejadme en la estacada. Dejadme con soltura. Yo os veré alejaros y sentiré la nostalgia de la primavera y me quedaré estático como las amapolas cuando inhalan su propia destilación. Subido en un pedestal, sin nadie alrededor, dejaré que la noche me llegue hasta el cuello. ¿Os imagináis que el hielo me cubriera por completo? Pensadlo: las primeras luces del alba, un cuerpo en pie, sobre un pedestal de piedra, helado desde los pies hasta la cabeza, con los brazos extendidos en actitud declamatoria y la cabeza elevada hacia el cielo gracias a un cuello prodigioso.
 

Cuento

Tags : Cuentecillos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/12/2024 a las 20:33 | Comentarios {0}


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