Me declaro libertino (en el sentido que a esta palabra se le daba en el siglo XVIII, es decir, en moderna terminología: librepensador). La reflexiones que voy a ir plasmando a lo largo de las próximas semanas tienen un carácter provisorio y se acogen a una de las características de uno de los métodos científicos: estas reflexiones son falsables. Incluso yo mismo, a lo largo de este periodo que hoy se inicia, podré mostrar la falsabilidad de algunas de ellas.
Estas reflexiones no pertenecen a ningún heterónimo. De cada una de las palabras que escriba en este libro el único responsable soy yo: Fernando García-Loygorri Gazapo. Por supuesto que cuando utilice citas facilitaré el nombre del autor y el título del libro o fuente de donde las haya sacado.
142.- ¿Será morir trascender?
143.- ¿Cuánto de banal hay en el mal? Cuando se inflige mal sin una clara conciencia de estar haciéndolo; aún menos: cuando se hace el mal por una imposibilidad manifiesta, confesada, de no poder evitar no hacerlo, ¿no se banaliza? ¿No sería obligación primera luchar a brazo partido contra ese movimiento ineludible hacia el mal? ¿Provocar lo impredecible?
144.- ¿Se debe apostar por una erótica sin agresividad?
145.- ¿La agresividad aceptada por ambas partes en el juego amoroso, no es uno de sus motores?
146.- ¿Es mejor desterrar la analogía entre el amor y la guerra?
147.- ¿No es el amor erótico una batalla cuya victoria es compartida?
148.- A veces siento la certeza del viejo y eso resta credibilidad a la certeza.
Con toda la decisión. Así sería. No se aturdiría más. Estaba dispuesta. La sonrisa un poco más abierta. ¿Más abierta? Con estos días todo debería de ser fácil. La luz podría explotar o las nubes teñirse de gris. De eso, sí, de eso podría hablarle. Luego callaría. Miraría a lo lejos con la sonrisa más abierta. Esperaría a ver si él... si él. ¿Cómo sería? ¿Hasta dónde estarían dispuestos a llegar? ¿Es cierto que existe la posibilidad? ¿Pero no es ya una mujer adulta, con una niña y dos divorcios a cuestas? ¿Por qué espera con esta ilusión de mayo los sucesos de noviembre? Se pondrá un ligero colorete. No, mejor el color de la piel nacido bajo los aires de las sierras. El color de la tez de las alturas. Se pondrá un jersey grueso que disimule el contorno de su pecho. Se pondrá unos pantalones de marcha. Calzará botas. Tendrán barro. Llevará el pelo a su ser y será su voz la voz de Audrey Hepburn cuando cantaba Moon river. No tan delgada. Casi igual de elegante. Luego tendrá que llegar el día en el que él se decida a invitarla a una cerveza en el jardín de su casa. Él le dirá que si quiere esa misma tarde, que el jardín mira al oeste y si las nubes corren por el cielo cuando el sol decae, éstas adquieren tal pasión que se diría el cielo espacio de la lujuria, manto bajo el que cubrirnos los dos. No, ella sabe. Eso lo callará.
Ahí viene. Me ha visto. ¡Qué hermoso podría ser hoy el crepúsculo!
Cuento
Tags : Cuentecillos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/11/2024 a las 19:46 | {0}No hubo el más mínimo esfuerzo. Era sólo volver a mirar y hacerlo. Tenía ese impulso. Yo también era literatura. Sin ambición. Sin estridencia. Sin Parnasos. Sentarse. Urdir una palabra que puede casar con aquella otra. Dejar que el mundo siga en su deriva. Derivando en él también. Con la certeza de que tengo un cabo Bojador y de que en mi alma marinera se aposenta la frustración de no haber aprendido a nadar y al mismo tiempo sentir que es condición natural del marino hundirse con su nao así como el caracol muere amarrado a su concha con las primeras lluvias del invierno.
No hay el más mínimo esfuerzo. Estoy dispuesto a soportar el peso de la armadura y abrirnos paso en la intrincada selva a base de mandobles. Estoy dispuesto a llegar hasta los naturales de esas tierras y abrirme en canal antes que sucumbir al curare y el dolor. Pero si no fuera necesario, si entre nuestros pueblos se pudiera abrir una corriente cordial entonces yo me ofrecería como notario y en largas y agotadoras jornadas nocturnas escribiría La Crónica.
Así me declaro bajo la luz de la primera luna llena en esta nueva tierra: escriba de encuentros. Mi nombre, Pablo de Molviedro e Ichaso.
Cuento
Tags : Cuentecillos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/11/2024 a las 20:29 | {0}Querida Julia:
Hoy cumples 110 años aunque ya lleves varios en el lado de allá. Justamente hoy pensaba que en qué momento nace uno realmente. Pensaba, fíjate que sigo siendo el mismo sonso de siempre, que uno nace cuando se recuerda vivo por primera vez. Hasta ese momento la conciencia de sí no existe. Incluso pensaba -sonso sonso- que quizá haya varios momentos del nacer: el nacimiento propiamente dicho, el nacimiento consciente y el nacimiento inconsciente que podría surgir antes de salir al mundo, aún en el útero de la madre.
¡Qué hermosa estaba hoy la montaña! Era el mundo el verdor pálido de la tierra en noviembre, las nubes grises corriendo bajo el cielo, los árboles que se dejan ir como sus hojas se dejan caer y Nilo corriendo y yo ascendiendo hasta el abrevadero de arriba, a 1260 metros de altitud.
Que no te voy a contar mundanidades. Hoy no. Hoy no te quiero disgustar. Porque mi casa es agradable quizá. Porque por lo menos he vivido un año como yo quería vivir y creo que eso se nota en mi estado de ánimo. Porque es probable que pase más tiempo en esta derrota -en su sentido marinero de rumbo-; un trayecto de una soledad intensa y de cierta comunión con mi entorno. También la calma del lugar ha propiciado una autocrítica más serena en la que apenas ha surgido el término culpa. Me voy conociendo. Voy decapándome.
¡Cuántas lluvias, Julia! ¡Qué hermosa eras! ¡Qué buena persona! ¡Socialista de corazón! ¡Hija del Pueblo! Tengo la suerte de conservar grabadas varias horas de conversación contigo. Atrapé tu voz en el electromagnetismo. ¡Bendito sea! A veces -no muchas porque me entra una tristeza que no tiene que ver con el presente; es una tristeza de las viejas culpas, de los días de plomo cuando la vida era una bala que taladraba cada segundo mi cerebro sin llegar a matarlo; es una tristeza de conceptos rancios como el olor de los abrigos que estuvieron demasiado tiempo metidos en los armarios- escucho tu voz y tus historias. ¡Mira que tenías el arte de contar entre tus virtudes! ¡Qué bien contabas! ¡Qué bien sentías!
Intento escabullirme del nazismo en el que estamos sumidos. Y si lo intento es porque tú -entre otras maestras- me enseñaste a reconocerlo. El hondo amar. El hondo disfrutar. La tolerancia como principio rector de mi huida. Ahora eso sí, en cuanto puedo, intento sembrar -como tú hiciste conmigo- una pequeña semilla de pensamiento crítico.
Te quiero, Julia, vaya que si te quiero
Tuyo siempre
Fernando
Los fascistas inundan el mundo
Las aguas exigen sus cauces
Las gentes se abrazan llenas de horror
El cielo no deja de ser gris y muerte
Los caminos parecen abocados al fracaso
Ni desertar parece posible
La muerte no es un caballo
ni los reyes merecen estatuas
¿Callará el tumulto de las torrenteras?
Dejarán de saquear las almas de las buenas gentes
Hay que andar ojo avizor con los fascistas. Los fascistas son el opio del pueblo. Los fascistas son los que se persignan ante los ídolos. Hay que llenar el aire de pedagogía
¿Quedan maestros de la bondad en el mundo?
¿Hay alguien bueno en el buen sentido de la palabra bueno?
Vendrán más días malos. Lo sabemos. Vendrán los fascistas a lanzarnos palos. Pisotearán nuestras calles con botas militares y harán sonar por los megáfonos tambores de guerra.
¿Habrá un niño que nazca en un pesebre al que la llama del amor iluminará por dentro?
¿Surgirán las voces de los vencidos en un coro de dignidad fraterna?
¿Volverá la palabra a ser un arma y serán los poetas quienes las lancen contra los enemigos?
¡A las barricadas! ¡Compañeros del alma, compañeros!
Si tenemos que llorar, lloremos
Si nos tenemos que abrazar, nos abrecemos
Si hemos de hacer largas vigilias, hagámoslas
Más tarde si queréis o más pronto si juntamos las fuerzas suficientes habremos de enfrentarnos con el amor a la guerra, con la paz a los insultos, con la justicia a la ley
¡Oh, cómo anegan las aguas!
¡Mirad cómo flota la carne yerta!
aquel carrito de bebé
aquella anciana ciega
aquel inválido ahogado en su silla de ruedas
¡Valencia, tierra de mi infancia!
lugar de mis juegos y de mi primer amor
Vamos, queridos, vamos
El odio no es más que la guadaña
Sembremos amor
Cojámonos las manos
Hagamos el amor en las eras
Sorbamos el agua de las sandías
Sonriamos al niño que nos mira
Por mi parte quiero deciros que me quedan más palabras
Se presenta ante mi pueblo un poeta
Dispongan ustedes de mi lengua
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Tags : Reflexiones para antes de morir Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/11/2024 a las 19:49 | {0}