Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
¿Boxeadoras en un tejado?
¿Boxeadoras en un tejado?
...desaparecía extrañamente; desaparecía el camino; cada pedazo de tierra disuelto en una niebla blanca. Ceguera blanca. Colmillo de ceguera blanca; melancolía de la leche aire; un bajo que persigue con su gravedad la no vista, niebla blanca en la noche negra; un piano, sí, un piano con las teclas invertidas (las negras blancas, las blancas negras); cae rayo negro en superficie blanca; se ve el graznido del cuervo, blanco gris de madrugada; blanca la ceguera otoñal; puertas blancas en el alba; manos que se mueven inquietas bajo una falda, la falda del mantel de una mesa camilla en Australia, hacia 1876; coincidencias; el perro cerrado en la habitación fría; espera una comedia a ser diseccionada y susurra la ceguera blanca un melisma viejo como la creencia en los dioses; son cantos de los algodonales; son caras marcadas por la esclavitud; son sfumatos... Leonardo, sé cruel y sácame un ojo cuando mañana las salves a la virgen se diluyan en el líquido germinal o en la nata de la leche de vaca; que sube la ceguera blanca; que aúlla la ceguera blanca; que la ceguera blanca se llena de puntitos negros y la almohada tiene algo -muy poco- de caricia de maîtresse. Llueve lluvia de oro sobre la ceguera blanca; llueven óvulos sobre la espalda mientras el caballo se deja crecer las alas para despegar del mundo hasta que éste quede convertido en territorio de águila; aguijones de abejas blancas; prendas blancas de lutos lejanos; no se queja el niño que hace de lazarillo a la ribera del Tormes ni resuena el eco gracioso y brutal de un donaire de Quevedo; sobre la marcha fúnebre la ceguera blanca; entre bambalinas la ceguera blanca; tras el sueño la mañana blanca como su ceguera y la cigüeña y la melodía y la arena de la playa venteada de blanco y el traje de la novia y la espada del guerrero y la labor de tresbolillo y el cincel que lamina el mármol y la propia lámina blanca y al aire de noviembre y el suelo de noviembre y el infierno de noviembre y los lobos de noviembre y las escobillas pasando suavemente por el platillo en las baterías de noviembre; cegueras blancas, algodones sin luz...

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/11/2019 a las 18:50 | Comentarios {0}


Se puede viajar dentro de la hoja y también sentarse al mediodía sobre la hierba de otoño mientras el perro escarba, llega hasta la tierra húmeda y hunde en ella su hocico. Pienso cómo será el olor de la tierra húmeda con el olfato de un perro (¿por qué se utiliza tantas veces a este animal como metáfora de ser tratado de forma despreciable?

¿Ya nunca habrá una revolución en Europa? ¿Una revolución de la magnitud de la francesa del siglo XVIII? 

Observar a una mujer joven con dos niños en el Reino Unido, en algún lugar de Inglaterra, pobre y necesitada y también lo suficientemente bonita como para poder trabajar de puta. Corre el año 2017. ¿Y la joven con dos hijos más fea que Picio? ¿Qué puede hacer esa criatura? ¿Cómo alimenta a sus dos hijos? ¿Cómo se alimenta ella? (Lucubración a partir de Yo Daniel Blake de Ken Loach) .

La miseria y la desigualdad en el disfrute de la riqueza debería levantarnos; debería abrirnos el apetito de asaltar las fábricas de monedas, las grandes villas, las precisas cajas fuertes, ir como un solo hombre, sin alharacas, sin grandes violencias, incluso puramente pacíficos, sólo siendo tal masa que empuja que es capaz de derribar cualquier defensa.

La sociedad opulenta versus las Oficinas de Empleo.

Pasa un Ferrari o se lavan tres mil toallas diarias en un hotel de lujo de Singapur ¿Qué es Singapur? ¿Qué quiere decir las guerras por las fuentes de energía en Asia? ¿Intentan los poderosos catalanes hacer una revolución de los colores, en este caso la Revolución Amarilla?

Luego están las palabras, las palabras, las palabras... (cuando las imagino me viene a la memoria el mito de Eco y Narciso)
Compartiendo las horas libres de Georg Grosz
Compartiendo las horas libres de Georg Grosz

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/11/2019 a las 19:55 | Comentarios {0}


Desnudo reclinado de Toulouse-Lautrec 1897
Desnudo reclinado de Toulouse-Lautrec 1897
Yo soy Satie y estoy componiendo Les gymnopédies. Es una tarde de noviembre y en París la lluvia cae torva como la mirada de las monjas cuando un hombre fija su mirada en sus senos; la tristeza no tiene lugar, compongo triste pero estoy serio y apenas si me importa lo que suena sino cómo suena y si las suspensiones que se producen entre las notas alcanzan a lo que mi imaginación quisiera. Yo soy Satie por mucho que nunca sea Satie; quien nunca seré será Paul Claudel ni aunque un daimon revestido de duende me jurara que si aceptaba ser Claudel podría escribir de un tirón Le soulier de satin. No quisiera estar en el cuerpo de ese fascista santurrón de mierda; no podría soportar abandonar a mi hermana Camille –que era una mirada esculpida en la mirada de la Diosa; que era el órgano esencial de la poesía; que era el cincel que perdura a lo largo de los siglos y que incorpora, extrañamente, la solemnidad de la locura en sus bronces- y dejarla morir olvidada y dejarla enterrar teniendo como única comitiva fúnebre a los empleados del manicomio en la que su hermano Paul la encerró y en el que murió sola, loca, esculpiendo el aire con su boca, absorta; no, jamás quisiera ser Paul Claudel. Sí Satie. Soy Satie y sé mirar el cielo que hoy al mediodía se mostraba imponente sobre los tejados del mundo: un cielo de nubes preñadas que pintaban las aguas de un pantano de un rabioso color plata.
La noche se acerca. Tiembla Paris. A lo lejos se levanta el monasterio de El Escorial donde, en su biblioteca, sostenido por la gorguera, un rey taimado lee un Libro de las Horas -quizás el del Duque de Berry-. Son los pabilos ardientes de las velas quienes me dictan las notas de la troisiéme gymnopédie y callo cuando observo que una salamandra huye del rey pegada a las paredes, camina y para, continúa y se detiene, respira hondo porque teme; llega al aire libre donde ningún halcón la espera.
Ahora encadeno tresillos; ahora se vislumbra a una mujer en su buhardilla; algunas noches la sombra de su figura se refleja en la pared del fondo de su habitación; con unos indiscretos miro su sombra que se lava bajo las axilas y luego, apenas una ligera variación en los infinitos del gris, se pone un camisón que ha de ser de tela ligera como el vuelo de la golondrina cuando llegue la primavera.
Soy Satie y no sueño.
Soy Satie y no rezo.
Llegará la aurora y seguiré componiendo. No voy a odiar a nadie esta noche. Con la manta por encima de los muslos, el calor se queda sobre mí; con el echarpe sobre los hombros puedo mover los brazos sin dolor. Mientras tecleo pienso, Sarabande; mientras me embeleso pienso, Grand Ballet; mientras me observo pienso, Le Tableau de l’opération de la taille. Soy Satie, Chaconne en rondeau.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/11/2019 a las 21:32 | Comentarios {0}


A Julia, memoria viva


Encantamiento de Gao Xingjian 1940
Encantamiento de Gao Xingjian 1940
No sabe cómo decirte, cómo llegar hasta ti que te estás pudriendo aéreamente, ligera como la brisa de una mañana de primavera. Se produce ahora la muerte de la naturaleza y en poco tiempo -porque el tiempo de la vida es breve- todo reverdecerá y muchos ya no estarán para verlo. La vida se desentiende -y es sabio- de los deseos así como ocurre que el perro no sabe si la serpiente con la que juega habrá de inocularle el veneno que le llevará a dejar de respirar. Ser consciente de los miedos también es estar vivo y alguno dice que tan sólo se muere cuando se deja de ser necesario. Por lo tanto, te dice, sigues viva aunque te pudras en lo alto de tu nicho, en uno de los grandes cementerios de la ciudad, en el de las gentes humildes y ateas.
Él sigue aquí y debes saber -piensa- que la cizaña que le quiso meter la vieja zorra, ya no tiene efecto; es como si -experta herbetrice- hubiera descubierto el antídoto de la cicuta y ahora pudiera tomarla como si fuera aire de sierra, sal de mar, fruto de huerto y continúa pensando en ti buena y justa y recuerda cómo untabas el tomate en el pan en aquellas tardes tras el colegio o como recogías el embozo de las sábanas bajo la almohada antes de irte a tu casa -tan lejana tu casa, en el barrio obrero de Vallecas, en los años sesenta y setenta; aquellos años de los viejos vagones de metro donde aún había carteles que obligaban a dejar los asientos a los caballeros mutilados de la última guerra, que olían a madera podrida y tenían el traqueteo de los viejos trenes -los Rápidos- tan lentos porque paraban en todas y cada una de las estaciones para recoger algo que apenas hoy se estila que es el correo- y tras habernos alimentado con tu sana y robusta cocina manchega. No, la cizaña de la vieja zorra -la cual debe de estar purgando sus pecados en el infierno y su infierno será no poder contemplar jamás al único hombre que amó- ya no surte efecto y te vuelve a mirar y te vuelve a recordar como aquella mujer que temía el agua sobre su cabeza o que recordaba mientras freía unas albondiguillas cómo llegó a Madrid, en plena contienda civil, en un motocarro que repartía periódicos revolucionarios, ella tras los hatos, siendo una joven hermosa y brava como lo fueron tantas y tantas milicianas. Luego, un día, siendo él ya joven, le habló ella del silencio y el terror de la posguerra; le habló de un frío constante  y de eso que tan pronto se olvida de las dictaduras: la desconfianza para con el vecino.
No has muerto, Julia -piensa el muchacho que ya es un hombre mayor- porque tú eres la memoria de unos tiempos que, respondiendo al péndulo monótono de la historia, vuelven y aterran y nos hacen pensar que si aún nos queda un ápice de coraje, habrá que lanzarse una vez más a las calles para gritar de nuevo un ¡No Pasarán! aunque tú y él sepáis que como entonces ¡vaya si pasarán! Hasta entonces seguirá ejerciendo su deber de escribir y pensar desde la libertad que él mismo se permita y cuando llegue el próximo monstruo te sonreirá porque sabrá que aún con todo hubo seres humanos como ella que supieron rodear la desdicha sin caer en sus garras.
 

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/10/2019 a las 19:21 | Comentarios {0}


Cuando el siglo XX era joven
Cuando el siglo XX era joven

Ensaya la fuerza
Sabe que el aire se respira mejor desde que el cadáver del asesino fue sacado de las cercanías
Al mismo tiempo se produce un ansia que no tiene fin
Podría cambiarlo todo
Podría declararse feliz y serlo y sentir que lo es y mostrarlo
Lo hace de hecho
Es desdichado y feliz
Sólo que la muerte puede llegar de mil maneras
y se produce todos los días y a todas horas; hay muertes de rosas ahora mismo y las hay de cierto tipo de relación que necesita la cotidianidad; hablar aunque lejos; sonreírse aunque lejos; entristecerse aunque lejos;... 
Las llamas son animales y fuego así son las cosas de las lenguas
Escucha en la madrugada a un señor argentino que habla del pensamiento lateral como si aquello supusiera el fin del sufrimiento -bueno no tanto pero sí en su boca semejaba la lateralidad del pensar una especie de vía de escape-; lo escuchaba en la madrugada; el tipo había sido traído por un banco nacional; el tipo era matemático y parecía buena persona, seguro que lo era;...
Luego ya en la cama leyó a Slawomir Wrozek y volvió a sentir por Polonia lo mismo que llevaba sintiendo desde que supo de aquel país: algo así como un constante aire de Chopin; ...
Hay muertes que se viven y ésas son las más terribles; no quiere poner ejemplos; no lo va a hacer; porque está llegando la hora en la que ha de salir para disfrutar del sol de la tarde a finales de octubre y esa contemplación es parecida a la sangre caliente de los mamíferos;...
Sólo piensa, Que sepas que me estoy muriendo... Un conflicto biológico vivido en soledad... El doctor Hammer y su teoría del cáncer psicosomático... Österreich vileicht... u Ostende...
Y así se disuelve y se reta a pasar este trago con el amor infinito que siente por una personilla que ya no está a su lado
إن شاء الله,

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/10/2019 a las 17:36 | Comentarios {0}


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