Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Autorretrato ca. 1997
Autorretrato ca. 1997
Temo este pulsar el día y no entenderlo. Lo llamaría si pudiera nombrarlo porque si pudiera nombrarlo de alguna forma lo cabalgaría. Nombrar es cabalgar los pensamientos. Me gustaría escribir en portugués, volver mi cara hacia el Tenebroso y no girarla nunca más. Nunca tierra adentro. Nunca la Castilla seca, mesetaria, donde pacen las ovejas y mueren los hombres de miseria.
Temo la escarcha –extensión de cuchillo frío por los campos- y su blancura me hace estremecer como si a su tacto mi piel se volviera loca y comenzara estúpidamente a sudar sangre.
Temo mi carrera coja, mi soledad, los rezos con los que me sorprendo en la madrugada cuando me sacan del dormir en el que me encontraba. Era una celda. Era el fin del mundo. Era una estaca en mi corazón.
Temo la mirada que se pierde tras la cruz. La mirada más allá del monte. La mirada más allá del chiste. La mirada que se encauza hacia delante, siempre hacia delante. A lo lejos un letrero luminoso donde se puede leer, HACIA DELANTE, SIEMPRE HACIA DELANTE. No lo quiero leer. Quisiera girar mi cuello rígido. Mirar hacia la izquierda donde está el camino que conduce al infierno. Temo el infierno. Quiero el infierno. Ahogarme eternamente. Quemarme eternamente. Ausencia quiero.
Temo la llanura desde la que contemplo el fin del mundo.
Temo la mano de mi madre cuando se la lleva al pecho.
Temo la consonancia de los versos.
Temo la calavera que extraje de un osario un día de verano en la baja infancia.
Temo el castigo de los demonios tocados con alzacuellos.
Temo la sonrisa de la mujer que me va a amar durante pocos años.
Entonces me digo, Ha llegado el momento. Inventa las palabras. Cabalga sobre ellas. No dejes que las lunas te dominen como dominan las mareas. Deshazte de las lunas y vuela. Llega hasta el sol y deja que éste te arda hasta quedar convertido en partícula de magma, viajero sin consciencia por el universo, sin palabras en tu no-cerebro.  

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/01/2020 a las 18:39 | Comentarios {0}


247.- Lo sobrecogedor de la Capilla Sixtina no es la Capilla Sixtina, es Michelangelo Buonarroti
 
El aforismo 247
-que se compendia bajo el título de Aforismos (23)-,
es responsabilidad del director y autor de esta revista.
 
Retrato de Michelangelo Buonarroti por Daniele da Volterra ca. 1554
Retrato de Michelangelo Buonarroti por Daniele da Volterra ca. 1554

Narrativa

Tags : Aforismos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/01/2020 a las 00:48 | Comentarios {0}


Arte erótico japonés
Arte erótico japonés
Viene del paisaje blanco, oscura, sin aliento; viene desnuda y desgarrada por animales con garras; apenas gime. Le ha curado las heridas y ella, siempre en silencio, se ha ido a su rincón y se ha quedado dormida.

La noche tiene ecos de luna creciente, exclama el ciego de ceguera blanca que no hace mucho la veía. Lo ha vuelto a repetir, la noche tiene ecos de luna creciente. Al callar ha escuchado el silencio y ha pensado en el pentotal sódico. Dormitando en la lechosidad en que se ha convertido su mundo, ensueña la verdad.

Una gata araña el cristal.

El joven se ha dado cuenta de que la historia ha terminado. Está sentado en el borde su cama con la lámpara de mesa encendida. Sobre la mesa de estudio el Harrison. En el cenicero una pava. Aún no sabe que podrá seguir viviendo.

Apoyada en el pretil de puente. La risa mece su cabello. Pasta el caballo. Se acerca desde la ría una tormenta.

Sin haber cumplido los cinco meses ha sentido el dolor físico por primera vez. Se lo ha infligido su padre porque le ha despertado su llanto en la madrugada. Su padre ha llegado hasta su cuna y ha empezado a pellizcarle por todo el cuerpo mientras le grita, ¡Ahora vas a llorar con razón, cabrón! ¡Ahora vas a llorar con razón!

La rosa no es necesariamente frágil.

¡Aquella goleta que abría las aguas del mar con una elegancia tan refinada que la espuma del mar recordaba a las babas de Venus!

La soledad es un libro.

El hombre escuchaba una conversación en la terraza de un chiringuito de playa, en el sur, donde el calor y el Levante; era una conversación entre dos amigas; ambas eran universitarias y acababan de descubrir que en el sol se producen terribles tormentas.

Cuando por la noche se escucha la caída del agua por tuberías de mala calidad, entre muros de pajizo, en bloques de casas para pobres, el hombre del insomnio clama en silencio por el fin del mundo.

El erotismo le sigue pareciendo fruto prohibido, obra de un diablo hermoso. ¡Oh, Lucifer, cómeme el coño!

El personaje le preguntó al autor por qué ponía como ilustración a sus últimos textos, escenas del viejo Japón. El autor le besó.
 

Narrativa

Tags : Apuntes Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/01/2020 a las 21:54 | Comentarios {0}


Shunga meiji
Shunga meiji
21h 11m
Desde la mañana me lo decía, Has de hacerlo. No puedes abandonar al tercer día. ¿Qué coño construyó dios al tercer día? Debe haber sido la niebla, un impulso muy primario que te obliga a permanecer más atento que cuando brilla el día y es diáfano. La mente debe decir que de cualquier bruma densa puede salir el mal que acabará contigo.
Iba ascendiendo. Iba llegando hasta Las Dos Rocas que es mi límite, el lugar donde se levanta un muro invisible que me impide seguir adelante. Aunque fueran sólo tres pasos.
He soñado al descender con una vida idílica, una puta visión de un puto mundo feliz. El sueño no debe de haber durado más diez segundos. Diez segundos para un sueño suelen ser demasiados.
Ya en casa he tenido el impulso de volverme loco y ponerme a dar gritos y saltos y derramar muchas lágrimas y desnudarme y salir a la terraza mientras me hacía una paja ante el mundo y luego, sí, luego echarme un cubo de agua helada encima. Lo ensoñaba. Ensoñaba al diablo del super-ego poniéndoseme de rodillas y rogándome que desistiera de semejante falta de control. Eso era el día que derivaba hacia la tarde como el dormir inquieto que se tiene tras haber comido mucho.
 
21h 40m
De la angustia de no estar loco me ha salvado una película. El arte, el ajedrez y la literatura me salvan a menudo (el cine actual es esencialmente literario), son mis hospitales o mejor mis casas de reposo. Un cuadro me puede procurar un efecto calmante; una música me puede hacer reír; una poesía lírica me hace amar más de cuanto yo sepa amar jamás; un ensayo maestro me hacer ver que aún puedo llegar un poco más lejos; una partida de ajedrez me eleva cuando la entiendo. También el perro con el que vivo me hace estremecer de emoción cuando soy consciente de que para él siempre es presente.
Quisiera ser siempre presente.  Quisiera ser perro.

Narrativa

Tags : Apuntes Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/01/2020 a las 21:11 | Comentarios {0}


Final del día de Katsuda Tetsu 1934
Final del día de Katsuda Tetsu 1934
19h  59m
Esta inquietud que siento no es por el hombre que hoy me miraba camino del encargo que me había hecho mi tía sino por el hecho en sí del encargo: tenía que recoger una urna funeraria donde depositar los restos de su hermana. Cualquier objeto relacionado con la muerte me inquieta. No quiero que la muerte me ronde cerca. La inquietud es por la muerte no por el hombre. Luego he pensado si el hombre que me miraba camino de la recogida de la urna funeraria sería -o podría ser- un esclavo de las Moiras (no en el sentido de las parcas romanas) y así diría si no sería este hombre un esclavo de mi destino o del destino que ellas tienen reservado para mí. Sólo recuerdo del hombre sus ojos negros y su tez pálida.
Realizado el encargo y depositadas las cenizas de la hermana de mi tía en la urna tras haber sido incinerada en el crematorio del cementerio de la Almudena, me ha vuelto la inquietud al ver al mismo hombre a la puerta del crematorio con sus mismos ojos negros y su misma chaqueta azul marino con botonadura metálica. Fumaba un cigarrillo y parecía sonreír. 
De vuelta a mi casa he tenido una taquicardia, he cerrado la puerta con doble cerrojo y me he acostado inquieta, con sudores fríos como si el hombre de los ojos negros y la chaqueta azul marino con botonadura metálica estuviera detrás de la puerta de mi dormitorio dispuesto a sonreírme una vez más.
Creo haber tenido una pesadilla. He babeado mientras dormía. Estoy agotada y tengo ganas de escupir.
21h 26m
Voy a telefonear a mi esposo. Nunca viviré con él y siempre será mi esposo. Será un esposo a lo divino. Un esposo lejano al que no quiero tener cerca de mí. Es algo que él no entiende. A veces me dice, La escasez de ti me mata. Yo le diría, La escasez de mí mantiene nuestro amor. Para que un amor sea verdaderamente grande ha de ser escaso. No se lo diré nunca. No lo entendería. Es una pena que también él piense tanto con la polla. Y aún así a veces tiene instantes de lucidez y me dice, Tampoco yo viviría contigo. O, La soledad es la única manera digna de vivir. O, Me importa un pito que apenas follemos. Siempre por teléfono. Y cuando me dice cosas así, yo esbozo una sonrisa muda y mi mirada se vuelve tierna.
Le contaré mi día. Él me contará el suyo y si todo va bien me preguntará algo erótico o quizá calle y se sumerja en esas tristezas que a veces le amordazan la boca y le dejan sin palabras de amor.
Quizá cuando le cuente suba el tono al pintar al hombre de los ojos negros, torvos. Por una coquetería mía o por tenerle atado corto. Que sufra un poco. Que se preocupe. Sé que sufrirá. Sé que se preocupará. Provocar esas emociones es una prueba más de mi amor por él.
 

Narrativa

Tags : Apuntes Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/01/2020 a las 19:58 | Comentarios {0}


1 ... « 96 97 98 99 100 101 102 » ... 458






Búsqueda

RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile