Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Quizá sea por la influencia del libro Vidas ajenas o por una cuestión de inconsciencias que en nada me atañerían (¿existe el inconsciente?). Quizá sea por el personaje de Juliette que hasta que se queda coja daba clases de baile (me ha costado escribir esta frase. No sabía si poner estudiaba para bailarina, practicaba el baile, bailaba. No sabía). Sí, debe de ser por el libro, tan crudo, tan desnudo, tan familiar en el sentido antiguo de la palabra, no estas modernas formas de familia sino la antigua, la de para toda la vida, una aspiración del autor del libro Emmanuel Carrère que me sorprende (aunque tampoco sé muy bien por qué me sorprende. Yo también deseo el hondo amor, el amor largo, el amor con una mujer hasta el final de sus días o los míos, que ella cierre mis ojos que yo cierre los suyos. Y ver crecer a mi hija día a día y asistir a sus cambios, a su humor diario, a su risa, enfado o llanto. Esas cosas tan antiguas y tan modernas. Ese alma de pingüinos [¿son los pingüinos los que se mantienen fieles a su pareja durante toda la vida?] que tenemos... tantos) porque me llega a la emoción y hace que la lectura se entrecorte y pueda desahogarme (porque me ahoga su lectura) mientras miro por la ventana cómo las hojas del arce japonés se están volviendo otoñales (ayer me ocurrió un hecho curioso. Nilo que es un cachorro, se puso a escarbar la tierra del árbol, casi la sacó toda de la maceta. Yo me di cuenta tarde. Le regañé. Volví a colocar la tierra y se me saltaron las lágrimas mientras rogaba que no se muriera el árbol, que no se secaran sus raíces y con las lágrimas en los ojos le pedí a Nilo que por favor no matara al arce, que lo dejara vivir, así, en su maceta. Nilo me miraba sorprendido. Luego pegó un salto y me lamió la cara. Y yo me decía: Hoy estás sensiblero. ¿A qué este llanto? Luego creía saber que no lloraba por el árbol sino por las muertes que me han venido a la memoria tras la lectura del libro: la muerte de mi padre, la muerte de Julia).
Como también me vino a la memoria un recuerdo de la infancia, sobre todo en los días de Navidad. Mi hermana Lourdes y yo (como ya he contado en más de una ocasión. Esta frase es para ti que llegas hoy a este Inventario o para ti que aunque ya has entrado alguna vez, no has leído el artículo en el que se habla de ello. A los demás, gracias por permitirme la licencia de repetirme) tenemos la poliomielitis. Ella enfermó con un año y medio y yo con seis meses. A ambos nos ha quedado una cojera para siempre. Tuvimos la suerte de que la polio no alcanzase nuestras caderas de tal forma que podemos manejarnos con bastante desenvoltura sin necesidad de muletas (Lourdes sí la lleva y su muleta tiene nombre. Se llama Pepe. No sé por qué la lleva. La necesita menos que yo. Ella sólo tiene polio en la pierna derecha. Yo en las dos). El recuerdo -que claro que me viene de Juliette- es el siguiente: cuando llegaba la Navidad, sobre todo en Nochevieja, tras tomarnos las uvas, hacíamos una fiesta en casa. Normalmente estábamos mis padres, mis hermanos, mi tío Carlos, mi tía Isabel y algunos amigos de la familia. Mi madre le había regalado a mi padre -que era un gran amante de la música- un equipo estereofónico estupendo, de los que no se veían mucho en aquella época (hablo de la década de los sesenta del siglo pasado). Cuando empezaba la fiesta mi padre ponía un disco y todos: mis padres, mis hermanos, mis tíos y amigos de la familia, nos invitaban a Lourdes y a mí -que por entonces no habíamos cumplido los diez años- a que abriéramos el baile. Y Lourdes y yo bailábamos y todos alababan nuestro gracejo. Aún hoy creo que bailo bien y lo creo no sólo porque tenga ritmo y sentido musical (que los tengo) sino por ese ánimo de mis padres, hermanos y allegados que aplaudían en nuestra niñez el esfuerzo por llevar el ritmo con los aparatos en las piernas y por conseguir con sus aplausos que el pudor de hacerlo mal se convirtiera, por arte de amor, en el placer de hacerlo bien.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/10/2012 a las 11:09 | Comentarios {0}


Entrada de luz en el diccionario ideológico de la lengua española escrito por Julio Casares. Editorial Gustavo Gili. Segunda edición (13ª tirada) año 1985.


Lista 8 (de la luz)
Luz lumbre fuego llama luz natural (luz artificial V. Alumbrado) primera luz luz directa luz cenital SEGUNDA LUZ trasluz LUZ DE LUZ media luz contraluz luminosidad resplandor esplendor resplandecimiento lucimiento fulgor refulgencia confulgencia fulguración CLAROR albor blancura claridad irradiación emisión luminiscencia fosforescencia fluorescencia ARDENTÍA reflexión ángulo de incidencia ángulo de reflexión refracción difracción polarización polaridad ACTINISMO fotofobia tubo de Geissler brillo brillantez lustre color transparencia translucidez opacidad penumbra sombra globo pantalla

destello rayo haz RAZA ráfaga fugada lampo relumbro relumbrón relámpago centelleo titilación reflejo foco aureola nimbo potencia halo fosfeno encendimiento apagamiento extinción

sol alba luz difusa aurora crepúsculo luna luz zodiacal lumbrera lámpara ascua lucería luminaria iluminaria luminar lumbrera lumbraria fuegos fatuos fuego de San Telmo luciérnaga gusano de luz COCUYO alumbrado óptica

onda luminosa fotón lumen candela actinometría

proyector ESPINTARISCOPIO actinómetro polarímetro

iluminar alumbrar dar luz esclarecer romper batir herir bañar amanecer clarificar abrillantar clarear irradiar emitir destellar quebrar los ojos resplandecer relumbrar esplender CORUSCAR rutilar fulgir refulgir arder brillar lucir relucir prelucir fulgurar relampaguear chispear centellear centellar titilar fosforescer fosforecer

alumbrador alumbrante iluminador iluminativo luminoso lumínico LUMBROSO luminífero iluminante fúlgido fulgente refulgente prefulgente fulguroso fulgurante resplandeciente resplendente esplendente esplendoroso espléndido relumbrante relumbroso clarífico

deslumbrador deslumbrante encandilador coruscante corusco brillador brillante lúcido lucidor luciente reluciente lucentísimo lucífero lucifer centellador centelleante centellante parpadeante titilante relampagueante radioso radiante claro entreclaro espejado crepuscular crepusculino

espectral fotogénico fosforescente luminiscente fluorescente ultravioleta actínico dextrógiro levógiro

luminosamente esplendorosamente

Miscelánea

Tags : Listas Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/10/2012 a las 17:44 | Comentarios {0}




La ternura es.

Ensayo

Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/10/2012 a las 10:23 | Comentarios {0}


Docudrama o novela de no ficción de Emmanuel Carrère. El título traducido al castellano De vidas ajenas. Editado por Anagrama en 2011. Traducción Jaime Zulaika


Extracto 1 Pags. 121-122
... Así que, por supuesto, no creo que todos los cánceres se expliquen de este modo pero creo que hay personas cuyo núcleo tiene una fisura prácticamente desde el principio y que, a pesar de todos sus esfuerzos, su valentía, su buena voluntad, no pueden vivir realmente, y que una de las maneras en que la vida, que quiere vivir, se abre camino en ellos es quizá la enfermedad, y no una cualquiera: el cáncer. Precisamente porque creo esto me escandalizan tanto los que dicen que somos libres, que la felicidad se decide, que es una elección moral. Para esos profesores de la alegría la tristeza es una falta de gusto, la depresión una señal de pereza, la melancolía un pecado. Estoy de acuerdo, es un pecado, incluso un pecado mortal, pero hay personas que nacen pecadoras, que nacen condenadas, y a las que todos sus esfuerzos, todo su coraje y buena voluntad no liberarán de su condición. Entre los que tienen una fisura en el núcleo y los que no la tienen ocurre igual que entre los pobres y los ricos, igual que en la lucha de clases, sabemos que hay pobres que dejan de serlo, pero que la mayoría no, siguen siéndolo, y decirle a un melancólico que la felicidad es una decisión es como decirle a un hambriento que coma bollos. Así que yo creo que la enfermedad mortal y la muerte pueden ser para esas personas una oportunidad de vivir, como afirma Pierre Cazenave (piscoanalista especializado en pacientes con cáncer), y lo creo tanto más porque, si hay que confesarlo todo, en algunos momentos de mi vida he sido lo bastante desdichado como para desearlas.

Extracto 2 Pag. 155
La arenga de Baudot. Este Baudot, uno de los inpiradores del sindicato de la magistratura en los años setenta, había sido sacionado por el ministro de Justicia, a la sazón Jean Lecanuet, por haber pronunciado ante unos jueces jóvenes el discurso siguiente: "Sed parciales. Para mantener la balanza entre el fuerte y el débil, entre el rico y el pobre, que no pesan lo mismo, inclinadla hacia un lado. Tened un prejuicio favorable con la mujer contra el hombre, con el deudor contra el acreedor, con el obrero contra el patrono, con el atropellado contra la compañía de seguros, con el acusado contra la justicia. La ley se interpreta, dirá lo que quieran ustedes que diga. Entre el ladrón y el robado, no tengáis miedo de castigar al robado."

Invitados

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/09/2012 a las 20:12 | Comentarios {0}


Ayer por la noche llovía. Serían las nueve y media. Bajé con Nilo, mi perro, al que no le gusta nada el agua, a darle un paseo. Atravesamos rápido el patio que nos separa de la puerta de salida (para que Nilo aprenda a que no se puede hacer pis dentro del recinto) y al abrir la puerta exterior entró un perro. Tras él había una pareja de unos treinta años que se quedaron mirando a Nilo, a mí y al perro que acababa de entrar. Les pregunté si el perro era suyo y me dijo ella -con ligero acento rumano- que no, debía de haberse perdido. Los cuatro (Nilo incluido) nos quedamos mirando al perro que husmeaba en el arenero que hay en el centro del patio para que los niños jueguen. Llovía. Tras un momento de indecisión ella dijo, Bueno, voy a cogerle y ya vemos. Su pareja le contestó, Ten cuidado, no te vaya a morder. Y ella con una seguridad y una amabilidad a partes iguales, encaminándose hacia el perro, le contestó, ¿Cómo me va a morder a mí un perro? Llegó hasta él, se puso en cuclillas y el perro, mansamente, se dejó coger por ella.
Yo me fui con Nilo a dar el paseo. Al abrir la puerta exterior de mi casa, me encontré de nuevo a la pareja. Les pregunté si habían encontrado al dueño. Ella me dijo que no, que vivían en el edificio contiguo al mío y que a la mañana siguiente llevarían al perro a un veterinario para ver si tenía chip. Yo les dije: ¡Que buena gente sois! Ellos negaron, ¡No, no, qué va, cualquiera lo haría! Al subir la escalera de mi casa me resultó extraño que fuera la primera vez que veía a esa pareja tan encantadora.
Esta mañana he sacado a Nilo, temprano. Al doblar la esquina me he encontrado con la pareja y les he preguntado si habían encontrado al dueño y me han constestado, Justamente ahora venimos de llevarle el perro. Nos hemos sonreído creo que por lo mismo y yo me he ido con la sensación de si realmente esa pareja existe, si existió el perro de ayer, si los volveré a ver porque ellos, desde el principio, me parecieron la esencia de una vieja aspiración mía: una gente que hace el bien de forma natural, sin valorarlo como virtud sino como la más elemental de las formas de vivir. Y esa forma de vivir me recordó a mi tata Julia, mi querida y siempre recordada tata Julia.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/09/2012 a las 18:11 | Comentarios {0}


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