A medida que despierta y duerme, entra en uno y otros mundos.
Ensueña que piensa: La vigilia es UNA y el dormir es MUCHOS.
No sabe, no, si aquel rumor de agua, el pecho desnudo de la mujer que desea, la mano o el pie... no lo sabe, no.
¿Está DESPIERTO? Ya DUERME: la corriente del río, el río de la vida, la música de cientos de violas, majestuosamente entran por su OÍDO derecho; el izquierdo, DESPIERTO, no oye nada, SORDO al mundo musical de sus SUEÑOS.
Góndola entonces.
Una torre pirenaica.
El PECHO de nuevo y su boca rozando casi la areola del PEZÓN.
Muerde la lamprea la piel del niño. Varan dos ballenas en la calle ALCALÁ esquina con goya. El pintor, loco de tormento, coge la espátula y carga contra el VIENTO una pincelada MORADA y sin amor.
Se rebulle en la cama mientras piensa DEBEN SER SIEMPRE LAS SÁBANAS BLANCAS. Un rotor, una muela, una espada, un paisaje de invierno, una vela, una MISA, un cenicero en inglés ASHTRAY. Lisonjera una muñeca se desembaraza de su tisú. No tiene MieDO.
Vuelve ELLA, ¡sus OJOS, SUS ojos! Corren por la vereda. Les alcanza una EStreLLA, Remolonea la leona en su leonera. No hay CACHORROS mientras suena, una vez y OTRA, el sonido de una máquina REGISTRADORA. El SISMÓGRAFO enloquece.
Tiembla la tierra a sus pies. Coge de nuevo su mano. CORREN al revés.
Siente ENTONCES, en el beso largo en la BOCA, que los 33 pensamientos que derivan de la IRA se diluyen. A continuación empieza a ascender la esencia de la MADRE por el canal CENTRAL y los 40 PENSAMIENTOS que derivan del DESEO se diluyen.
En su corazón se han REUNIDO la esencia BLANCA y la esencia ROJA y así, cuando confluyen en él los 7 pensamientos que derivan de la IGNORANCIA, desaparecen.
Ya estoy MUERTO, se dice.
La muerte de los VENENOS alcanza la mañana. No sabe si la algarabía de los NIÑOS en el patio... no SABE si la voz de la mujer que anuncia la llegada de las TOSTADAS ... no sabe si la DISOLUCIÓN, la bella INMATERIALIDAD del mundo... todo se DILUYE... Todo... En la ÚNICa realidad lo macizo pelea contra lo que FLUYE. Los tres venenos IRA, deseo, IGNORancia vuelven a alimentar su estancia... Está AQUÍ de nuevo, de nuevo y tan viejo
Ensueña que piensa: La vigilia es UNA y el dormir es MUCHOS.
No sabe, no, si aquel rumor de agua, el pecho desnudo de la mujer que desea, la mano o el pie... no lo sabe, no.
¿Está DESPIERTO? Ya DUERME: la corriente del río, el río de la vida, la música de cientos de violas, majestuosamente entran por su OÍDO derecho; el izquierdo, DESPIERTO, no oye nada, SORDO al mundo musical de sus SUEÑOS.
Góndola entonces.
Una torre pirenaica.
El PECHO de nuevo y su boca rozando casi la areola del PEZÓN.
Muerde la lamprea la piel del niño. Varan dos ballenas en la calle ALCALÁ esquina con goya. El pintor, loco de tormento, coge la espátula y carga contra el VIENTO una pincelada MORADA y sin amor.
Se rebulle en la cama mientras piensa DEBEN SER SIEMPRE LAS SÁBANAS BLANCAS. Un rotor, una muela, una espada, un paisaje de invierno, una vela, una MISA, un cenicero en inglés ASHTRAY. Lisonjera una muñeca se desembaraza de su tisú. No tiene MieDO.
Vuelve ELLA, ¡sus OJOS, SUS ojos! Corren por la vereda. Les alcanza una EStreLLA, Remolonea la leona en su leonera. No hay CACHORROS mientras suena, una vez y OTRA, el sonido de una máquina REGISTRADORA. El SISMÓGRAFO enloquece.
Tiembla la tierra a sus pies. Coge de nuevo su mano. CORREN al revés.
Siente ENTONCES, en el beso largo en la BOCA, que los 33 pensamientos que derivan de la IRA se diluyen. A continuación empieza a ascender la esencia de la MADRE por el canal CENTRAL y los 40 PENSAMIENTOS que derivan del DESEO se diluyen.
En su corazón se han REUNIDO la esencia BLANCA y la esencia ROJA y así, cuando confluyen en él los 7 pensamientos que derivan de la IGNORANCIA, desaparecen.
Ya estoy MUERTO, se dice.
La muerte de los VENENOS alcanza la mañana. No sabe si la algarabía de los NIÑOS en el patio... no SABE si la voz de la mujer que anuncia la llegada de las TOSTADAS ... no sabe si la DISOLUCIÓN, la bella INMATERIALIDAD del mundo... todo se DILUYE... Todo... En la ÚNICa realidad lo macizo pelea contra lo que FLUYE. Los tres venenos IRA, deseo, IGNORancia vuelven a alimentar su estancia... Está AQUÍ de nuevo, de nuevo y tan viejo
¡Oh, pueblo egipcio, no te dejes regalar los oídos por todo el corifeo que ahora aplaude el que un puto dictador de los cojones haya salido vivo del país en donde a tantos mató!
¡Oh, pueblo egipcio, desconfía de los tanques, los galones e insignias (que no son más que símbolos fálicos disfrazados de jerarquía)!
¡Oh, pueblo egipcio, asume tu condición de parapeto de quienes realmente estaban urdiendo el final de Mubarak!
Las cuestiones de Oriente Medio necesitan de manos nervudas y cabezas despejadas.
¡Oh, pueblo, cualquier pueblo, no eres más que grey, manada, rebaño, piara, muchedumbre, carne fresca para matar!
¡Nunca ningún pueblo venció!
¡Oh, pueblo egipcio, te hablo desde España donde la miseria se alimenta de tanto político espantoso, de tanto concejal terrible, de tanto juez antediluviano, de tanto periodista rijoso y partidista, de tanto intelectual de tres al cuarto, de tanto sol, de tanta sangría, de tanta paella y tanto fútbol!
¡Oh, pueblo egipcio, el mundo no es de los pueblos! ¡El mundo es del pastor y de los perros que dirigen el rebaño hacia el corral y el pienso!
¡Oh, pueblo, cualquier pueblo! Deseaba hacer una oración y tan sólo salen de mi mente lamentaciones. Os he visto jugaros la vida (os la estabais jugando. También en Tiannanmen ¿recordáis?). Algunos habéis muerto. Ahora se está negociando a vuestras espaldas como ocurrió en esta España en la que vivo cuando a la muerte de Franco lo primero que se hizo fue pactar el perdón de tanto canalla, de tanto, tanto canalla.
¡Oh, pueblo egipcio, qué valientes sois!
Cuando llegue el desencanto -llegará pronto- no os sintáis estafados o tristes o marionetas o zafios. El mundo gira. Sólo es eso. El mundo gira.
¡Oh, pueblo egipcio, desconfía de los tanques, los galones e insignias (que no son más que símbolos fálicos disfrazados de jerarquía)!
¡Oh, pueblo egipcio, asume tu condición de parapeto de quienes realmente estaban urdiendo el final de Mubarak!
Las cuestiones de Oriente Medio necesitan de manos nervudas y cabezas despejadas.
¡Oh, pueblo, cualquier pueblo, no eres más que grey, manada, rebaño, piara, muchedumbre, carne fresca para matar!
¡Nunca ningún pueblo venció!
¡Oh, pueblo egipcio, te hablo desde España donde la miseria se alimenta de tanto político espantoso, de tanto concejal terrible, de tanto juez antediluviano, de tanto periodista rijoso y partidista, de tanto intelectual de tres al cuarto, de tanto sol, de tanta sangría, de tanta paella y tanto fútbol!
¡Oh, pueblo egipcio, el mundo no es de los pueblos! ¡El mundo es del pastor y de los perros que dirigen el rebaño hacia el corral y el pienso!
¡Oh, pueblo, cualquier pueblo! Deseaba hacer una oración y tan sólo salen de mi mente lamentaciones. Os he visto jugaros la vida (os la estabais jugando. También en Tiannanmen ¿recordáis?). Algunos habéis muerto. Ahora se está negociando a vuestras espaldas como ocurrió en esta España en la que vivo cuando a la muerte de Franco lo primero que se hizo fue pactar el perdón de tanto canalla, de tanto, tanto canalla.
¡Oh, pueblo egipcio, qué valientes sois!
Cuando llegue el desencanto -llegará pronto- no os sintáis estafados o tristes o marionetas o zafios. El mundo gira. Sólo es eso. El mundo gira.
Escrito en diciembre de 1987 en la colección: Poemas en papel satinado.
Corrección de febrero de 2011
¡Viento, viento del norte
amaina en las antenas!
Perdidos en agujeros y en mármol
se ayudan o se queman;
prisioneros y libres cosechan
brazos y recogen
campanas.
Madrugada en el páramo.
Huellas en el barro
señalan la dirección
hacia las hojas rojas,
las que cubren la Tierra.
Dibujos infantiles conviven
con restos y fósiles;
hiela la cueva, calienta el aire.
Vuelan y nadan y corren.
Manadas de bestiarios
esperan en sus limbos;
bailan un vals dos duendes;
la mar es cortada por la quilla,
las cosquillas de la madera le provocan
remolinos de risa y espuma.
La muerta enamorada revive muerta.
Amantes
pequeños
inventan
deseos.
amaina en las antenas!
Perdidos en agujeros y en mármol
se ayudan o se queman;
prisioneros y libres cosechan
brazos y recogen
campanas.
Madrugada en el páramo.
Huellas en el barro
señalan la dirección
hacia las hojas rojas,
las que cubren la Tierra.
Dibujos infantiles conviven
con restos y fósiles;
hiela la cueva, calienta el aire.
Vuelan y nadan y corren.
Manadas de bestiarios
esperan en sus limbos;
bailan un vals dos duendes;
la mar es cortada por la quilla,
las cosquillas de la madera le provocan
remolinos de risa y espuma.
La muerta enamorada revive muerta.
Amantes
pequeños
inventan
deseos.
La madre abraza a la hija. Sobre el dolor, sobre el inmenso dolor de no entender. Aún así la madre abraza a la hija. El camino de la hija se enredó en el polvo. El camino de unas estrellas falsas como un diamante made in Taiwan. La droga tiene algo de diamante falso. Y aún así la madre, con todo el amor del mundo, con todo el dolor del mundo, abraza a la hija.
El amor tiene algo de misterioso e inexplicable, es una fuerza natural y como tal tan sólo medible a posteriori. El amor es gigantesco en su pequeñez. El amor aguanta el dolor y lo supera. El amor aguanta la incredulidad y la vence. Ese abrazo de la madre a la hija vale un mundo porque está dado con la vida entera y con sacrificio. La etimología de sacrificio (sacer facere) es hacer algo sagrado.
También el amor se conoce por su ausencia. Quienes nunca sintieron amor, lo concocen, lo añoran o luchan contra él porque su sola presencia los hace vulnerables. Los más soberbios suelen ser seres sin amor. Es su venganza.
Cuando sientes el abrazo del amigo, la compañía del hermano, la mirada serena de quien sabe que sufres, esa mano que coge la tuya y la aguanta y sabe esperar junto a ti sin pedir nada ni tan siquiera algo que le haga comprender; cuando llega la mañana y la madre sigue abrazada a su hija que tiembla de síndromes y químicas y está ahí, sin dormir, acurrucándola como cuando era muy pequeña; cuando la hermana dormita en un sofá de un hospital junto a su hermana que cada tanto intenta suicidarse y ella siempre acude y no pregunta y tan sólo le da a beber el agua que ella necesita y escucha sus quejas por el lavado de estómago; cuando la enferma recibe día tras día el cuidado de sus amigos, cómo le llevan la comida, cómo le hacen la casa, como solicitan su ánimo y alaban su belleza con la cabeza calva; cuando alguien sale de los momentos duros (quizá la hija dejó la droga, quizá la hermana quiso vivir o el hermano pudo por fin dormir tranquilo) y ves la alegría sincera del amigo, la palmada en la espalda del padre, el esfuerzo que mereció las nuevas arrugas en el rostro de la madre y sus palabras, Gracias, hija, ya estás en casa y el que vuelve a ver la luz se emociona y expresa su gratitud por no haber sido abandonado, por no haber sido preguntado; cuando ocurren estas cosas, y ocurren, las conozco, la vida es un momento luminoso en un rincón de este universo tan oscuro.
El amor tiene algo de misterioso e inexplicable, es una fuerza natural y como tal tan sólo medible a posteriori. El amor es gigantesco en su pequeñez. El amor aguanta el dolor y lo supera. El amor aguanta la incredulidad y la vence. Ese abrazo de la madre a la hija vale un mundo porque está dado con la vida entera y con sacrificio. La etimología de sacrificio (sacer facere) es hacer algo sagrado.
También el amor se conoce por su ausencia. Quienes nunca sintieron amor, lo concocen, lo añoran o luchan contra él porque su sola presencia los hace vulnerables. Los más soberbios suelen ser seres sin amor. Es su venganza.
Cuando sientes el abrazo del amigo, la compañía del hermano, la mirada serena de quien sabe que sufres, esa mano que coge la tuya y la aguanta y sabe esperar junto a ti sin pedir nada ni tan siquiera algo que le haga comprender; cuando llega la mañana y la madre sigue abrazada a su hija que tiembla de síndromes y químicas y está ahí, sin dormir, acurrucándola como cuando era muy pequeña; cuando la hermana dormita en un sofá de un hospital junto a su hermana que cada tanto intenta suicidarse y ella siempre acude y no pregunta y tan sólo le da a beber el agua que ella necesita y escucha sus quejas por el lavado de estómago; cuando la enferma recibe día tras día el cuidado de sus amigos, cómo le llevan la comida, cómo le hacen la casa, como solicitan su ánimo y alaban su belleza con la cabeza calva; cuando alguien sale de los momentos duros (quizá la hija dejó la droga, quizá la hermana quiso vivir o el hermano pudo por fin dormir tranquilo) y ves la alegría sincera del amigo, la palmada en la espalda del padre, el esfuerzo que mereció las nuevas arrugas en el rostro de la madre y sus palabras, Gracias, hija, ya estás en casa y el que vuelve a ver la luz se emociona y expresa su gratitud por no haber sido abandonado, por no haber sido preguntado; cuando ocurren estas cosas, y ocurren, las conozco, la vida es un momento luminoso en un rincón de este universo tan oscuro.
A veces se pone tanta emoción en lo que se escribe que, cuando se vuelve a leer, se recuerda el subtexto, de dónde viene todo aquello.
A veces el aliento de un ser muerto llena tanto el espacio que parece abrazarte y vuelve a ti y te acompaña.
A veces quisiera que Julia no hubiera vivido esos últimos días.
A veces es martes por la tarde, en un mes de febrero. Ha lucido el sol y he dado un paseo.
A veces el viento helado de la sierra, las largas praderas de un Kentucky inventado, las sabias palabras de Ojos de Gris, el chamán de los knowees, y la melancolía de Muso, me llevan a Julia, a su indefensión los últimos días de su vida, a la tarde que lloraba porque la habían duchado contra su voluntad.
A veces los días saltan de año. Este martes de hoy ha sido un martes de hace casi cuatro años. He ido a visitar a Julia a la residencia de ancianos. Al llegar me ha dicho, ¡Ay, hijo, cuánto te estaba esperando! Y yo le he contestado, Pues ya estoy aquí y he besado su frente. Luego nos hemos dado la mano. Ella la tiene muy fria. Tras un silencio, ha dicho, Bueno, ya estás aquí. Y yo le he contestado, Sí, ya estoy aquí. Perdóname por no haber venido ayer. Tendrías cosas que hacer, ha dicho y yo he pensado, No, no tenía nada que hacer. Es que me duele mucho venir. Me duele tanto.
A veces pasan estas cosas. Este martes de hoy he estado con ella hasta la hora de la cena. Acabo de llegar a casa. En el trayecto han pasado casi cuatro años.
A veces el aliento de un ser muerto llena tanto el espacio que parece abrazarte y vuelve a ti y te acompaña.
A veces quisiera que Julia no hubiera vivido esos últimos días.
A veces es martes por la tarde, en un mes de febrero. Ha lucido el sol y he dado un paseo.
A veces el viento helado de la sierra, las largas praderas de un Kentucky inventado, las sabias palabras de Ojos de Gris, el chamán de los knowees, y la melancolía de Muso, me llevan a Julia, a su indefensión los últimos días de su vida, a la tarde que lloraba porque la habían duchado contra su voluntad.
A veces los días saltan de año. Este martes de hoy ha sido un martes de hace casi cuatro años. He ido a visitar a Julia a la residencia de ancianos. Al llegar me ha dicho, ¡Ay, hijo, cuánto te estaba esperando! Y yo le he contestado, Pues ya estoy aquí y he besado su frente. Luego nos hemos dado la mano. Ella la tiene muy fria. Tras un silencio, ha dicho, Bueno, ya estás aquí. Y yo le he contestado, Sí, ya estoy aquí. Perdóname por no haber venido ayer. Tendrías cosas que hacer, ha dicho y yo he pensado, No, no tenía nada que hacer. Es que me duele mucho venir. Me duele tanto.
A veces pasan estas cosas. Este martes de hoy he estado con ella hasta la hora de la cena. Acabo de llegar a casa. En el trayecto han pasado casi cuatro años.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 13/02/2011 a las 13:03 | {2}