En el sonido del bosque, calla
Calla entre los ruidos de la noche
El susurro escúchalo callado
Deja al grito exhalarse y calla
Calla ante ese gesto que clama
Ante la certeza de algo acabado mantente callado
Calla ante la impresionante vastedad del desierto
Calla cuando la mirada no sea clara
Mantente callado hasta que las manos dejen agotarse la violencia
Con el murmullo calla
Calla con el gemido
Con el jadeo calla
Calla en los ocasos
Calla en la maraña y en los abrazos
En los cementerios calla
Calla cuando quisieras sermonear
Ante la belleza, siempre estate callado
Callado ante la mar océana
Callado ante la boca que sonríe
y tras la lágrima calla
y coge las manos
Contra el improperio calla
Contra la injusticia calla
Calla en la madrugada
y también al alba
Calla entre abedules
y bajo el arce calla
Calla, amor mío, calla
Calla entre los ruidos de la noche
El susurro escúchalo callado
Deja al grito exhalarse y calla
Calla ante ese gesto que clama
Ante la certeza de algo acabado mantente callado
Calla ante la impresionante vastedad del desierto
Calla cuando la mirada no sea clara
Mantente callado hasta que las manos dejen agotarse la violencia
Con el murmullo calla
Calla con el gemido
Con el jadeo calla
Calla en los ocasos
Calla en la maraña y en los abrazos
En los cementerios calla
Calla cuando quisieras sermonear
Ante la belleza, siempre estate callado
Callado ante la mar océana
Callado ante la boca que sonríe
y tras la lágrima calla
y coge las manos
Contra el improperio calla
Contra la injusticia calla
Calla en la madrugada
y también al alba
Calla entre abedules
y bajo el arce calla
Calla, amor mío, calla
¿Qué es este amar sin figura? La salida de la estrella en la mañana, el aullido del sapo, el pulular de la hormiga, la sofisticación de la araña.
Releo y revoloteo. Sospecho e indago. Como índigo me cubro azul y apenas sonrío. ¿Cómo se llega a los brazos? ¿Cómo se alcanza la boca? Vino. Surgió. Refutó. Animó. El sauce reivindica su capacidad de analgésico. La cuna no pellizca los muslitos del bebé. La madre acuna y se ensueña. El olvido se vuelve futura conmiseración y agreste miedo. ¿Qué es este amar sin cuerpo? ¿Por dónde nació? Giró como tierra alrededor de su sol y se desnudó quedando diáfano como el tiempo sin tiempo o espacio sin espacio. Llueve en mi vientre -ya no donatelliano- y se elevan las gotas y siento en el frescor la ausencia de este querer que es querer y al mismo tiempo es no tiempo.
¿A quién exijo el beso? ¿Cómo la pantalla se hace carne y se hace hueso?
¿Qué es la inmateria? ¿Qué es el látido de este corazón en esta orilla de este río? Arrorró. Que surja el cielo estrellado. Que surja la matriz, esencia de párvulos, maestra de abecedarios, bruja de las hierbas, bienaventurada.
Oscuras me vienen las olas, El lago no alberga carpas. El estanque quisiera reverdecer los juncos. La alcantarilla se infiltra en los dormitorios y deja en el aire el sabueso perfil y el subsuelo. Amarillas. Verdes. Intensas. Apaciaguadas (sí, sí apaciaguadas) y serenas. Vaivén. Holganza. Muérdago. Espada. Ligero temblor del alma. Del Alma.
¿Qué este amar? ¿Cómo se llama al vértigo que surge tras el abismo? ¿Qué es este abismo? ¿Y esa brazada que voy a dar, es amar? ¿Se despegará en algún tiempo sin tiempo el velo que todo me cubre? Velo que impide la diafanidad. Velo que nos transparenta. Velo encendido. Velo villano.
¿Qué es este amar esférico? Si vuelvo al punto de partida. Si altero la manifestación de mis manos. O yerro de nuevo en la predisposición del ánimo. Entendedme porque sí he llegado a comprender que el perdón no existe.
¿Qué es este amar euclidiano? ¿Cómo compongo la geometría de este amar amorfo? ¿Cómo encajo en paralelas y triángulos los bordes y las superficies? Finito e ilimitado así es este amar,
¿Qué amar?
Releo y revoloteo. Sospecho e indago. Como índigo me cubro azul y apenas sonrío. ¿Cómo se llega a los brazos? ¿Cómo se alcanza la boca? Vino. Surgió. Refutó. Animó. El sauce reivindica su capacidad de analgésico. La cuna no pellizca los muslitos del bebé. La madre acuna y se ensueña. El olvido se vuelve futura conmiseración y agreste miedo. ¿Qué es este amar sin cuerpo? ¿Por dónde nació? Giró como tierra alrededor de su sol y se desnudó quedando diáfano como el tiempo sin tiempo o espacio sin espacio. Llueve en mi vientre -ya no donatelliano- y se elevan las gotas y siento en el frescor la ausencia de este querer que es querer y al mismo tiempo es no tiempo.
¿A quién exijo el beso? ¿Cómo la pantalla se hace carne y se hace hueso?
¿Qué es la inmateria? ¿Qué es el látido de este corazón en esta orilla de este río? Arrorró. Que surja el cielo estrellado. Que surja la matriz, esencia de párvulos, maestra de abecedarios, bruja de las hierbas, bienaventurada.
Oscuras me vienen las olas, El lago no alberga carpas. El estanque quisiera reverdecer los juncos. La alcantarilla se infiltra en los dormitorios y deja en el aire el sabueso perfil y el subsuelo. Amarillas. Verdes. Intensas. Apaciaguadas (sí, sí apaciaguadas) y serenas. Vaivén. Holganza. Muérdago. Espada. Ligero temblor del alma. Del Alma.
¿Qué este amar? ¿Cómo se llama al vértigo que surge tras el abismo? ¿Qué es este abismo? ¿Y esa brazada que voy a dar, es amar? ¿Se despegará en algún tiempo sin tiempo el velo que todo me cubre? Velo que impide la diafanidad. Velo que nos transparenta. Velo encendido. Velo villano.
¿Qué es este amar esférico? Si vuelvo al punto de partida. Si altero la manifestación de mis manos. O yerro de nuevo en la predisposición del ánimo. Entendedme porque sí he llegado a comprender que el perdón no existe.
¿Qué es este amar euclidiano? ¿Cómo compongo la geometría de este amar amorfo? ¿Cómo encajo en paralelas y triángulos los bordes y las superficies? Finito e ilimitado así es este amar,
¿Qué amar?
Me pesa la luna
La musa y el poeta Rodin 1905
¡Dime dónde te escondiste, Musa, para aventar de mí las telarañas! Ya no eres agua sagrada ni fluye por tu oído la vieja Memoria, la de los pies ligeros y armónica mirada que como una endiablada auguraba el beso al caer la noche y la sólida estirpe de las razas recordaba; ¡dime dónde estás vieja estúpida! arráncame a tiras la piel de mi pasado y muéstramela secándose al sol mientras mi carne en carne viva se dora y adquiere el aroma del asado.
¡Vuelve, hija de Mnemósine! ¡Vuelve, bastarda, al presente! ¡Vuelve y sé valiente y arrastra mi cerebro por mi lodo! Sea todo sanarme en ese barro que como tierra curativa y húmeda infecte el ahora y anhele con locura recobrarme y cierre aunque en cicatrices lo dolido.
¿Dónde estás ciega? ¿Dónde estás sorda? ¿Quisiste sumergirte como ninfa en las profundas aguas del estanque? ¿Quisiste disimularte entre nenúfares? ¿Pudiste olvidar a quien te ignora? ¿Eres partícula tras haber sido onda? ¿Te llamo quark cuando te llamaron diosa?
Surge de nuevo como geiser. Arrasa mi isla entera. Funde a golpe de fuego mis entrañas. Hunde tus manos en mis gónadas y bebe mi plasma germinal hasta saciarte. Ríe en la luna llena; floten tus cabellos en el océano negro y se extiendan como medusas por mis nervios hasta hacerme suplicar misericordia. Pero ven, Musa, ven de nuevo; ven una vez más al llamado del poeta.
Ven, ven, que yo estoy quedo.
Inicio de la novela Our mutual friend de Charles Dickens
Charles Dickens
Un Támesis lívido y barroso, al oscurecer, cuando la marea sube por las pilastras de los puentes; en este escenario que las crónicas de este año han devuelto a la actualidad bajo la luz más siniestra, una barca avanza rozando los troncos flotantes, las chalanas, los residuos. En la proa de la barca un hombre clava su mirada de buitre en la corriente como buscando algo; semioculta por una capucha y una capa impermeable, rema una muchacha de rostro angélico. ¿Qué buscan? No cuesta mucho entender que el hombre se encarga de recoger cadáveres de suicidas o de asesinados arrojados al río: al parecer las aguas del Támesis son particularmente generosas en este tipo de pesca. Cuando aparece un cádaver flotando, el hombre le vacía rápidamente los bolsillos de las monedas de oro y después lo arrastra con una cuerda hasta el destacamento de policía de la orilla donde se embolsará una recompensa. La muchacha angelical, hija del barquero, trata de no mirar el macabro botín; está asustada pero sigue remando...
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/12/2011 a las 19:22 | {0}