Samson Humes sale del museo y aturdido por tanto y tanto cuadro simbólico y habiendo escuchado de labios de sesudos guías las más extravagantes explicaciones a la hora de justificar, por ejemplo, un color, le da por pensar que su empalme incesante, su priapismo cruel, tiene que ver con su declarada ambigüedad hacia el pecado.
Cuando toma por la primera calle a la izquierda y encara el Gentilly Boulevard y observa a las mujeres que se cruzan ante él, siente un hormigueo querubínico al lado izquierdo de su polla y demónico al lado derecho; si su polla fuera bífida, razona Samson Humes, no habría problemas; una de las partes se mantendría pura, oraría a todas las vírgenes y todos los santos y la otra se metería por los coños peludos, afeitados, semiafeitados, ladillosos, olorosos, empolvados o arcaicos que encontrara; la parte querubínica de su polla sería sonrosada y gordezuela cual querubín, se mantendría lustrosa y brillaría y santificaría los domingos y las fiestas de guardar y para ella, para esa parte izquierda, toda mujer sería una madonna todo pureza, toda castidad y sus pechos serían los senos divinos de la alimentación del Niño y su cintura, la estrechez del tiempo y la cadera, la posibilidad del Camino y no existiría en existencia el pubis y mucho menos podría llamarse a "eso divino" monte de Venus. No existiría Venus en la parte izquierda de su polla sempiternamente empalmada; en cambio, la parte derecha y demónica no pararía de babear, tendría un color rojo encendido como suele ser el glande recubierto por el prepucio y tendría la sensibilidad del mismo pero a lo largo de toda ella y si hubiera mandado su parte derecha, piensa Samson Humes sin poder evitar seguir el hilo de sus pensamientos de tener una polla bífida y maniquea, al ver a la mujer del museo y tras su breve encuentro, la habría seguido y la habría metido en el baño de las damas y allí, sometida a la urgencia de su polla demónica, la habría arrodillado y le habría introducido toda la polla -la parte querubínica a regañadientes y avergonzada- en su boca y se habría corrido dentro de ella y todo su borbotón vital habría rezumado por las comisuras de sus labios y le habría dicho, ¡Mírame con tus hermosos ojos verdes, oh Mujer Procaz, y trágate mi leche!
Cuando toma por la primera calle a la izquierda y encara el Gentilly Boulevard y observa a las mujeres que se cruzan ante él, siente un hormigueo querubínico al lado izquierdo de su polla y demónico al lado derecho; si su polla fuera bífida, razona Samson Humes, no habría problemas; una de las partes se mantendría pura, oraría a todas las vírgenes y todos los santos y la otra se metería por los coños peludos, afeitados, semiafeitados, ladillosos, olorosos, empolvados o arcaicos que encontrara; la parte querubínica de su polla sería sonrosada y gordezuela cual querubín, se mantendría lustrosa y brillaría y santificaría los domingos y las fiestas de guardar y para ella, para esa parte izquierda, toda mujer sería una madonna todo pureza, toda castidad y sus pechos serían los senos divinos de la alimentación del Niño y su cintura, la estrechez del tiempo y la cadera, la posibilidad del Camino y no existiría en existencia el pubis y mucho menos podría llamarse a "eso divino" monte de Venus. No existiría Venus en la parte izquierda de su polla sempiternamente empalmada; en cambio, la parte derecha y demónica no pararía de babear, tendría un color rojo encendido como suele ser el glande recubierto por el prepucio y tendría la sensibilidad del mismo pero a lo largo de toda ella y si hubiera mandado su parte derecha, piensa Samson Humes sin poder evitar seguir el hilo de sus pensamientos de tener una polla bífida y maniquea, al ver a la mujer del museo y tras su breve encuentro, la habría seguido y la habría metido en el baño de las damas y allí, sometida a la urgencia de su polla demónica, la habría arrodillado y le habría introducido toda la polla -la parte querubínica a regañadientes y avergonzada- en su boca y se habría corrido dentro de ella y todo su borbotón vital habría rezumado por las comisuras de sus labios y le habría dicho, ¡Mírame con tus hermosos ojos verdes, oh Mujer Procaz, y trágate mi leche!
La memoria es una forma de interpretación (o una forma de re-construcción).
Recordando la época de mi vida es que anhelaba ser -por serlo- un intelectual, sin saber muy bien qué significaba ni qué implicaba y tras haber recorrido ese camino a lo largo de los últimos 35 años de mi existencia y haber llegado al punto de partida sin haber recogido ninguna respuesta a las dos preguntas: ¿qué significa ser intelectual? ¿qué implica serlo?, releo libros y revistas que me abrieron la mente a ese anhelo que tenía.
El párrafo anterior es memoria. Podría haber sido cualquier otro recuerdo. He elegido éste porque en realidad estoy volviendo -en efecto- a una revista que en los años 80 y 90 del siglo pasado constituyó para mí una fuente de saber nuevo: El Paseante.
Recordando la época de mi vida es que anhelaba ser -por serlo- un intelectual, sin saber muy bien qué significaba ni qué implicaba y tras haber recorrido ese camino a lo largo de los últimos 35 años de mi existencia y haber llegado al punto de partida sin haber recogido ninguna respuesta a las dos preguntas: ¿qué significa ser intelectual? ¿qué implica serlo?, releo libros y revistas que me abrieron la mente a ese anhelo que tenía.
El párrafo anterior es memoria. Podría haber sido cualquier otro recuerdo. He elegido éste porque en realidad estoy volviendo -en efecto- a una revista que en los años 80 y 90 del siglo pasado constituyó para mí una fuente de saber nuevo: El Paseante.
Miscelánea
Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/07/2014 a las 10:09 | {0}
Entre la magnitud de la saliva
y el pez de roca
asoma la gamba roja que mueve sus antenas como si fueran hojas
y el pez de roca
asoma la gamba roja que mueve sus antenas como si fueran hojas
Ayer, domingo 29 de junio de 2014, una mujer mayor, con el pelo rubio teñido y despeinada (como recién levantada), vestida con un ropón rojo y calzada con unas zapatillas de andar por casa, apareció a las nueve de la mañana en el arenero rodeado por el grupo de casas donde vivo -que no es una urbanización, ni una corrala, aunque algo de corrala moderna tiene-, llevaba con ella tres grandes bolsas de plástico y un cartel escrito a mano que pegó con celo en el poyete que separa el arenero del garaje -el garaje del grupo de casas donde vivo está en abierto y es en realidad el bajo de los edificios -edificios de tres plantas, sustentandos por columnas-; entonces empezó a sacar de las bolsas libros y los fue apilando con mimo junto al cartel. Terminada la tarea se fue.
1.- El héroe se nos presenta en su mundo cotidiano donde
Glosa a 1
El miedo viaja en el interior de cada uno de nosotros y la batalla más importante por la vida consiste en enfrentarse a él. O no. El mundo cotidiano nos persuade de que no entremos en nuestro mundo interior; nuestro interior es un pozo negro que se encuentra en mitad del jardín. Ya nuestros padres nos advirtieron de que no nos acercáramos y mucho menos que nos encaramáramos en el brocal y metiéramos medio cuerpo dentro del pozo para, cuando menos, aspirar el olor húmedo de su interior.Sólo que un día el héroe (cada uno de nosotros es un héroe)
Glosa a 1
El miedo viaja en el interior de cada uno de nosotros y la batalla más importante por la vida consiste en enfrentarse a él. O no. El mundo cotidiano nos persuade de que no entremos en nuestro mundo interior; nuestro interior es un pozo negro que se encuentra en mitad del jardín. Ya nuestros padres nos advirtieron de que no nos acercáramos y mucho menos que nos encaramáramos en el brocal y metiéramos medio cuerpo dentro del pozo para, cuando menos, aspirar el olor húmedo de su interior.Sólo que un día el héroe (cada uno de nosotros es un héroe)
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Cuento
Tags : Las putas de Storyville Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/07/2014 a las 18:10 | {0}