A Raúl
Leo el último poemario de Raúl Morales García Pájaro Visitador editado por El Gaviero Ediciones y quisiera leer algunos de sus poemas en alto, leer por ejemplo El dolor/ sabe que no se tiene. Así lo hago, en mi casa, donde la poesía es más callada. Porque la poesía tiene que ser callada. La literatura escrita tiene que ser callada. Por eso hay que leerla, a solas, en alto.
Muchas veces ocurrirá en la batalla del cerebro contra los versos. Muchas veces la intuición vencerá y surgirán por ejemplo estos otros versos del pájaro que visita, bajan los perros,/ de sus pitas sangran,/ suben sedientos hasta el claro del bosque.
Yo no sabría decir qué es poesía; no sabría decir qué es nada de nada; lo bueno de seguir leyendo después de haber leído algo es que tan sólo se sabe lo malo en el sentido de que puede ser definido, analizado, desmenuzado; lo bueno siempre tiene algo de indefinido, imposible de analizar, imposible de separar en sus partes; lo bueno es como el agua: si se divide en sus partes deja de ser líquida.
Algo me entristece no alabar -porque sería alabanza. Porque la merece- su libro en una reunión pública, en una librería, donde habría un público imagino que escaso para un acto casi incomprensible. Tenerle al lado, con su perfil de pájaro cantor, de pájaro que suele cantar en la enramada, cuando cae la tarde y se escuchan más los trenes que pasan. Tenerle al lado y con su libro en la mesa, una vez leído, sabiendo que cualquier palabra que diga será en exceso prosaica para los versos que avisa. Versos como éste al deseo que
Quizás hubiera intentado hacer diáfanos esos versos cortados como los farallones de los acantilados y habríame dejado llevar por un ensayo que leí hace demasiado cuando mi mente era otra y era más esclavo. Está mejor así, me digo ahora. Aunque hubiera estado también mejor de la otra manera si así se hubiera dado. Es como si el mundo en sus dos caras me pareciera cada vez más el mismo mundo. No alcanzo a comprender. No alcanzo nada. Tan sólo me sostiene sentir en la columna una brasa cuando siento en qué vientre cae y se extienden sus hebras (que es otro verso de Raúl Morales García que así le gusta que le llamen: con los apellidos de su madre y de su padre). Tan sólo eso me sostiene: sentir brasas cuando leo versos. Lo demás va y viene, puede o no ser y que sea o no sea en nada nos atañe, no participamos de esa posibilidad porque somos la posibilidad en sí, lo que en sí mismo es ya una posición privilegiada porque si de posibilidad pasamos a realidad nos corporeizamos pero si en posibilidad nos quedamos seremos siempre anhelo, fantasma, algo que pudo ser, deseo entonces.
Sí hubiera querido. Pero también me es grato quedarme en nada; sentado no a su lado sino entre el público, orgulloso del encargo que nunca llegó a ser pero sabiendo que si hubiera sido, él se habría sentido tranquilo, los dos mirando al frente, con su libro ante nosotros, ese Pájaro Visitador que en su ala 15 nos dice, para volar, contrapeso en el pico, tesoro y timón, no miedo, no esperar nada.
Muchas veces ocurrirá en la batalla del cerebro contra los versos. Muchas veces la intuición vencerá y surgirán por ejemplo estos otros versos del pájaro que visita, bajan los perros,/ de sus pitas sangran,/ suben sedientos hasta el claro del bosque.
Yo no sabría decir qué es poesía; no sabría decir qué es nada de nada; lo bueno de seguir leyendo después de haber leído algo es que tan sólo se sabe lo malo en el sentido de que puede ser definido, analizado, desmenuzado; lo bueno siempre tiene algo de indefinido, imposible de analizar, imposible de separar en sus partes; lo bueno es como el agua: si se divide en sus partes deja de ser líquida.
Algo me entristece no alabar -porque sería alabanza. Porque la merece- su libro en una reunión pública, en una librería, donde habría un público imagino que escaso para un acto casi incomprensible. Tenerle al lado, con su perfil de pájaro cantor, de pájaro que suele cantar en la enramada, cuando cae la tarde y se escuchan más los trenes que pasan. Tenerle al lado y con su libro en la mesa, una vez leído, sabiendo que cualquier palabra que diga será en exceso prosaica para los versos que avisa. Versos como éste al deseo que
Quizás hubiera intentado hacer diáfanos esos versos cortados como los farallones de los acantilados y habríame dejado llevar por un ensayo que leí hace demasiado cuando mi mente era otra y era más esclavo. Está mejor así, me digo ahora. Aunque hubiera estado también mejor de la otra manera si así se hubiera dado. Es como si el mundo en sus dos caras me pareciera cada vez más el mismo mundo. No alcanzo a comprender. No alcanzo nada. Tan sólo me sostiene sentir en la columna una brasa cuando siento en qué vientre cae y se extienden sus hebras (que es otro verso de Raúl Morales García que así le gusta que le llamen: con los apellidos de su madre y de su padre). Tan sólo eso me sostiene: sentir brasas cuando leo versos. Lo demás va y viene, puede o no ser y que sea o no sea en nada nos atañe, no participamos de esa posibilidad porque somos la posibilidad en sí, lo que en sí mismo es ya una posición privilegiada porque si de posibilidad pasamos a realidad nos corporeizamos pero si en posibilidad nos quedamos seremos siempre anhelo, fantasma, algo que pudo ser, deseo entonces.
Sí hubiera querido. Pero también me es grato quedarme en nada; sentado no a su lado sino entre el público, orgulloso del encargo que nunca llegó a ser pero sabiendo que si hubiera sido, él se habría sentido tranquilo, los dos mirando al frente, con su libro ante nosotros, ese Pájaro Visitador que en su ala 15 nos dice, para volar, contrapeso en el pico, tesoro y timón, no miedo, no esperar nada.
Sí. Olmo Z.
Miento si digo que el beso
O este amanecer tardío, un invierno, despojado
Suena el pecho
y calla la semilla
Miento si digo que esta variación se entiende en todos los idiomas
o si vuelo, mañana, en tus alasbrazos
Y aún así persigo
corro más que aliento
me siento y soy postigo
y me dejo
y me atosigo
Vanidad de vos
Gula de tu sexo
Codicia horaria
Lujuria encadenada
Avaricia y mar abierta al horizonte
Vanagloria en mis manos
Pereza llaga
Envidia y sábanas
Miento si tecleo y si hablo miento y si respiro miento y si animo miento y miento de veras y miento con los mitos y entre los mitos miento
Púlsame
Agárrame y no me sueltes nunca nunca nunca
He de dejar que la noche se suspenda
He de confesar mis pecados a la virgen de los olores profundos
y luego desquitarme en la herida
Sodomía
Ósculo oscuro
Desolación
del culo
Tiempo ajeno
cuando ya soy viejo y nada me aturde más que un amor con aires veinteañeros
verga, sauce, caramillo, oropéndola, estruendo, bajada, lento, mínimo, ausente, fresno, calle, almácigo o jiñicuago, risueño, borde, altozano, surco, saetera, campanario, hornillo, cadencia, pausa, esbelta, vela, luz, cruz, esmeralda, verja, satisfacción, alambrada, espalda, moño, sochantre, baliza, ensenada, déjame abrazarte una vez más, lanza, lienzo, cola de conejo, zinc, pincelada, claraboya, atrio, Grecia, giraldillo, pescaíto, hoja dentada, glifo, urna, almohada, desnuda, acordeón, cristal, empeine, uña pintada, derrota, nadir, energía oscura, confirmación, número, cámara
O este amanecer tardío, un invierno, despojado
Suena el pecho
y calla la semilla
Miento si digo que esta variación se entiende en todos los idiomas
o si vuelo, mañana, en tus alasbrazos
Y aún así persigo
corro más que aliento
me siento y soy postigo
y me dejo
y me atosigo
Vanidad de vos
Gula de tu sexo
Codicia horaria
Lujuria encadenada
Avaricia y mar abierta al horizonte
Vanagloria en mis manos
Pereza llaga
Envidia y sábanas
Miento si tecleo y si hablo miento y si respiro miento y si animo miento y miento de veras y miento con los mitos y entre los mitos miento
Púlsame
Agárrame y no me sueltes nunca nunca nunca
He de dejar que la noche se suspenda
He de confesar mis pecados a la virgen de los olores profundos
y luego desquitarme en la herida
Sodomía
Ósculo oscuro
Desolación
del culo
Tiempo ajeno
cuando ya soy viejo y nada me aturde más que un amor con aires veinteañeros
verga, sauce, caramillo, oropéndola, estruendo, bajada, lento, mínimo, ausente, fresno, calle, almácigo o jiñicuago, risueño, borde, altozano, surco, saetera, campanario, hornillo, cadencia, pausa, esbelta, vela, luz, cruz, esmeralda, verja, satisfacción, alambrada, espalda, moño, sochantre, baliza, ensenada, déjame abrazarte una vez más, lanza, lienzo, cola de conejo, zinc, pincelada, claraboya, atrio, Grecia, giraldillo, pescaíto, hoja dentada, glifo, urna, almohada, desnuda, acordeón, cristal, empeine, uña pintada, derrota, nadir, energía oscura, confirmación, número, cámara
Como sincero recuerdo a los periodistas viñetistas asesinados hoy en la redacción de Charlie Hebdo, en la ciudad de Paris a manos de asesinos que tienen como ídolo a un tal Alá.
Voltaire se pregunta: ¿Qué es la tolerancia?. Y responde: Tolerancia es la consecuencia necesaria de la comprensión de que somos personas falibles: equivocarse es humano, y todos nosotros cometemos continuos errores. Por tanto, dejémonos perdonar unos a otros nuestras necedades. Esta es la ley fundamental del derecho natural.
Escribe Karl Popper: Voltaire basa su tolerancia en que debemos perdonarnos unos a otros nuestras tonterías. Pero una tontería muy frecuente, la de la intolerancia, Voltaire la encuentra, con razón, difícil de tolerar.
Porque la tolerancia tiene en la intolerancia su límite. El núcleo de la intolerancia es la posesión subjetiva de la verdad.
Escribe Popper: El primer hombre que desarrolló una teoría de la verdad, el que enlazó la idea de verdad objertiva con la idea de nuestra esencial falibilidad humana, fue Jenófanes en el siglo VI a.C.
Escribía en la entradilla de Tolerancia unos cuanto nombres de filósofos -a los que Popper añade Erasmo de Rotterdam, Locke, Lessing- todos los cuales se pueden incluir en la corriente filosófica llamada escepticismo pero no en su definición moderna de duda, incredulidad o descreímiento sino en su etimología primera que significa examinar, comprobar, reflexionar, inspeccionar, buscar, investigar.
El humor es uno de los fundamentos de la tolerancia; una sociedad tolerante se debe reír, de todas las formas posibles, de sus totems y tabús sean éstos dioses, personas, animales o cosas; se llamen Alá, Mahoma, Dios, Jesucristo, Obama, Einstein, Homero, Buda, Democracia o Piedra Lunar.
Escribió Jenófanes en verso (porque él, como Homero, era rapsoda):
La verdad segura sobre los dioses y sobre todas las cosas de las que hablo
no las conoce ningún humano y ninguno las conocerá.
Inlcuso cuando alguien anunciara alguna vez la verdad más acabada,
él mismo no podría saberlo: todo está entreverado de conjetura.
Define Popper: la verdad es la correspondencia de lo que digo con los hechos, aunque yo sepa o no que la correspondencia existe.
Esta mañana, de nuevo, fanáticos de Ídolos han asesinado a doce personas y herido a otras once.
Escribe Popper: Tolerancia pero ninguna concesión a la intolerancia, la violencia y la crueldad.
Escribe Karl Popper: Voltaire basa su tolerancia en que debemos perdonarnos unos a otros nuestras tonterías. Pero una tontería muy frecuente, la de la intolerancia, Voltaire la encuentra, con razón, difícil de tolerar.
Porque la tolerancia tiene en la intolerancia su límite. El núcleo de la intolerancia es la posesión subjetiva de la verdad.
Escribe Popper: El primer hombre que desarrolló una teoría de la verdad, el que enlazó la idea de verdad objertiva con la idea de nuestra esencial falibilidad humana, fue Jenófanes en el siglo VI a.C.
Escribía en la entradilla de Tolerancia unos cuanto nombres de filósofos -a los que Popper añade Erasmo de Rotterdam, Locke, Lessing- todos los cuales se pueden incluir en la corriente filosófica llamada escepticismo pero no en su definición moderna de duda, incredulidad o descreímiento sino en su etimología primera que significa examinar, comprobar, reflexionar, inspeccionar, buscar, investigar.
El humor es uno de los fundamentos de la tolerancia; una sociedad tolerante se debe reír, de todas las formas posibles, de sus totems y tabús sean éstos dioses, personas, animales o cosas; se llamen Alá, Mahoma, Dios, Jesucristo, Obama, Einstein, Homero, Buda, Democracia o Piedra Lunar.
Escribió Jenófanes en verso (porque él, como Homero, era rapsoda):
La verdad segura sobre los dioses y sobre todas las cosas de las que hablo
no las conoce ningún humano y ninguno las conocerá.
Inlcuso cuando alguien anunciara alguna vez la verdad más acabada,
él mismo no podría saberlo: todo está entreverado de conjetura.
Define Popper: la verdad es la correspondencia de lo que digo con los hechos, aunque yo sepa o no que la correspondencia existe.
Esta mañana, de nuevo, fanáticos de Ídolos han asesinado a doce personas y herido a otras once.
Escribe Popper: Tolerancia pero ninguna concesión a la intolerancia, la violencia y la crueldad.
Basado en la conferencia que Karl Popper pronunció en la universidad de Tubinga en mayo de 1982 y tras ver un documental sobre la gira que hiceron Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina.
Con pedazos de Jenófanes, Sócrates, Montaigne, Voltaire y Einstein.
Conocer el mundo de los hombres es darse cuenta de que en todas partes somos en todo semejantes. Las costumbres particulares no son más que máscaras de hombres, no los hombres.
Conocer el mundo de los hombres es aceptar que todos somos también necios y todos un día u otro nos equivocamos y tan sólo una virtud, la tolerancia, nos permite entender la necedad del otro y las propias (lo que nos lleva a la modestia que es también virtud).
Conocer el mundo de los hombres es apreciar en lo que vale -y es mucho- la presencia de unos artistas en un hospital donde niños muy enfermos y sus padres los acogen con la esperanza de un día más y con la emoción de escuchar en la letra que cantan, los sentimientos que tienen y que son a un mismo tiempo de lucha, deseperanza, temor y audacia. Y que esos artistas que son famosos sigan cantando sin luces que oculten a su público, sino con luces de neón en un salón de actos y que puedan ver así como un padre llora de cansancio y de futuro.
Conocer el mundo de los hombres es tolerar el mundo de los hombres.
Conocer el mundo de los hombres es aceptar que todos somos también necios y todos un día u otro nos equivocamos y tan sólo una virtud, la tolerancia, nos permite entender la necedad del otro y las propias (lo que nos lleva a la modestia que es también virtud).
Conocer el mundo de los hombres es apreciar en lo que vale -y es mucho- la presencia de unos artistas en un hospital donde niños muy enfermos y sus padres los acogen con la esperanza de un día más y con la emoción de escuchar en la letra que cantan, los sentimientos que tienen y que son a un mismo tiempo de lucha, deseperanza, temor y audacia. Y que esos artistas que son famosos sigan cantando sin luces que oculten a su público, sino con luces de neón en un salón de actos y que puedan ver así como un padre llora de cansancio y de futuro.
Conocer el mundo de los hombres es tolerar el mundo de los hombres.
En la altitud medí las cantidades; sonaba en aquel momento un diapente y esa consonancia perfecta simuló por un momento la suerte del mundo; en mi rebotica compuse con los mejores dátiles, la más sabrosa de las carnes de membrillo, vino tinto austero, esencia de mirra y aloes un emplasto que confortó el hígado de mi amada, quitó sus cámaras ardientes y arredró los vómitos que a lo largo del día había sufrido; diaforética sequé sus sudores con una gasa y tomé su mano hasta que se quedó dormida; en la altitud sopesé los síntomas de la enferma y decidí que al despertar le haría tomar un electuario de diapruno a base de ciruelas del mismo nombre, cañafístola, tamarindos y ruibarbo para ablandarle en su primer despertar los humores y cuando hubiera despertado de esta forma suave le daría diamargaritón caliente a base de perlas hechas polvo para fortificar tanto su corazón como su cabeza como su estómago y de cuya composición quitaría por sabio consejo de Dioscórides, Avicena más tarde y por último el gran Laguna la planta tapsia la cual es semejante a la cañaheja aunque tiene más delicado el tallo y menor la simiente; las hojas son como las del hinojo y en cada una produce una copa en todo semejante a la del eneldo, y en ella una flor amarilla; su raíz es por dedentro blanca y por fuera negra, grande, aguda, vestida de una gruesa corteza de la cual se saca un licor utilísimo en medicina porque tiene la virtud de calentar y desecar vehementísimamente. Así es que de su composición la quitaré no vaya a ser que le ocurra como a la muy afamada Turqueta, mujer admirada en la corte de Roma, la cual al beber el compuesto hecho con raíz de tapsia murió de cien mil espasmos, vascas y paroxismos. Y por terminarla de curar con la cadencia de un alejandrino, si volviera el catarro y la ronquera, le ofrecería, como si la Musa Erato fuera, jarabe de cabezas de blanca adormidera.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/01/2015 a las 23:12 | {2}