Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Recogidos por Agustín de Hipona en el libro XXI capítulo 5º de su Ciudad de Dios y por mí al aire de los días


Asbesto significa en griego "inextinguible" y es piedra. Es en todo semejante al amianto, o alumbre de pluma, formada por unas hebras inextinguibles.

Se habla de una sal en Agrigento, en Sicilia, que se diluye en presencia del fuego como si éste fuera agua.

Hay en la región de los garamantas una fuente que de día está tan fría que no se puede beber, y de noche tan hirviente que no se la puede tocar. En el Epiro hay otra fuente en la que las antorchas encendidas -como ocurre con las otras fuentes- se apagan; pero las apagadas -esto ya no ocurre con las demás fuentes- las enciende.

En Egipto se da una higuera cuyo tronco, en lugar de flotar como los demás troncos, se sumerge; pero aún hay más: después de llevar algún tiempo en el fondo del agua, sube a la superficie, cuando debería haber aumentado de peso al empaparse.

En Persia se da la piedra llamada selenita, cuya blancura interior crece y mengua al compás de la luna.

En Capadocia las yeguas son preñadas por el viento y sus crías no viven más de tres años (suspiros sus vidas son).

Ocurre en Hispania que los mesetanos echan de menos a sus mujeres muertas cuando están aún vivas.

Los habitantes de Capera celebran la llegada del invierno cociendo a fuego lento, en una gran olla de barro, a la pareja más vieja del lugar para que la oscuridad no los deje helados.

En la actualidad, en el pueblo serrano de Galapagar, se dice que un hombre de más de cincuenta años se aparece en las noches de luna nueva bajo la ventana de una mujer querida y la guarda del asalto de las miasmas. Cuando llega la primera luz aulla, como lobo viejo, despliega unas alas de búho y se diluye en la niebla que se crea cerca del pantano de Valmayor convirtiéndose, con el primer rayo directo del sol, en mejillón tigre .

Hay un templo dedicado a Venus con un candelabro que tiene una lámpara que arde al aire libre y no la apagan ni los vientos ni las lluvias y por eso se la llama la lámpara inextinguible.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/04/2011 a las 12:14 | Comentarios {0}


Apócrifo atribuido a Isaac Alexander


Bravata
¡Pueblo, Pueblo que soy y Pueblo enemigo! ¡Pueblo de las largas mesetas! ¡Pueblo de los altiplanos verdes! ¡Pueblo de las costas! ¡Pueblo de las cumbres!
Existen dos grandes cuestiones que no puedo callarme:

: Los organismos económicos son supranacionales y quienes intentan controlarlos son pequeñas organizaciones sujetas a un suelo al que denominan naciones.

. Quienes ondean la moral sobre los hombres son las clases medias. Por arriba y por abajo no hay moral que valga.

Sobre estas dos cuestiones establezco:

a.- ¿Hemos de creer a un hombre que ejerce un poder político cuando dice que Internet es la gran revolución del siglo XXI?

b.- ¿Dónde está el Batallón de Modistillas que pudiera hacernos un traje a medida para atravesar este páramo de sinceridad?

c.- ¿La democracia en los tiempos actuales no consistiría en que el Pueblo -¡Oh, pueblo amado, con sus nombres, sus apellidos, sus células de identidad y sus tarjetas sanitarias (quien las tenga)- votara la elección de Los Consejos de Administración de las grandes multinacionales, los tres poderes clásicos -aunque más bien antiguos del querido Montesquieu- El Legislativo, El Ejecutivo y El Judicial, amén de Las Redacciones de las Televisiones, Radios y Prensa?

d.- ¿Realmente nos quieren hacer creer que las llamadas Redes Sociales son un punto de encuentro y conciliábulo de reformas, algaradas y protestas? ¿No será más bien que este modo de no encontrarse físicamente impide la fuerza de las masas que tantos problemas causa a los solipsistas poderosos? ¿Qué tumbó al régimen de Mubarak: las redes sociales o las masas en las Plazas? ¿Va a resultar ahora que esas gentes eran ciudadanos pudientes en un país de miserables todos con sus ADSL mandándose mensajes revolucionarios ante la pasividad de las empresas telefónicas?

e.- Y ya que hablamos de esto: los ingleses con su habitual sagacidad a prueba de siglas llaman a las economías débiles de Europa con la sigla PIGS (Cerdos) y éstas son: Portugal, Irlanda, Grecia y Spain (España) ¿Y esto es la Unión? ¿Pero de qué coño de unión estamos hablando?

f.- Así las cosas deberíamos huir o replantearnos, muy serenamente nuestra condición de Pueblo -al modo que lo hicieron los rusos en un lejano octubre de 1917- para exigir:

- La inmediata liberación de todas las codornices
- El aumento de la tasa de pelo
- La actualización de las pensiones de más de tres habitaciones
- El auge de los albergues reales
- La militarización inmediata de las lunas llenas
- La abolición de las pompas fúnebres para reconvertirlas en verdaderos globos fúnebres
- La bajada inmediata de los impuestos (o supuestos) al amor
- La vulgarización de La Traviata (y otras tantas óperas de cuyo nombre no quiero acordarme)
- La abolición inmediata de la misantropía
- La concatenación de varios asuntos importantes que de como resultado una bajada de tipos de interés general (o comandante o menos aún un simple alferez)
- El reparto equitativo de espárragos y alcachofas entre las clases más pudientes para que siempre se sepa dónde se encuentran gracias a olor de sus orines
- La desaparición del sesgo en las estadísticas
- El fin de la domesticación del azar
Y no por último menos importante (y aún diría más: no por último LO último)
- Fin

Ensayo

Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 09/04/2011 a las 08:21 | Comentarios {1}


Este es un fragmento anticipo de mi libro Categorías que la editorial Marguerite Waknine publicará en breve en su colección écrits sur l'art.


Gemido 4
Amor, estoy sola y la noche cae. He leído unos versos y te he recordado ayer cuando te fuiste… con mi olor. Tiembla aún mi cuerpo y nunca supe que la nostalgia podía surgir tan pronto. Tengo de ti la risa que me provocas. Tu osadía al hablar de mi boca y la lenta magnitud de tus labios.
He suspirado y he tragado tu lento desnudarme, la caricia en la espalda y el beso en la nuca tras apartarme el pelo con una delicadeza hipermoderna. Adoración he pensado. Sé que te vas y que me amas. Sé que te ha gustado mi forma de quererte. Sé que has sopesado un par de inconvenientes y luego los has olvidado.
He vuelto a suspirar y apretado un poco la génesis; he recordado el aroma de tu semen y el frescor que me provocó en el vientre; he querido sorprenderte con un juego de manos y he sabido retraerme en el momento preciso; tú recibías mi amor como un mensaje, querías elevarlo a disciplina hasta que los recuerdos de viejas heridas te han vuelto cauto y por lo tanto menos sabio.
He admirado tus besos ¡qué bien besas amor mío! Cada beso tuyo es una creación nueva. Ningún beso se repite; unos son densos como la marea roja de las lunas llenas, otros son de papel y escriben; alguno se pierde y no vuelve; otros abren mis labios y permiten la entrada de tu lengua a espuertas y me inunda los dientes y saluda al frenillo y pasea húmeda por mi paladar y visita las amígdalas, tan enemigas de los niños, y recorre la cara oculta de las mejillas y saluda cada alteración del relieve con una vuelta y sale y nada más salir mi boca ya siente nostalgia de tu lengua; me besas el beso que apacigua; el beso lento de las noches buenas; el beso que siente mucho más allá de la aurora, mucho más allá de mi piel y ese beso calma el ansia de tu lengua por mi boca. Y eso beso hace que la oscuridad sea asombrosa porque tengo los ojos cerrados y sólo siento besos, creaciones de besos, infinitas variaciones. Suspiro.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/04/2011 a las 12:45 | Comentarios {0}


La Solución 19. El descenso
Milos Amós respira. Abre los ojos. Toda la nieve ha desaparecido. Escucha el canto de los mirlos, abajo en el valle. No puede evitar ensayar uno de sus cantos, más bien un fraseo de un canto. Lo silba. Espera. El mirlo contesta. Milos mueve poco a poco el brazo derecho, empieza en la punta de los dedos y en un tiempo lento llega hasta el hombro y el hombro transmite el movimiento al cuello y el cuello lo desplaza al brazo izquierdo el cual, también en tiempo largo, lo mueve entero. Se detiene. Respira hondo. Mira a lo lejos, hasta veinticuatro kilómetros más allá de sí y luego va viniendo su mirada hasta llegar a sus pies y los empieza a mover, muy, muy despacio; primero el derecho transmite el movimiento hasta su tobillo y de su tobillo a sus gemelos y de los gemelos a la rodilla y de la rodilla a la cadera y la cadera derecha, como antes el hombro, lleva el movimiento a la pelvis y la pelvis lo desplaza a la cadera izquierda. Y cuando la tarde cae, todo el cuerpo de Milos se mueve. No ha pensado nada. No se ha dicho nada. Con dolor se ha logrado poner de pie. Ha cogido una rama larga como cayado y ha dado los primeros pasos. Entonces sí ha pensado, ¿Cómo es posible que no esté muerto? Y ha comenzado el descenso hacia el valle. Y al llegar a él, sin pensamiento alguno, se ha dirigido a un bar y ha entrado. Se ha sentado en una silla y se le ha acercado una mujer que le ha preguntado, ¿Pero de dónde sale usted hombre de Dios? y Milos Amós ha contestado, De la cima. Tengo hambre. No tengo dinero. La mujer se ha ido y al poco ha vuelto con un tazón de café y leche y un bizcocho de yogur. Se lo ha dejado encima de la mesa y le ha dicho, ¡Coma usted, buen hombre, y no se preocupe del dinero!. Milos Amós ha comido muy despacio, ha bebido muy despacio y el calor y el sabor de las cosas le han provocado una sonrisa y entre trago de café y pezado de bizcocho se ha dicho, con una pequeñísima sonrisa, He vuelto. He vuelto.

Cuento

Tags : La Solución Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/04/2011 a las 17:19 | Comentarios {0}


Los niños
Tenemos que cuidar a los niños. Este es un ruego, un ruego a mí el primero. Tenemos que amar a los niños, no dejar que la vida les asuste, no dejar que sientan miedo de ser ellos mismos. Lo importante no es llevarles al cine, ni darles caprichos, ni exigirles imposibles, lo importante es que se sientan queridos; lo importante es sonreírles y abrazarles y hacerles sentir que estar aquí es un extraño privilegio que el Universo ha urdido para él, para que descubra, para que ame la vida, lo que quiera que eso sea.
Tenemos que enseñarles a los niños nuestras sonrisas y nuestras preocupaciones y nuestras ansiedades y nuestras desdichas con todo el amor del mundo. Porque también con amor se pueden enseñar todas estas cosas. Porque amar no es engañar. Porque vivir no es un dulce de leche. Pero no hay mayor dolor para un niño que no saber qué está pasando. Porque el niño siente de una forma tan pura que percibe los disturbios y siente -al ocultárselos- que él es causante de ellos. No hay que estar continuamente con ellos. No tienen que ser el centro de vida alguna. Tienen que estar en el lugar que les corresponde que no es otro que la más sincera muestra de que su presencia es un regalo de la vida entera o de La Vida con mayúscula.
Cuidemos a los niños porque se convertirán en personas de bien, seguras, tranquilas, llenas de ganar de dar, sin vergüenzas que ocultar, sin temores que bloquear. Porque es imposible bloquear los miedos. Los miedos salen todos los días, por todos los poros de la piel si fue el miedo lo que aprendiste en la niñez. No ofrezcamos miedo a los niños, tan sólo hagámoslo en el lugar donde lo pueden aprender a salvo de su sombra: en los cuentos. Porque deben saber que existe para que puedan atacarlo si aparece, pero no deben sentirlo en su propia piel y entre todos los miedos jamás dejéis que se sientan culpables, no dejéis jamás que lo sientan. Porque la culpa es un vicio que los canallas inoculan a los inocentes, o una epidemia que se contagia sin saberlo y ambas formas de transmisión tiene un remedio terrible que se llama sufrir, sufrir y quizá sufriendo se logré aprender que la culpa no existe aunque nadie te asegurará que ese único remedio llegue a ser eficaz.
Y si se consigue a base de sufrimiento ir quitándose el miedo, primero hay que desaprenderlo todo; desmontar la vida entera, llegar a conclusiones tan simples que casi da sonrojo descubrirlas cuando ya, a veces, se es tan mayor.
Ama a ese niño que cruza la acera, a la chiquilla que pasa tantas horas sola en un patio; al bebé que te mira desde su silla cuando su madre lo saca a pasear al parque, lánzale un beso y guíñale el ojo; a tu hijo díle la verdad, a su amiga recíbela con los brazos abiertos. Porque sólo así podremos ir desterrando del mundo la sombra alargada del miedo.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/04/2011 a las 00:01 | Comentarios {0}


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