216.- No te voy a pedir, ¡Oh, Atenea! que te quites la coraza y me dejes ver tus senos de lechuza.
217.- La distancia está compuesta por tiempo y desgana.
218.- Yo siento, en el mismo instante en el que lo estoy diciendo, que el comentario lúbrico que hago -con las circunstancias que hayan rodeado a la interlocutora a lo largo de todo su día, con mi propia emoción vital (estando como estamos a más de cincuenta millones de kilómetros de distancia con respecto al lugar en el que nos encontrábamos el día anterior), más la emoción colectiva- no excita ni alegra sino que es simplemente soez.
219.- ¡Hay días tan luminosos!
220.- El libro tan sólo como objeto es ya precioso.
221.- ¿Y si dejáramos las llaves, nos olvidaríamos de hacer cerraduras?
222- No me abandona el placer. Lo he sabido hace un instante, cuando la alquimia del guiso que terminaba había resultado perfecta o cuando urdo estrategias que me lleven al goce.
223.- Hay una joven que navega por el mundo anunciando una buena nueva; si fuera Cristo muchos de los que dicen creer en él apedrean hoy a la muchacha.
224.- Cuando vuelvan al poder las mujeres, como casta –como lo es la casta de los hombres poderosos- y los hombres poderosos queden recluidos a labores sacerdotales o a ser hetairos de las nuevas diosas, espero que nada empiece con una oración o con un signo.
225.- Aunque entiendo (y casi estoy por aceptar) que el primer paso es necesariamente violento –aunque sea ésta una violencia tan sólo emocional o antipática o antiempática- ¡cómo molesta que nos metan a todos en el mismo saco!
226.- Comentan gentes de izquierdas (?) que no hay por qué respetar todas las ideas –se refieren, claro, a las ideas de la extrema derecha (?)-. Estoy en absoluto desacuerdo: la única manera tolerante de derrotar la ideología de extrema derecha es mediante el respeto. Sólo mediante el respeto se puede argüir con conocimiento y por lo tanto con razón. A partir del respeto, ¡A por ellos!
227.- Las uñas, con los años, también.
228.- En Las Avispas, comedia de Aristófanes, éste coloca a los heliastas –los ciudadanos jueces de la Atenas del siglo V a.C.- un aguijón de avispa en la entrepierna. El parangón de esos heliastas hoy en día sería no tanto los jueces cuanto los periodistas/tertulianos que se han convertido, literalmente, en jueces de la opinión. Ya no informan. Sentencian.
229.- Es 1917. Unas muchachas hacen gimnasia en la azotea de una casa de New Orleans.
Los aforismos que van desde el nº 216 al nº 229
-y que se compendian bajo el título de Aforismos (20)-,
son todos responsabilidad del director y autor de esta revista
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Ensayo
Tags : Aforismos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/12/2019 a las 12:29 | {0}