Y si justo en ese momento, justo cuando acababa de pasar, el coche derrapó... o el niño, a mis espaldas, fue a clavarme el tenedor en el culo pero yo me giré para ver una nueva edición de las memorias de Giacomo Cassanova y el tenedor se clavó, pobrecito, en el aire... o en esa inspiración, justo en esa, en el que el músculo elevador de la costilla que nace en la apófisis trasversa de C7 se iba a destensar si el esfuerzo de la inspiración era igual o superior a los treinta y cuatro anteriores y sin embargo en esa inspiración, justo en esa, el deportista se detiene, el músculo elevador se relaja y no produce el dolor que parece significar la muerte... o doblar la esquina y no ver al asesino... o tropezarse y evitar el cristal... o dormirse cuando el horror estaba en la imaginación despierta... justo fue el momento en el que ella me llamó para decirme algo relativo a una cita con amigos y yo me giré y asentí y salí a la calle y a diez metros de mí, en mi trayectoría, cayó un enorme pedazo de cornisa... esos diez segundos justos. Y si fue por una miajita más de pasión, sólo un poquitito de cariñín, de, de comprensión... o si la visión ya era suficiente y al apartarla pasó lo que había estado esperando...
Feet whith flowers de Andy Warhol