Volveré mañana, querida, hoy, hoy la palabra se ha vuelto esquiva. No sabes cómo me hubiera gustado abrir la boca y modular como siempre la letra O. La boca, querida, se ha quedado helada como las tierras de Kelvala en las largas noches del Norte.
Volveré mañana y cual bardo viejo y sabio entonaré loas a la belleza y descripción de pájaros y espaldas; miraré de frente la luz del sol que acaricia faúnica la duna y cantaré los undosos versos de una diosa que cayó al mar desde el cielo y se dejó mecer por las olas durante milenios.
Volveré, sí, porque siempre vuelvo. Me acogeré para mi ausencia de hoy al concepto de sombra. Sombra la palabra que se asombra de mi semblante sombrío. Sombra la longitud de mi dicha. Sombra Casiopea y sombra Cassandra y sombra Pandora y sombra Escarlata. Y aún así, en los fríos de esta tumba, arañando con mis uñas largas la tierra que me ahoga, volveré mañana afeitado y limpio, con la arrogancia del que sabe que le late el corazón.
Volveré mañana y cual bardo viejo y sabio entonaré loas a la belleza y descripción de pájaros y espaldas; miraré de frente la luz del sol que acaricia faúnica la duna y cantaré los undosos versos de una diosa que cayó al mar desde el cielo y se dejó mecer por las olas durante milenios.
Volveré, sí, porque siempre vuelvo. Me acogeré para mi ausencia de hoy al concepto de sombra. Sombra la palabra que se asombra de mi semblante sombrío. Sombra la longitud de mi dicha. Sombra Casiopea y sombra Cassandra y sombra Pandora y sombra Escarlata. Y aún así, en los fríos de esta tumba, arañando con mis uñas largas la tierra que me ahoga, volveré mañana afeitado y limpio, con la arrogancia del que sabe que le late el corazón.