Así me ronda este título. Sin saber qué quiero decir con él. Sería a lo mejor que cuando algo es una obviedad es inútil añadir nada más. Sería quizá un anhelo de que el gato pudiera en algún momento confundirse con un perro. O que el perro maullara.
O que viven en la casa en la que ahora vivo dos gatas y un perro y hay veces en que...
No lo sé. Me decía Raúl, Pues pon el título y no escribas nada más. Pero a mí eso de ponerle un título al vacío me resulta tan insensato como darle a lo conocido el nombre de Dios. A lo mejor es una metáfora. O tengo miedo de que un gato sea un perro y yo no me hubiera dado cuenta no sé cuándo ni dónde.
Entonces, quizá, sería mejor poner el título entre paréntesis: ¿Un gato no es un perro? Ahora que lo escribo de esta forma siento lo pretencioso de esa interrogación. Por supuesto, me digo, que un gato no es un perro y al afirmarlo tan categóricamente me sacude un poquitín de tristeza.
Estoy inquieto.
O que viven en la casa en la que ahora vivo dos gatas y un perro y hay veces en que...
No lo sé. Me decía Raúl, Pues pon el título y no escribas nada más. Pero a mí eso de ponerle un título al vacío me resulta tan insensato como darle a lo conocido el nombre de Dios. A lo mejor es una metáfora. O tengo miedo de que un gato sea un perro y yo no me hubiera dado cuenta no sé cuándo ni dónde.
Entonces, quizá, sería mejor poner el título entre paréntesis: ¿Un gato no es un perro? Ahora que lo escribo de esta forma siento lo pretencioso de esa interrogación. Por supuesto, me digo, que un gato no es un perro y al afirmarlo tan categóricamente me sacude un poquitín de tristeza.
Estoy inquieto.