Vamos a morderte la lengua
y amanecerá más tarde;
no es el invierno lo que buscamos,
es la hiedra;
vamos a arrancarte la lengua a mordiscos,
a despedazártela vamos;
no por placer a pedazos
sino para acortar la ausencia.
Correremos a lo largo de todo el día;
tumbados miraremos el sol
sobre un lecho de hierba recién parida;
comentaremos algo sobre el frenillo de tu lengua
o la coloratura de tus papilas
mientras fuera todo arde
como en los funerales indios
a orillas del sagrado Ganges.