Conocer el mundo de los hombres es darse cuenta de que en todas partes somos en todo semejantes. Las costumbres particulares no son más que máscaras de hombres, no los hombres.
Conocer el mundo de los hombres es aceptar que todos somos también necios y todos un día u otro nos equivocamos y tan sólo una virtud, la tolerancia, nos permite entender la necedad del otro y las propias (lo que nos lleva a la modestia que es también virtud).
Conocer el mundo de los hombres es apreciar en lo que vale -y es mucho- la presencia de unos artistas en un hospital donde niños muy enfermos y sus padres los acogen con la esperanza de un día más y con la emoción de escuchar en la letra que cantan, los sentimientos que tienen y que son a un mismo tiempo de lucha, deseperanza, temor y audacia. Y que esos artistas que son famosos sigan cantando sin luces que oculten a su público, sino con luces de neón en un salón de actos y que puedan ver así como un padre llora de cansancio y de futuro.
Conocer el mundo de los hombres es tolerar el mundo de los hombres.
Conocer el mundo de los hombres es aceptar que todos somos también necios y todos un día u otro nos equivocamos y tan sólo una virtud, la tolerancia, nos permite entender la necedad del otro y las propias (lo que nos lleva a la modestia que es también virtud).
Conocer el mundo de los hombres es apreciar en lo que vale -y es mucho- la presencia de unos artistas en un hospital donde niños muy enfermos y sus padres los acogen con la esperanza de un día más y con la emoción de escuchar en la letra que cantan, los sentimientos que tienen y que son a un mismo tiempo de lucha, deseperanza, temor y audacia. Y que esos artistas que son famosos sigan cantando sin luces que oculten a su público, sino con luces de neón en un salón de actos y que puedan ver así como un padre llora de cansancio y de futuro.
Conocer el mundo de los hombres es tolerar el mundo de los hombres.