Mi corazón, mi corazón, palpita esta mañana de sábado
como si lo fueran a arrestar antes de caer la noche
¿quién lo arrestará?
¿a dónde lo llevarán?
Mis pies le susurran, No, el miedo no, No, el vértigo no
y lo pasean por la sala para calmarlo
y le cantan una vieja nana,
Arrorró, arrorró,
cálmate pequeño son,
arrorró, arrorró.
Entonces la nube, la espada, el grito del hombre
que en mitad de la miseria canta,
la dulce bienvenida de las manos,
las uñas recién cortadas
y el fuego amigo que entibia la leche de la vaca
guían al corazón hacia una montaña
desde donde contemplar
los mil corazones que también esta mañana de sábado
temen ser encarcelados antes de que la noche caiga.
Esa multitud de camaradas
desde la cima de la montaña aquietan la desesperanza
y siente una inspiración alta
y gime una levísima tonada
y exclama a la nada,
¡Calma, corazón, calma!
como si lo fueran a arrestar antes de caer la noche
¿quién lo arrestará?
¿a dónde lo llevarán?
Mis pies le susurran, No, el miedo no, No, el vértigo no
y lo pasean por la sala para calmarlo
y le cantan una vieja nana,
Arrorró, arrorró,
cálmate pequeño son,
arrorró, arrorró.
Entonces la nube, la espada, el grito del hombre
que en mitad de la miseria canta,
la dulce bienvenida de las manos,
las uñas recién cortadas
y el fuego amigo que entibia la leche de la vaca
guían al corazón hacia una montaña
desde donde contemplar
los mil corazones que también esta mañana de sábado
temen ser encarcelados antes de que la noche caiga.
Esa multitud de camaradas
desde la cima de la montaña aquietan la desesperanza
y siente una inspiración alta
y gime una levísima tonada
y exclama a la nada,
¡Calma, corazón, calma!