De todas las que hizo, su foto favorita. Colita
¿Cuál será su canción? No queráis saber cómo son estos últimos días. El frío es tan intenso que el suelo no termina de deshelarse a lo largo de la luz del día. ¿Cuál será su canción? La canción que cuando la escuche sienta un cosquilleo en el estómago, algo que lanza su memoria hacia aquel día, en aquella hora, justo en ese momento. ¿Cuál es esa canción? ¿Es una canción indie?
Anoche también se acostó muy tarde. Estuvo viendo una película que no le llegó a gustar. Se quedó a verla por no irse a dormir (quizá también para no tener que levantarse temprano; tienen que ser tan bonitas las mañanas en este lugar del mundo; las ha visto alguna vez y suelen ser de un rosa desvaído que contrasta con un delicado azul claro y si no recuerda mal la aurora boreal está allí brillando intensa y fría como son las caricias de la amazona).
Pensó -mientras se preguntaba cuál era tu canción- en la máxima belleza en la contemplación y el máximo sufrimiento en el sentimiento a un mismo tiempo. Así lo sentía ayer cuando ascendía hacia el lago a primera hora de la tarde y el sol del invierno agonizaba tanto que casi se escuchan sus estertores; es una muerte fría; una muerte de sombras y luces frías sobre unas praderas de diciembre frescas como las tetas de unas muchachas veinteañeras. El invierno en las alturas produce contrastes atroces. Contraste como esas luces y esas sombras y ese aire del norte que es un viento helador y esa transparencia del aire y esa pureza de lo que entra hasta los pulmones y luego se exhala y se materializa en un vaho que le lleva a su infancia y a unas katiuscas blancas.
¿Cuál es tu canción? Se pregunta. Coge la cafetera. La abre. Vacía el depósito en la basura. Da un agua a los depósitos de agua y de café. Da un agua al interior de su parte superior. Coge el café tostado natural. Llena los depósitos de agua y café. Cierra la cafetera. La coloca al fuego. ¿Cuál será tu canción? Tú sabes -se dice- lo mucho que me gustaría saberlo; tú sabes lo mucho que me gustaría que vinieras con tu novia a cenar a casa; cenaríamos en el jardín; llevaría hasta la mesa una lámpara de pie y a la fresca de una noche de verano reiríamos los tres y yo pensaría -se sigue diciendo él- ¡qué bellas son! ¡qué buena pareja hacen!
Ha caído la noche; ha vuelto el frío.