ESCENA II
Él está sentado en la misma silla y en la misma posición de la escena anterior. Está de espaldas a Ella.
Ha empezado a llover. Al principio de la escena la lluvia es dulce como un manto de sonido que cayera sobre ellos, arropándoles de su propio silencio.
Se escucha a intervalos regulares las ruedas de los coches girando sobre el asfalto mojado.
Ella, desde la ventana, mira la espalda de Él. Está con los brazos cruzados y las piernas cruzadas, apoyada con el perfil de su brazo en la jamba de la ventana. Se pasa una mano por la boca. Suspira.
Él se acaricia el muslo izquierdo con la mano izquierda.
Llueve más fuerte.
Pasan dos coches seguidos.
Dan las once en el reloj de pared de una casa frontera.
Él: (Cuando terminan de dar las campanadas). Las once.
Ella descruza los brazos y deja que éstos caigan. Se mesa los cabellos.
Ella: No sé qué hacer con los brazos.
Él: Siéntate. Ponlos encima de la mesa.
Ella mira por la ventana. Llueve más fuerte. Empieza a ser una lluvia con aires de furia. Casi como reacción animal se aparta un poco de la ventana. Y en ese movimiento duda tan sólo un instante, no llega a detener el movimiento quizá tan sólo un imperceptible cambio de dirección o menos: su pensamiento, para al final encaminarse hacia una silla, separarla un poco de la mesa y sentarse.
Él está de espaldas a la ventana.
Ella se ha sentado a su izquierda, de cara al público.
Él mira al frente.
Ella mira al público.
La lluvia suena fuerte.
Pasan los coches.
fin del acto segundo
Él está sentado en la misma silla y en la misma posición de la escena anterior. Está de espaldas a Ella.
Ha empezado a llover. Al principio de la escena la lluvia es dulce como un manto de sonido que cayera sobre ellos, arropándoles de su propio silencio.
Se escucha a intervalos regulares las ruedas de los coches girando sobre el asfalto mojado.
Ella, desde la ventana, mira la espalda de Él. Está con los brazos cruzados y las piernas cruzadas, apoyada con el perfil de su brazo en la jamba de la ventana. Se pasa una mano por la boca. Suspira.
Él se acaricia el muslo izquierdo con la mano izquierda.
Llueve más fuerte.
Pasan dos coches seguidos.
Dan las once en el reloj de pared de una casa frontera.
Él: (Cuando terminan de dar las campanadas). Las once.
Ella descruza los brazos y deja que éstos caigan. Se mesa los cabellos.
Ella: No sé qué hacer con los brazos.
Él: Siéntate. Ponlos encima de la mesa.
Ella mira por la ventana. Llueve más fuerte. Empieza a ser una lluvia con aires de furia. Casi como reacción animal se aparta un poco de la ventana. Y en ese movimiento duda tan sólo un instante, no llega a detener el movimiento quizá tan sólo un imperceptible cambio de dirección o menos: su pensamiento, para al final encaminarse hacia una silla, separarla un poco de la mesa y sentarse.
Él está de espaldas a la ventana.
Ella se ha sentado a su izquierda, de cara al público.
Él mira al frente.
Ella mira al público.
La lluvia suena fuerte.
Pasan los coches.
fin del acto segundo